Evolución del Teatro Español: Posguerra, Exilio y Tendencias Posteriores

1. Teatro en el Exilio

Al acabar la Guerra Civil habían fallecido Lorca y Valle-Inclán. Hubo una gran vitalidad dramática de los exiliados españoles, sobre todo en América. En Buenos Aires, Margarita Xirgu representó El adefesio de Rafael Alberti y también obras de Lorca y Alejandro Casona. En México, Cipriano de Rivas dirigió obras de los hermanos Machado.

Obras y autores más destacados en el exilio:

  • Rafael Alberti, El adefesio (1944)
  • Pedro Salinas, Judit y el tirano
  • Max Aub, San Juan (1943)

2. Teatro en la España de la Posguerra (años 40)

Distinguimos, por un lado, un tipo de alta comedia en la línea de Jacinto Benavente. Se trata de un teatro burgués, cuyos personajes pertenecen a las clases acomodadas y urbanas, casi siempre enredados en asuntos matrimoniales y adulterios, que mezcla el humor con el sentimentalismo y el final feliz.

En este tipo de teatro se sitúan nombres como José María Pemán con El divino impaciente, J. I. Luca de Tena con Don José, Pepe y Pepito y Edgar Neville con El baile.

Teatro humorístico innovador

Destacan dos autores:

  • Enrique Jardiel Poncela, que busca una renovación del lenguaje dramático con obras como Los ladrones somos gente honrada.
  • Miguel Mihura, con Tres sombreros de copa, obra en la que une tradición con humor y vanguardia. Satiriza en esta obra la mediocridad de la burguesía y la vida miserable y bohemia del teatro de variedades. La obra fue tan incomprendida en su tiempo que no fue estrenada hasta veinte años después.

Mihura sigue escribiendo después, en 1950, obras como Maribel y la extraña familia.

3. Teatro Realista y Social de los Años 50

Durante los años 50, y con continuidad en los 60 y 70, se desarrolla en España un tipo de teatro que trata de reflejar la realidad social con una clara finalidad de denuncia. Se trata de un teatro comprometido que prescinde de fantasías e idealizaciones.

Denuncia las duras condiciones de trabajo, la falta de horizontes de una sociedad pesimista y desilusionada, la injusticia social.

Evidentemente, este tipo de teatro tiene frecuentes encontronazos con la censura, ya que el régimen de Franco no toleraba las críticas.

El público que frecuenta los teatros es mayoritariamente conservador y no soporta las reflexiones serias ni las novedades escénicas, con lo que este tipo de teatro se desarrolla en clara desventaja frente al teatro de carácter cómico y conservador.

Autores destacados

Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre son los autores más importantes de esta tendencia, cuyas obras tienen, además, un carácter existencial.

Antonio Buero Vallejo

Antonio Buero Vallejo señala el inicio del nuevo teatro; en su obra se pueden distinguir tres etapas:

  • Etapa existencial (reflexión sobre la condición humana): Historia de una escalera (1949), obra que se considera punto de partida del teatro realista tras la guerra. Refleja un mundo gris donde las frustraciones se repiten generación tras generación, marcado por el miedo social y la debilidad personal.
  • Teatro social (denuncia de las injusticias que atañen a la sociedad): Un soñador para un pueblo (sobre Esquilache) y El tragaluz (centrada en unos personajes marcados por la guerra civil).
  • Etapa de innovaciones: el espectador no ve la realidad, sino lo que ven los personajes; se trata del conocido efecto de inmersión. De esta forma, el espectador se adentra en el punto de vista del personaje y ve la historia desde dentro. Destacan La llegada de los dioses y La Fundación.

4. Teatro Experimental y Renovador de los Años 60 y 70

A partir de 1965, comienza en España una auténtica revolución teatral. Los hechos que la provocaron fueron la aparición de autores deseosos de superar el realismo de los 50 y la aparición de nuevos grupos teatrales.

Por un lado, existe una continuación del teatro comercial anterior con autores como Alfonso Paso, Mihura, Armiñán y Ana Diosdado. Un caso especial es el de Antonio Gala y sus obras Los verdes campos del edén y Anillos para una dama (una desmitificación de la figura del Cid).

El autor más peculiar de esta época es Fernando Arrabal, autor del Teatro Pánico, que une imaginación, surrealismo, lenguaje naïf y escándalo. Entre sus obras destacan Picnic (antibelicista) y El triciclo.

En los años setenta, la influencia de las vanguardias facilitó el inicio de un teatro que ha recibido distintas denominaciones: underground, generación simbolista, teatro maldito, teatro del silencio, teatro hermético. Se basa en el espectáculo y las técnicas audiovisuales, colocando lo literario en segundo lugar.

Entre los autores destaca Francisco Nieva con su teatro furioso, mezcla de la grandiosidad de la ópera con el esperpento. Entre sus obras destacan El duelo de Ópalo y Tarsis.

En esta época, proliferaron los grupos de teatro independiente como Els Joglars con La torna y Daalí.

Estos colectivos viven al margen de lo convencional, se organizan en cooperativas independientes que escriben y montan sus propias obras de carácter experimental y, frecuentemente, colectivas.

5. Teatro a partir de 1975

La crisis del teatro a partir de los años ochenta llevó a la desaparición de la censura y al apoyo de las instituciones. El teatro comercial continúa estrenando comedias y musicales anglosajones. Se da un teatro oficial a través de la creación del Centro Dramático Nacional y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. También continúan los grupos experimentales como Els Joglars y La Fura dels Baus con Accions, y comienzan a aparecer salas alternativas con precarios medios y reducido aforo.

Autores destacados

Entre los autores destacan de nuevo Francisco Nieva (que mezcla lo surrealista, onírico y fantástico). José Luis Alonso de Santos, con un teatro costumbrista: La estanquera de Vallecas (1981), Bajarse al moro (1985). Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano (1981). J. Sanchís Sinisterra, con ¡Ay, Carmela!.