Evolución de la Novela Española: Del Modernismo a la Generación del 27

Poesía desde principios de siglo hasta finales de 1939

MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

El siglo XX comienza en España con un amplio movimiento cultural de renovación artística que no solo

englobará el ámbito de la novela, sino también el resto de las artes. De este modo, con la aparición del Modernismo y de los escritores de la Generación del 98, tras el cansancio de las formas del Realismo precedente, se ensayarán nuevas fórmulas y técnicas narrativas que harán que la novela cada vez se acerque más a géneros como el ensayo y se salga de los corsés establecidos en el siglo anterior.

Así se propicia el desarrollo de una novela de corte psicológico, de una novela lírica en la que predomina la subjetividad. Hay que considerar el escaso interés que los escritores más innovadores de este periodo muestran hacia el relato tradicional de acontecimientos según un orden cronológico. Pese a todo lo anterior, una línea de literatura tradicional siguió presente con gran éxito, al servicio del entretenimiento o al impulso reformista y social (Blasco Ibáñez).

La ruptura del relato tradicional se logra mediante procedimientos estructurales y estilísticos más o menos innovadores:

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a) Multiplicación de puntos de vista, disgresiones intelectualistas,

b) Preciosismo lingüístico que viene a revelar al narrador en detrimento del mundo narrado.


1902 fue la fecha definitiva para esta nueva novela: en este año se publican en España cuatro obras significativas: La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno, Camino de perfección de Baroja y Sonata de otoño de Valle-Inclán. Con ellas se inicia un camino innovador, que culminará en los años y décadas siguientes. Algunas de las características de estas obras son las siguientes:

  • 1.- Crítica de los males de España: se escribe contra el caciquismo, las glorias pasadas y los males nacionales: el hambre y la ignorancia.
  • 2.- Pesimismo ante la situación histórica: la pérdida de las últimas colonias es el acontecimiento histórico que hará a los intelectuales reflexionar sobre el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales, sobre la pérdida de la grandeza del imperio.
  • 3.- Influencia de la filosofía: frente al dogmatismo, aparecen los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer en los que predominan la reflexión sobre la falta de sentido de la vida, la duda existencial y el escepticismo.
  • 4.- El dolor de España: nace de un profundo patriotismo, centralista y casticista, representado en Castilla.
  • 5.- El subjetivismo: la realidad queda teñida por la sensibilidad personal.
  • 6.- Renovación estética o estilística: huyendo de las formas retóricas burguesas y del prosaísmo del siglo XIX, los autores ahora buscan, por una parte, la sobriedad, usando palabras tradicionales y castizas (“palabras terruñeras”); por otra, el refinamiento y el aristocratismo a través de la evasión a ambientes exóticos o a tiempos pasados.

UNAMUNO (1864/1936)

La novela unamuniana escapa de los postulados tradicionales del género: no hay descripción ambiental, no hay autonomía en los personajes, y el desarrollo es mínimo; para estas novelas tan heterodoxas, Unamuno acuñó el término «nivolas». Unamuno se sirvió de la novela, igual que hará con el resto de los géneros que cultivó, para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la expresión y reflexión de las mismas ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector… lo que aportó rasgos de gran novedad al panorama narrativo.

Producción novelística: En 1914 publica Unamuno una de sus mejores novelas: Niebla. Anteriormente había comenzado escribiendo novelas de corte realista, siguiendo los cánones de la narrativa del siglo XIX (Paz en la guerra). Lo que más sorprende al lector de Niebla es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Algunos críticos interpretan la obra desde el problema de la libertad del personaje frente a su creador; si consideramos a Augusto Pérez trasunto de Unamuno, esto le serviría al autor para exponer su rebelión contra Dios. El interés por los personajes en conflicto consigo mismos o con el entorno no apareció únicamente en Niebla; el autor también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez (1917).

Más adelante, tras la publicación de La tía Tula (1921), Unamuno publica San Manuel Bueno, mártir (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño… San Manuel Bueno, mártir es la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.


Producción novelística: En 1914 publica Unamuno una de sus mejores novelas: Niebla. Anteriormente había comenzado escribiendo novelas de corte realista, siguiendo los cánones de la narrativa del siglo XIX (Paz en la guerra). Lo que más sorprende al lector de Niebla es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Algunos críticos interpretan la obra desde el problema de la libertad del personaje frente a su creador; si consideramos a Augusto Pérez trasunto de Unamuno, esto le serviría al autor para exponer su rebelión contra Dios. El interés por los personajes en conflicto consigo mismos o con el entorno no apareció únicamente en Niebla; el autor también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez (1917).

Más adelante, tras la publicación de La tía Tula (1921), Unamuno publica San Manuel Bueno, mártir (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño… San Manuel Bueno, mártir es la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

PÍO BAROJA (1872/1956). Baroja tenía un talante independiente, solitario y sincero que le atrajo enemistades. Era de ideología liberal, pero fue evolucionando con el tiempo hacia un cierto conservadurismo moral. Sin embargo, las críticas que aparecen en sus libros tanto a sectores identificados tradicionalmente con las derechas como con las izquierdas, le enemistaron con los dos bandos enfrentados en la guerra civil. La vida profesional de Baroja fue diversa. Aunque comenzó estudiando la carrera de medicina, solo ejerció como médico durante un breve período de tiempo; más adelante, se trasladó a Madrid para regentar un negocio familiar de panadería. Su formación literaria, por tanto, no fue académica; sino que más bien fue anárquica y muy personal, según él mismo confiesa en sus memorias: leyó sin cesar a los narradores y filósofos que le interesaban: Tolstói, Dickens, Dumas, Schopenhauer, Kant, Nietzsche. Durante la República, fue miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Desde muy pronto se sintió interesado por la actividad literaria, que plasmó en sus novelas, artículos en prensa, ensayos, etc. Para él, la novela era el género que puede incluir todos los otros géneros: la aventura, las reflexiones, el lirismo, la descripción, absolutamente todo. Escribe de manera espontánea, sin ningún plan rígido. He aquí una cita donde se refleja: “Me considero dentro de la literatura como un hombre sin normas a campo traviesa, a la buena de Dios.”

Su producción novelística fue amplia (escribió más de ochenta novelas), y está organizada en torno a una serie de temáticas o núcleos. Podemos diferenciar, no obstante, varias etapas:


La actividad de gran parte de los autores e intelectuales del momento. La actitud de los intelectuales de la Generación del 14 o Novecentismo fue diferente a la de los autores del 98; la figura del intelectual está más forjada y ahora nos encontramos con intelectuales más especializados en campos concretos del saber o el conocimiento, la mayoría con estudios universitarios, que creen, al igual que sus predecesores, que el país necesita ser renovado pero desde un punto de vista mucho más cercano a la modernidad, más pragmático, e intelectualizado y apuntando soluciones más concretas. Por esto no es difícil encontrar debates en esta época como los que enfrentaron a Unamuno con Ortega y Gasset. Dentro de la novela, encontramos a los tres autores citados anteriormente, que son:

Ramón Pérez de Ayala: Sus primeras cuatro novelas tienen un mismo protagonista y un fuerte contenido autobiográfico, como A.M.D.G., novela que gira en torno a la crítica de la educación de los jesuitas. En la década de los veinte escribe una serie de novelas (por ejemplo, Belarmino y Apolonio) que pueden llamarse intelectuales porque lo importante en ellas no es la acción sino las reflexiones sobre los temas más diversos: filosofía, psicología, política, moral.

Gabriel Miró: En una primera etapa (Las cerezas del cementerio, 1910, novela intimista y de introspección) está muy presente la influencia modernista: ambientes refinados y artificiosos, personajes abúlicos e inadaptados, atmósfera sensual, son rasgos predominantes. En una segunda etapa (Nuestro Padre San Daniel, 1921; El obispo leproso, 1926), Miró encuentra un estilo más personal con una prosa elaboradísima, en la que lo más importante son las prolijas descripciones de sensaciones y ambientes. En Nuestro Padre San Daniel se cuenta un corto período de la vida de Oleza; los personajes se dividen en dos bandos: los que aman la vida y los que no.

Ramón Gómez de la Serna: Es un autor conocido sobre todo por sus “Greguerías”, pero sus novelas tienen gran importancia dentro de su producción literaria. Así, podemos citar La viuda blanca y negra, cuya historia se centra en una única relación erótica, la de Cristina y Rodrigo. Los numerosos rasgos vanguardistas con los que cuenta la narrativa de Gómez de la Serna (y su literatura en general), lo sitúan como figura intermedia entre la Generación del 14 y la del 27, de la que sin duda fue influencia clave. Su espíritu, firmemente iconoclasta y rebelde, lo convirtió siempre en motivo de polémica.


GENERACIÓN DEL 27

El clima cultural en el que surge la joven novelística del 27 se caracteriza, pues, por una actitud antirrealista y por un decidido afán experimental, al igual que las dos etapas precedentes. No obstante, este clima de experimentación se hace, incluso, más extremo en los autores y autoras de esta moderna generación.

Esta nueva narrativa se congregó en la serie “Nova Novorum” de la Revista de Occidente. Allí se fragua un tipo de relato que ensaya la incorporación a la narración de los siguientes rasgos:

  • a) El estilo metafórico propio de la poesía,
  • b) El fragmentarismo en boga en las artes plásticas,
  • c) La visión dinámica aprendida en el cine.

Se trata, por tanto, de una novela en la que la narración se libera de la dependencia de la historia, que rompe con la disposición lineal del tiempo, y que abre un amplio espacio para el distanciamiento irónico o humorístico. El esfuerzo que ahora ha de hacer el lector para comprender la novela, con sus continuos saltos temporales y sus extensos monólogos interiores, que ha perdido casi todo su hilo argumental, es grande, y tal vez por eso no fue una narrativa popular o ampliamente aceptada por el gran público. Durante mucho tiempo, incluso, la crítica ha ignorado, cuando no despreciado, la importancia de este relevante grupo de escritores que sintoniza perfectamente con las modernas tendencias europeas de la época y la narrativa de autores como James Joyce o Virginia Woolf.