Narrativa de los Años 40 y 50: De la Posguerra al Realismo Social
Contexto Histórico-Social
Narrativa de los Años 40
A lo largo de los años cuarenta, es posible hablar de tres corrientes literarias que, a pesar de las diferentes técnicas narrativas y argumentales, han sido catalogadas como novelas realistas.
Realismo Tradicional
La primera de estas corrientes es la conocida como realismo tradicional, una continuación de la novela de finales del siglo XIX. Los autores reproducen la técnica y el estilo de la novela decimonónica. Destacan en este grupo Juan Antonio Zunzunegui con El barco de la muerte e Ignacio Agustí con Mariona Rebull.
Sin embargo, serán Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte y Carmen Laforet con Nada quienes enriquezcan el panorama narrativo de este decenio.
Tremendismo
La familia de Pascual Duarte ha sido considerada la iniciadora del tremendismo por mostrar una visión extremadamente sórdida de la realidad y detenerse en aspectos desagradables protagonizados por personajes marginados, cuyas tramas incluyen la violencia acompañada de un lenguaje duro y expresivo. Se consideran como antecedentes, por un lado, la novela picaresca barroca (por la descripción de ambientes crudos de la realidad y la forma autobiográfica que adopta el narrador) y, por otro, la novela naturalista decimonónica (por el determinismo y fatalismo).
En La familia de Pascual Duarte, el protagonista es un campesino condenado a muerte que escribe su historia para justificar su conducta: una infancia sórdida, unos padres monstruosos, una hermana que se prostituye, un hermanito anormal que termina ahogado en una tinaja de aceite. Luego, dos matrimonios desgraciados, peleas, crímenes y sangre, dando como final el asesinato de la madre, a la que considera el origen de sus desgracias. Tal y como apuntó Cela, su intención en ese relato era protestar contra la estructura socioeconómica que llevó a España a una guerra civil.
Realismo Existencial
Nada de Carmen Laforet inicia la corriente de los años cuarenta denominada realismo existencial. Las obras que se pueden catalogar bajo este epígrafe destacan los problemas e incertidumbre del ser humano a través de personajes que manifiestan el desencanto y la angustia de la época. En el caso de la obra mencionada, se trata del relato en primera persona de la protagonista, Andrea, quien llega a Barcelona en octubre de 1939 para estudiar en la universidad. Allí se alojará en casa de unos familiares de la calle Aribau y encontrará dos mundos opuestos: el cerrado, lúgubre y decrépito de aquella casa y sus habitantes, y el de la universidad, abierto, liberador y juvenil. Ambos escenarios representan simbólicamente el pasado frente al futuro esperanzador.
La obra se caracteriza por estar escrita con un estilo sobrio y sencillo, en la que se recrea perfectamente la sociedad de la época.
Narrativa de los Años 50: La Novela Social
La novela de los años 50 se conoce como la novela de lo social. En este tipo de obras, la figura del protagonista individual que aparecía en la década anterior da paso a un personaje colectivo: obreros urbanos, emigrantes, burguesía ociosa, entre otros. El estilo sencillo de estos autores intenta reflejar el lenguaje real y la ausencia de retórica está puesta al servicio de la objetividad, en la que será importante destacar:
- La importancia del entorno y de los objetos para situar a los protagonistas.
- El predominio del diálogo (para atenuar la presencia del narrador) con el fin de caracterizar a cada uno de los personajes.
Para entender mejor la novela de los cincuenta hay que tener en cuenta la influencia del cine italiano neorrealista, a través de películas como El ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica o Roma, ciudad abierta de Roberto Rossellini, y la presencia de autores norteamericanos como John Dos Passos o Ernest Hemingway.
La colmena de Camilo José Cela narra diversos espacios del Madrid de los años cincuenta a lo largo de dos días de diciembre. La obra ofrece una visión panorámica y desoladora de las gentes que fueron víctimas de la guerra e intentan subsistir en la posguerra. No es posible encontrar un protagonista individual, sino uno colectivo. Sus vidas se cruzan como las abejas de una colmena: casi todas son obreras, unas pocas reinas y algunos zánganos. Predominan los personajes de clase media baja, una burguesía venida a menos, con un futuro incierto en la miseria de la posguerra.
Narrativa de los Años 60: La Novela Experimental
Contexto Histórico-Social
Características de la Novela Experimental
La primera marca que caracteriza la narrativa de los años sesenta es la ruptura de la linealidad temporal: serán frecuentes los saltos al futuro (prolepsis) y al pasado (analepsis) a lo largo del desarrollo de las historias.
Por lo que respecta al narrador, se pueden apreciar innovaciones como el uso de la segunda persona o los monólogos interiores, formas de narración poco convencionales en la literatura de las décadas anteriores.
Estrechamente ligado a la figura del narrador, el perspectivismo será otra de las novedades en la novela de este periodo: se jugará con la mirada de quien relata la acción y a menudo se narrará un mismo hecho desde más de un punto de vista.
En algunos casos, la novela aceptará elementos propios de otros géneros literarios: el ensayo, el teatro y la publicidad.
Pero a pesar de las innovaciones formales de la época, los temas y argumentos continuarán siendo los de la década anterior: cuestiones de tipo social que retratan la España de la época.
Con todo ello, estará latente la herencia de las vanguardias, sobre todo en la manifestación de un lenguaje más retórico y, de alguna manera, barroco.
Por último, y teniendo en cuenta las influencias del extranjero que poco a poco van penetrando en el país, se darán a conocer autores como Marcel Proust, John Dos Passos, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, entre otros.
Obras Representativas
Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos es la obra representativa de este período literario, cuyo argumento es terrible: Pedro es un médico que ha intentado salvar sin éxito la vida de una chica debido a que su padre le ha provocado un aborto. En la novela es posible apreciar la quiebra de la linealidad narrativa, la presencia de monólogos interiores y la presencia de personajes que se pueden clasificar gracias al registro que utilizan en sus diálogos.
No menos importante que la anterior es Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. El argumento de esta novela nada tiene que ver con la anterior: Carmen, mujer de Mario, está velando el cuerpo sin vida de su marido en el tanatorio. En ese lugar, ella irá recordando cómo fueron sus años de matrimonio con el recién fallecido. Una vez más, el uso del monólogo interior y el perspectivismo aportarán a la obra las peculiaridades características de esa época.
Por último, Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, es un retrato lúcido y descarnado de la sociedad de la época, donde se critica tanto a la burguesía como a la falta de valores. En la obra, una vez más, será posible encontrar el monólogo interior, el perspectivismo y el narrador en tercera persona.
Tendencias Narrativas a partir de los 70: La Transición y la Democracia
Contexto Histórico-Social
Tras la muerte de Franco en 1975, se inicia en España la Transición a la democracia, cuyo hito fundamental fue la aprobación de la Constitución de 1978. El final de la dictadura propicia la progresiva normalización de la narrativa española, en un proceso análogo al estudiado en el caso de la lírica. Téngase en cuenta que, en los setenta, se dieron tres acontecimientos que, de alguna manera, cobraron un papel relevante para el desarrollo de la literatura española:
- La desaparición de la censura debido a la implantación del nuevo Estado Democrático de Derecho.
- El cansancio y progresivo abandono de la novela experimental.
- Un constante y progresivo crecimiento del sector editorial, que favorecerá la distribución de la industria literaria.
Etapas de la Prosa de Ficción
En la prosa de ficción que tiene lugar a partir de los 70, se pueden distinguir tres etapas:
La Generación del 68
Se trata de escritores que nacieron entre los años treinta y cuarenta y que empezaron a escribir a partir de los setenta. Todos ellos tienen en común el cansancio de la novela experimental y haber vivido las revueltas sociales francesas del 68.
Los Narradores de los 80
Son autores que continúan manteniendo la tendencia narrativa iniciada por la generación anterior, pero con nuevas fórmulas de expresión, como el análisis del yo mediante la introspección y la novela de género.
La Narrativa Última (A partir de los 90)
Autores que comienzan a destacar en la década de los noventa hasta la actualidad. A pesar de que continúan con los éxitos de los ochenta, cultivan otros subgéneros como el realismo sucio, la novela lírica o el libro de viajes.
Características Generales
A pesar de las distintas direcciones que toma la novela con la llegada de la democracia, es posible reunir una serie de características que, de alguna manera, definen la narrativa de la época: el gusto por contar historias cuyos argumentos y personajes son complejos, la fuerte huella de la subjetividad en los relatos y un estilo cuidado darán como resultado obras que se pueden clasificar en torno a las siguientes etiquetas:
Subgéneros Destacados
Metanovela
Se trata de textos en los que el hecho literario es un tema en sí mismo, de manera que el narrador hace partícipe al lector de su construcción y reflexiona sobre la naturaleza del relato y sus normas, tal y como hace Miguel de Unamuno en Niebla. En este grupo de novelas destacan Carmen Martín Gaite con El cuarto de atrás o el celebérrimo Camilo José Cela con Mazurca para dos muertos.
Novela Policíaca
La desaparición de la censura facilitó el auge de la novela policíaca, cuyas historias están ambientadas en ambientes marginales y sórdidos en los que se presentan personajes generalmente amorales y ambiguos. Los novelistas españoles que cultivaron este subgénero perseguían, en primer lugar, captar el interés del lector, y elaborar un retrato crítico de la sociedad española durante la Transición.
Destacan Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta y el periodista y crítico literario Manuel Vázquez Montalbán, creador del personaje Pepe Carvalho, un excomunista y agente de la CIA que aparece por primera vez en Yo maté a Kennedy o La soledad del manager.
Novela Histórica
Quizá sea este subgénero el que más diversidad de clasificaciones ofrece a la hora de definirla; no obstante, es posible seguir tres criterios: según los temas que se tratan, según el argumento y según el narrador. Ahora bien, todas las novelas tienen en común la recreación minuciosa de acontecimientos o personajes del pasado, haciendo verdadero hincapié en las coordenadas políticas, sociales o estéticas de la época en que se ambientan. Cabe destacar a Arturo Pérez-Reverte con obras como Las aventuras del capitán Alatriste o Cabo Trafalgar, del mismo modo que Miguel Delibes vuelve a sorprender con El hereje, publicada en 1998.