El Hombre de Negro: Interlocutor y Figura Ambivalente
El hombre aparece en el segundo capítulo de la novela El cuarto de atrás. Se presenta en casa de la narradora-protagonista para una entrevista que, supuestamente, tenían concertada. Representa la figura del interlocutor idealizado, ya que gracias al diálogo que mantiene con la narradora a lo largo de los capítulos, ayuda a esta a construir la memoria que tanto desea rescatar.
El interlocutor formula preguntas, pero no lleva guion, sino que la conversación surge de forma natural, haciendo que afloren los pensamientos ocultos de la narradora. Para ello, recurre a unas pastillas de colores que él le proporciona. Estas, al mismo tiempo que le permiten recordar el pasado, hacen que los recuerdos surjan de forma caótica y confusa.
Es un personaje ambiguo o complejo que puede interpretarse de varias formas:
- Periodista o Psicólogo: Por su rol de entrevistador y facilitador de la introspección.
- Diablo: Sugerido por la atmósfera inquietante y el grabado de Lutero.
- Mago o Creador: Al provocar que la autora rescate los pensamientos ocultos en el cuarto de atrás y pueda escribir así la novela.
- Desdoblamiento de la Narradora: Como una proyección de su propia psique.
Además, en el capítulo cinco se produce una llamada telefónica. Una mujer que dice llamarse Carola pregunta por Alejandro, el hombre de negro. Aunque la narradora niegue que esté en la casa, Carola le cuenta la historia de amor que existe entre ambos. La descripción que hace de él es muy distinta a la imagen que hemos visto hasta ahora: un hombre machista, agresivo, manipulador… A pesar de eso, parece existir entre ambos una relación apasionada.
El Cuarto de Atrás: El Espacio de la Memoria y el Paraíso Perdido
El cuarto de atrás es el espacio interior que ocupa el mundo evocado de la infancia y juventud de la narradora-protagonista de la novela. Es, en palabras de la autora, el “desván del cerebro”, una especie de recinto secreto lleno de trastos borrosos, donde los recuerdos viven agazapados. Constituye también el refugio en el que busca protección ante la vida; es, por tanto, el espacio reservado que oculta a los demás.
En su origen, el cuarto de atrás fue un escenario físico: se trataba del cuarto de juegos que compartía con su hermana en la casa familiar de Salamanca. Aquella habitación, que fue el reino de la libertad, el juego y la imaginación, con el paso del tiempo se ha convertido por la autora en el símbolo del paraíso perdido de la infancia. También se asocia al cuarto de atrás de la madre en la casa de Cáceres y a su dormitorio actual en el piso de Madrid, que funciona como antesala de los sueños, de ahí el desorden de la habitación con el que se inicia la novela.
Características Literarias de El Cuarto de Atrás
Novela de Memorias y Metanovela
Es una novela de memorias, pues narra un relato autobiográfico en el que la autora rememora hechos de su pasado, que proyecta sobre un trasfondo social, cultural y político que da a la obra un aire de memoria colectiva. No obstante, es un libro de memorias particular, en el que predomina la percepción subjetiva y la vivencia personal y sentimental de los acontecimientos, sin seguir un orden estricto, a diferencia de la ordenación lineal y el rigor histórico.
Es una mezcla de testimonio personal y de fabulación fantástica. En varios momentos de la obra, la narradora anuncia su deseo de escribir una novela realista y una novela fantástica. El cuarto de atrás es ambas novelas al mismo tiempo. Realidad y ficción se cruzan y, tras la lectura, el lector tiene la impresión de que todo pudo haber ocurrido o pudo haber sido un sueño.
La obra es también una metanovela, en la que se reflexiona sobre el proceso de escritura y el propio texto se va construyendo mientras se lee la historia.
Realidad, Ficción y Elementos de Misterio
La novela tiene elementos propios del relato de misterio, hecho que subraya la ambigüedad del argumento y provoca que el lector cuestione la veracidad de lo relatado. Algunos de los elementos que crean intriga son:
- La premonición del grabado.
- La presencia simbólica de la cucaracha.
- La visita intrigante del hombre de negro.
- La noche de tormenta.
- La llamada telefónica de la mujer despechada.
Las digresiones y divagaciones son tan importantes como los episodios anecdóticos. Esta propiedad da a la novela un aire de ensayo en algunos de sus pasajes.
El Contexto Social: La Mujer en la Posguerra Franquista
La Sección Femenina y el Rol Tradicional
En relación con la educación de la mujer en el periodo histórico comprendido por la novela, hay que señalar que, tras la victoria franquista, se acabó con las ideas feministas de años anteriores y se recuperó una concepción tradicional del papel de la mujer como pilar fundamental del hogar cristiano. De su sacrificio y dedicación abnegada dependía la felicidad de la familia, hecho que era crucial en años tan duros como los de la posguerra.
Para poder inculcar los valores católicos, patrióticos, de entrega generosa, de disciplina y de culto al honor, el régimen creó una serie de instrumentos que hacían posible la formación de la mujer de acuerdo con estos intereses. Uno de ellos, muy citado por la autora, es la Sección Femenina, donde se daba a las chicas una formación específica para el desempeño futuro de sus funciones domésticas y al servicio del hombre. La mujer debía ser hija, esposa y madre, y no una persona emancipada. El rechazo de la autora a la tiranía de la limpieza, el orden y las leyes del hogar representa, en parte, una huida de este ambiente.
Influencia Sentimental y Simbolismo de la Costura
Por otro lado, podemos recordar también el temor de la autora a que la gente pudiera hablar mal de ella y que pensara que era “una fresca” por ir con un chico que no fuera su novio. Miedos como estos hacían que la mujer se reprimiera si quería obtener la aprobación social. En este contexto, la autora nos recuerda también la influencia que ejercieron en la educación sentimental de las chicas del momento las novelas rosa y los boleros, que contaban romances que idealizaban el amor y presentaban el matrimonio como destino necesario para estos idilios (el “happy end”).
La cesta de costura puede interpretarse como una alegoría del baúl desordenado de la memoria en el que se enredan los hilos del pasado que la autora va desenredando en la novela. Esos hilos son a veces recuerdos y, otras, sueños, de modo que el lector se ve inmerso en un vaivén de realidad y fantasía. Como la propia autora explicaba en alguna ocasión, escribir es algo similar a coser: se trata de dar pequeñas puntadas que fijan o dibujan las historias.