Claves de La Casa de Bernarda Alba y la Poesía de Antonio Machado

Personajes y Simbolismo en La casa de Bernarda Alba

Bernarda Alba

Su nombre significa “con fuerza de oso”. Es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas. Representa una serie de valores y actitudes anclados en el pasado:

  • Las convenciones morales y sociales más antiguas: Pendiente del “qué dirán”, su preocupación por las apariencias y la buena fachada es obsesiva. Un claro ejemplo es su reacción ante el suicidio de su hija Adela. En el centro de su pensamiento está lo sexual, que opone la decencia a los impulsos eróticos, y la obsesión por la virginidad. Estas ideas corresponden a la concepción tradicional del papel de la mujer frente al hombre. Como dice una de las hijas, a los hombres se les perdona todo, y la madre recuerda: «Hilo y aguja para las hembras, látigo y mula para el varón».
  • El orgullo de casta: Bernarda tiene conciencia de pertenecer a una capa social superior. Por eso impide que Martirio se vea con un pretendiente. Como le dice a la Poncia, hablando de sus hijas: «No hay a cien leguas a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no son de su clase».
  • La autoridad y el poder: Bernarda encarna la autoridad en estado puro, simbolizada por el bastón que siempre lleva en escena. Su lenguaje es casi siempre prescriptivo (órdenes, prohibiciones, el mandato de «silencio»). Las criadas, en la caracterización indirecta (en el teatro, la caracterización que un personaje hace sobre otro), la llaman «tirana», «dominanta» o «mandona». En un momento se la compara con un varón: «Siempre bregando como un hombre». Además, es una autoridad irracional: «Yo no pienso (…), yo ordeno».

Con todos estos rasgos, Lorca ha construido una figura universal pero fuertemente individualizada, inconfundible. En su exagerada deformidad, Bernarda alcanza una grandeza que la sitúa entre los grandes personajes del teatro de todos los tiempos.

Simbología en la obra

  • Adela: Naturaleza noble
  • Bernarda: Con fuerza de oso
  • Amelia: Sin miel
  • Pepe: León
  • Bastón: Autoridad
  • Río: Virilidad
  • Pozo: Muerte
  • Casa: Infierno, presidio
  • Mar: Libertad
  • Caballo: Deseo sexual
  • Agua: Vida y anhelo
  • Verde: Libertad

María Josefa

Es un hallazgo genial de Lorca. Sus palabras mezclan locura, verdad y poesía. Es la única que puede decirle a Bernarda lo que quiere, y su grito «¡Déjame salir!» representa el deseo común de todas las mujeres. En sus dos intervenciones, agranda líricamente los problemas centrales de la obra: la frustración de las mujeres, el anhelo de maternidad y el ansia de libertad y de espacios abiertos.

La Poncia

Es otro personaje fundamental. Sus relaciones con Bernarda son curiosas. Llevan tantos años juntas que podría ser de la familia, e interviene en las conversaciones, en los conflictos, hace advertencias, aconseja e incluso tutea a Bernarda. Pero esta no deja de recordarle la distancia que las separa: «Me sirves y te pago. ¡Nada más!». Ella asume esta condición de criada, pero no puede dejar de manifestar ese rencor contenido, ese odio larvado hacia su ama. En sus conversaciones con las hijas siempre introduce el elemento erótico y sexual. Destaca sobre todo por su sabiduría rústica y por la riqueza de su habla popular.

Pepe el Romano

Es la encarnación del hombre como ese «oscuro objeto del deseo». Destaca su doblez al casarse con Angustias y seducir a Adela.


Contexto Literario de Antonio Machado

La ubicación de Antonio Machado en el panorama literario de inicios del siglo XX es compleja. Por un lado, sus primeros escritos presentan una clara raíz modernista; por otro, su evolución ideológica posterior podría relacionarlo con las ideas de los escritores noventayochistas. Por este motivo, haremos una breve reseña de las características de ambos movimientos, relacionándolas con nuestro autor.

El Modernismo

Se trata de un movimiento que tiene su época de esplendor entre 1885 y 1915 y cuya cima es Rubén Darío. Los autores expresan su malestar ante un sistema social en el que no se sienten a gusto. Manifiestan literariamente su repulsa de la sociedad por las vías de un aislamiento aristocrático y un refinamiento estético, acompañados por actitudes inconformistas como la bohemia.

El Modernismo es un movimiento hispanoamericano que tiene su origen en la síntesis de dos movimientos franceses del siglo XIX: el parnasianismo y el simbolismo. Entre los autores españoles destaca la influencia de Bécquer.

  • El parnasianismo propone el lema de «El arte por el arte» e instaura el culto a la perfección formal y la belleza. Busca su inspiración en los mitos griegos, en ambientes orientales o en civilizaciones remotas.
  • El simbolismo no se satisface con el culto a la belleza de los parnasianos y quiere ir más allá de las apariencias. Para estos autores, el mundo sensible es solo un reflejo de realidades escondidas que ellos deben descubrir.

La Generación del 98

Se trata de un grupo de escritores españoles reunidos en torno a un acontecimiento generacional: la pérdida en 1898 de las últimas colonias españolas, que supone un aldabonazo en las conciencias de los intelectuales.

Entre los más destacados escritores de esta Generación se encuentran Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Azorín. También podemos afiliar aquí a Antonio Machado y a Valle-Inclán, después de atravesar ambos su etapa modernista, aunque con matices.

En la cuestión religiosa, la mayoría de estos escritores no son creyentes en el sentido ortodoxo. No obstante, todos manifiestan una clara preocupación por el sentido de la vida, el destino del hombre y la muerte.

Otro tema central es el de España: a todos les preocupa. Ante el desastre del 98, analizan la lamentable situación de la sociedad española con la intención de superarla. Así, Unamuno propondrá la modernización del país. Varios de ellos exaltan el paisaje, sobre todo de Castilla, como hacen Unamuno, Azorín o Machado. En el caso de Baroja, la crítica que hace a la realidad española es demoledora, no retrocede ante nada, como observamos en «El árbol de la ciencia».

La obra de Antonio Machado

En el caso de Antonio Machado, la preocupación religiosa es fundamental durante toda su producción. Los temas que vertebran su obra son el tiempo, la muerte y Dios; es decir, se plantea el problema del hombre, la limitación de la condición humana y está «siempre buscando a Dios entre la niebla».

En cuanto al tema de España, Machado critica con dureza e insistencia las lacras de la idiosincrasia española: su atraso secular, la indiferencia de los españoles ante el progreso, la envidia y la codicia, el inmovilismo de una España que se queda atrás y en la que la religión tradicional supone una enorme rémora para el avance… y la presencia de esas «dos Españas» que presagia con tanta claridad la Guerra Civil.

Pero, por otro lado, admira Castilla, pues su sensibilidad sintoniza con el paisaje en lo austero y lo humilde. El amor a esta tierra no le impide criticar sus defectos.