La Segunda República Española: De la Proclamación al Estallido de la Guerra Civil
La Caída de Alfonso XIII y la Proclamación de la República
El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en las que las candidaturas republicano-socialistas obtuvieron la victoria en las grandes ciudades. Ante este resultado, el rey Alfonso XIII se exilió, y el 14 de abril se proclamó la Segunda República Española en el Ministerio de Gobernación.
Se constituyó un Gobierno Provisional, integrado por los firmantes del Pacto de San Sebastián, que convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio. En estas elecciones, la coalición republicano-socialista consiguió la mayoría de los escaños. La Constitución republicana fue aprobada, aunque sin el apoyo de los partidos de derecha y los republicanos moderados. La controversia generada por la aprobación de los artículos religiosos provocó la dimisión de Niceto Alcalá Zamora como presidente del Gobierno, siendo sustituido por Manuel Azaña. No obstante, Alcalá Zamora continuó ejerciendo como presidente de la República.
Sistema de Partidos y Sindicatos en la Segunda República
El panorama político y social de la Segunda República se caracterizó por una gran diversidad de fuerzas, agrupadas principalmente en dos grandes bloques ideológicos:
La Izquierda Política
La izquierda política defendía la laicidad del Estado, la democratización del ejército, la reforma agraria, la ampliación de los derechos sociales y laborales, y la autonomía de las regiones. Entre sus principales formaciones destacaron:
- Acción Republicana (liderada por Manuel Azaña).
- El PSOE (Partido Socialista Obrero Español), que albergaba dos corrientes principales: una socialdemócrata (representada por Indalecio Prieto y Julián Besteiro) y otra más revolucionaria (encabezada por Francisco Largo Caballero).
- La UGT (Unión General de Trabajadores), sindicato socialista vinculado al PSOE, con una importante influencia de Largo Caballero.
- El Partido Comunista de España (PCE), situado más a la izquierda.
- El sindicato anarquista CNT (Confederación Nacional del Trabajo), donde coexistían dos corrientes: los”trentista” (más moderados) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica), de carácter más radical.
La Derecha Política
La derecha política, por su parte, abogaba por un Estado confesional, la defensa de los privilegios del ejército, la protección de la propiedad agraria tradicional, la oposición a las reformas laborales y la defensa de un Estado unitario. Entre sus principales formaciones se encontraban:
- Formaciones republicanas de centro-derecha como el Partido Radical (liderado por Alejandro Lerroux) o la Derecha Liberal Republicana (de Niceto Alcalá Zamora).
- La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), el gran partido de la derecha católica y conservadora, dirigido por José María Gil Robles.
- Grupos monárquicos como Renovación Española (con José Calvo Sotelo como figura destacada).
- Pequeños grupos de corte nacionalsocialista y fascista, como las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y Falange Española (fundada por José Antonio Primo de Rivera).
El Bienio Rectificador (1933-1936)
En 1933, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, nombró a Martínez Barrio presidente del Gobierno para disolver las Cortes y convocar elecciones generales. Estas fueron las primeras elecciones en las que las mujeres pudieron votar en España. La derecha, organizada y unida, obtuvo la victoria, liderada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA de José María Gil Robles.
El Gobierno de Lerroux frenó la reforma agraria y aprobó un presupuesto de culto y clero, pero se enfrentó a la Generalitat de Cataluña y a los nacionalistas vascos. Los socialistas reaccionaron con radicalidad y, en junio de 1934, declararon una huelga general campesina, que fue duramente reprimida. La CEDA, con su creciente fuerza, exigió participar en el Gobierno, y el 5 de octubre de 1934 se le concedieron tres carteras ministeriales. Esta entrada de la CEDA en el Gobierno provocó una ola de huelgas y manifestaciones, culminando en la Revolución de Asturias y la sublevación en Cataluña.
En Asturias, los mineros de la UGT y la CNT tomaron el poder civil mediante una revolución social en varias localidades, organizándose a través de comités revolucionarios. Sin embargo, fueron sofocados con extrema dureza por el general Francisco Franco y la Legión. En Cataluña, la sublevación tuvo un carácter más político y contó con el apoyo del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, quien proclamó el Estado Catalán. No obstante, el general Batet ocupó la Generalitat, encarceló a Companys y a varios consejeros, y suspendió la autonomía catalana.
Estos sucesos revolucionarios reorientaron la política del Gobierno hacia posiciones más radicales. Además, el Partido Radical se vio salpicado por escándalos de corrupción, lo que llevó a Gil Robles a solicitar ser nombrado jefe del Gobierno. Finalmente, en 1936, Alcalá Zamora decidió convocar nuevas elecciones.
El Frente Popular y el Camino hacia la Guerra Civil (1936)
Para presentarse a las elecciones de febrero de 1936, los partidos de izquierda formaron el Frente Popular, cuya plataforma defendía la amnistía para los presos políticos y la aplicación de la legislación reformista. Los partidos de la derecha, con una creciente influencia fascista, formaron diferentes coaliciones, pero no lograron unirse en una candidatura única ni redactar un programa electoral consensuado.
El Frente Popular ganó las elecciones con el 48% de los votos, mientras que las derechas obtuvieron el 46,5% y el centro el 5,4%. Geográficamente, la derecha consiguió buenos resultados en las dos Castillas, León, Navarra y parte de Aragón, mientras que la izquierda obtuvo la mayoría en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, etc.) y en las zonas industriales.
Tras la victoria electoral, el Frente Popular formó el nuevo Gobierno de España, liderado por republicanos como Manuel Azaña y Santiago Casares Quiroga. La izquierda se movilizó con esperanza, mientras que las derechas respondieron con un profundo rechazo y un aumento de la violencia política. Los militares, en connivencia con fuerzas políticas de derecha, intensificaron sus conspiraciones. Tras el asesinato del teniente Castillo (12 de julio) y el posterior asesinato de José Calvo Sotelo (13 de julio), se inició un golpe de Estado militar el 17 de julio de 1936 en el Protectorado de Marruecos, desencadenando así la Guerra Civil Española.