La Transformación de la España Liberal (1833-1874): Desamortización, Partidos y Crisis del Siglo XIX

La Desamortización en España: El Fin de la Propiedad Vinculada

Introducción y Contexto Histórico

Durante el siglo XIX, España vivió profundas transformaciones económicas y sociales. Una de las más importantes fue la desamortización, un proceso destinado a liberar y vender las propiedades acumuladas por la Iglesia, la nobleza y los municipios. Su objetivo era modernizar la economía, fortalecer el Estado liberal y transformar la estructura agraria.

Desarrollo: La Estructura Agraria del Antiguo Régimen

En el siglo XIX, la agricultura era la actividad económica más importante, pero su desarrollo era muy lento y conservaba una estructura heredada del Antiguo Régimen. La propiedad de la tierra estaba concentrada en manos de la nobleza, la Iglesia y los municipios. Esta concentración se mantenía mediante:

  • Mayorazgo: Los nobles transmitían sus propiedades íntegras al primogénito, impidiendo su venta.
  • Manos Muertas: La Iglesia había recibido durante siglos grandes extensiones, conocidas como “manos muertas”, que no podían ser enajenadas.
  • Bienes Comunales y de Propios: Los municipios poseían tierras comunales y de “propios”, muchas veces arrendadas a particulares.

Todo ello mantenía una agricultura atrasada, con técnicas arcaicas y una población rural empobrecida.

El liberalismo surgió con la intención de romper con esa estructura. Inspirado por pensadores como Adam Smith, defendía que la felicidad y el progreso se alcanzaban mediante la libertad individual y el acceso a la propiedad. Según estos principios, el Estado debía garantizar el derecho a la propiedad privada y la libertad de mercado, impulsando así una nueva etapa económica.

El Proceso Desamortizador

En este contexto se desarrolló la desamortización, una de las medidas más trascendentales del siglo XIX. Desamortizar significaba convertir la propiedad inmóvil del Antiguo Régimen en bienes libres, capaces de ser comprados y vendidos. Para ello, el Estado incautaba los bienes de la nobleza, de la Iglesia o de los municipios, los transformaba en bienes nacionales y los ponía en subasta pública. Los objetivos principales eran:

  1. Aumentar el número de propietarios.
  2. Incrementar la riqueza nacional.
  3. Reducir la deuda pública.
  4. Consolidar el liberalismo.

Las Principales Desamortizaciones

Las principales desamortizaciones fueron las de Godoy (1798), las de las Cortes de Cádiz (1811–1813), el Trienio Liberal (1820–1823), y sobre todo las de Mendizábal y Madoz.

Desamortización de Mendizábal (1836–1851)

Tuvo una gran importancia política y social. Buscaba financiar la guerra contra los carlistas, disminuir la deuda del Estado y atraer a la burguesía liberal. En 1836 se vendieron los bienes del clero regular (monasterios y conventos) y en 1837 los del clero secular (catedrales e iglesias). La medida rompió las relaciones diplomáticas con Roma y dividió la opinión pública, pero aseguró la continuidad del Estado liberal.

Desamortización General de Madoz (1855–1924)

Amplió el proceso incluyendo todos los bienes eclesiásticos no vendidos y las tierras de los pueblos. El dinero obtenido se destinó a financiar la expansión del ferrocarril y a reforzar la Hacienda pública. Aunque participaron algunos pequeños propietarios, la alta burguesía fue la gran beneficiaria.

Impacto y Consecuencias

Los resultados fueron profundos y contradictorios. Se amplió la superficie cultivada y se formó una burguesía terrateniente, pero no se creó una clase media agraria. La propiedad de la tierra siguió concentrada, con latifundios en el sur y minifundios en el norte. Millones de campesinos perdieron el acceso a las tierras comunales y se convirtieron en proletarios agrícolas. Además, se destruyó parte del patrimonio artístico nacional y aumentaron las tensiones entre la Iglesia y el liberalismo.

Conclusión

La desamortización fue una medida clave en la modernización económica de España y en la consolidación del Estado liberal. Sin embargo, sus resultados sociales fueron desiguales: favoreció a la burguesía más que a los campesinos. Aun así, transformó la propiedad de la tierra y marcó el fin del Antiguo Régimen.

Los Grupos Políticos durante el Reinado de Isabel II

El Liberalismo Fragmentado

Durante el reinado de Isabel II, la política española se caracterizó por la continua inestabilidad y por la aparición de distintos grupos políticos que representaban diferentes visiones del liberalismo. Moderados, progresistas, demócratas y unionistas protagonizaron la vida política del siglo XIX, defendiendo modelos de Estado, ideas y clases sociales distintas.

En el contexto del siglo XIX, tras la desaparición del absolutismo, surgieron varios grupos políticos liberales que trataban de definir cómo debía organizarse el nuevo Estado. Aunque todos compartían la defensa del liberalismo, diferían en el grado de soberanía, la participación política y la relación entre el rey y las Cortes.

Principales Facciones Políticas

Moderados (Partido Moderado)

  • Líderes: General Narváez.
  • Ideología: Liberalismo doctrinario francés, de carácter conservador.
  • Principios: Defendían una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, con un amplio poder para la monarquía y una limitación de los derechos políticos. Escasa división de poderes.
  • Base Social: Clases altas y burguesía adinerada, que buscaban estabilidad y orden.

Progresistas

  • Líderes: General Espartero.
  • Ideología: Liberalismo más puro.
  • Principios: Basado en la soberanía nacional representada en las Cortes y en la limitación del poder del rey. Proponían una división más estricta de poderes, con mayor protagonismo del Parlamento.
  • Base Social: Clases medias (pequeños y medianos burgueses, artesanos, empleados y otros sectores urbanos).

Demócratas (Partido Demócrata)

  • Líderes: Almirante Topete (aunque su liderazgo fue más amplio).
  • Ideología: Liberalismo radical.
  • Principios: Defendían la soberanía nacional absoluta, el derecho de reunión y asociación, la libertad de conciencia y la instrucción primaria universal y gratuita. Apoyaban la intervención del Estado en la asistencia social.
  • Base Social: Clases populares urbanas e intelectuales. Incluía una corriente republicana.

Unionistas (Unión Liberal)

  • Líderes: General O’Donnell.
  • Ideología: Posición de centro político, mezclando elementos del moderantismo y del progresismo.
  • Principios: Buscaban un equilibrio que garantizara la estabilidad política y consolidar una monarquía estable, evitando los extremos.
  • Base Social: Clases medias.

Impacto Político

A lo largo del reinado de Isabel II, estos grupos se sucedieron en el poder mediante pronunciamientos, alianzas o rupturas, reflejando la continua lucha entre quienes querían conservar el orden tradicional y quienes aspiraban a ampliar la libertad política.

Los grupos políticos del reinado de Isabel II reflejan la evolución del liberalismo español y las tensiones entre cambio y estabilidad. Moderados, progresistas, demócratas y unionistas representaron diferentes caminos hacia la modernización del Estado. Su enfrentamiento constante marcó la vida política del siglo XIX y preparó el terreno para el Sexenio Democrático.

El Sexenio Democrático (1868-1874): La Búsqueda de un Nuevo Régimen

Introducción

El Sexenio Democrático fue un período lleno de cambios políticos y sociales en España, marcado por la búsqueda de una nueva forma de gobierno tras la caída de Isabel II. Entre 1868 y 1874, se sucedieron revoluciones, intentos de monarquía democrática y la proclamación de la Primera República, en medio de profundas crisis y conflictos.

Fases del Sexenio

La Revolución de 1868 y el Gobierno Provisional

El Sexenio Democrático comenzó con una crisis política y económica que debilitó a la monarquía de Isabel II. Hechos como la Noche de San Daniel (1865), la sublevación del cuartel de San Gil (1866) y el Pacto de Ostende mostraron el creciente descontento contra el régimen.

La Revolución de 1868, dirigida por Prim y Serrano, cuyo lema fue “¡Viva España con honra!” proclamado por la Junta de Cádiz, triunfó tras la derrota de las tropas isabelinas en Alcolea (Córdoba). Isabel II marchó al exilio, abriendo paso a un nuevo régimen.

El Gobierno Provisional (1869), formado por liberales y progresistas, impulsó el sufragio universal masculino y aprobó la Constitución de 1869, que estableció una monarquía democrática, unas Cortes bicamerales y una amplia declaración de derechos, como la libertad de culto, reunión y asociación.

La Monarquía de Amadeo I (1870-1873)

Durante la Regencia de Serrano (1869-1870), Prim dirigió el gobierno mientras continuaban los conflictos. En Cuba estalló la insurrección de 1868 (Grito de Yara), origen de la Guerra de los Diez Años, y los carlistas volvieron a reclamar los derechos de don Carlos. Finalmente, en 1870, las Cortes eligieron como rey a Amadeo de Saboya.

La Monarquía de Amadeo I fue inestable desde el principio. Tras el asesinato de Prim, el rey perdió su principal apoyo. Enfrentó levantamientos carlistas, el surgimiento del partido alfonsino de Cánovas del Castillo, el auge del republicanismo federalista y agitaciones obreras. Además, la crisis colonial agravó la situación, y Amadeo abdicó el 11 de febrero de 1873, dando paso a la Primera República.

La Primera República (1873-1874)

La Primera República tuvo que enfrentar la Guerra de Cuba, la Tercera Guerra Carlista y la división interna entre unitarios y federalistas. Bajo Pi i Margall, surgió la Revolución Cantonal, y tras varios gobiernos inestables, el golpe de Pavía (3 de enero de 1874) puso fin al régimen republicano. Ese mismo año, el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto restauró la monarquía borbónica con Alfonso XII.

Aspectos Económicos

En el aspecto económico, el Sexenio introdujo la peseta (1868), la Ley Arancelaria de 1869 y normas como la Ley de Minas (1871), que impulsaron la modernización económica.

Conclusión del Sexenio

El Sexenio Democrático representó un intento de modernizar España mediante la participación política, las libertades y la búsqueda de una identidad nacional. Sin embargo, las divisiones internas, las guerras y la inestabilidad provocaron su fracaso, abriendo paso a la restauración borbónica con Alfonso XII en 1874.

La Construcción del Estado Liberal durante el Reinado de Isabel II (1833–1868)

Introducción: El Paso del Absolutismo al Constitucionalismo

Durante el reinado de Isabel II, España vivió un proceso decisivo de transformación política: la construcción del Estado liberal. Entre 1833 y 1868, el país pasó del absolutismo a un sistema constitucional, aunque lleno de conflictos. Guerras, pronunciamientos y divisiones internas marcaron este camino hacia una monarquía parlamentaria moderna.

Desarrollo: La Consolidación del Liberalismo

La Primera Guerra Carlista y las Regencias (1833–1843)

Todo comenzó en 1833 con el problema sucesorio tras la muerte de Fernando VII. Su hija, Isabel II, fue proclamada reina, lo que provocó la Primera Guerra Carlista (1833–1840). En este conflicto se enfrentaron los liberales (isabelinos o cristinos) contra los absolutistas (carlistas). Los carlistas defendían el absolutismo, el catolicismo y los fueros vascos y navarros, mientras que los cristinos luchaban por las libertades liberales. La guerra terminó con el Convenio de Vergara firmado por Maroto y Espartero en 1839, y con la derrota de Cabrera en 1840.

Tras la guerra, comenzó la Regencia de María Cristina (1833–1840). Durante su gobierno, el liberalismo se dividió en dos grupos: los moderados, que defendían un sufragio muy restringido y la soberanía compartida con la monarquía, y los progresistas, que pedían un sufragio más amplio y la soberanía nacional. Se promulgó el Estatuto Real de 1834, una carta otorgada sin declaración de derechos, y más tarde, tras el pronunciamiento de los sargentos de La Granja en 1836, se aprobó la Constitución de 1837, que reconocía la soberanía nacional, la división de poderes y los derechos individuales. También se llevó a cabo la desamortización de Mendizábal (1836–1837), que suprimió bienes de la Iglesia y del Estado para financiar la guerra.

Después, la Regencia de Espartero (1840–1843) se caracterizó por un gobierno autoritario. Espartero ordenó el bombardeo de Barcelona en 1842, lo que generó gran oposición. Finalmente, Narváez dio un pronunciamiento en 1843, e Isabel II fue coronada reina con solo trece años.

La Década Moderada (1844–1854)

Durante el reinado efectivo de Isabel II, la primera etapa fue la llamada Década Moderada. La Constitución de 1845 redujo derechos y estableció un Estado confesional con soberanía compartida. Se crearon nuevos mecanismos de control, como la Guardia Civil en 1844, y se aprobaron reformas clave:

  • Reforma fiscal de Alejandro Mon.
  • Concordato de 1851 con la Iglesia.

El periodo terminó con el pronunciamiento de O’Donnell en la Vicalvarada de 1854 y el Manifiesto de Manzanares, que dio paso al Bienio Progresista.

El Bienio Progresista (1854–1856) y la Unión Liberal

En el Bienio Progresista se impulsó la desamortización de Madoz (1855), la Ley de Ferrocarriles del mismo año y una Constitución “non nata” que nunca llegó a aprobarse. Sin embargo, los conflictos llevaron al golpe de Estado de O’Donnell, que puso fin al bienio.

Desde 1856 hasta 1868 dominó la Unión Liberal, un gobierno intermedio entre moderados y progresistas. Con O’Donnell al frente (1858–1863) hubo una gran expansión económica y colonial. Después, Narváez regresó en 1864 con una política conservadora y represiva, marcada por la Noche de San Daniel en 1865. Finalmente, la oposición se unió en el Pacto de Ostende (1866), que preparó la Revolución Gloriosa de 1868, la cual destronó a Isabel II.

Conclusión

El reinado de Isabel II fue una etapa de profundos cambios y conflictos. Aunque el Estado liberal logró consolidarse, la constante lucha entre moderados y progresistas y la falta de estabilidad política provocaron su caída. La Revolución de 1868 cerró este ciclo y abrió paso a una nueva etapa política en España.