La Segunda República Española: Crisis, Bienio Negro y Frente Popular (1933-1936)

La Segunda República Española: Del Bienio Radical-Cedista al Frente Popular

La disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista favoreció la victoria de una coalición de derechas: la CEDA de Gil Robles, seguida en votos por los Radicales de Lerroux.

El Bienio Radical-Cedista (Noviembre de 1933 – Febrero de 1936)

Alcalá Zamora nombra a Lerroux jefe de gobierno, desconfiando de Gil Robles. El nuevo gobierno se dedicó a echar atrás las medidas más revolucionarias del periodo anterior:

  • Se paralizó la reforma agraria.
  • Se detuvo la reforma militar.
  • Se paralizó el proceso de secularización de la enseñanza, se anuló la enseñanza mixta y se volvió a incluir la asignación al clero en los presupuestos del Estado.
  • Se anuló en parte la reforma laboral de Largo Caballero.
  • Se paralizó el estatuto de autonomía para el País Vasco.

Hasta octubre de 1934 se sucedieron nueve meses llenos de dificultades en los que la tensión creció, aumentando la polarización en dos bandos, derechas e izquierdas, cada día más decididos a usar la violencia para imponerse.

Las Derechas

En las derechas: Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional, que consistía en ofrecer una alternativa a la república con una monarquía tradicional basada en una autoridad fuerte. También con carácter minoritario estaba la extrema derecha JONS de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, inspirada en modelos europeos como el fascismo italiano, partidos totalitarios, contraria a la existencia de partidos políticos y a la democracia (usó la violencia para conseguir sus objetivos). Estos acabaron uniéndose en marzo de 1934 con Falange Española, fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador).

Las Izquierdas

En la izquierda, los republicanos de izquierdas se aglutinaron en Izquierda Republicana. UGT y PSOE, por temor al fascismo, apoyan movimientos revolucionarios. La CNT, con más de 1 millón de afiliados, se radicaliza con la FAI revolucionaria, y el PCE, con 11.000 militantes, también adquiere la línea impuesta por la Komintern y Stalin.

Revolución de Octubre de 1934

En octubre de 1934 se produce la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno, dándose una gran tensión, ya que esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda (PSOE, UGT, CNT, PCE) llamó a la huelga general contra el gobierno y se animaba a la opinión pública a que se uniese. El seguimiento fue muy desigual; el gobierno estableció el estado de sitio.

El movimiento fracasó en Madrid; el ejército y la Guardia Civil actuaron contra los huelguistas y se detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas. En Barcelona, Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz independentista. La revuelta fue rápidamente reprimida por el Ejército.

Lo peor ocurrió en Asturias. Aquí la huelga general triunfó y se dio una verdadera revolución organizada por la UGT, la CNT y comunistas con el fin de socializar los medios de producción; la persistencia de la insurrección llevó al gobierno a optar por la represión más brutal, enviando a la Legión y a regulares situados en Marruecos, dirigidos por el general Franco.

El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys, Azaña (que no había apoyado el levantamiento pero se encontraba en Barcelona) y los principales dirigentes del PSOE como Indalecio Prieto o Largo Caballero.

La reacción del gobierno de derechas fue el endurecimiento de su política: se suspendió el estatuto de Autonomía de Cataluña y se redactó una nueva Ley de Reforma Agraria, que en la práctica era una verdadera contrarreforma. Gil Robles nombró al general Fanjul subsecretario del ministerio, al general Franco jefe del Estado Mayor y al general Mola jefe del ejército de Marruecos; ambos militares poco partidarios de la República.

A finales de 1935 estallaron varios escándalos financieros en el entorno de Lerroux, como el escándalo del estraperlo (altos cargos fueron sobornados para introducir máquinas de juego en casinos), que rompieron la alianza entre los radicales y la CEDA. Lerroux dimitió y Alcalá Zamora convocó elecciones para 1936.

Las Elecciones de 1936 y el Frente Popular (Febrero – Julio de 1936)

Con la experiencia de lo ocurrido en las elecciones anteriores, la izquierda comprendió la necesidad de presentarse unida a las elecciones, con lo que se configuró el Frente Popular, que agrupaba a toda la izquierda: republicanos, socialistas, comunistas y contaba con el apoyo de los anarquistas y nacionalistas.

Su programa estaba basado en una amnistía para los implicados en la Revolución de Octubre de 1934 y en la extensión de la Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía. La derecha no fue capaz de mantener la alianza del 33 y participó dividida en las elecciones.

En las elecciones de febrero del 36, obtuvo mayoría de escaños el Frente Popular, aunque los partidos de derecha obtuvieron un considerable número de votos. La derecha obtuvo mayoría en las zonas rurales donde predominaban los pequeños y medios propietarios (Navarra, Castilla y León), mientras que la izquierda ganaba en las grandes ciudades industriales, en las provincias donde abundaban los jornaleros (Andalucía o Extremadura) y en las regiones partidarias de la autonomía (Cataluña o el País Vasco).

El Congreso nombró presidente de la República a Manuel Azaña, que sustituyó a Alcalá Zamora, y Casares Quiroga pasó a ser jefe del gobierno. En los meses siguientes, los estallidos de violencia fueron frecuentes por ambos bandos.

El 12 de julio de 1936 apareció asesinado el teniente Castillo, republicano y perteneciente a la Guardia de Asalto. Al día siguiente, un grupo de guardias de asalto, actuando por su cuenta, detuvo y ejecutó al diputado José Calvo Sotelo. Este fue el pretexto para el alzamiento militar, dirigido por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Goded, y que contó con el apoyo de parte de la derecha. El 17 se sublevó el ejército de Marruecos; el gobierno no tomó ninguna medida. El día 18, muchas regiones se habían sumado al alzamiento, mientras otras permanecían fieles al gobierno de la República. La guerra era inevitable.