1. Del golpe de Estado a la Guerra Civil
1.1. El levantamiento militar
Desde inicios de 1936, diversos grupos militares se habían reunido para planear un golpe de Estado en el caso de que los partidos de izquierdas ganaran las elecciones. El general Mola, relegado por el Gobierno de la República a Pamplona, actuó como organizador principal. El general Sanjurjo, exiliado en Lisboa, tomaría el mando superior del alzamiento.
El pronunciamiento se inició el 17 de julio en Melilla. El día 18, el general Franco llegó desde Canarias y tomó el mando del ejército de África. El pronunciamiento triunfó en Castilla y León, Navarra, Galicia, parte de Aragón, Baleares y algunas ciudades andaluzas. Sin embargo, fracasó en Cataluña, Valencia, Murcia, la cornisa cantábrica, Castilla-La Mancha, Extremadura y gran parte de Andalucía. Crucialmente, fracasó sobre todo en Madrid y Barcelona.
1.2. Hacia la Guerra Civil
El pronunciamiento militar no había triunfado por completo, aunque tampoco pudo ser sofocado por el gobierno, y la situación derivó en un enfrentamiento civil armado. El Gobierno de la República tardó en reaccionar. Su primera medida fue autorizar la entrega de armas a los sindicatos y partidos del Frente Popular. Fueron ellos, junto con la Guardia de Asalto, quienes hicieron frente a los golpistas, especialmente en Madrid y Barcelona.
De este modo, la República mantendría su dominio sobre los principales centros industriales y las zonas de agricultura de exportación (como la Comunidad Valenciana y Murcia). No obstante, los sublevados consiguieron el apoyo y armamento de la Alemania nazi y la Italia fascista, los dos Estados fascistas más importantes de Europa. En consecuencia, las fuerzas sublevadas pudieron continuar sus ofensivas militares.
1.3. La consolidación de los bandos
Se formaron dos bandos enfrentados:
- Bando sublevado o «nacional»: Compuesto por militares conservadores, monárquicos de derechas, grupos católicos, falangistas, tradicionalistas (carlistas) y todos los que se oponían a las reformas de la República.
- Bando republicano o «leal»: Formado por las clases obreras, la pequeña burguesía y el campesinado, además de comunistas y anarcosindicalistas, definidos por la derecha como «rojos».
2. El bando republicano: Guerra y revolución
2.1. El desplome del Estado
Se produjo la aparición de una estructura de poder popular para defender la legalidad republicana. El Gobierno decretó la disolución del ejército tradicional y la creación de batallones de voluntarios, en los que se integraron las milicias populares. Además, en el territorio republicano el poder del Estado se desplomó y fue sustituido por organismos dispuestos a imponer un nuevo orden revolucionario: consejos, comités y juntas que se ocupaban de organizar las columnas de voluntarios para el frente, del orden público o de la economía. También se desarrolló un violento movimiento anticlerical y antiburgués que saqueó e incendió iglesias, asaltó a grandes propietarios y asesinó a religiosos.
2.2. El gobierno de Largo Caballero (1936-1937)
A finales de 1936, los milicianos no conseguían detener el ataque de los sublevados. Las fuerzas republicanas formaron un gobierno de concentración presidido por Francisco Largo Caballero, secretario general de la UGT. Su gobierno duró hasta mayo de 1937 y tuvo gran importancia en el desarrollo de la guerra. Su proyecto era formar una gran alianza frente a los sublevados para recomponer el poder del Estado y crear un ejército popular. Tuvo graves problemas con los comunistas y los anarcosindicalistas, quienes no renunciaban a practicar su propia política.
Los problemas que debilitaron definitivamente el gobierno de Largo Caballero fueron los llamados «hechos de mayo» en Barcelona. Hubo enfrentamientos entre la CNT y militantes del PSUC y la UGT que respaldaban al gobierno. El gobierno central envió fuerzas a Cataluña para controlar el orden público, lo que terminó con la derrota de los anarquistas y una fuerte crisis de gobierno.
2.3. El gobierno de Negrín: La resistencia a ultranza
Los «hechos de mayo» resaltaron la influencia de los anarquistas y fortalecieron las posiciones comunistas, basadas en la ayuda que la URSS prestaba a la República. Largo Caballero dimitió y se constituyó un nuevo gobierno presidido por el socialista Juan Negrín. En el gobierno no estarían los sindicatos, solo los partidos políticos. El Gobierno de Negrín resistió hasta el fin, pero Franco no aceptó ninguna negociación y solo aceptaría que depusieran las armas. En marzo de 1938, en el bando republicano faltaban alimentos y productos básicos. Negrín insistía en resistir, pero con la pérdida de Cataluña y el País Vasco, el fin de la República se acercaba.
3. La zona sublevada: La construcción de un Estado totalitario
3.1. Militarización y mando único
En la zona dominada por los militares, conocida como la «zona nacional», se mantuvo un orden férreo. Aunque los generales sublevados actuaron como pequeños virreyes en su territorio, como Mola en Navarra, la muerte accidental en Lisboa en 1936 de Sanjurjo, el jefe previsto del golpe, planteó el tema del liderazgo. El 24 de julio se creó la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares como Mola o Franco, cuya misión era gobernar el territorio ocupado. Sus primeras medidas fueron prohibir la actividad de todos los partidos políticos, suspender la Constitución y paralizar la reforma agraria. Para dirigir la guerra, el liderazgo recayó en Franco. Más tarde, se publicó el decreto que le nombraba jefe del Gobierno y Generalísimo de los Ejércitos españoles, y la Junta de Defensa Nacional desapareció.
3.2. La creación de un partido único
Los sublevados habían prohibido todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y todos los sindicatos. Solo eran legales la Falange Española y de las JONS, cuyo jefe fundador, José Antonio Primo de Rivera, había sido fusilado por los republicanos, y los tradicionalistas; se toleraba a la CEDA y a los monárquicos. Franco, inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán de partido único y con un jefe con plenos poderes, dio a conocer el Decreto de Unificación, por el que se creaba un partido único, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas y carlistas y a todas las demás fuerzas «nacionales», con Franco como jefe nacional. El nuevo partido adoptó el uniforme con la camisa azul de la Falange, la boina roja de los carlistas y el saludo fascista.
3.3. El gobierno de Burgos
El nuevo Estado franquista culminó a principios de 1938 con la formación en Burgos del primer gobierno de Franco, que concentraba en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un Estado social basado en el conservadurismo y el catolicismo. Se abolió la legislación republicana. Se suprimieron las libertades religiosas y políticas. Se impuso la censura en la prensa y los medios de comunicación. Se ejerció una extrema violencia por parte de los dirigentes de la sublevación, con la aniquilación de los vencidos en los territorios que se ocupaban. Se aprobó la Ley del Fuero del Trabajo, inspirada en el fascismo italiano, con un sindicato vertical que agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las huelgas. El nuevo Estado era claramente confesional, anuló las leyes del matrimonio civil y el divorcio, y estableció el culto religioso en la enseñanza y en el ejército. La «zona nacional» se había convertido en un Estado totalitario.