La Guerra Civil Española: Claves Políticas, Repercusión Internacional y Consecuencias

La Guerra Civil Española: Dimensión Política, Internacional y Consecuencias

La Guerra Civil Española (1936-1939) fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión internacional provocó. En el conflicto español se entrecruzaron los intereses estratégicos de las potencias europeas y el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento, convirtiéndose en un preludio de la Segunda Guerra Mundial.

Evolución política del conflicto

El bando republicano

En un principio, el poder en la zona republicana recayó en los Comités obreros y se formaron milicias y grupos de represión de forma desorganizada y desigual en el territorio contra políticos de derecha, empresarios, miembros del clero y terratenientes. Durante los primeros meses, se acentuó la ocupación masiva de fincas.

El alzamiento militar provocó el estallido de divergencias y tensiones entre los integrantes del Frente Popular. Los anarquistas (CNT y FAI) y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) eran partidarios de realizar una revolución social paralelamente a la guerra. Estas milicias populares sofocaron la rebelión en algunas ciudades y, por ello, se sintieron legitimadas para impulsar los cambios sociales. La República tuvo que hacer frente, así, tanto a la amenaza de los sublevados como a la de los revolucionarios internos.

Para unificar esfuerzos, se formó un gobierno de unidad presidido por Largo Caballero. Sin embargo, tras la crisis de mayo de 1937 en Barcelona, se disolvió el POUM, dimitió Largo Caballero y asumió el poder Juan Negrín, quien implantó una rígida economía de guerra. Finalmente, tras el Pacto de Múnich (1938), que debilitó la esperanza de una intervención aliada, se produjo un golpe de Estado interno el 5 de marzo de 1939, encabezado por el coronel Segismundo Casado, que precipitó la rendición.

El bando sublevado

En el bando sublevado, el ejército se convirtió en la columna vertebral del nuevo régimen, llevó la iniciativa política y fue el encargado de organizar el nuevo Estado. En los primeros momentos del alzamiento militar no hubo un líder claro, ya que su líder previsto, el general Sanjurjo, falleció en un accidente de aviación. Durante los primeros meses, al frente de los sublevados hubo una Junta de Defensa Nacional, pero en octubre de 1936 se publicó un decreto que nombraba a Francisco Franco Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos.

Franco desplegó una estrategia de alargamiento de la guerra mediante la cual consolidó su liderazgo militar y consiguió imponerse al resto de fuerzas políticas de su bando. Inspirándose en el modelo fascista italiano y alemán, de partido único y con un jefe con plenos poderes, promulgó el Decreto de Unificación (1937), por el que creaba un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938 con la formación del primer gobierno. Franco concentraba la Jefatura de Estado y la Presidencia del Gobierno y, a partir de entonces, pasó a ser denominado Caudillo de España. Por último, promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), cuya finalidad era preparar la represión de posguerra contra todos aquellos que hubieran apoyado la legitimidad republicana.

La dimensión internacional

Gran Bretaña y Francia veían que la Guerra de España podía complicar aún más el difícil juego estratégico que se desarrollaba a escala europea. Por ello, su primera orientación fue procurar el aislamiento del conflicto. A esa estrategia se debió la creación del Comité de No Intervención, al que se adhirieron 27 países europeos. Estados Unidos tampoco apoyó oficialmente a ningún bando, pero sus empresas vendieron petróleo a Franco.

Esta política de “no intervención” se convirtió, en la práctica, en una farsa, porque Alemania, Italia y Portugal no suspendieron en absoluto sus envíos de armas y municiones a los sublevados. Hitler ofreció la ayuda más determinante, con la participación directa de la aviación de la Legión Cóndor, esencial para el desarrollo de la guerra y responsable del bombardeo de Guernica. Además, contribuyó con el envío de soldados, carros de combate y artillería. Hitler utilizó la Guerra de España para probar algunas de sus nuevas armas y tácticas militares, como la guerra relámpago.

La República, que a partir de octubre de 1936 comenzó a recibir la ayuda soviética, denunció ante la Sociedad de Naciones la intervención de las potencias fascistas en favor de los sublevados. Los únicos países que apoyaron abiertamente a la República fueron la Unión Soviética y México.

Consecuencias de la Guerra Civil

El conflicto dejó una profunda y duradera huella en España en todos los ámbitos:

  • Demográficas: Fueron especialmente graves. Aunque resulta difícil establecer un cálculo exacto, se estiman entre 500.000 y 1.000.000 de víctimas, sumando las de los frentes y las de la represión practicada en ambas zonas. A esto hay que sumar el exilio de unas 450.000 personas, entre ellas numerosos intelectuales y una parte significativa de la población joven.
  • Económicas: La guerra se cobró un alto precio en destrucciones materiales: carreteras, ferrocarriles, puentes y unas 250.000 viviendas. La producción agraria disminuyó en algo más del 20% y la industrial, en más del 30%. La renta per cápita cayó casi un 30% y no se recuperó el nivel de preguerra hasta la década de 1950.
  • Políticas: El triunfo de los sublevados supuso el fin de la experiencia democrática de la Segunda República y el inicio de una dictadura militar que se prolongó durante casi cuarenta años. Franco no dejaría el poder hasta su muerte en 1975.