Evolución Política de Al-Ándalus (711-1492)
La Conquista Musulmana (711-718)
Aprovechando las disputas dinásticas de los visigodos, los musulmanes, dirigidos por Tariq, llegaron a la península y derrotaron en la batalla de Guadalete (711) a don Rodrigo, último rey visigodo. Tras ello, los musulmanes ocuparon casi toda la península ibérica en tan solo siete años, excepto la cornisa cantábrica, donde encontraron resistencia. La debilidad interna de la monarquía visigoda y el ímpetu expansionista del islam explican la rapidez de la conquista.
El Emirato Dependiente de Damasco (714-756)
Antes incluso de que terminara la conquista, se estableció una provincia en la península ibérica a la cual se nombró Al-Ándalus. Este estado andalusí fue dirigido desde Damasco por un califa de la dinastía Omeya. Pero en el año 750, los Omeyas fueron depuestos violentamente tras la revolución abasí. Sin embargo, Abderramán I consiguió huir de los asesinos de su familia y llegar a Al-Ándalus.
El Emirato Independiente de Córdoba (756-929)
En el año 755 llegó el príncipe omeya Abderramán I a Al-Ándalus, proclamándose emir en el año 756. De esta forma, Al-Ándalus se independizó políticamente del Imperio musulmán, pero siguió dependiendo en lo religioso del califa de Bagdad. Desde Córdoba, Abderramán I y sus sucesores consolidaron el poder musulmán y estimularon el desarrollo económico y urbanístico. Sin embargo, los últimos emires llevaron a Al-Ándalus a una grave crisis, la cual sería resuelta a principios del siglo X con la llegada al poder de Abderramán III.
El Califato de Córdoba (929-1031)
En el año 929, Abderramán III se autoproclamó califa: jefe político y también religioso. Este período, el del Califato de Córdoba, que duró poco más de cien años, fue la época de máximo esplendor cultural de Al-Ándalus. Los impuestos regularizados, los botines de guerra y el cobro de parias a los reinos del norte permitieron mantener un potente ejército mercenario y someter a sus enemigos internos y externos.
A finales del siglo X comenzó una grave crisis: el hachib Almanzor se hizo con el poder y convirtió el califato en una dictadura militar, apoyándose en sus victorias contra los núcleos cristianos del norte y dejando al califa, Hisham II, sin poder real.
Los Reinos de Taifas y las Dinastías Norteafricanas (1031-1492)
Tras la muerte de Almanzor y el derrocamiento de Hisham II en 1031, se produjo la fitna o guerra civil entre las principales familias del reino, que se enfrentaron por el poder. De esta manera, el Califato quedó desintegrado en multitud de reinos de taifas, los cuales eran de tamaño variable e independientes, pero que aun así tuvieron un desarrollo económico y cultural bastante importante, como la taifa de Sevilla y la de Zaragoza. Su debilidad militar y los continuos enfrentamientos entre ellos les impedían resistir los ataques de los reinos cristianos. Para evitarlos, pagaban a los cristianos tributos anuales, las parias.
Sin embargo, los cristianos continuaban con la Reconquista. En el año 1085, el rey de León y Castilla, Alfonso VI, tomó la taifa de Toledo. Los reyes taifas pidieron ayuda a los almorávides, monjes-guerreros procedentes del Sáhara, que tomaron el poder tras derrotar a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (1086). Pronto hubo protestas por los impuestos y por la dureza religiosa de los almorávides, por lo que el estado volvió a romperse en 1144, dando lugar a los segundos reinos de taifas.
Estos solicitaron el apoyo de los almohades, otro fuerte movimiento musulmán norteafricano, que derrotaron a los cristianos en la batalla de Alarcos (1195). Ocuparon la península hasta que los gobernantes cristianos se unieron y los derrotaron en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Esto les obligó a abandonar la península, dando paso a los terceros reinos de taifas, que se fueron desintegrando hasta desaparecer. Solo perduró el Reino Nazarí de Granada, que abarcó Granada, Almería y Málaga, hasta 1492, cuando fue conquistado por los Reyes Católicos.
La Unión Dinástica y el Nuevo Estado de los Reyes Católicos
Se conoce como unión dinástica al tipo de unión política que se produjo entre la Corona de Castilla y la Corona de Aragón a raíz del matrimonio de sus respectivos soberanos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Cada reino mantuvo sus propias leyes, instituciones y fronteras, pero ambos monarcas establecieron una política común en aspectos cruciales para la creación de un nuevo Estado.
Características del Nuevo Estado
Política Exterior y Unificación Peninsular
Los Reyes Católicos actuaron conjuntamente en la política exterior, que se basó en:
- La expansión territorial mediante conquistas militares (anexión del Rosellón y la Cerdaña, y conquista de las Islas Canarias).
- Una hábil política matrimonial para incrementar la presencia de Castilla y Aragón en Europa (por ejemplo, el matrimonio de su hija Catalina con Enrique VIII, rey de Inglaterra, o el de Isabel con Manuel el Afortunado, rey de Portugal).
- La unificación de la península ibérica, que se logró a través de:
- La conquista del Reino Nazarí de Granada en 1492, que suponía el fin del dominio musulmán en la península.
- La anexión de Navarra en 1512, llevada a cabo por el rey Fernando aprovechando su enfrentamiento con Francia.
Creación de una Monarquía Autoritaria
Para fortalecer su poder, los monarcas implementaron dos mecanismos principales:
- El sometimiento de las fuerzas que habían disputado el poder a la corona durante la Edad Media (nobleza, clero y burguesía).
- La potenciación de diversos organismos para ejercer el poder de forma centralizada:
- El Consejo Real, en el que los letrados sustituyeron a los nobles, se convirtió en el principal órgano de gobierno.
- Se creó un ejército permanente, muy útil en los diversos conflictos internacionales en los que se vieron involucrados los Reyes Católicos.
La Unidad Religiosa
La búsqueda de la unidad religiosa fue un pilar de su reinado, lo que les valió el título de Reyes Católicos otorgado por el Papa. En los reinos peninsulares convivían católicos, judíos y musulmanes, y se tomaron las siguientes medidas:
- En 1478, el Papa les concedió permiso para crear el Tribunal de la Santa Inquisición, destinado a perseguir a los falsos conversos (judíos convertidos al cristianismo que supuestamente seguían practicando su antigua fe).
- En 1492, los judíos fueron expulsados de todos sus reinos.
- Respecto a los musulmanes, tras la conquista de Granada se decretó la conversión forzosa, lo que llevó a una rebelión de los llamados moriscos, que fue duramente reprimida.