La España del Siglo XIX: Absolutismo, Liberalismo y la Revolución Gloriosa

El Reinado de Fernando VII y la Crisis del Antiguo Régimen (1814-1833)

El Restablecimiento del Absolutismo (1814-1820)

Tras el Tratado de Valençay y el armisticio que puso fin a la guerra, Fernando VII recuperó el trono. El monarca entró por Cataluña y en Valencia recibió el Manifiesto de los Persas por parte de los absolutistas, animándole a la vuelta del Antiguo Régimen. Sin embargo, el 1 de enero de 1820, el teniente coronel Rafael del Riego sí triunfó en Las Cabezas de San Juan y Fernando VII acabó acatando la Constitución de 1812.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En este período empezó a perfilarse dentro de los liberales dos corrientes principales:

  • Moderados (Partido Moderado): Partidarios de reformas más prudentes y de un pacto con la Corona.
  • Radicales (Partido Progresista): Defensores de reformas más profundas y de una mayor soberanía nacional.

La Década Ominosa (1823-1833)

El monarca, hostil a los liberales, combinó represión y posibilismo. La represión afectó también a los liberales, que protagonizaron movimientos insurreccionales sin éxito, como el de Torrijos. En este contexto, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, anulando la Ley Sálica de Felipe V y privando del trono a su hermano Carlos María Isidro, naciendo así el carlismo que, aunque tenía sus orígenes en la Guerra de los Malcontents, su puesta en práctica se produjo en este momento. Fernando VII aplicó posteriormente la Pragmática Sanción y, además, se acercó a los liberales con objeto de ganarlos para la causa de su hija. El 29 de septiembre de 1833 fallecía Fernando VII; a los carlistas solo les quedaba el levantamiento armado. Los liberales, por su parte, tenían la gran oportunidad de acceder al poder.

Desarrollo de la Independencia Americana

Desde 1810 surgieron movimientos insurreccionales en las colonias americanas que, en líneas generales, tras la vuelta de Fernando VII al trono, logró sofocar. Sin embargo, España solo mantenía Cuba y Puerto Rico, y en el Pacífico, Filipinas, Marianas y otros archipiélagos.

Consecuencias de la Independencia

España pasó a ser una potencia de segundo orden, con Inglaterra y Estados Unidos por delante en el panorama internacional.

España a través de Goya

Francisco de Goya fue un testigo excepcional del devenir de España durante el reinado de Fernando VII. El retorno de Fernando VII coincidió con las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo y sus últimos grabados, que retrataron el miedo y la represión del monarca. Exiliado en Burdeos, pintó su última obra, La Lechera de Burdeos, que reflejó el sosiego de Goya tras liberarse del miedo que le ocasionaba la “España negra” de Fernando VII.


El Reinado de Isabel II: De la Vicalvarada a la Revolución Gloriosa (1854-1868)

Los Progresistas en el Poder: La Vicalvarada

La Vicalvarada (junio de 1854), dirigida por Leopoldo O’Donnell, supuso el fin de la hegemonía de los moderados. Los progresistas volvieron al poder.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Esta etapa estuvo dirigida por dos militares: Baldomero Espartero, líder de los progresistas, y Leopoldo O’Donnell, fundador de la Unión Liberal en este período. Entre las medidas adoptadas destacamos:

  • La Desamortización de Madoz (mayo de 1855), que afectó a la propiedad comunal de los pueblos, a la parte de la Iglesia aún no vendida y a la antigua nobleza.
  • La Ley de Ferrocarriles de 1855, fundamental para fomentar el desarrollo de la red ferroviaria y facilitar la inversión de capital extranjero.
  • La Ley de Sociedades Anónimas de Crédito (1856), que modernizaba el sistema financiero para movilizar capitales.
  • Y la Constitución de 1856, conocida como “non nata” porque nunca llegó a promulgarse, pero que reunía el ideario progresista.

La inestabilidad política era grande, debido a la conflictividad social del Gobierno de Espartero y O’Donnell. En julio de 1856, el enfrentamiento entre ambos dará paso a un gobierno moderado.

El Bienio Moderado (1856-1858)

Tras la caída de Espartero, se inició un periodo de gobierno moderado. Ramón María Narváez aplicó una política más proclive al orden que a las libertades.

El “Gobierno Largo” de O’Donnell (1858-1863)

En junio de 1858, O’Donnell subió al poder. El pragmatismo de la Unión Liberal, la estabilidad gubernamental y el auge económico no evitaron el estallido de conflictos como las revueltas populares en Andalucía. Otro aspecto importante fue la política de prestigio en el exterior, representada por:

  • La Guerra de Cochinchina (1858–1862) junto a Francia.
  • La Guerra de Marruecos (1859-1860).
  • La Expedición a México (1861-1862).
  • La Guerra del Pacífico (1865-1866), que enfrentó a España contra Perú y Chile principalmente.

Estas guerras, aunque buscaban prestigio, supusieron malestar en las clases sociales.

La Crisis Final del Reinado de Isabel II (1863-1868)

Después de casi un lustro de gobierno, volvieron los moderados al poder. Hasta el final del reinado de Isabel II se alternaron en el poder moderados y unionistas. La dura represión hacia los estudiantes por parte del Gobierno en la Noche de San Daniel supuso el regreso al poder nuevamente de O’Donnell, pero al poco tiempo, el pronunciamiento de los sargentos de artillería del cuartel de San Gil (junio de 1866), que fracasó, supuso el retorno de Narváez. Se inicia así la fase final del reinado de Isabel II.

El Pacto de Ostende, fomentado por Prim entre progresistas y demócratas, reflejó el consenso opositor. En abril de 1868, muere Narváez, principal apoyo de la reina. Todo estaba preparado para terminar con el reinado de Isabel II. El pronunciamiento lo realizó el almirante unionista Juan Bautista Topete en la bahía de Cádiz el 19 de septiembre de 1868, dando lugar al proceso conocido como la «Gloriosa Revolución». De esta manera se abrió una nueva etapa política, conocida como el Sexenio Democrático.