El Bienio Reformista (1931-1933)
Esta fue la primera etapa de la Segunda República Española, con un Gobierno formado por socialistas y republicanos. Tras la aprobación de la Constitución, el Gobierno provisional cesó y se formó un Gobierno ordinario. Esta etapa se conoce como la República de Izquierdas y la época de las grandes reformas.
España sufría las consecuencias de la Crisis de 1929: se redujeron las exportaciones, hubo evasión de capitales, disminuyó el gasto público y aumentó el paro. Fueron momentos de intensa conflictividad social. La República aspiraba a cambiar los fundamentos del Estado, pero no a una revolución social. De ahí que la CNT y la FAI se lanzaran a provocar, fomentando manifestaciones y la huelga general. Un episodio grave fue el de Casas Viejas.
El conjunto de reformas afectó profundamente a la Iglesia y provocó la reorganización de la derecha, dando origen a la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), que agrupaba a católicos con la finalidad de reformar la Constitución.
Principales Reformas del Bienio Reformista:
Reforma del Ejército
Se buscaba un ejército profesional y democrático, fiel a la República. El Gobierno se enfrentó al exceso de oficiales. Entre las decisiones tomadas, se aprobó una ley de jubilación anticipada para los oficiales con la paga íntegra. Se cerró la Academia Militar de Zaragoza y se redujo la jurisdicción militar, colocando al frente de las principales capitanías generales a militares de confianza. Se creó la Guardia de Asalto para resolver los problemas de orden público. Sin embargo, parte del Ejército no aceptó esta reforma.
Reforma Religiosa
Se estableció la separación total de la Iglesia y el Estado. Se eliminó el presupuesto del clero, se estableció el matrimonio civil y el divorcio, y se disolvieron las órdenes religiosas en caso de peligro para el Estado. Se garantizó la libertad de culto. Esto provocó una auténtica guerra entre clericales y anticlericales.
Reforma de la Enseñanza
Pretendía una enseñanza liberal, laica y estatal, mixta, obligatoria y gratuita. Se incrementaron los presupuestos en educación y se mejoraron los planes de estudio.
Reforma Agraria
El objetivo era la expropiación (con o sin indemnización) y el asentamiento de 60.000 campesinos anuales. Para ello se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), que expropiaba las tierras y las integraba en comunidades de campesinos. Esta reforma fue un fracaso. También pretendió ampliar los regadíos del trasvase Tajo-Segura.
Las Autonomías
Fue el momento fulgurante de Manuel Azaña, quien sacó adelante la aprobación del Estatuto de Autonomía para Cataluña. El País Vasco aprobó un proyecto de Estatuto que no se aprobó hasta 1936, iniciada la guerra. En Galicia hubo un proyecto que no llegó a aprobarse debido a la guerra.
Reformas Sociales
Se estableció la jornada de 8 horas, la prolongación de los contratos de arrendamiento de tierras, seguros sociales y seguro médico para las mujeres en maternidad. Se aprobó la Ley de Contratos de Trabajo, que regulaba la huelga y las vacaciones, y la Ley de Jurados Mixtos.
Estas reformas provocaron el desgaste del Gobierno. Azaña tuvo que dimitir y convocar elecciones en 1933. Los partidos en el Gobierno estaban muy divididos y fueron incapaces de hacer frente a los problemas derivados de una coyuntura económica desfavorable. El aumento de la conflictividad social y la reorganización de las derechas, ante la imposibilidad de continuar con sus tareas, llevó al Gobierno republicano-socialista a convocar elecciones en septiembre de 1933.
El Frente Popular (Febrero-Julio de 1936)
En las elecciones convocadas en febrero de 1936, las izquierdas se unieron en un pacto: el Frente Popular. Republicanos, socialistas y comunistas acudieron juntos. El programa que presentaba el Frente era el de volver a las reformas anteriores y la amnistía para los presos políticos. La derecha formó otro bloque, pero sin un programa definido. La victoria correspondió a la izquierda. El presidente de la República sería Manuel Azaña y el presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga. Volvía la República de Izquierdas.
La derecha no aceptó los resultados y comenzó a preparar el golpe de Estado. El Gobierno reinició las reformas: se administró la amnistía a todos los represaliados de la Revolución de 1934 y se permitió el reingreso a sus puestos de trabajo. Se restableció el Estatuto de Autonomía para Cataluña, se retomó la reforma agraria y la reforma educativa. Además, se destituyó al presidente Niceto Alcalá Zamora.
La Falange tuvo un gran protagonismo y fomentó el enfrentamiento. Formaron patrullas armadas y uniformadas que se enfrentaban en la calle a los militantes de izquierda, generándose un clima de violencia. El Gobierno de la República tenía constancia del golpe y trasladó a sus generales golpistas a otros destinos. El teniente republicano José del Castillo fue asesinado por falangistas en las calles de Madrid. En réplica, los compañeros del teniente asesinaron al diputado de extrema derecha José Calvo Sotelo.
El 18 de julio de 1936 se levantaron en armas los generales Francisco Franco en Canarias, Emilio Mola en Navarra, Gonzalo Queipo de Llano en Sevilla y José Sanjurjo en Portugal, contra la Segunda República.