El Reinado de Alfonso XIII y la Crisis de la Restauración (1902-1923)
Desde 1902, la Restauración vivió una situación de permanente deterioro debido a varios factores:
- Crisis de los partidos dinásticos: Estaban divididos y sin líderes indiscutibles. Se impusieron Antonio Maura, Francisco Silvela y Eduardo Dato en el Partido Conservador, y Canalejas y Segismundo Moret en el Partido Liberal.
- Frecuentes cambios de Gobierno: Agravados por el intervencionismo de Alfonso XIII en la vida política, lo que provocó una situación de permanente inestabilidad.
- Intromisión del Ejército en asuntos políticos: Manifestada en la Ley de Jurisdicciones en 1906, las Juntas de Defensa en 1917 y, finalmente, el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, que puso fin a la Restauración.
- Fracaso de los proyectos regeneracionistas: Tanto conservadores (Maura) como liberales (Canalejas).
- Desastres militares: En la guerra de Marruecos de 1909-1921.
Desde principios de siglo, los partidos dinásticos, conscientes de la crisis del sistema, se propusieron reformar el régimen canovista, si bien manteniendo el turnismo. Maura protagonizó el primer proyecto regeneracionista, conocido como “La Revolución desde arriba”, para evitar “La Revolución desde abajo”, mediante medidas de diverso carácter:
Reformas Regeneracionistas de Maura
- Sociales: Se aprobó el descanso dominical. La más importante fue la creación del Instituto Nacional de Previsión en 1908, pero no empezó a tener resultados hasta 1919. Otra reforma fue el Reconocimiento al Derecho de Huelga.
- Políticas: Aprobación de la Ley de Reforma Electoral de 1907. Esta Ley pretendía acabar con el caciquismo retirando el control electoral a los ayuntamientos e imponiendo el voto obligatorio.
El proyecto regeneracionista de Maura fracasó por el estallido de la Semana Trágica de Barcelona en 1909. Esta sublevación no respondía a ninguna ideología concreta, sino que fue una explosión de descontento popular motivada por el paro en el sector textil, ya que se llamó a los soldados reservistas para embarcarles a Marruecos para sofocar los brotes rebeldes de los indígenas. Entre los amotinados estaban anarquistas, republicanos y catalanistas que convocaron una huelga general para que no fueran embarcados los reservistas, pero que desembocó en ataques de violencia que tomaron las calles durante una semana. En estos desórdenes quemaron iglesias y conventos, lo que marcó un carácter anticlerical. El Gobierno de Maura llamó al Ejército para sofocar la rebelión, y la represión fue muy dura, deteniendo a los anarquistas sospechosos. Esta crisis le costó a Maura el Gobierno. El Partido Liberal le acusó de una represión exagerada y la Comunidad Internacional también condenó los hechos. La consecuencia inmediata fue que el rey forzó su dimisión, deteniendo así la alternancia.
El Gobierno de Canalejas y el Fin del Regeneracionismo
Al cesar Maura, tomó el poder Canalejas, cuyo programa regeneracionista intentó continuar con las reformas, pero integrando al sistema al catalanismo y al movimiento obrero. Sus principales medidas fueron:
- Descentralización Administrativa: Proyecto de creación de la Mancomunidad de Cataluña.
- Supresión del impuesto de consumos: Principal gravamen sobre las clases populares.
- Prohibición a la instalación de nuevas órdenes religiosas en España sin autorización expresa del gobierno (Ley del Candado) y restablecimiento del matrimonio civil.
Canalejas fue asesinado por un anarquista en 1912, por lo que el periodo de regeneracionismo quedó terminado. A partir de aquí, quedó claro que los Partidos del turno estaban en crisis y sería muy difícil que los sucesivos Gobiernos integraran a los nacionalistas, republicanos y a los obreros. El asesinato de Canalejas puso de manifiesto la descomposición del sistema de la Restauración tanto en el Partido Conservador como en el Liberal. Las luchas por el poder se abrieron. Los Partidos del turno, que no eran partidos de masas, dependían de su líder, así la falta de estos abrió luchas entre diferentes corrientes.
Fuerzas Políticas de Oposición al Sistema
La incapacidad de los diferentes gobiernos para integrar a nacionalistas, republicanos y obreristas en el sistema político de la Restauración aceleró el proceso de descomposición del régimen (crisis de 1909 y 1917).
El Republicanismo
El programa republicano tuvo gran influencia desde el principio entre sectores ilustrados de la clase media y trabajadores cualificados. El partido republicano más importante del periodo fue el Partido Republicano Radical (1907), fundado por Alejandro Lerroux. En sus orígenes fue un partido populista, anticlerical y anticatalanista, que evolucionó hacia posiciones moderadas tras ser acusado de promover la quema de iglesias durante la Semana Trágica de Barcelona de 1909.
El Nacionalismo Periférico
Los nacionalismos periféricos adquirieron mayor protagonismo político y apoyo social tras el desastre del 98. En 1901, los diferentes grupos catalanistas se unieron en la Lliga Regionalista, partido liberal conservador autonomista, que hegemonizó el catalanismo hasta la fundación en 1931 de Esquerra Republicana de Catalunya. La Lliga, liderada primero por Prat de la Riba y posteriormente por Francesc Cambó, reivindicó el autogobierno, la defensa de la lengua catalana y el aumento de la influencia de Cataluña en la política nacional. Tanto la Lliga como el catalanismo social tuvieron un crecimiento espectacular a partir de 1906 al capitalizar la protesta civil que siguió al asalto militar a la revista ¡Cu-cut! y la posterior Ley de Jurisdicciones.
El Movimiento Obrero
El obrerismo español estuvo fuertemente dividido entre socialistas y anarquistas, enfrentados por liderar el movimiento. La implantación social del PSOE era escasa, excepto en Madrid, Asturias y Vizcaya, debido a la fuerza del anarquismo y su radicalismo, que lo alejaba de la clase media. Tras la Semana Trágica, el PSOE promovió una alianza electoral con los republicanos, con la que lograría su primer diputado (Pablo Iglesias). En 1921 se produjo la escisión de un sector minoritario que fundó el Partido Comunista de España (PCE), de escaso arraigo hasta la Guerra Civil.
El Anarquismo
El movimiento libertario contó con gran fuerza en Cataluña y Andalucía, pese a su división en dos facciones:
- Grupos de acción directa: Mantuvieron la estrategia de la violencia contra las élites políticas.
- Anarcosindicalismo: En el año 1910 se fundó la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), sindicato que pronto se alzó con el liderazgo del movimiento obrero español.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La crisis de la Restauración se aceleró por varios factores que explican el golpe de Estado de Primo de Rivera en septiembre de 1923:
- Prolongada inestabilidad política, fallidos gobiernos de concentración, división interna de los partidos, etc.
- Auge del catalanismo y republicanismo, visto con preocupación por conservadores y militares.
- Conflictividad social, alentada por la crisis económica tras la Primera Guerra Mundial y las expectativas generadas por la Revolución soviética.
- Reveses militares en Marruecos, rechazo a la guerra de amplios sectores de la sociedad y descontento dentro del Ejército por el Expediente Picasso.
En septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Primo de Rivera, perpetró un golpe de Estado para solucionar los problemas del país mediante una dictadura temporal. El golpe contó con el apoyo del Ejército y la burguesía, así como la pasividad del Gobierno y las organizaciones sociales. Finalmente, el destino de Alfonso XIII quedó ligado al de la dictadura.
La dictadura se divide en dos etapas según la composición del Ejecutivo, siempre presidido por Primo de Rivera:
Directorio Militar (1923-1925)
Esta etapa puso fin a la Restauración. Sus medidas iniciales fueron:
- Cierre del Parlamento.
- Suspensión de la Constitución de 1876.
- Censura de la prensa.
- Centralización administrativa.
- Represión del catalanismo.
Además, consiguió apoyos gracias a:
- Restablecimiento del orden público: Gracias a la ilegalización de las organizaciones anarquistas y a la prohibición de huelgas y manifestaciones.
- Victoria de la guerra de Marruecos: Primo de Rivera aceptó permanecer en Marruecos ante la presión del Ejército. El triunfo militar del desembarco de Alhucemas (septiembre de 1925) permitió la recuperación de los territorios perdidos en el desastre de Annual y la pacificación del protectorado. Poco después, Primo de Rivera encargó la defensa de Marruecos a la Legión y los Regulares.
Directorio Civil (1925-1930)
Se constituyó un nuevo Gobierno formado por civiles, donde convocó una recogida de firmas de adhesión. Como el resultado fue muy favorable, lo consideró como un referéndum, persiguiendo tres grandes objetivos:
- Paz social: La dictadura creó en 1926 la Organización Corporativa Nacional (OCN), encargada de resolver los conflictos laborales mediante comités paritarios de patronos y trabajadores.
- Prosperidad económica: La dictadura impuso una política intervencionista basada en el proteccionismo arancelario, los monopolios estatales en sectores estratégicos y la construcción de infraestructuras (carreteras).
- Institucionalización del régimen: Primo de Rivera intentó perpetuar la dictadura apoyándose en un nuevo partido, Unión Patriótica, y un nuevo Parlamento, la Asamblea Nacional Consultiva, que debía elaborar una nueva Constitución. Fue un fracaso total, ya que Unión Patriótica no consiguió convertirse en un partido de masas capaz de aglutinar a toda la sociedad, y la Asamblea Nacional Consultiva quedó debilitada por el rechazo del PSOE a participar en ella.
El aumento de la conflictividad a partir de 1928 desencadenó el final de la dictadura:
- Aumento de la movilización obrera: La crisis económica provocó un aumento de la conflictividad social.
- Reorganización del republicanismo: Los diferentes partidos republicanos formaron la Alianza Republicana.
- Revueltas universitarias: Causadas por el rechazo estudiantil al proyecto de homologación de los títulos de los colegios universitarios religiosos.
- Presión del catalanismo: Descontento con la política centralista.
- División del Ejército: La supresión de la escala cerrada dio lugar a varias intentonas golpistas como la Sanjuanada.
Ante la pérdida de apoyos del régimen, Alfonso XIII forzó la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930 para evitar que la crisis de la dictadura arrastrara también a la monarquía. Tras la dimisión de Primo de Rivera, el rey nombró presidente al general Dámaso Berenguer con la misión de volver al sistema de la Restauración. Berenguer fue incapaz de reconducir una situación caracterizada por el aumento de la conflictividad laboral y la movilización de los nuevos partidos republicanos y del viejo Partido Republicano Radical de Lerroux.
En agosto de 1930, republicanos y catalanistas firmaron el Pacto de San Sebastián y formaron un comité revolucionario encabezado por Alcalá-Zamora. Para acabar con la dictadura, apostaban por un pronunciamiento secundado por una huelga general. La sublevación iniciada en Jaca en diciembre de 1930, así como la huelga, fracasaron; los líderes militares fueron fusilados (capitanes García y Galán) y los políticos encarcelados.
En febrero, Alfonso XIII sustituyó a Berenguer por el almirante Aznar, que convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estas elecciones las ganaron los partidos republicanos. El triunfo electoral de la coalición republicano-socialista provocó la marcha al exilio de Alfonso XIII.
El Bienio Radical-Cedista y la Crisis de Octubre de 1934
Las elecciones de noviembre de 1933 dieron un amplio triunfo a la CEDA, liderada por Gil Robles, y al Partido Radical, dirigido por Alejandro Lerroux. Alcalá-Zamora encargó formar Gobierno a este último, ya que la CEDA no había jurado expresamente lealtad a la República democrática. Lerroux gobernó con apoyo parlamentario de la CEDA, desarrollando una política contraria a la del Bienio Progresista:
- Suspendió la reforma educativa y la reforma agraria.
- Paralizó la discusión parlamentaria de nuevos estatutos de autonomía.
- Reanudó la financiación estatal de la Iglesia.
- Amnistió a los golpistas de 1932.
Con la Generalitat, el Gobierno tuvo continuos enfrentamientos. El Parlamento había aprobado una ley por la que, a los 12 años, los arrendatarios se convertían en propietarios. El Gobierno de Lerroux anuló esa ley. Tras la muerte de Maciá, le sustituyó Companys, que volvió a poner en vigor la misma ley, lo que provocó más tensiones aún con el Gobierno de Lerroux. Todas estas medidas no le parecieron suficientes a la CEDA.
La Insurrección de Octubre de 1934
La inclusión de tres ministros cedistas en octubre de 1934 fue considerada como una provocación por la izquierda radical y los nacionalistas catalanes, temerosos de la liquidación del régimen democrático desde dentro del propio sistema, como acababa de ocurrir en Austria y Alemania. Para hacer posible la insurrección, UGT convocó el 6 de octubre de 1934 una huelga general nacional que solo tuvo amplia repercusión en Barcelona y Asturias:
- Barcelona: El presidente, Lluís Companys, proclamó el Estat Catalá dentro de una República Federal española. La rápida intervención del Ejército abortó la insurrección, y el Gobierno catalán fue encarcelado acusado de rebeldía.
- Asturias: Convocada por la alianza obrera entre UGT y CNT, la insurrección tuvo en Asturias un contenido social. Miles de mineros y obreros armados controlaron la región casi una semana hasta la llegada de la Legión y los Regulares desde África al mando del general Franco, que se impuso a los revolucionarios tras duros combates.
La insurrección de octubre fracasó por la desunión del movimiento obrero, la falta de apoyo de la burguesía y la rápida reacción del Gobierno movilizando al Ejército y la Guardia Civil. El movimiento insurreccional de octubre de 1934 provocó una profunda fractura social que se reflejó a lo largo de 1935 en:
- El aumento de tensión entre las diferentes formaciones políticas: La extrema derecha (Falange Española, Renovación Española y los carlistas de Comunión Tradicionalista) se movilizó con el único objetivo de liquidar la República. La izquierda se reagrupó para recuperar el poder. Azaña fundó Izquierda Republicana, que agrupó a los republicanos de izquierdas. Los comunistas, siguiendo instrucciones de Moscú, promovieron alianzas electorales con grupos progresistas para frenar el fascismo. Por el contrario, el PSOE acentuó su división en reformistas y revolucionarios.
- La derechización del Gobierno del Partido Radical-Cedista: Tras la insurrección de octubre de 1934, el Gobierno del Partido Radical mantuvo las instituciones democráticas, aunque reforzó su conservadurismo: suspendió la autonomía catalana, aprobó una nueva Ley Agraria contraria a las reformas de 1932 y Gil Robles, nuevo ministro de Guerra, nombró para puestos claves del Ejército a militares reaccionarios como Emilio Mola Vidal o Franco. Sin embargo, todas estas medidas fueron consideradas insuficientes por la CEDA, que dificultaba la acción del Gobierno buscando el nombramiento de Gil Robles como presidente.
Final del Bienio Radical-Cedista y el Frente Popular
En septiembre de 1935, Lerroux, acorralado por la presión tanto de la izquierda como de la derecha y la falta de apoyo de la CEDA, dimitió tras el escándalo del Estraperlo, un caso de corrupción en el que se vieron envueltos ministros del Partido Radical. Alcalá-Zamora rechazó ofrecer el Gobierno a Gil Robles, disolvió el Parlamento y convocó elecciones para febrero de 1936.
El Frente Popular, que es el frente unido por los Partidos de izquierdas para presentar a las elecciones una candidatura única, resultó muy competido:
- Izquierda: Acción Republicana (Azaña), ORGA, PSOE y Partido Comunista formaron el Frente Popular, una coalición electoral con un programa de tipo reformista: recuperar las reformas del Bienio y conceder la amnistía a los represaliados por la Revolución de 1934.
- Derecha: Fue incapaz de alcanzar una alianza electoral y se presentó dividida, con la CEDA como principal partido. Su programa proponía la reforma conservadora de la Constitución.
Azaña encabezó un Gobierno formado solo por republicanos, que llevó a cabo una política conforme a lo pactado con el resto de fuerzas del Frente Popular:
- Reanudación de las reformas del Bienio: restablecimiento de la autonomía catalana, estudio del estatuto de autonomía vasco y aceleración de la reforma agraria.
- Amnistía para los represaliados de la Revolución de octubre de 1934.
- Neutralización de los militares más reaccionarios: Franco fue enviado a Canarias y Mola a Navarra.
En mayo, las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá-Zamora como presidente de la República por considerar improcedente la última disolución del Parlamento y nombraron al republicano de izquierdas Manuel Azaña, que ofreció formar Gobierno al socialista Indalecio Prieto, que no obtuvo apoyo de su propio grupo. Azaña escogió entonces al republicano Santiago Casares Quiroga, quien fue incapaz de hacer frente a:
- Las maniobras golpistas: La derecha, tras perder las elecciones, decidió liquidar la República mediante un golpe de Estado, cuya organización se encargó al general Mola.
- La confrontación social: UGT y CNT presionaban al Gobierno con ocupaciones de tierras y huelgas, mientras que las luchas callejeras entre militantes de extrema derecha e izquierda dejaban más de 200 muertos. La radicalización llegó al Parlamento, donde abundaron las amenazas y provocaciones.
Finalmente, el asesinato de José Calvo Sotelo (13 de julio), como represalia por el asesinato del Guardia de Asalto, el teniente Castillo, unos días antes, precipitó la sublevación militar (17-18 de julio). El fracaso del golpe de Estado y la negativa de los insurrectos a deponer las armas desencadenó la Guerra Civil.
La Guerra Civil Española (1936-1939)
Tras las elecciones de febrero de 1936, se produjo una radicalización de la vida política y social que provocó en la población conservadora la sensación de desgobierno:
- La izquierda revolucionaria (CNT, PCE y sector caballerista del PSOE) movilizó a las organizaciones obreras para acelerar las reformas sociales (huelgas).
- La derecha reaccionaria se propuso tras las elecciones de febrero de 1936 liquidar la República mediante un golpe militar, y para justificarlo promovió el enfrentamiento social mediante la agitación callejera y la provocación parlamentaria (Renovación Española de Calvo Sotelo).
Este contexto de confrontación social fue el argumento que utilizaron los sectores más reaccionarios del Ejército para justificar el golpe: la sublevación era la respuesta al deterioro del orden público, la inminencia de una revolución bolchevique y la pasividad del Gobierno. Sin embargo, el móvil principal de la rebelión fue asegurar la preeminencia de la oligarquía, la Iglesia y el Ejército, amenazada por el proyecto reformista del Frente Popular.
Los preparativos de la sublevación comenzaron en marzo de 1936. El general Mola fue el encargado de coordinar el levantamiento y de buscar apoyo económico (Juan March) y político. Pero el golpe carecía de un líder (los sublevados escogieron como jefe militar al general Sanjurjo, exiliado en Portugal) y de un programa concreto más allá del restablecimiento del orden y la sustitución del régimen republicano por una dictadura militar. Aunque el Gobierno cambió de destino a los generales más abiertamente antirrepublicanos (Franco fue enviado a Canarias y Mola a Navarra) o los pasó a la reserva (Fanjul), los preparativos continuaron. Los conspiradores eran conscientes de la dificultad del triunfo del golpe debido a la división del Ejército y a la fuerza de las asociaciones obreras y campesinas, bien organizadas y dispuestas a defender al Gobierno del Frente Popular. Ello explicaría que Mola advirtiera de que el golpe debía ser violento en extremo para sofocar cualquier resistencia, y que el general Franco no se uniese hasta poco antes de producirse. El asesinato del diputado derechista José Calvo Sotelo el 13 de julio, como represalia por la muerte del teniente Castillo, precipitó los acontecimientos y el 17 de julio se inició la rebelión en el protectorado marroquí, extendiéndose el 18 por todo el país. Los sublevados se hicieron con el control de Marruecos, Canarias, Baleares (salvo Menorca), Galicia, Álava, Navarra, Castilla-León y parte de Aragón y Andalucía. La rebelión fracasó por la acción conjunta de militares, guardias civiles y de asalto, y de las organizaciones obreras. Pero a pesar de que los golpistas no consiguieron hacerse con el control de todo el territorio, su negativa a deponer las armas condujo a la Guerra Civil.
La División de España y la Internacionalización del Conflicto
El golpe dejó una España dividida:
- Económicamente: Los golpistas controlaron las principales zonas agrarias, mientras que la República mantuvo las zonas industriales y mineras, así como los recursos del Banco de España.
- Socialmente: Los sublevados contaron con el apoyo de la oligarquía, los campesinos propietarios de tierras del norte de España, parte de la burguesía urbana, la Iglesia y los partidos de derecha. Por el contrario, la República fue secundada por las clases populares y parte de la burguesía urbana. Políticamente tuvo el apoyo de los partidos de izquierdas y nacionalistas.
- Militarmente: Los golpistas contaron con las tropas de África, la mayoría de los oficiales y suboficiales, la mayor parte de la Guardia Civil y las milicias de voluntarios falangistas y carlistas (requetés). Enfrente, el Gobierno dispuso de la Marina, la Aviación, la Guardia de Asalto y parte de la Guardia Civil y del Ejército, además de las milicias obreras y campesinas.
Consolidados los frentes tras los primeros combates, los sublevados decidieron desarrollar una guerra relámpago con el objetivo de tomar Madrid. La Guerra Civil dividió a la población y a los Gobiernos del mundo. Además, la internacionalización del conflicto hizo posible la larga duración de la contienda y fue determinante en la victoria de los sublevados.
El Comité de No Intervención
Las principales potencias democráticas europeas, Gran Bretaña y Francia, acordaron no intervenir en la guerra en Europa. Para ello crearon el Comité de No Intervención con la prohibición de venta de armas a los combatientes. Se sumaron todos los Estados europeos menos Suiza, que era neutral. El fracaso de la política de no intervención condenó a la República, al verse privada del apoyo del resto de democracias.
Apoyos Internacionales
- Bando Sublevado: Alemania e Italia enviaron unidades con sus propios mandos y vendieron a crédito a los insurrectos moderno armamento (barcos, artillería). El apoyo incondicional de los países fascistas a los rebeldes fue decisivo en la marcha de la guerra.
- Bando Republicano: La URSS fue el principal apoyo de la República, enviando asesores militares y vendiendo material de guerra (tanques). El gobierno lo pagó con las reservas de oro del Banco de España.
El Desastre de 1898: La Pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas
Tras la independencia de las colonias americanas durante el reinado de Fernando VII, el imperio quedó reducido a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y varios archipiélagos del Pacífico. Estas posesiones se perdieron en el año 1898 debido a varios factores: tardía adopción de reformas políticas, apoyo de Estados Unidos a los independentistas y ausencia de aliados.
Las guerras coloniales contaron inicialmente con el apoyo de la opinión pública y los partidos dinásticos. El sostén popular fue disminuyendo por el alto coste humano y el sistema de reclutamiento, que permitía el servicio militar mediante pago. Cuba era esencial para la economía española: aportaba productos tropicales baratos (azúcar, café) y aseguraba un mercado para el cereal castellano y los textiles catalanes. Sin embargo, el malestar de muchos cubanos con la política social provocó dos rebeliones:
- Guerra Larga (1868-1878): Comenzó con el “Grito de Yara”. Los protagonistas fueron la burguesía criolla, la guerrilla de mestizos y también negros esclavos que habían sido liberados por los sublevados. Esta guerra duró 10 años y finalizó con la Paz de Zanjón en el año 1878, con la pacificación del general Martínez Campos y la promesa de reformas políticas que ampliarían su autonomía. Este compromiso de reformas no logró una solución definitiva puesto que las promesas y normas no se cumplieron.
- Guerra Chiquita (1879-1880): El incumplimiento de la Paz de Zanjón llevó a esta nueva guerra que fue duramente reprimida.
En 1895 estalló la tercera guerra de Cuba con el “Grito de Baire”, dirigida por Antonio Maceo y Máximo Gómez. Un año después, en Filipinas se promovió también una insurrección. La idea de Cánovas ante el nuevo brote de insurrección era conseguir primero éxitos militares, para después introducir reformas autonómicas que permitieran estabilizar la situación política. Para ello, envió a sofocar la guerra al General Weyler, ya que la política llevada a cabo por su predecesor (Martínez Campos) para la pacificación había fracasado. Weyler propuso una brutal estrategia con mucha violencia que se basó en las reconcentraciones. Esta política fue muy criticada en las Cortes por el partido liberal. Las supuestas medidas que el gobierno de Cánovas adoptaría no satisfacían a Estados Unidos. A partir de 1896, Estados Unidos adoptó una postura de apoyo a los insurgentes.
El asesinato de Cánovas (agosto de 1897) supuso un cambio en la política referente a Cuba. En este momento, la isla estaba casi pacificada debido a las duras tácticas de Weyler, pero al cambiar el gobierno, Sagasta lo destituyó y nombró al general Blanco, quien buscó la pacificación mediante la acción política. En el mes de noviembre de 1897, se concedió una amplia amnistía y un régimen de autonomía política. Se redactó una especie de constitución donde se restablecía la igualdad entre los habitantes de la península y los de la isla, pero estas reformas llegaron demasiado tarde porque Estados Unidos tenía otras exigencias: el incidente del Maine.
En las primeras semanas de 1898, la voladura del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana aceleró el camino hacia la guerra. Estados Unidos, sin pruebas suficientes, acusó al gobierno español, propuso la compra de la isla por 300 millones de dólares y, ante la negativa de España, lanzó el ultimátum: Cuba debía ser libre e independiente o Estados Unidos intervendría. Los marines estadounidenses desembarcaron en las proximidades de Santiago y derrotaron a los españoles en la batalla de las colinas de San Juan. Poco después, la flota americana hundió la escuadra española al mando del almirante Cervera en la bahía de Santiago.
Este desastre, junto a la derrota en Cavite de la flota de Filipinas, llevó a Sagasta a firmar la Paz de París (diciembre de 1898), la cual supuso:
- Independencia de Cuba.
- Protectorados estadounidenses sobre Puerto Rico y Filipinas.
La Crisis de 1898 y sus Consecuencias
El conocido como “Desastre del 98” provocó una profunda crisis que se reflejó en tres grandes ámbitos:
Económico
- Pérdida de materias primas tropicales baratas y del mercado colonial.
- Repatriación de capitales de los españoles que se instalaron en la Península.
Político
- Descrédito de los partidos dinásticos y el Ejército, alentando el adelantamiento de la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902) y diversos proyectos de reforma del sistema canovista.
- Pérdida de peso internacional que se intentó compensar mediante la colonización de Marruecos.
- Impulso del nacionalismo periférico favorecido por el sentimiento de crisis nacional.
Ideológico
- Crisis de la conciencia nacional, reflejada en la obra crítica de la Generación del 98.
- Nacimiento del regeneracionismo, corriente que proponía la liquidación del régimen caciquil de la Restauración, al que responsabilizaba de la decadencia de España.
La Creación y Estructura del Estado Franquista (1939-1975)
Tras la Guerra Civil, se estableció en España una dictadura militar que sustituyó el sistema republicano por un régimen autoritario, centralizado y confesional en el que Franco reunía todo el poder: jefe del Estado, de Gobierno, del Ejército y de partido único. Esta dictadura es una dictadura personalista; el que quisiera hacer carrera política tendría que ser afín a él. Esta dictadura se institucionalizó gradualmente mediante las llamadas Leyes Fundamentales:
- Ley de la Administración General del Estado (1938): Concedió a Franco la potestad de legislar en exclusiva.
- Fuero del Trabajo (1938): Regulaba las relaciones laborales, prohibiendo la huelga y los sindicatos. Creó un único sindicato: el Sindicato Vertical de Falange.
- Ley de Cortes (1942): Estableció una cámara meramente consultiva. No representaba la Soberanía Nacional.
- Ley de Referéndum (octubre de 1945): Esta ley permitía al jefe del Estado convocar una votación para que el pueblo aprobase directamente una ley.
- Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado (1947): Define a España como un “reino” y autorizaba a Franco a proponer a su propio sucesor, estableciendo una monarquía autoritaria.
Pilares Ideológicos del Franquismo
- Anticomunismo: Rechazo de doctrinas igualitarias (socialistas, comunistas, anarquistas).
- Nacionalcatolicismo: La dictadura se identificó con la Iglesia. A la Iglesia se le dio el poder de vigilar a los españoles a través de la educación y de la censura, llegando a castigarse en el código penal.
Apoyos Institucionales y Sociales
El franquismo contó con los siguientes apoyos:
- Iglesia: Legitimó la sublevación y la dictadura. A cambio, el régimen reconoció la confesionalidad del Estado, la financiación pública de la Iglesia y el control de la educación. Reforzada con el Concordato de 1953, la alianza se mantuvo intacta hasta el Concilio Vaticano II (1965), que alejó a la Iglesia de la dictadura franquista.
- Ejército: Leal a Franco hasta el final, aunque fue perdiendo peso político.
- La Falange: Controlaba el Ministerio del Trabajo, el sindicato único y varios periódicos. Tras el triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial, fue cediendo protagonismo ante otras familias del régimen.
- Grupos sociales: A la oligarquía económica, la burguesía provinciana y los pequeños campesinos propietarios de tierras se sumó en los años 50 la burguesía industrial catalana y vasca, beneficiadas por el proteccionismo.
Etapas del Régimen Franquista
El franquismo atravesó tres etapas caracterizadas por el predominio en el Gobierno de unas familias sobre otras, aunque Franco mantuvo siempre cierto equilibrio entre ellas:
Primer Franquismo (1939-1959): Autarquía y Aislamiento
El nuevo régimen, autodenominado nacionalsindicalista, comenzó como una dictadura totalitaria dominada por militares y falangistas (Serrano Suñer, Ministro de Exteriores). Sin embargo, desde 1942 y como consecuencia del cambio de rumbo en la Segunda Guerra Mundial que hizo temer una invasión aliada, los germanófilos fueron reemplazados por católicos y se redujeron los fusilamientos y la simbología fascista. No obstante, Franco no pudo evitar el aislamiento internacional hasta los años 50, lo que dificultó más la recuperación económica y situó la dictadura al borde del colapso (cartilla de racionamiento hasta 1952).
Consolidación y Desarrollismo (1959-1973): Los Tecnócratas
El régimen se consolidó con el reconocimiento internacional y el crecimiento económico de los años 60. Para dirigir este periodo, Franco dio protagonismo político a ministros del Opus Dei, los llamados tecnócratas. Se completó la institucionalización del régimen con otras dos nuevas leyes fundamentales:
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958): Recogía los principios básicos del franquismo.
- Ley Orgánica del Estado (1967): Separaba las funciones del jefe del Estado y jefe del Gobierno.
Además, se adoptaron otras dos importantes leyes de carácter, aparentemente, aperturista: la Ley de Prensa e Imprenta (1966), que suprimió la censura previa, y la Ley de Libertad Religiosa (1967), que mantenía la confesionalidad del Estado, aunque reconocía la libertad de cultos. En 1969, Franco nombró al príncipe Juan Carlos de Borbón como su sucesor a título de rey, ratificado por un referéndum y por las Cortes franquistas. El objetivo era el mantenimiento tras su muerte de la dictadura mediante una monarquía autoritaria.
Crisis del Franquismo (1973-1975)
El envejecimiento llevó a Franco a iniciar la cesión de poderes designando jefe de Gobierno a Carrero Blanco, asesinado por ETA ese mismo año (diciembre de 1973). En 1974, Franco nombró a Carlos Arias Navarro, que inició una tibia reforma política (Ley de Asociaciones Políticas) que no contentó ni a aperturistas ni a integristas (el búnker). Además, la crisis económica aumentó la conflictividad social, mientras la política represiva alimentaba la presión internacional sobre el régimen. Solo el Ejército y la Falange mantenían una lealtad inquebrantable. Cuando el 20 de noviembre de 1975 Franco falleció, el régimen estaba obsoleto, dividido y repudiado internacionalmente.
Política Exterior Franquista
La política exterior franquista fue variando para adaptarse a la situación internacional del momento:
- Alineamiento con el Eje y neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): España se declaró neutral al estallar la Segunda Guerra Mundial, pero los éxitos de Hitler llevaron a Franco a alinearse con el Eje, declarándose no beligerante en 1940. El rechazo de Hitler a las peticiones de Franco en la entrevista de Hendaya (octubre de 1940) dejaron a España fuera del conflicto, si bien envió a Alemania recursos estratégicos y voluntarios contra la URSS (División Azul). En 1943, Franco recuperó la neutralidad ante las derrotas del Eje y el miedo a una invasión aliada de España.
- Aislamiento internacional (1945-1950): Tras la Segunda Guerra Mundial, España fue sometida a un duro aislamiento internacional que buscaba presionar a Franco para que abandonara el poder. La recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) rechazó el ingreso de España, calificó al régimen como fascista y promovió la retirada de embajadores.
- Reconocimiento internacional (1950-1975): Con la Guerra Fría, EE. UU. pasó a considerar a Franco un aliado leal contra el comunismo. En 1950 regresaron los embajadores y en 1953 se firmaron el Pacto Militar y Bilateral con EE. UU. y el Concordato con el Vaticano. El ingreso en la ONU (1955) y la visita del presidente estadounidense Eisenhower (1959) confirmaron el fin del aislamiento. Las relaciones internacionales del régimen se complicaron en los últimos años con la caída de las dictaduras de Portugal y Grecia. De hecho, el franquismo estaba tan debilitado internacionalmente que España no pudo evitar la invasión marroquí del Sáhara en 1975 (Marcha Verde).
La Oposición a la Dictadura Franquista
La oposición coincidía en reclamar el establecimiento de un régimen democrático y descentralizado. La respuesta del régimen siempre fue la misma: la represión. La oposición a la dictadura comenzó desde el mismo final de la Guerra Civil, y evolucionó a lo largo de toda la etapa adaptándose a las circunstancias:
La Posguerra (1939-1950)
El régimen desató una durísima represión para asentar las bases del nuevo Estado y liquidar cualquier intento de disidencia. Miles de españoles fueron encarcelados y fusilados bajo la cobertura de sucesivas leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) o la Ley sobre la Represión de la Masonería y el Comunismo (1940). Por todo ello, la oposición franquista en los primeros años de la dictadura se limitó a sobrevivir organizada en partidas de guerrilleros (el maquis: grupo de resistencia que luchaban contra el régimen franquista. Vivían escondidos en el monte y fueron la única resistencia hasta 1945) dirigida por el Partido Comunista de España (PCE), salvo en Cataluña donde lo hizo la CNT. Paralelamente, en el exterior la oposición intentaba obtener el apoyo de las democracias occidentales: por un lado, el Gobierno republicano en el exilio denunciaba el totalitarismo del nuevo Estado y reclamaba la restauración de la democracia, y por otro, los monárquicos reivindicaban el restablecimiento de una monarquía constitucional con Juan de Borbón como rey (Manifiesto de Lausana, 1945).
Los Años 50 y 60: Reorganización y Lucha Obrera
Se llevó a cabo una reorganización de la oposición. El PCE renunció a la lucha armada, concentró sus esfuerzos en reivindicaciones pacíficas de masas (huelga de tranvías de Barcelona) e hizo un llamamiento a la reconciliación nacional (1956).
En los años 60, la oposición al régimen se intensificó. El PCE fundó el sindicato clandestino Comisiones Obreras (CCOO), que lideró las reivindicaciones obreras (huelga de mineros de Asturias, 1962). También en 1962 se celebró la Conferencia de Múnich, congreso europeísta en el que participaron todos los partidos políticos españoles democráticos, excepto los comunistas. Igualmente, a principios de los 60 se reactivó el nacionalismo periférico vasco y catalán, a la vez que nacía la organización independentista vasca ETA, que pronto se inclinaría por la estrategia violenta (terrorismo). El régimen respondía a todo ello incrementando la represión: creación del Tribunal de Orden Público, que juzgaba delitos políticos, y declaración del estado de excepción en los momentos de máxima tensión.
Final del Franquismo (1973-1975)
Las contradicciones del desarrollismo provocaron el aumento de la oposición. El PCE continuó hegemonizando la oposición: lideró la lucha obrera y sindical (las huelgas se multiplicaron con el inicio de la crisis económica), las protestas estudiantiles (provocaron el cierre periódico de universidades) y los conflictos vecinales. Así mismo, en este periodo se fundaron partidos monárquicos liberales y democristianos, liderados por personalidades procedentes del régimen marginadas por su aperturismo, así como dos pequeños grupos terroristas de ideología comunista (FRAP y GRAPO).
Por otro lado, a partir de los 60, la Iglesia, tradicional soporte de la dictadura, se distanció del régimen como resultado del Concilio Vaticano II y de los cambios sociales que se estaban produciendo. El clero catalán y vasco se acercó al nacionalismo, mientras que en el resto del país un sector creciente de sacerdotes se unía a los sindicatos obreros. Paralelamente, un pequeño grupo de oficiales fundó la Unión Militar Democrática (UMD).
En 1975, el deterioro de la salud de Franco animó a la oposición democrática a unirse en torno a dos grupos: la Junta Democrática (liderada por el PCE de Santiago Carrillo) y la Plataforma Democrática (liderada por el PSOE de Felipe González).
En junio de 1973, Franco nombró presidente del Gobierno a Carrero Blanco. Con la separación de la Jefatura de Estado y de Gobierno se inició la cesión oficial de poderes ante el acelerado envejecimiento del dictador. A finales de ese año, ETA asesinó a Carrero Blanco y Franco nombró como nuevo presidente a Arias Navarro, que promovió una tibia reforma conocida como Espíritu del 12 de Febrero, fecha del discurso en que anunció sus intenciones. La reforma fue rechazada por las distintas familias del régimen. Además, los prometidos cambios nunca llegaron a desarrollarse, ya que la dictadura desató ese mismo año una fuerte represión (ejecución del anarquista Puig Antich, arresto del obispo vasco Añoveros).
La situación del régimen empeoró en 1975: aumentó tanto la conflictividad social (huelgas por la crisis económica del 73), como la presión internacional tras la caída de las últimas dictaduras de Europa occidental (Grecia y Portugal). La respuesta del régimen fue acentuar la represión (detención de líderes políticos y sindicales, y fusilamientos de miembros de ETA y el FRAP). La debilidad del franquismo era tal que Marruecos aprovechó la agonía de Franco para invadir el Sáhara Occidental (la Marcha Verde). Finalmente, el 20 de noviembre de 1975 falleció Franco, dejando un régimen obsoleto, dividido y sin apoyos en el exterior.