Grandes Etapas de la Historia de España: De la Prehistoria al Siglo XVIII

La Prehistoria en la Península Ibérica

El Paleolítico: Etapas y Características

La prehistoria comienza con el Paleolítico (1.200.000-5.000 a. C.), abarca desde la aparición del género Homo hasta el nacimiento de la agricultura y la ganadería.

Paleolítico Inferior (1.200.000-100.000 a. C.)

La sociedad acampaba al aire libre y estaba organizada en hordas, grupos nómadas que se dedicaban a la caza, la recolección y la construcción de refugios temporales.

Paleolítico Medio (100.000-35.000 a. C.)

Hubo una especialización en las herramientas y vivían en grupos, a menudo en cavernas. Se descubrió el fuego y comenzaron a practicar ritos funerarios.

Paleolítico Superior (35.000-5.000 a. C.)

Se observan mejoras en la alimentación, los instrumentos y las técnicas de caza. Se extendieron por la península gracias a las migraciones y se adaptaron a distintos climas.

El Neolítico: La Revolución Agrícola

En el Neolítico (5.000-2.500 a. C.), los grupos sociales eran más numerosos y se caracterizaban por una economía productora (agricultura y ganadería), el sedentarismo, un notable desarrollo técnico, y el uso de cerámica y textil. También aparece el megalitismo.

Manifestaciones Artísticas: Pinturas Rupestres

Las pinturas rupestres fueron las primeras manifestaciones artísticas. En el Paleolítico se desarrolló el arte rupestre cantábrico, caracterizado por su realismo y la representación de animales en paredes y techos de cuevas, destacando las cuevas de Altamira. En el Neolítico, en la zona de Levante, se desarrolló un arte muy singular en el interior de las cuevas, con figuras humanas muy esquematizadas, monocromas y con un claro sentido narrativo, como escenas de caza.

La Edad de los Metales y los Pueblos Prerromanos

La Edad de los Metales en la Península Ibérica

Edad del Cobre (c. 3.000 a. C.)

Proliferaron los monumentos megalíticos (dólmenes, menhires) y aparecieron los poblados amurallados. Las culturas más importantes fueron Los Millares (Almería) y la cultura del vaso campaniforme.

Edad del Bronce (1.700-1.000 a. C.)

Durante esta etapa, los poblados se hicieron más grandes. Destacan la cultura de El Argar y las culturas megalíticas de las Islas Baleares.

Edad del Hierro (c. 1.000 a. C.)

Esta etapa se inició con la llegada de los celtas y los primeros pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses).

Los Pueblos Prerromanos

Los pueblos prerromanos eran las civilizaciones que habitaban la Península Ibérica antes de la colonización romana. Entre ellos destacaron los fenicios, los griegos y la cultura de Tartessos.

De los fenicios solo quedan algunos restos de factorías comerciales en la costa malagueña y granadina. Algo similar ocurre con los griegos, cuyos restos más significativos son también de factorías mercantiles, aunque destacan los hallados en Ampurias.

La cultura de Tartessos estuvo asentada en torno a Cádiz y llegó a alcanzar cierto esplendor, primero con una economía agrícola y ganadera, y después mediante la explotación de recursos mineros y el comercio con los fenicios. Sin embargo, a partir del siglo IV a. C. entró en una progresiva decadencia hasta su desaparición.

La Romanización de Hispania

La romanización de la Península Ibérica comenzó tras la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.). A finales del siglo III a. C. dominaban la costa mediterránea. A mediados del siglo II a. C. avanzaron hasta el centro y el oeste. En el siglo I a. C. conquistaron el norte.

El objetivo de la romanización era la explotación de los recursos de la península. Para ello, implantaron su cultura (lengua latina, alfabeto, sistemas de numeración y medida, y la religión), su sistema administrativo y político (derecho romano, organización del espacio en provincias) y su modelo económico.

Para ello, se llevó a cabo una extensa red de infraestructuras y obras públicas (como la red de calzadas, destacando la Vía Augusta; puentes, explotaciones mineras, sistemas de regadío, pantanos, canales y acueductos). Además, se fundaron ciudades en enclaves estratégicos, dotándolas de infraestructuras, edificios y servicios públicos como termas, teatros, anfiteatros, circos, basílicas y templos. Se adoptó una estructura social similar a la romana.

El Reino Visigodo de Toledo

El reino visigodo tiene su origen en las invasiones de los pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) que penetraron en la Península Ibérica a partir del año 409. El Imperio Romano autorizó a los visigodos a asentarse en el sur de la Galia para controlar los territorios de Hispania como aliados de Roma. Cuando el Imperio Romano desapareció en el año 476, el reino visigodo alcanzó su independencia.

En el 507, fueron desplazados por los francos y su reino se vio limitado a Hispania, estableciendo su capital en Toledo. Se repartieron las tierras y se mantuvo la estructura administrativa del Imperio, pero incorporaron un sistema de monarquía electiva propio de los pueblos germánicos y mantuvieron la asamblea de nobles como órgano consultivo y de control del ejercicio del poder. Conservaron sus propias leyes y su religión. Poco a poco, las élites se fueron adaptando a la civilización romana y se llegó a la unidad religiosa a través de la conversión de Recaredo en el III Concilio de Toledo (589). El papel que desempeñaron los obispos a través de los concilios se refleja en el pensamiento de la época, como en el caso de Isidoro de Sevilla.

Durante este periodo, continuó el proceso de centralización. A finales del siglo VII, afloraron las tensiones entre los nobles y los reyes, lo que debilitó al reino. Cuando se produjo la invasión árabe en el siglo VIII, el Estado visigodo se desmoronó.

Al-Ándalus: Conquista y Evolución Política

La conquista de la Península Ibérica se explica por la profunda crisis que vivía el reino visigodo, marcada por las luchas sucesorias y el debilitamiento del poder militar, así como por la expansión islámica durante el siglo VII. Derrotaron al último rey visigodo, Don Rodrigo, en la Batalla de Guadalete (711), lo que llevó a la rápida conquista de Sevilla, Córdoba y Toledo. Fue un proceso muy rápido: en el año 714, la mayoría de la península estaba ocupada, salvo el norte.

Las fases de la evolución política fueron:

  • Emirato Dependiente de Damasco (711-756): En la Batalla de Poitiers (732) se frenó el avance musulmán hacia el norte de la península y el resto de Europa.
  • Emirato Independiente (756-929): Abd al-Rahman I se proclamó emir y rompió el contacto político con los califas abasíes, que habían establecido su sede en Bagdad.
  • Califato de Córdoba (929-1031): Con la llegada al poder de Abd al-Rahman III, quien se proclamó califa y asumió los poderes políticos y religiosos, Al-Ándalus vivió su máximo esplendor, frenando el avance de los reinos cristianos y consolidando su presencia en el norte de África (Ceuta y Melilla). Tras la muerte de Al-Mansur, se abrió una etapa de guerra civil (1008-1031) que terminó con la desintegración del califato y la aparición de los reinos de taifas (1031).

Los Reinos de Taifas y las Invasiones Norteafricanas

Tras la muerte de Al-Mansur (1002), el califato entró en crisis, produciéndose su desintegración en pequeños reinos de taifas a partir de 1031. A pesar de la riqueza de muchos de ellos, se caracterizaron por su gran debilidad militar, lo que facilitó el avance de los reinos cristianos.

La Llegada de los Almorávides

Los almorávides aprovecharon el enfrentamiento de las taifas entre sí para unificar Al-Ándalus bajo su dominio. Sin embargo, las revueltas antialmorávides (debido a su rigorismo religioso), un nuevo avance cristiano y la presión de los almohades desde el norte de África, provocaron su desaparición, dando lugar a los segundos reinos de taifas.

La Época Almohade y los Últimos Reinos de Taifas

Los segundos reinos de taifas tuvieron que soportar otro gran avance cristiano, por lo que pidieron ayuda de nuevo al exterior, en este caso, a los almohades. De esta manera, se crearon unos terceros reinos de taifas que desaparecieron rápidamente, a excepción del Reino Nazarí de Granada, que sobrevivió hasta 1492, cuando los Reyes Católicos pusieron fin a 781 años de presencia musulmana en la península.

Sociedad y Cultura en Al-Ándalus

Se revitalizó la minería y la artesanía, propias de una sociedad urbana, destacando productos como la seda nazarí o los cordobaneses (cuero de Córdoba).

Estructura Social de Al-Ándalus

Con el paso del tiempo, la sociedad se fue islamizando. En un primer momento, el mundo musulmán lo componía una minoría árabe, que ocupaba los puestos más destacados, y una mayoría bereber, dedicada a la ganadería y al ejército. Más tarde, se unieron los muladíes, los cristianos que se convirtieron al islam. Debajo de ellos se situaban los mozárabes (cristianos de Al-Ándalus) y los judíos, que gozaban de libertad de culto, pero tenían la obligación de pagar ciertos tributos. En esta sociedad también destacaban los eslavos de palacio o del ejército.

Avances Científicos y Culturales

En Al-Ándalus se desarrollaron grandes avances en ciencias como la astronomía, la medicina, la botánica y las matemáticas. Destacan filósofos como Maimónides y, en la literatura, autores de árabe clásico como Ibn Hazm, así como estilos de árabe vulgar como el zéjel y la muaxaja.

Los Reinos Cristianos y el Proceso de Reconquista

El Reino Astur surgió tras la victoria de Pelayo en Covadonga (722). Este reino se expandió sobre el valle del Duero, trasladando su capital a León y dando origen al Reino de León (siglo X).

La Reconquista y la Repoblación

Desde el siglo IX, surge el proceso de la Reconquista, seguido del proceso de repoblación, entendido como la ocupación y colonización cristiana de las tierras conquistadas.

Fases de la Reconquista y Modelos de Repoblación

  • Primera etapa (siglos VIII-X): Los reinos cristianos avanzan hasta el Duero con un modelo de repoblación por iniciativa de los campesinos (presura), dando lugar a pequeñas y medianas propiedades.
  • Segunda etapa (siglos XI-XII, hasta 1150): Avanzan hasta Toledo, aprovechando la debilidad de los reinos de taifas, hasta que son frenados por los almorávides.
  • Tercera etapa (segunda mitad del siglo XII): Se produce tras el derrumbe de los almorávides y la creación de los segundos reinos de taifas, llegando hasta el Guadiana. Este avance se ve frenado esta vez por los almohades.
  • Cuarta etapa (siglo XIII en adelante): Tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), los reinos cristianos avanzan sobre los terceros reinos de taifas, a excepción del Reino Nazarí de Granada, conquistado en 1492. La repoblación en esta fase, especialmente en el sur, dio lugar a grandes latifundios mediante las encomiendas de las órdenes militares.

La Guerra de Sucesión Española (1701-1713)

La debilidad del monarca y la falta de un heredero dividieron a las élites entre la opción sucesoria austriaca y francesa. La sucesión amenazaba con romper el equilibrio de poder en Europa. La Guerra de Sucesión Española (1701-1713) comenzó cuando en 1700 Carlos II murió, dejando el trono a Felipe de Borbón, con la condición de renunciar al trono francés. La no renuncia, junto a la política agresiva de Luis XIV, hizo surgir la Gran Alianza (Austria, Holanda, Inglaterra, Portugal y Saboya), enfrentada al bando franco-español.

También fue una guerra civil interna: Castilla apoyó a Felipe V (partidario de una monarquía centralista y reformista), mientras que la Corona de Aragón apoyó a Carlos de Austria (partidario de una monarquía pactista que respetaba los fueros).

La guerra no se resolvió únicamente mediante las armas. En 1711, Carlos de Austria accedió al trono imperial (como Carlos VI), lo que hizo que sus aliados perdieran interés en apoyarle, por temor a la recreación de un vasto imperio similar al de Carlos V. Tras la renuncia al trono francés por parte de Felipe V y la renuncia de los príncipes franceses al trono español, se firmó la Paz de Utrecht (1713), que buscaba el equilibrio de poder en Europa. Felipe V fue reconocido rey de España, pero perdió los territorios europeos de la monarquía hispánica. Austria recibió Milán, Flandes, Nápoles y Cerdeña; Saboya recibió Sicilia; e Inglaterra recibió Gibraltar y Menorca, además del asiento de negros (monopolio del comercio de esclavos) y el navío de permiso (derecho a comerciar con las colonias españolas).

La guerra civil interna finalizó tras la rendición de Barcelona en 1714 y Mallorca en 1715. Francia se convirtió en aliado de España a través de los Pactos de Familia. Los tres pactos que se realizaron buscaron evitar la superioridad británica, pero nunca fueron acuerdos incondicionales, ya que cada país veló por sus propios intereses.

Reformas Económicas Borbónicas en el Siglo XVIII

Durante los reinados de Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788) se llevaron a cabo importantes reformas económicas.

Reforma Agrícola

El mayor problema agrícola eran las tierras en manos muertas. Por ello, Carlos III intentó repartir tierras comunales entre los campesinos. Otras medidas modernizadoras de la agricultura fueron la reducción de los privilegios de la Mesta, la liberalización del precio del trigo y la colonización de nuevas tierras.

Impulso Industrial y Comercial

En la industria, destacan las Reales Fábricas, cuyas primeras datan de tiempos de Felipe V, y el fin del monopolio de los gremios en 1772. Otras medidas importantes fueron la mejora de la red vial impulsada por Fernando VI o la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País para impulsar la economía local.

Comercio con América

En América, se intentó convertir su economía en complementaria de la metrópoli. El comercio con América fue liberalizándose progresivamente. Antes de Carlos III, se había concedido la libertad comercial a determinadas compañías. En 1765, se liberalizaron un total de nueve puertos españoles y, en 1778, se implantó la libertad de comercio para todos los puertos.

Reforma Fiscal

En la Corona de Aragón, se impuso un nuevo sistema tributario mediante una cuota fija a repartir entre sus habitantes (medida de Felipe V). Carlos III aumentó los impuestos indirectos y estableció monopolios (como el del tabaco), creó la lotería y el Banco de San Carlos.

Durante el siglo XVIII, se apostó por el proteccionismo con la intención de crear un mercado nacional. Cataluña fue la gran beneficiada de estos cambios, pues consiguió conquistar el mercado nacional y que sus indianas (tejidos de algodón estampados) entrasen en América, logrando reunir capitales para abordar la Revolución Industrial en la centuria siguiente.

La Ilustración y el Despotismo Ilustrado en España

Principios de la Ilustración

La Ilustración fue un movimiento cultural originado en Francia durante el siglo XVIII que cuestionó el Antiguo Régimen. Sus principios se basaban en la razón, el progreso y el derecho a la felicidad. Destacan pensadores como Rousseau (defensor de la soberanía nacional), Montesquieu (teórico de la división de poderes) y Voltaire (defensor de la burguesía y la tolerancia). Los ilustrados señalaban que la división social debía basarse en la valía individual. Criticaron también la falta de libertad económica.

El Despotismo Ilustrado en España: Carlos III

Durante el siglo XVIII, surgió el Despotismo Ilustrado, un intento del absolutismo de adoptar algunas ideas de la Ilustración, pero sin modificar la estructura fundamental del sistema. En España, el máximo exponente fue Carlos III (1759-1788), quien se rodeó de ministros ilustrados como Esquilache o Jovellanos, aunque sus políticas no siempre fueron bien recibidas.

Reformas de Carlos III

  • Agricultura: Intentó modernizarla limitando los privilegios de la Mesta, colonizando nuevas tierras y liberalizando el precio del trigo, aunque fracasó en el intento de repartir tierras comunales.
  • Industria y Finanzas: Creó nuevas Reales Fábricas (abandonando su gestión directa desde 1761) y abolió la “deshonra legal del trabajo”. También creó la lotería y el Banco de San Carlos para gestionar los vales reales.
  • Comercio: Fomentó medidas proteccionistas y fue liberalizando el comercio con América (1765 y 1778).
  • Educación y Cultura: En 1766, expulsó a los jesuitas e impulsó la educación mediante las escuelas de primeras letras, las Sociedades Económicas de Amigos del País (para potenciar la economía local), las Reales Academias y el fomento de diversas ciencias.