Formación y Expansión de los Reinos Cristianos en la Península Ibérica Medieval (Siglos VIII-XIII)

Introducción: La Península Ibérica en la Edad Media (Siglos VIII-XIII)

El origen de los reinos cristianos peninsulares debe buscarse en los primeros núcleos de resistencia que surgieron en las montañas del Norte, frente al avance musulmán. Inicialmente, los territorios que quedaron fuera de la dominación musulmana solo buscaban mantener su independencia y formas de vida, tal como lo habían hecho sus antepasados frente a romanos y visigodos.

A lo largo de los siglos VIII al X, estos núcleos de resistencia se transformaron en reinos. Esta fue una etapa de predominio musulmán sobre la península en todos los niveles.

Desde el siglo XI al XIII, los reinos cristianos iniciaron un proceso de expansión territorial hacia el sur, conocido como Reconquista. Este rápido avance se vio favorecido por la división de Al-Ándalus en taifas. Es la época de la gran expansión y dominio cristiano. A finales del siglo XIII, solo permanecía el reino taifa de Granada. Durante los siglos XIV y XV, el proceso de expansión reconquistadora se paralizó. Paralelamente al avance militar cristiano, se produjo un proceso de repoblación, ocupándose con población cristiana los nuevos territorios reconquistados.

Durante esta larga coexistencia y hasta la desaparición definitiva del reino nazarí, se produjo un desarrollo separado de los tres mundos culturales que convivieron en la Península Ibérica: el cristiano, el musulmán y el judío. Esta coexistencia, a la larga, produjo un intercambio de influencias, sobre todo de la cultura musulmana, la más avanzada del momento, hacia la cultura cristiana.

1. Origen y Evolución de los Primeros Núcleos de Resistencia (Siglos VIII-X)

Tras la desaparición del reino visigodo, solo las zonas montañosas del Norte peninsular (Cordillera Cantábrica y Pirineos) se mantuvieron libres de la dominación musulmana. Los habitantes de estos territorios, poco romanizados, eran los cántabros, los astures, los vascones y los hispani (término que utilizan las fuentes de la época para referirse a los habitantes del Pirineo oriental). Fue allí donde surgieron los primeros núcleos de resistencia frente al Islam: el Reino Asturleonés, el Reino de Pamplona, el Condado de Aragón y los Condados Catalanes.

1.1. Creación y Consolidación de los Núcleos de Resistencia

a) Núcleos de Resistencia en las Montañas Cantábricas

  • El Reino Astur: Origen y Evolución (Siglos VIII-IX)

    Es el primer núcleo político cristiano que se creó. Situado en la zona cantábrica, tiene como origen la batalla de Covadonga (722), en la que gentes astures, dirigidas por un jefe local, Pelayo (podía ser cántabro, astur o un noble godo huido), derrotaron a los musulmanes que los perseguían. Esta victoria, una escaramuza sin importancia desde el punto de vista de Al-Ándalus, dio una gran fuerza moral a los cristianos que aclamaron a Pelayo como un gran caudillo.

    En el siglo VIII, los sucesores de Pelayo adoptaron el título de reyes y se preocuparon por consolidar el reino. La llegada de nobles godos huidos, junto con sus familias y colonos, dio al nuevo Estado una clara influencia visigoda. Los primeros monarcas establecieron su capital en Cangas de Onís.

    Alfonso I (739-757), en sus correrías por el valle del Duero, atrajo hacia Asturias a la población cristiana que habitaba esas tierras y extendió sus dominios por el Oeste, hacia Galicia, y por el Este, hacia el País Vasco.

    Alfonso II (791-841) trasladó la corte a Oviedo. Restableció la legislación visigoda (el Fuero Juzgo) como norma jurídica de su reino. Estableció relaciones con Carlomagno, rey de los francos. Impulsó el cristianismo e independizó la iglesia astur del arzobispado de Toledo. Los supuestos restos del apóstol Santiago, hallados en tierras de Galicia, pronto se convirtieron en veneradas reliquias, y Santiago en santo protector en la lucha contra los infieles. Los monarcas potenciaron su veneración por razones no solo religiosas, sino también económicas.

    En el siglo IX, el crecimiento demográfico de las montañas hizo necesaria la expansión del reino Astur más allá de la Cordillera Cantábrica, hacia las llanuras de la cuenca del Duero, despobladas tiempo atrás. Alfonso III (866-910), a finales del siglo IX, llevó la frontera hasta las márgenes del río Duero. El éxito de esta expansión se debió a los problemas internos de Al-Ándalus. El reino astur se fue convirtiendo en un estado sólido con una monarquía cuya autoridad estaba muy reforzada por el espíritu de cruzada frente a los musulmanes.

  • El Reino Asturleonés o Reino de León (Siglo X)

    A comienzos del siglo X, el reino astur pasó a denominarse Asturleonés o simplemente Reino de León, debido a que su capital se trasladó de Oviedo a León. Desde el comienzo, reivindicaron el papel de sucesores del reino visigodo. En este siglo, pese a victorias cristianas frente a los musulmanes como la batalla de Simancas (939), el avance cristiano se detuvo en el río Duero. Los ejércitos de Almanzor destruyeron villas y poblaciones surgidas al sur del río Duero, en lo que se conoce como Extrema Durii, tierras peligrosas por su proximidad a zonas de asentamiento musulmán. Durante la segunda mitad del siglo X, el reino de León vivió etapas muy duras con disputas dinásticas casi continuas y rebeliones de los grandes señores, sobre todo de los más alejados, que trataron de ganar autonomía frente a la autoridad del rey.

  • Desmembración y Nacimiento del Condado de Castilla

    Castilla, en sus orígenes, fue la frontera oriental del reino de León frente al peligro musulmán en el alto valle del Ebro. Territorio repoblado por cántabros y vascones (siglos IX y X), sus habitantes eran campesinos libres, dueños de pequeñas propiedades de tierra (alodios) que ocupaban, repoblaban y defendían el territorio al mismo tiempo. A comienzos del siglo X, esta zona oriental del reino leonés estaba dividida en condados. En la segunda mitad del siglo X, el conde Fernán González unificó a todos estos condados bajo su autoridad, creando el Condado de Castilla, en la práctica independiente de León, y lo transmitió a sus herederos.

    Durante el primer tercio del siglo XI, Castilla pasó a formar parte de los dominios del monarca Sancho III el Mayor de Navarra. Su hijo Fernando heredó el condado de Castilla y lo transformó en reino en 1035, integrando poco después bajo su corona también al reino de León. La unión de los reinos de León y Castilla bajo una misma corona pasó a llamarse Corona de Castilla.

b) Los Núcleos de Resistencia Pirenaicos: Frontera entre Francos y Musulmanes

La zona pirenaica, frontera entre francos y musulmanes, se vio sometida a las presiones de los musulmanes, que deseaban avanzar hacia el Norte, y de los carolingios, interesados en defender su frontera Sur. La dificultad de comunicación entre unas zonas y otras del Pirineo aisló entre sí los territorios pirenaicos. Estas circunstancias retrasaron la formación de núcleos de resistencia a los siglos IX y X. Surgieron varios de oeste a este, todos bajo el impulso de aristocracias autóctonas y tutelados por los monarcas carolingios. La proximidad musulmana en el valle del Ebro obstaculizó su posterior crecimiento:

  • Reino de Pamplona/Navarra

    A comienzos del siglo X, en el oeste pirenaico, nació el Reino de Pamplona (zona norte de Navarra) controlado por la dinastía Arista. Más tarde, este reino se consolidó en manos de la dinastía Jimena, que ocupó las tierras llanas del alto Ebro, anexionándose por matrimonio el Condado de Aragón. Las campañas militares de Almanzor detuvieron a finales del siglo X su avance. En el siglo XI, se inició una nueva expansión del reino con Sancho III El Mayor (1004-1035), cuyo reinado coincidió con la crisis del califato. Bajo su mandato, el reino de Pamplona logró el mayor apogeo de su historia, llegando a incorporar por matrimonio el Condado de Castilla. A su muerte, repartió su reino, como si de un patrimonio se tratara, entre sus cuatro hijos varones.

  • Condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza

    Se formaron a comienzos del siglo IX en los altos valles del Pirineo central. En un principio, estas tierras estuvieron bajo la tutela directa de los carolingios, que mantuvieron a los jefes hispanos al frente del territorio. El Condado de Aragón se situó al Este del Reino de Pamplona; su centro principal fue Jaca. A mediados del siglo X, se incorporó al reino de Pamplona mediante un enlace dinástico. A la muerte de Sancho III El Mayor, este territorio lo heredó su hijo Ramiro, que lo convirtió en reino.

  • Los Condados Catalanes en el Pirineo Oriental: La Marca Hispánica

    Los territorios del Pirineo oriental eran un conjunto de condados independientes entre sí, bajo la soberanía de los monarcas carolingios. Los Condados Catalanes, igual que Aragón, fueron en sus orígenes la frontera sur del Imperio Carolingio. A este conjunto de condados se le denominó Marca Hispánica (conjunto de territorios carolingios en la Península). El más importante de estos condados fue el de Barcelona, a cuyo frente estuvieron en ocasiones nobles francos, pero también dirigentes indígenas. La figura más destacada del siglo IX es el conde Wilfredo el Velloso (873-898), quien logró unificar en su persona diversos condados, controlar a los nobles y expandir un poco el territorio hacia el Sur, tarea difícil por la cercana presencia musulmana en el Ebro. Convertido en un mito, durante mucho tiempo se le consideró el iniciador de la independencia de Cataluña.

    Los condados catalanes, bajo la hegemonía de Barcelona, se fueron independizando poco a poco del reino franco. La desintegración de la dinastía carolingia sirvió de pretexto al conde de Barcelona Borrell II para lograr la independencia definitiva del reino franco (988).

El proceso de expansión de los reinos cristianos se detuvo hacia mediados del siglo X por dos razones. En primer lugar, la ampliación del territorio cristiano exigía la colonización, poblamiento y fortificación de las nuevas tierras. En segundo lugar, Al-Ándalus recuperó su poder militar en la época de Almanzor, iniciando ataques muy agresivos hacia los reinos cristianos.

1.2. El Nacimiento de León y Castilla: Configuración Territorial

El nacimiento de León y Castilla está vinculado al desarrollo histórico del Reino Asturleonés, ya que las acciones de conquista y repoblación dirigidas por los reyes astures sobre la cuenca del Duero fueron decisivas para la configuración histórico-territorial de nuestra región. Este proceso tuvo lugar a lo largo de los siglos VIII, IX y X, y se desarrolló en varias fases, con momentos decisivos:

a) El Norte del Duero como “Tierra de Nadie” (Mediados del Siglo VIII: 711-757)

Las tierras al Norte del Duero se consideraron “tierra de nadie” entre la zona de dominio musulmán y el reino astur. La escasísima población que habitaba en estos territorios, prácticamente despoblados, escapaba tanto al control de Córdoba como del reino Astur. Alfonso I, a mediados del siglo VIII, aprovechando las luchas entre árabes y bereberes, realizó campañas militares por el valle del Duero, aunque no ocupó el territorio de forma sistemática. Así se inició la expansión del reino astur hacia el Sur.

b) Expansión hacia León y Consolidación de la Primitiva Castilla (Siglo IX, hasta 930)

A lo largo del siglo IX, los reyes astures consolidaron la expansión por el territorio de León, abriendo el camino hacia la conquista del Norte del valle del Duero. Los musulmanes denominaban a estas tierras “al-Quila”, es decir, el territorio de los castillos. La primera mención documental del término Castilla aparece en el año 800 para referirse a una pequeña comarca situada al Norte de la actual provincia de Burgos. Aunque estos territorios de la primitiva Castilla se consideraban parte del reino astur, predominaba en ellos el poder de los jefes locales, como lo demuestra la existencia de condes al servicio de los reyes astures. Alfonso III jugó un papel decisivo ya que extendió enormemente el territorio llevando la frontera hasta la línea del Duero y transformó el pequeño reino astur en el reino de León. Sus sucesores, ya establecidos en León (como capital del reino), tuvieron que hacer frente a los continuos ataques contra los territorios castellanos, protagonizados por el primer califa cordobés Abd-al-Rahman III. Paralelamente, impulsaron un importante fenómeno repoblador gracias al aumento de la población cristiana pero, sobre todo, con la llegada de mozárabes que huían de las persecuciones en Al-Ándalus.

c) El Avance del Reino de León al Sur del Duero y la Consolidación del Condado de Castilla (Siglo X: 930-970)

Al comenzar el siglo X, el reino de León se extendía ya desde el Mar Cantábrico al río Duero y desde Galicia al Alto Ebro. Pero la parte oriental de este reino resultaba difícil de gobernar, expuesta a permanentes ataques musulmanes, y administrada por diversos condes que dependían del rey de León, pero aprovechaban cualquier debilidad de este para intentar independizarse. Uno de ellos, el Conde Fernán González, ostentó el título de Conde de Castilla (en torno a Burgos). Personaje de gran habilidad política, aprovechó la debilidad del rey Ramiro II para fortalecer su propia autoridad (había apoyado al rey en la batalla de Simancas, en la que habían derrotado a Abd-al-Rahman III). Se declaró conde independiente de Castilla y, aunque Ramiro II neutralizó dicha rebelión, quedó patente el aumento del poderío de Castilla y de la existencia de una conciencia de independencia. Su poder se fortaleció tras la muerte de Ramiro II, pero en los últimos años de su condado tuvo que asistir a la imparable ofensiva musulmana, que castigó los territorios castellanos del Alto Duero (Soria, Medinaceli, Gormaz). Almanzor sometería estos territorios, lo que supuso el retroceso del territorio cristiano entre el año 970 y el 1008. La muerte de Almanzor y sus descendientes (los Amiríes) marcó la recuperación cristiana y, concretamente, la del Condado de Castilla. A pesar de todo, su figura representa una auténtica transformación de Castilla, relativamente unificada bajo el poder de un conde casi independiente que adquirió una categoría prácticamente regia. A su muerte, legó el Condado de Castilla a sus descendientes, siendo el último de ellos —Sancho García— asesinado. Su heredera, doña Mayor, fue la esposa del rey Sancho de Navarra, bajo cuya órbita cayó el Condado de Castilla (1029).

d) El Reino de Castilla y el Fin del Reino Leonés (Primer Tercio del Siglo XI, hasta 1031)

Sancho III el Mayor de Navarra, convertido en Conde de Castilla, con el apoyo de algunos nobles leoneses, se lanzó a una ofensiva militar contra el reino de León. Tras su muerte, legó el Condado de Castilla a su segundo hijo, Fernando I, que se proclamó rey de Castilla. Continuó la ofensiva contra el rey leonés Bermudo III (su cuñado) y, al morir este sin descendencia, en 1037 Fernando I se convirtió también en rey de León, uniendo ambos reinos bajo una dinastía de origen navarro. De esta manera, se iniciaba un largo proceso de uniones y separaciones (a su muerte dividió el reino entre sus hijos que lucharon diez años entre sí), que culminaría con la definitiva unión de ambos reinos en 1230, bajo el reinado de Fernando III el Santo.

2. Expansión Territorial, Repoblación y Organización Social

Los reinos cristianos del norte fueron ganando terreno y extendiendo sus fronteras hacia el sur, sobre el territorio de Al-Ándalus, a lo largo de un proceso discontinuo de expansión reconquistadora y repobladora. Aprovecharon la debilidad del contrario para avanzar, dando lugar a etapas de expansión rápida y otras de escasos avances. A este proceso de expansión territorial, fruto de la ocupación militar del territorio de Al-Ándalus por los cristianos, se le conoce como Reconquista, término muy discutible, pero de fuerte arraigo en el imaginario colectivo. La expansión y ocupación del territorio de Al-Ándalus fue acompañada del asentamiento de población cristiana, lo que se conoce como Repoblación. Dependiendo de las características de los nuevos territorios que se ocupaban, hubo diferentes maneras o modalidades de repoblación, dando lugar a formas de propiedad y tipos de organización social diferentes.

2.1. La Reconquista: Etapas y Formas de Ocupación del Territorio

La Reconquista se inicia, para unos en el siglo VIII, para otros a partir del siglo XI y termina en 1492 con la toma de Granada. Durante este largo período de tiempo, cristianos y musulmanes coexistieron y lucharon dentro del territorio peninsular. Pese a los esfuerzos de algunos de los reinos cristianos por presentarse como “sucesores” de los visigodos (Reino Asturleonés), la mayoría de los reinos que ocuparon militarmente territorios de Al-Ándalus nacieron siglos después de la invasión islámica, y no pretendían restaurar la situación anterior al 711 (el reino visigodo), siendo este avance cristiano una verdadera conquista y no una restauración o reconquista. No obstante, la expresión “reconquista” se utiliza ampliamente entre los historiadores, tanto en España como en el extranjero, para hacer referencia al proceso de recuperación, por parte de los reinos cristianos, de los territorios ocupados por los musulmanes en la Península Ibérica tras la invasión del 711.

En este proceso reconquistador se diferencian varias etapas: hasta el primer tercio del siglo XI, los reinos cristianos fueron débiles frente a Al-Ándalus; en la segunda mitad del siglo XI, mediados del siglo XII y primera mitad del siglo XIII, se produjeron grandes avances cristianos; estos avances cristianos fueron escasos en los momentos de las invasiones norteafricanas de almorávides (finales del siglo XI y comienzos del siglo XII) y almohades (segunda mitad del siglo XII).

a) La Inferioridad de los Reinos Cristianos frente a Al-Ándalus (Siglos VIII – Primer Tercio del Siglo XI)

Desde las primeras escaramuzas de importancia (Covadonga, 722) hasta el siglo XI, se abrió un largo período en el que los núcleos cristianos del Norte consolidaron su territorio y avanzaron tímidamente hacia el Sur. Se trató de repoblación de tierras vacías, no de conquista de territorios ocupados por musulmanes. En la primera mitad del siglo XI, los reyes cristianos aprovecharon la debilidad de los reinos de taifas para exigirles impuestos (parias), a cambio de no atacarlos. Con estas grandes sumas de dinero financiaron la mejora de sus ejércitos. Consiguieron consolidar su dominio en los territorios situados entre el sur del Duero y el Sistema Central, denominados Extremaduras, y en una pequeña zona al sur de los Pirineos hasta el sur del valle del Llobregat.

El reino de Navarra tuvo la hegemonía de la España cristiana, en el primer tercio del siglo XI, durante el reinado de Sancho III el Mayor (1004-1035). A su muerte, dividió sus estados entre sus hijos. Fernando I heredó Castilla y se coronó rey (1035). Navarra estuvo unida temporalmente a Aragón (1076-1134). Desde el siglo XII, protegió su independencia de sus vecinos. Aislada geográficamente y marginada del proceso reconquistador, buscó el apoyo de los monarcas franceses.

b) El Avance y Expansión Cristiana sobre Al-Ándalus (A partir de Mediados del Siglo XI)

La fragmentación del Califato en pequeños reinos de taifas enfrentados entre sí favoreció el rápido avance cristiano. El cobro de parias y el aumento demográfico permitieron mejorar las técnicas militares, reforzar el ejército cristiano con nuevos soldados y poblar los territorios que se ocupaban. El espíritu de cruzada que se extendió por Europa, estimulado por una Iglesia combativa y poderosa, convirtió la lucha de los reinos cristianos peninsulares contra Al-Ándalus en una nueva cruzada. Los protagonistas de esta expansión fueron las Coronas de Castilla y Aragón, mientras que el reino de Navarra quedó pronto relegado del proceso al no tener apenas frontera con Al-Ándalus:

Expansión Territorial sobre los Valles del Tajo y Ebro (Segunda Mitad del Siglo XI – Primera Mitad del Siglo XII)
  • Castilla y León

    Los reinos de Castilla y León, unidos desde el punto de vista político, rebasaron el Sistema Central y ocuparon la cuenca del Tajo. Fue fundamental el papel de Alfonso VI (1072-1109); hijo de Fernando I que heredó León de su padre y, tras luchar con su hermano Sancho —rey de Castilla—, le arrebató el trono. Reconquistó Toledo en 1085, lo que significó la incorporación a su reino del territorio situado entre el Sistema Central y el río Tajo. Toledo, antigua capital visigoda, contaba con importante población judía, mozárabe y musulmana. Se anexionó La Rioja y los territorios vascos. Por esas mismas fechas, el noble castellano Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador, tras ser desterrado por Alfonso VI y prestar sus servicios militares a diversas taifas, terminó por conquistar la ciudad de Valencia, donde residió hasta su muerte (1099). Su esposa cedió estas conquistas a Alfonso VI, que las abandonó por no poder defenderlas.

    Tras la conquista de Toledo, se abría el paso hacia los valles del Guadiana y Guadalquivir. Las taifas se alarmaron y buscaron la ayuda de los almorávides para detener el avance cristiano. Los almorávides lograron momentáneamente reunificar Al-Ándalus bajo su autoridad, derrotaron en varias ocasiones a los ejércitos castellano-leoneses, pero no consiguieron recuperar Toledo.

    Alfonso VII (1126-1157), nieto de Alfonso VI, tras un tiempo de disputas internas, consiguió hacerse con el poder en Castilla y León. Al desaparecer el poder almorávide, la frontera cristiana avanzó hasta Sierra Morena y Almería, pero el Condado de Portugal, en su frontera occidental, se separó de la Corona de Castilla y se convirtió en reino independiente bajo el poder de Alfonso I de Portugal (1139), otro nieto de Alfonso VI.

  • El Avance de Aragón

    A partir de 1076, Aragón se anexionó el Norte del reino de Navarra. Jaca fue su capital, lugar estratégico por el que entraba el Camino de Santiago desde Francia, punto de intercambio comercial y cultural con Europa. A principios del siglo XII, ocupó el valle alto y medio del Ebro y avanzó hacia el Sur. El rey de Aragón, Alfonso I el Batallador, conquistó Zaragoza (1118), Tudela (1119), Calatayud y Daroca (1121). Sus recursos militares eran modestos, en comparación con el Reino de Castilla y León, pero su expansión se vio favorecida por varios factores: recibieron ayuda militar de sus aliados en la Europa cristiana (el Papa, la nobleza del Sur de Francia); aprovecharon las luchas entre Castilla y León y los almorávides para avanzar en la conquista del valle del Ebro; y se aliaron con Cataluña. Al morir Alfonso I de Aragón sin herederos, la unión de Aragón y Navarra se rompió. El reino de Aragón pasó al hermano del rey, Ramiro II, que se vio obligado a abandonar la vida religiosa y casarse. En 1137, cuando su hija tenía un año, la prometió en matrimonio con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, de más de 20 años. Este se hizo cargo del nuevo Reino/Corona de Aragón con el título de “príncipe”, que incluyó Aragón y el Condado de Barcelona, unidos a lo largo de la Edad Media, como contrapeso a la expansión castellana. Se trató de una unión dinástica, donde cada territorio conservó sus leyes, tradiciones y costumbres. Ramiro II regresó a la vida religiosa.

Avance Lento (Segunda Mitad del Siglo XII – Principios del Siglo XIII, hasta 1212)

El avance de los reinos cristianos fue lento debido al enorme poderío militar de los almohades. A la muerte de Alfonso VII, Castilla y León se separaron en dos reinos independientes. Aragón se centró más en ampliar sus territorios en el Sur de Francia (haciendo valer sus derechos) que en la Reconquista. Portugal se fue consolidando como reino, pasando a un segundo plano la conquista de territorios. Uno de los hechos más significativos de este período fueron los pactos de reparto (Tratados de Tudillén, 1151, y Cazorla, 1179) en los que Castilla y Aragón delimitaron las zonas de expansión de ambos reinos. Se ocuparon los valles del Guadiana, alto Júcar y Turia.

Rápido Avance hacia el Valle del Guadalquivir y Mediterráneo (Siglo XIII)

En 1212, los reinos cristianos, dirigidos por el rey Alfonso VIII de Castilla, asustados ante el avance territorial y la potencia militar de los almohades, se unieron a instancias del Papa y los derrotaron en la batalla de Las Navas de Tolosa, iniciándose un avance espectacular de Castilla, Aragón y Portugal a lo largo del siglo XIII. Se ocuparon el valle del Guadalquivir y Murcia:

  • Castilla y León se unieron definitivamente bajo una misma corona con Fernando III el Santo (1230). Su expansión fue muy rápida, ocupando los últimos reinos de taifas en el valle del Guadalquivir, Sevilla, Cádiz y Murcia. El suceso de mayor calado fue la toma de Sevilla (1248), que exigió un duro cerco, tanto por tierra como por vía fluvial.

  • Jaime I el Conquistador ocupó las islas Baleares (1230) y Valencia (1245). Este avance convirtió a la Corona de Aragón en una potencia marítima, con gran influencia en el Mediterráneo.

  • Portugal llegó hasta el Algarve, ocupando Faro en 1249.

A finales del siglo XIII, Al-Ándalus había quedado reducido a un pequeño territorio: el reino nazarí de Granada, que subsistió hasta 1492, en que fue conquistado por los Reyes Católicos e incorporado a la Corona de Castilla.

2.2. Modelos de Repoblación y Estructura Social

La repoblación fue un proceso paralelo a la Reconquista, consistente en ocupar, repartir y explotar con población cristiana los territorios vacíos o reconquistados a los musulmanes. La repoblación consolidó la expansión cristiana y las diferentes maneras de repoblar son el origen de la estructura de la propiedad y el poblamiento rural vigente hasta nuestros días.

a) Repoblación de las Llanuras al Norte del Duero y al Pie de los Pirineos (Siglos VIII-XI)

La sociedad de los primeros reinos cristianos era una sociedad rural atrasada, que vivía mayoritariamente en pequeñas aldeas, dedicada al pastoreo, poco romanizada, con escaso contacto con el resto de la Europa cristiana y muy dependiente de Al-Ándalus. La llegada de inmigrantes mozárabes y la repoblación de las llanuras sirvieron de elementos dinamizadores de esta sociedad rural montañesa. El aumento de población impulsó la ocupación de tierras fuera de las montañas sobre territorios vacíos de población musulmana.

Durante siglo y medio, la cuenca del Duero permaneció despoblada como un territorio de frontera expuesto a las continuas incursiones de cristianos y musulmanes en busca de botín de guerra. Mediado el siglo IX, la presión musulmana disminuyó y muchos campesinos cristianos optaron por establecerse en estas tierras vacías. El rey astur reconoció la plena propiedad de las mismas a los campesinos que quisieran cultivarlas, lo que le permitió reforzar su autoridad. La repoblación se realizó de forma espontánea de dos maneras:

  • Pequeños campesinos procedentes del Norte del reino astur (zona cantábrica) ocuparon de forma individual la tierra, se la apropiaron y repartieron en pequeñas propiedades que recibieron el nombre de presuras. Así se fueron formando comunidades de hombres libres, propietarios de su tierra, que se organizaron en aldeas. De ahí deriva el minifundismo actual del Norte de España.
  • También llegaron mozárabes que huían de las persecuciones de Al-Ándalus. Muchos fundaron pequeños monasterios que empezaron a acaparar tierras procedentes de donaciones o mediante la encomienda de campesinos.

En el siglo X, cuando la frontera se asentó firmemente en el río Duero, la situación cambió: los grandes nobles del reino y los grandes monasterios comenzaron a apropiarse de las tierras repobladas (crearon grandes presuras) y sometieron a los campesinos. Esta actitud depredadora se vio favorecida por la debilidad política de los reyes leoneses que no fueron capaces de someter a la nobleza.

En los territorios pirenaicos, el modelo repoblador fue similar a la presura. Aquí los protagonistas fueron comunidades campesinas de la montaña que se fueron extendiendo hacia el sur y tomaron posesión de la tierra vacía, que aquí se denominó aprisio, posteriormente ratificada por los condes francos en Cataluña o por las dinastías gobernantes en Aragón y Navarra. Igualmente, la aprisio dio lugar a pequeñas comunidades campesinas. Pero a partir del siglo X, los condes catalanes y los reyes navarros entregaron tierras y castillos a la nobleza militar a cambio de la defensa de las fronteras y se fundaron grandes monasterios. Lentamente, los poderosos nobles y monasterios sometieron a servidumbre a los pequeños campesinos de las zonas repobladas: primero les obligaron a pagar rentas y a encomendarse y, finalmente, a entregarles la propiedad de la tierra. Los monarcas aceptaron la nueva situación, demostrando su debilidad política frente a los grandes linajes nobiliarios.

b) Modelos de Repoblación y Colonización al Sur del Duero y del Ebro (Siglos XI-XIII)

Durante este período se produjo un importante crecimiento demográfico, económico y territorial, hasta tal punto que los reinos cristianos (Aragón y Castilla) triplicaron su extensión. Las nuevas tierras reconquistadas eran muy diferentes a las repobladas en el siglo IX, ya que contaban con numerosa población musulmana y judía, eran muy ricas y había grandes ciudades. Por eso, la repoblación no fue espontánea, como en las tierras del Norte, sino dirigida por los monarcas, que emplearon diferentes modalidades e instrumentos repobladores de acuerdo con las circunstancias de cada territorio:

  • Los privilegios y fueros sirvieron para atraer pobladores hacia zonas peligrosas de frontera, como las cartas pueblas (contratos colectivos que establecían las condiciones para el cultivo de las nuevas tierras), los fueros locales (determinan los derechos de una ciudad o villa), o las cartas de franquicia (concesión de ciertos privilegios, libertades y exenciones).
  • Las capitulaciones fueron acuerdos o pactos locales con las poblaciones sometidas, sobre todo en las ciudades y zonas más pobladas del Valle del Tajo, valle del Ebro y Valencia.
  • En los repartimientos se entregaron lotes de bienes y tierras de las zonas conquistadas a quienes participaron en la conquista.
Repoblación Concejil o de Grandes Concejos (Siglos XI y Primera Mitad del XII)

En las zonas fronterizas poco pobladas al sur del Duero hasta el Tajo (Castilla-León-Portugal), y valle del Ebro (Aragón-Cataluña), en lucha contra los almorávides, los nuevos núcleos de población, que se constituyeron como concejos o municipios, recibieron del monarca fueros y privilegios que sirvieron para atraer nuevos colonos.

Se trata de la repoblación concejil o de grandes concejos al sur del Duero en la zona semidesértica comprendida entre el río y la Cordillera Central. Una zona insegura ya que, a pesar de la debilidad de los reinos de taifas, el riesgo de las aceifas (escaramuzas) musulmanas estaba presente. Se buscó impulsar la concentración de población en ciudades bien defendidas a las que la Corona entregó un territorio muy extenso, denominado alfoz, y unos privilegios y libertades muy amplios, encomendándoles su explotación y defensa. Cada concejo estaba compuesto por un núcleo urbano fortificado y bien defendido (la villa) y un alfoz dentro del cual había una serie de aldeas campesinas (puebla) que trabajaban la tierra, de ahí su denominación de “comunidades de villa y tierra”.

La sociedad a la que dio lugar esta modalidad repobladora la componen:

  • Los caballeros villanos, encargados de la defensa y lucha contra los musulmanes, adquirieron riquezas (botín de guerra) que les permitieron acaparar los cargos municipales, convirtiéndose en una aristocracia urbana que dominaba la vida de estas ciudades.
  • Los artesanos y campesinos, muchos de los cuales se encontraban diseminados por las aldeas del alfoz, eran los únicos que pagaban impuestos y formaban el ejército cuando había que enfrentarse a los musulmanes.

A partir del siglo XII, cuando los cristianos ocuparon el valle del Tajo y del Ebro, en los territorios con importante población musulmana, las capitulaciones tras las conquistas obligaron a la población musulmana a trasladarse del interior de las ciudades y villas a barrios extramuros, o al campo, pudiendo conservar sus tierras. Las casas de estas poblaciones, así como las propiedades de los huidos a zonas musulmanas, se repartieron entre participantes en la conquista o colonos cristianos venidos del norte. Esta modalidad se generalizó en el siglo XIII.

Repoblación y Defensa de Territorios de Frontera en Manos de las Órdenes Militares

En la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII, los monarcas, en lucha contra los almohades, encomendaron a las Órdenes Militares la defensa y ocupación de las tierras fronterizas, poco o escasamente pobladas del alto Guadiana, Sierra Morena, Alto Turia y Júcar (territorios que se corresponden con las actuales regiones de Extremadura y La Mancha). Las órdenes militares son grupos de monjes-soldados que se comprometen a luchar contra los enemigos de la religión cristiana, viven en comunidad y dependen del Papa. Las más importantes en los reinos peninsulares fueron las de Alcántara, Santiago, Calatrava y Montesa.

Las órdenes militares se encargaron de la defensa y ocupación del territorio a cambio de grandes latifundios concedidos por el rey. La población que se asentó en estas tierras fue reducida y se concentró en torno a los castillos en los que se instalaron las Órdenes Militares. Los cruzados protegían a estos pobladores a cambio de trabajar sus tierras (“encomiendas”) en régimen feudal. El resultado es un poblamiento muy concentrado en poblaciones rurales poco numerosas pero de gran tamaño y muy alejadas entre sí, que aún hoy domina en la región. Estas grandes propiedades adquirieron pronto una orientación ganadera, y a partir del siglo XIII se convirtieron en espacios para el pasto de grandes rebaños trashumantes de ovejas merinas, productoras de lana.

Repartimientos en el Valle del Guadalquivir, Murcia y Valencia (Siglo XIII)

Tras la victoria de Las Navas de Tolosa (1212) sobre los Almohades, se llevó a cabo la ocupación del Valle del Guadalquivir, Murcia, Reino de Valencia y Baleares. Son las regiones más ricas y densamente pobladas de Al-Ándalus. En las ciudades que se resistieron a la conquista, se expulsó a la población islámica, que emigró al reino nazarí o a África. En las que no opusieron resistencia, los musulmanes se trasladaron a los arrabales y a las zonas rurales, adjudicando la mayor parte de sus viviendas y tierras a los conquistadores, mediante el repartimiento.

Tras la conquista de cada ciudad musulmana, se hicieron inventarios de los bienes (casas, tierras, objetos valiosos) de la población musulmana huida o expulsada y se repartieron en lotes. El rey distribuyó estos lotes entre la población cristiana, de acuerdo con su nivel social y grado de participación en la conquista. Estos lotes fueron de varios tipos:

  • Los donadíos: lotes grandes, que se adjudicaron a la aristocracia más poderosa y grandes obispados (recibieron grandes extensiones las sedes de Toledo y de Sevilla).
  • Los heredamientos: lotes de menor tamaño que se entregaron a la nobleza de segundo orden, a los caballeros de las ciudades y de la corte.
  • Las parcelas: lotes pequeños para campesinos participantes en la lucha.

En la zona próxima al Reino Nazarí y en Murcia, fueron las Órdenes Militares quienes recibieron la mayor parte de las tierras ya que el impulso repoblador se agotó. Para atraer población cristiana hacia estas grandes ciudades y poblaciones del sur se les otorgaron Cartas Pueblas, aunque fueron pocos los que acudieron al ser territorios alejados y no existir suficiente población sobrante en el norte. Los campesinos que recibieron algunas parcelas pronto las vendieron a los poderosos. La tierra se concentró en manos de grandes nobles y de la Iglesia.

En el Valle del Guadalquivir, las duras condiciones en la que debía trabajar la población campesina mudéjar provocaron su emigración hacia Granada, produciéndose el abandono de las fértiles huertas y la agricultura de regadío de alta rentabilidad, que serían dedicadas a la ganadería. En Valencia y Alicante, se dividieron las tierras y se repartieron lotes entre los conquistadores, pero se mantuvo en la tierra a los campesinos musulmanes, los moriscos, que mantuvieron una rentable horticultura.

2.3. Transformaciones Económicas y Sociales: El Honrado Concejo de la Mesta

El proceso de repoblación y colonización se acompañó de una serie de transformaciones económicas y sociales de enorme importancia en los reinos cristianos de la península. Crecimiento demográfico, desarrollo económico y dinamismo social son notas características de los reinos cristianos peninsulares entre los siglos XI al XIII. Los distintos modelos de repoblación que se aplicaron determinaron la estructura de la propiedad y las condiciones de vida del campesinado que han permanecido durante siglos. En términos generales, se caracterizó por:

a) Aumento del Poder y la Propiedad de la Tierra en Manos de la Nobleza y la Iglesia

La nobleza impulsó la expansión territorial; la guerra fue una fuente de recursos (botín, tierras, castillos, recompensas reales). Suministraron tropas, protegieron las fortalezas, repoblaron con campesinos las tierras conquistadas y, a cambio, obtuvieron ganancias y privilegios por parte del rey. Se crearon poderosos linajes nobiliarios que compitieron en poder con los reyes. Por debajo había nobles más modestos como los infanzones e hidalgos, y en el escalón más bajo los caballeros villanos. Aumentó el poder, la influencia y las propiedades agrícolas de la Iglesia, especialmente del alto clero (obispos y abades).

b) Disminución de las Propiedades y las Libertades de los Campesinos

Existió un grupo minoritario de labradores propietarios, especialmente en las tierras de realengo (señoríos reales), pero la mayoría de los campesinos, aunque en teoría libres, carecían de tierras propias o animales de labor y dependían de los señores laicos y eclesiásticos. Por lo general, cultivaban los campos del señor y pagaban rentas (en forma de dinero, en especie, realizando trabajos para el señor) por el uso de la tierra y de los bienes señoriales (molinos, hornos y lagares). La mayoría de los campesinos dependían de la jurisdicción señorial. En algunos casos, había campesinos que no eran libres de abandonar la tierra, como los “payeses de remensa” en Cataluña. Existían jornaleros que labraban las tierras del señor a cambio de parte de lo cosechado como pago.

c) Desarrollo de la Ganadería Trashumante: La Mesta

Aumentaron las tierras de cultivo y se generalizó el uso de nuevas técnicas agrícolas (el arado, los molinos de agua y de tracción animal). Se redujo la tierra dedicada a pastos y, a partir del siglo XII, los grandes rebaños de los señores laicos y eclesiásticos trashumaron, a través de rutas regulares (cañadas) en busca de pastos, especialmente en Castilla y León. Estos grandes propietarios de ganado se unieron en agrupaciones llamadas mestas, que posteriormente formaron el Honrado Concejo de la Mesta:

Origen y Causas del Desarrollo de la Ganadería Lanar
  • Origen: A medida que la frontera avanzaba hacia el Sur, la importancia de la ganadería lanar aumentó. En el siglo XIII, al conquistarse definitivamente La Mancha y Extremadura, la ganadería adquirió un gran desarrollo debido a la gran calidad de la lana merina (la oveja merina era originaria del Norte de África pero se aclimató muy bien en la Península).
  • Causas: La situación militar hizo difícil el asentamiento de campesinos en zonas fronterizas, por lo que la economía se orientó hacia la ganadería, que por su movilidad era más fácilmente salvable en caso de ataque y requería una mano de obra reducida. Finalizadas las conquistas, y con ellas el botín, los reinos cristianos occidentales carecían de dinero para pagar los artículos de lujo importados. La nobleza, consumidora de dichos productos y propietaria de grandes rebaños de ganado, vio en la exportación de la lana una manera de conseguir beneficios. Por otro lado, la monarquía se beneficiaba ya que percibía cada vez más ingresos por los derechos de los artículos importados y exportados, y también los marinos-mercaderes del Cantábrico que obtenían beneficios del transporte de la lana.
Surgimiento y Misión de la Mesta

A pesar de las continuas peticiones de los concejos para que se prohibiera la exportación de la lana (entre otros motivos por los daños causados a la agricultura por el ganado), los propietarios de ganado —grandes monasterios, las Iglesias poderosas, las Órdenes Militares y caballeros ganaderos— continuaron su engrandecimiento, comprando pastos y derechos de pasto fuera de sus núcleos de origen, lo que causaba múltiples conflictos incluso entre los mismos ganaderos. Para regular esta situación se creó una poderosa asociación de ganaderos, conocida con el nombre de El Honrado Concejo de la Mesta, sancionada legalmente en el año 1273 por el rey castellano Alfonso X, que reconoció y dio carácter legal a una organización ya existente.

Su principal misión fue la organización de las cañadas o caminos que discurrían entre las zonas cultivadas, por los que debía transitar el ganado ovino desde los pastos de invierno a los de verano. Este traslado estacional del ganado se denomina trashumancia. Pronto los intereses de los ganaderos chocaron con los campesinos al invadir las ovejas sus cultivos, pero los reyes protegieron los intereses de los ganaderos puesto que ellos mismos tenían grandes rebaños y, además, cobraban un elevado impuesto por el paso de estos rebaños y la producción de lana. Las cañadas más importantes fueron:

  • La cañada leonesa: Partía del sur de León, atravesaba los términos de Zamora, Salamanca y Béjar, desde donde se dirigía a las zonas de pastos de Plasencia, Cáceres, Mérida y Badajoz, llegando en algunos casos hasta Andalucía. Discurría por la tradicional Ruta de la Plata.
  • La cañada segoviana: Partía de Logroño, pasaba por Burgos, Palencia, Segovia y Ávila, para unirse en Béjar a la leonesa; otro ramal llegaba hasta Talavera, Guadalupe y Almadén. Unía los pastos de la Meseta Norte (actual Castilla y León) con los de la Meseta Sur (actual Castilla-La Mancha).
  • La cañada manchega: Desde Cuenca llegaba hasta las llanuras murcianas.

d) Crecimiento Urbano y Comercial

Se produjo un modesto crecimiento de las ciudades, al incorporarse las antiguas ciudades musulmanas a los reinos cristianos y al desarrollo de Burgos (núcleo de comerciantes y artesanos) a lo largo del Camino de Santiago. Una mayor actividad comercial fue favorecida por este desarrollo urbano y el cobro de parias que permitieron la llegada de oro y plata y extendieron la moneda como medio de pago en las débiles economías del norte. El comercio marítimo estuvo en manos de extranjeros.

3. La Convivencia de las Tres Culturas Peninsulares

La originalidad de la cultura medieval española reside en su gran variedad y riqueza cultural por un lado, y en su papel de transmisor cultural por otro, resultado de la peculiar historia peninsular.

Durante los siglos VIII al X, la cultura peninsular estuvo polarizada: cristianos en el norte, musulmanes en el centro, este y sur. En los núcleos de resistencia cristianos se mantuvieron mínimamente los residuos culturales visigodos, pronto asimilados por la cultura feudal. En Al-Ándalus se desarrolló una cultura de carácter islámico. Pero al lado de estos dos polos culturales hay que hablar de la cultura mozárabe (la de los cristianos que vivían en tierras musulmanas) que conservaron rasgos culturales visigodos visibles en sus construcciones, pero la mentalidad islámica en medio de la que vivían los condicionó fuertemente.

A partir del siglo XI, los musulmanes que vivían en las tierras ahora conquistadas por los cristianos (mudéjares), trataron de mantener, al igual que sus antepasados, sus técnicas artísticas tradicionales (en sus construcciones, trabajos del cuero, de los metales, cerámica, tejidos, escritura, etc.). Los judíos, por último, celosos guardianes de su tradición, conservada con mucho cuidado, que representaba su identidad como pueblo minoritario y disperso por el mundo, mantuvieron su personalidad cultural. No obstante, la convivencia no estuvo exenta de conflictos. Los cristianos expulsaron a los musulmanes de las ciudades cristianas y prohibieron su culto, presionándoles para que se convirtieran (muchos optaron por emigrar a África). La situación de los judíos no fue mejor, ya que quedaron relegados a las juderías y a partir del siglo XIII sufrieron ataques populares azuzados por los sectores más intransigentes de la Iglesia.

3.1. La Cultura de los Reinos Cristianos

La cultura cristiana fue esencialmente eclesiástica y monástica. Los reinos cristianos experimentaron un despertar cultural, fruto de la confluencia de varios factores:

a) Apertura a Europa Occidental

Jugó un importante papel el Camino de Santiago, vía de intercambio por la que penetraron estilos artísticos como el Románico (siglo XI) y órdenes religiosas reformadoras como la cluniacense y la cisterciense, apoyadas por los monarcas que financiaron la construcción de monasterios y ampliaron los dominios territoriales dependientes de ellos. De esta manera, la España cristiana se incorporó a las corrientes culturales de Europa Occidental. El Papado inició un proceso de unificación del culto, con el latín como vehículo de comunicación, lo que permitió a los clérigos conocer la cultura clásica. En los scriptoria de los monasterios se copiaron a mano obras antiguas que se difundieron por los monasterios europeos.

b) Contacto e Influencia de Al-Ándalus

El contacto con Al-Ándalus ejerció una notable influencia en la cultura cristiana. La colaboración de los cristianos con las minorías mudéjares y judías proporcionó originalidad a la cultura de los clérigos peninsulares; muchos guardaron manuscritos árabes traídos hacia los reinos cristianos por mozárabes emigrados. Numerosos textos árabes, que recogían el saber de la Antigüedad (Euclides, Ptolomeo, Galeno, Aristóteles), así como las aportaciones de musulmanes y judíos (Averroes, Avicena, Maimónides), se difundieron a través del Camino de Santiago al resto de Europa Occidental. El núcleo más importante de difusión fue Toledo. A mediados del siglo XII se estableció la Escuela de Traductores de Toledo, que llegó a su apogeo bajo el reinado de Alfonso X el Sabio (segunda mitad del siglo XIII), mecenas de las artes y de las letras. En ella colaboraron estudiosos cristianos, mozárabes, musulmanes y judíos de la Península Ibérica y del exterior. La técnica consistía en traducir textos árabes al castellano antiguo y verterlos luego al latín. En la época de Alfonso X, muchos textos se tradujeron directamente al castellano, favoreciendo la difusión de esta lengua y el establecimiento de las primeras reglas ortográficas.

c) Transformación de las Lenguas Vulgares

Otro aspecto destacado desde el punto de vista cultural fue la transformación de las lenguas vulgares en lenguas cultas. Las lenguas vulgares eran aquellas que se hablaban pero no se escribían; derivaban del latín pero ya eran diferentes entre sí desde el siglo IX. Progresivamente se transformaron en lenguas escritas, gracias al impulso de los núcleos urbanos, cada vez más fuertes, y de la propia monarquía. Sin embargo, hasta el siglo XIII no aparecería una literatura propia en lengua romance o vulgar.

d) El Triunfo del Románico

Las manifestaciones artísticas de los reinos cristianos entre los siglos VIII al X prolongaron las tradiciones visigóticas y romanas. El arte prerrománico asturiano (Santa María del Naranco) tomó elementos de la arquitectura romana y el arte mozárabe, difundido por los inmigrantes arabizados que procedían de Al-Ándalus, combinó lo bizantino y andalusí con la herencia visigoda (San Miguel de la Escalada en León). Pero en el siglo XI, un nuevo estilo procedente de Europa se difundió a través del Camino de Santiago: es el arte románico que puso en relación a la península con el resto de Europa. Se construyeron monasterios, pequeñas iglesias de planta de cruz latina, con gruesos muros y bóvedas de cañón. La decoración de relieves y pinturas en las portadas de las edificaciones y en los capiteles de las columnas sirvió para transmitir mensajes y conceptos simples a una sociedad analfabeta. El ejemplo más destacado del arte románico es la catedral de Santiago de Compostela.

3.2. La Cultura de Al-Ándalus

A pesar del retroceso político musulmán a lo largo de los siglos XI al XIII, Al-Ándalus experimentó un gran desarrollo cultural, en los campos no solo literarios, sino también científicos y filosóficos, una vez asimilada la herencia de la cultura grecolatina. Desde el punto de vista filosófico, destacó Averroes, conocedor directo de Aristóteles, que aspiró a explicar la revelación por medio del razonamiento. Su influencia sobre el pensamiento filosófico de la cristiandad medieval fue enorme, ya que sus obras fueron traducidas al latín y su pensamiento incorporado por las figuras más destacadas de la Escolástica (Tomás de Aquino). Desde el punto de vista científico, se perfeccionó el astrolabio y se hicieron importantes avances en astronomía. Los hispanomusulmanes también sobresalieron en el campo literario, tanto en la prosa como, sobre todo, en la poesía.

3.3. La Cultura Hispanohebrea

Influida fuertemente por la musulmana, la cultura hispanohebrea alcanzó su madurez en los reinos de taifas. En el campo científico, realizaron una labor de difusores de la ciencia musulmana, fundamentalmente de la astronomía y de la matemática árabe. Tras el avance cristiano, muchos poetas y científicos hebreos fijaron su residencia en la España cristiana, destacando la figura de Maimónides, que cultivó numerosos campos de la ciencia (la medicina, astronomía, botánica, etc.), aunque su influencia más relevante tuvo lugar en el campo filosófico-teológico.