La Restauración Borbónica en España: Sistema Político y Crisis del 98
El Manifiesto de Sandhurst y el Inicio de la Restauración
Cánovas del Castillo impulsó la Restauración borbónica con Alfonso XII, hijo de Isabel II, como rey. Fue el principal inspirador del Manifiesto de Sandhurst, en el que Alfonso prometía un gobierno constitucional desde el exilio en Inglaterra. El sistema político de la Restauración se basó en la alternancia en el poder (turnismo) entre los partidos Conservador y Liberal, lo que estabilizó el país y puso fin a los pronunciamientos militares.
Este periodo se extendió desde el pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 y la proclamación de Alfonso XII, hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Tras la muerte de Alfonso XII (1875-1885), su viuda María Cristina fue regente hasta que Alfonso XIII asumió el trono en 1902.
La Constitución de 1876
La Constitución de 1876, de carácter moderado e inspirada en las de 1845 y 1869, fue diseñada para ser adaptable a cualquier partido en el poder, evitando su cambio constante, lo que la hizo ambigua. Buscaba combinar valores tradicionales, como la familia, la religión y la propiedad, con algunos principios democráticos de 1868, reflejando la ideología de Cánovas. Su principal logro fue proporcionar estabilidad, que había faltado en España desde 1808.
Aspectos Clave de la Constitución de 1876
- La soberanía residía en el Rey y las Cortes (soberanía compartida o liberalismo doctrinario).
- En cuanto al poder ejecutivo, el Rey estaba apartado de decisiones políticas, pero tenía prerrogativas como el derecho al veto, potestad legislativa compartida con las Cortes y el nombramiento de ministros.
- El Estado era confesional, con el catolicismo como religión oficial, pero respetando otras religiones que no podían hacer manifestaciones públicas, manteniéndose el presupuesto para culto y clero.
- El poder legislativo residía en las Cortes con el Rey y era bicameral (Senado y Congreso de los Diputados).
- La declaración de derechos era similar a la de 1869, amplia pero sujeta a leyes ordinarias que restringían ciertos derechos como los de imprenta, expresión, asociación y reunión.
- El derecho de sufragio no especificaba el sistema de votación; en 1878 se retomó el sufragio censitario, pero en 1890, un gobierno liberal aprobó una ley de sufragio universal.
Características del Sistema Canovista
El sistema de la Restauración o canovista se basaba en varios principios clave:
Principios Fundamentales del Sistema Canovista
- El Papel del Rey: Para Cánovas, era una institución permanente que no debía ser discutida. El monarca debía ejercer como árbitro en la vida política y garantizar la alternancia en el poder entre los partidos políticos, evitando que un solo grupo monopolizara el poder y provocara pronunciamientos y revoluciones, como sucedió durante el reinado de Isabel II. De esta forma, el monarca debía ser el árbitro de la alternancia de los partidos en el gobierno.
- Las Cortes: Eran una institución permanente y la columna vertebral de la nación, en la que el Rey y las Cortes compartían el poder. Frente al principio de soberanía nacional, Cánovas defendía el principio monárquico y los acuerdos entre el Rey y las Cortes.
- El Bipartidismo: Estaba compuesto por dos grandes partidos que se repartían el poder: el Partido Conservador y el Partido Liberal. Aunque coincidían ideológicamente en lo fundamental, asumían papeles complementarios y ambos eran partidos de minorías, de notables, con periódicos y centros distribuidos por todo el país.
- El Turno Pacífico: Decidido por Cánovas y Sagasta, consistía en la alternancia en el gobierno entre conservadores y liberales. El Rey encargaba al jefe del partido mayoritario que formara gobierno, y cuando sufría el desgaste del poder, dimitía, permitiendo que el otro partido tomara el relevo. El Rey también podía disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones. Los resultados de estas elecciones se aseguraban mediante el fraude y mecanismos caciquiles, lo que las hacía siempre favorables al gobierno. Fue durante la Regencia de María Cristina con el Pacto del Pardo cuando se consolidó este sistema.
- El Ejército: Debía ser alejado de la vida política, estableciendo la supremacía del poder civil sobre el militar, pero se otorgaba autonomía al estamento militar en sus asuntos internos, además de potenciar la figura del Rey como símbolo y cabeza visible del ejército. Sin embargo, el proceso de despolitización del ejército fue más aparente que real, ya que la autonomía del poder militar acabó sirviendo como instrumento de presión sobre la vida civil.
- El Sistema Electoral y el Caciquismo: Se basaba en la abstención de gran parte del electorado y en el fraude organizado, con el poder político en manos de los altos cargos de Madrid, los gobernadores civiles en las provincias y los caciques en los pueblos y pequeñas ciudades. Cada uno controlaba el proceso electoral en su ámbito mediante favores, lo que daba lugar al clientelismo como base del sistema. La red de caciques controlaba el proceso electoral, con el Ministro de la Gobernación y los caciques encargándose de elaborar listas de candidatos. Los caciques, individuos o familias con poder económico o influencias políticas, controlaban zonas electorales, especialmente en áreas rurales. El fraude electoral consistía en prácticas como la compra de votos, votar a los muertos, no dejar votar a los vivos, falsificar actas y coacción sobre el electorado, resultando en la adulteración sistemática de los resultados electorales. Debido a la manipulación, muchos partidos y ciudadanos se abstuvieron de votar, con solo un 20% de participación electoral durante la Restauración.
- La Oligarquía: Compuesta por ministros, gobernadores, senadores y diputados, dirigía la vida política del país, caracterizado por un alto nivel de atraso y analfabetismo y gran apatía política.
La Crisis de Fin de Siglo (1898)
La existencia de un movimiento independentista en Cuba y Filipinas, sumado a la intervención de Estados Unidos, provocó el desastre del 98 y la pérdida del imperio colonial español. A esto se añaden los problemas sociales derivados de la industrialización, el auge del movimiento obrero y los regionalismos en Cataluña y el País Vasco, que se transformaron en nacionalismos. Todos estos factores desataron la crisis.
El Conflicto Cubano y la Intervención de EE.UU.
El conflicto cubano comenzó en febrero de 1895 con un pronunciamiento en Santiago de Cuba encabezado por José Martí. En septiembre, se reunió una Asamblea Constituyente que votó una Constitución democrática y nombró presidente a Salvador Cisneros. España respondió enviando a Arsenio Martínez Campos como negociador, pero fracasó, siendo reemplazado por Valeriano Weyler, quien envió tropas que reprimieron duramente la insurrección, aumentando la resistencia cubana. La guerra no favoreció a España debido al desconocimiento del terreno, las enfermedades y la falta de provisiones.
A esto se sumó la intervención de Estados Unidos, que, con la ayuda de la prensa, generó una opinión pública favorable a la independencia cubana, mientras que sus intenciones eran imperialistas. Tras el asesinato de Cánovas en 1897, Sagasta destituyó a Weyler y lo reemplazó por Ramón Blanco, quien ofreció autonomía a Cuba, pero los dirigentes cubanos deseaban la independencia. El presidente estadounidense William McKinley ofreció 300 millones de dólares para comprar la isla, pero España se negó, lo que llevó a Estados Unidos a suministrar armas a los cubanos.
En febrero de 1898, la explosión del acorazado Maine en La Habana fue usada como pretexto para que Estados Unidos interviniera directamente, dando un ultimátum a España para que abandonara Cuba. La prensa española menospreció a Estados Unidos.
La Derrota del 98 y el Regeneracionismo
El 3 de julio de 1898, la flota española al mando de Pascual Cervera fue destruida por la flota americana dirigida por William T. Sampson frente a Santiago de Cuba, debido a la superioridad de los modernos buques de guerra estadounidenses. En mayo, en Filipinas, la flota española comandada por Patricio Montojo también fue derrotada por la flota estadounidense al mando de George Dewey.
La derrota del 98 no cambió el gobierno ni amenazó la monarquía, pero dio lugar al “regeneracionismo”, impulsado por intelectuales como Joaquín Costa y políticos como Francisco Silvela, que buscaban la dignificación de la política, la modernización social y la superación del atraso cultural, criticando el deficiente sistema educativo español y el funcionamiento del sistema de la Restauración.