El Convulso Siglo XIX Español: Liberalismo, Absolutismo y la Pérdida del Imperio

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Aprobada el 19 de marzo de 1812 y popularmente conocida como “La Pepa”, este texto legal fue la primera constitución liberal del país. La Constitución de 1812 se fundamentaba en los siguientes rasgos principales:

  • Soberanía nacional: el poder reside en la nación.
  • División de Poderes:
    • Poder legislativo: Cortes Unicamerales.
    • Poder judicial: tribunales.
    • Poder ejecutivo: Rey, pero con importantes limitaciones.
  • Derecho de representación: la nación ejerce su soberanía mediante sus representantes en Cortes.
  • Sufragio universal masculino indirecto: derecho de voto a todos los hombres mayores de 25 años.
  • Igualdad de los ciudadanos ante la ley.
  • Reconocimiento de derechos individuales.
  • Confesionalidad católica: el catolicismo es la única confesión religiosa permitida.

La Independencia de las Colonias Americanas

Causas de la independencia

El proceso de independencia de las colonias americanas fue multicausal, destacando los siguientes aspectos:

Político-administrativo

Las reformas de los Borbones, orientadas a lograr más eficacia y acabar con la corrupción, provocaron un hondo malestar entre los criollos, que habían copado la esfera política de las colonias. Los criollos fueron relegados de los cargos más importantes y desplazados por peninsulares, lo que produjo un gran descontento.

Económico

La existencia del pacto colonial, por el que la metrópoli se hacía con las materias primas de las colonias y estas compraban los productos manufacturados españoles, generaba tensiones. España tenía problemas para hacer llegar sus productos a las colonias debido a las guerras. Entre 1790 y 1800 se abrió el comercio colonial a países neutrales a petición de los criollos. Esta medida supuso que España perdiera su papel de intermediaria y provocó la quiebra de las incipientes industrias locales. En 1808 se restableció el monopolio, lo que molestó profundamente a las élites criollas.

Social

Los blancos ocupaban la cúspide de la sociedad, divididos en peninsulares y criollos, que dominaban la vida económica y social. Los indios, negros y mestizos constituían la mayoría de la población; muy explotados, dirigían sus quejas principalmente contra los criollos.

Causa desencadenante

El vacío de poder creado por la invasión francesa de la península ibérica en 1808, que originó la Guerra de la Independencia, fue el detonante. En América, tras las abdicaciones de Bayona, los criollos se negaron a reconocer al rey intruso, José Bonaparte, y formaron Juntas que tomaron localmente el poder y manifestaron su adhesión al rey Fernando VII.

Consecuencias de la independencia

Para España

La repercusión económica fue muy grave, ya que desapareció una fuente importante de ingresos para la Hacienda pública (metales preciosos y tributos) y el comercio se redujo drásticamente, lo que retrasó el proceso de industrialización en España.

Para las colonias

Los intereses de las burguesías comerciales y de los grandes terratenientes condujeron al fraccionamiento en múltiples repúblicas, débiles e inestables. Se impusieron formas de gobierno autoritarias, en manos de caudillos militares, los únicos que podían mantener sometidas a las masas. Las clases altas criollas se identificaron con la nación, pero no promovieron el desarrollo ni mejoraron las condiciones de vida de negros, indios y mestizos, que en muchos casos empeoraron. El sueño de Simón Bolívar de crear unos “Estados Unidos del Sur” fracasó, y pronto surgieron luchas fratricidas entre los nuevos países por cuestiones fronterizas.

La independencia política de los nuevos estados no supuso la independencia económica. El dominio español fue sustituido por el de Gran Bretaña y Estados Unidos, que llevaron a cabo un neocolonialismo que impidió el desarrollo económico autónomo de la zona.

El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

La Restauración de Fernando VII y el Sexenio Absolutista (1814-1820)

Tras el Tratado de Valençay en 1813, Fernando VII se preparó para regresar a un país donde gobernaban unos principios políticos completamente contrarios a sus convicciones absolutistas. El monarca demoró su regreso a Madrid, tanteando la situación ante la cada vez más evidente debilidad de los liberales en el interior del país.

Fernando VII entró en España el 22 de marzo de 1814, recibido por continuas aclamaciones populares. En abril, un grupo de diputados absolutistas le presentó el Manifiesto de los Persas, en el que le reclamaban la vuelta al absolutismo. Finalmente, el 4 de mayo de 1814 emitió un decreto por el que disolvía las Cortes, abolía la Constitución de 1812 y toda la labor legislativa de las Cortes de Cádiz, restableciendo el absolutismo.

Este decreto inició un periodo caracterizado por la anulación de las reformas gaditanas y la vuelta al Antiguo Régimen. En un período crucial en la historia de Europa, Fernando VII se mostró sorprendentemente desinteresado por los asuntos externos. Así, pese a haberse enfrentado con el emperador francés, España quedó marginada de los beneficios que las potencias vencedoras de Napoleón recibieron en la Segunda Paz de París y en el Congreso de Viena en 1815. Nuestro país, destrozado por la guerra, quedó relegado a un papel secundario en el concierto internacional.

Con una economía depauperada y con unas colonias americanas que de hecho no producían ningún beneficio a la metrópoli, Fernando VII, apegado al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que incrementara los ingresos de un estado en quiebra.

La labor del gobierno de Fernando VII se centró en la represión de los enemigos de la restaurada monarquía absoluta. Más de doce mil “afrancesados” tuvieron que exiliarse del país y se inició una dura persecución contra los liberales. Muchos militares, entre ellos antiguos héroes de la Guerra de la Independencia, optaron por las posturas liberales y, para hacer frente a la represión, se integraron en sociedades secretas como la masonería.

La Década Ominosa (1823-1833)

El mismo día en que Fernando VII fue liberado por las tropas francesas de los Cien Mil Hijos de San Luis, promulgó un decreto por el que anulaba todo lo legislado durante el Trienio Liberal (1820-1823). El monarca trataba de nuevo de volver al absolutismo y al Antiguo Régimen. Inmediatamente se inició la represión contra los liberales: Riego fue ahorcado en Madrid en noviembre y, aunque la Inquisición no llegó a ser restablecida formalmente, se crearon Juntas de Fe que ejercieron una función inquisitorial y represiva.

Pese a la represión, las conspiraciones militares liberales continuaron. El peligro de nuevos pronunciamientos llevó a Fernando VII a tomar una medida extrema: la disolución del ejército. Paralelamente, el régimen absolutista abordó la depuración de la administración, lo que llevó a la expulsión de miles de funcionarios, especialmente docentes. Uno de los pocos aspectos positivos de esta última década absolutista fue la reforma de la Hacienda, que permitió un cierto equilibrio presupuestario, al que no fue ajeno el aminoramiento de los gastos militares tras la independencia definitiva de las colonias continentales.

El Reinado de Isabel II y la Construcción del Estado Liberal

La Década Moderada (1843-1854)

Tras acceder al trono al adelantarse su mayoría de edad, Isabel II mostró su preferencia por los moderados. Se abría así un largo período de predominio de este partido, mientras los progresistas optaron por la preparación de pronunciamientos apoyados por insurrecciones populares. Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante esta década:

  • La creación en 1844 de la Guardia Civil, un cuerpo armado con fines civiles y estructura militar.
  • La Ley de Ayuntamientos de 1845, que reforzaba el centralismo.
  • La reforma del sistema fiscal de 1845, que estableció un nuevo sistema de impuestos más racional, eficaz y moderno.
  • La Ley Electoral de 1846, que implantó un sufragio censitario muy restringido y configuró un verdadero régimen oligárquico.

La Constitución de 1845

De carácter marcadamente moderado, esta Constitución se diferencia de la progresista de 1837 en una serie de aspectos esenciales:

  • Soberanía compartida del Rey y las Cortes, lo que se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones.
  • Confesionalidad del Estado: se declara que la religión de la nación española es la religión católica.
  • Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión, que quedaba fuertemente limitada.

Modernización Económica: El Ferrocarril

Desde 1829 se realizaron gestiones para la introducción del ferrocarril en España, pero hasta 1848 no se inauguró la primera línea ferroviaria, que unía Barcelona y Mataró. En 1851 le siguió la línea Madrid-Aranjuez y, posteriormente, muchas más. La promulgación de la Ley General de Ferrocarriles de 1855 dio un gran impulso a la construcción ferroviaria. En 1858 ya se habían construido 850 km de líneas.

La ley fijaba una serie de condiciones para la construcción:

  • Regulaba la formación de las compañías de construcción.
  • Garantizaba las inversiones extranjeras en caso de guerra.
  • Permitía la importación de material ferroviario sin pagar aranceles.
  • Subvencionaba hasta una tercera parte del coste de construcción.

Entre 1855 y 1865 se produjo el gran boom ferroviario, ya que se construyeron 430 km al año. La crisis financiera internacional de 1866 paralizó la construcción, que se reanudó en 1876 a un ritmo menor. La crisis se debió en parte al hundimiento de las sociedades de crédito que estaban detrás de las compañías ferroviarias.