Nietzsche: Vida, Obra y Conceptos Fundamentales
Biografía de Friedrich Nietzsche
Friedrich Nietzsche (15 de octubre de 1844 al 25 de agosto de 1900) fue uno de los filósofos más importantes y controvertidos de la historia del pensamiento occidental.
Nietzsche nació en Prusia, entonces el estado más poderoso de una Alemania aún no unificada. Su padre era un sacerdote luterano, que falleció cuando él tenía cinco años. En 1864, comenzó con gran brillantez sus estudios de Teología y Filología Clásica en la Universidad de Bonn. Esto le valió ser contratado por la Universidad de Basilea como profesor de griego. Durante su etapa de estudiante, unos amigos lo llevaron a un prostíbulo en Colonia; al parecer, allí contrajo la sífilis, que afectaría gravemente a su salud e, incluso, puede ser la causa de su posterior muerte. Comenzó a leer la obra de Arthur Schopenhauer, a quien se considera su gran antecesor filosófico.
En 1868, conoció al compositor Richard Wagner. Su amistad se estrechó rápidamente e influyó en la escritura de su primer libro, El origen de la tragedia (1872), donde explora uno de sus principales conceptos: la oposición de lo apolíneo y lo dionisíaco como motor de la cultura de Occidente.
Escribió varias obras más, como Así habló Zaratustra, que más tarde Richard Strauss convirtió en una ópera. A esta le siguieron otros libros decisivos: Más allá del bien y del mal, La genealogía de la moral, El crepúsculo de los ídolos, El Anticristo y Ecce Homo.
En 1889, su salud se deterioró gravemente debido al avance de su enfermedad, lo que finalmente lo llevó a la muerte en 1900.
Nietzsche, filósofo de la sospecha
Los “filósofos de la sospecha” es un apodo acuñado por Paul Ricoeur para referirse a Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, debido a su punto en común: desenmascarar las falsas apariencias impuestas por la alta sociedad. Ricoeur señala que los tres cuestionan profundamente la noción de sujeto, pilar de la filosofía moderna. Sospechan de los valores aceptados por las sociedades europeas, provenientes de la Ilustración, el movimiento cultural e intelectual del siglo XVIII. Cuestionan la libertad del hombre, limitada por el Estado, la religión y otros factores. Sospechan que la sociedad occidental se sustenta en un error: la creencia ciega en la razón, el progreso y la preeminencia de un sujeto libre de subjetividad. Cuestionan el racionalismo imperante e intentan liberar al hombre de la conciencia falsa impuesta. Sospechar, en este contexto, significa dudar.
Los tres filósofos coinciden en que la concepción tradicional del sujeto se basa en una idea falsa, al entenderlo como un ser guiado por la razón y que se constituye a sí mismo:
- Para Marx, el sujeto está influenciado por la economía y la ideología.
- Para Nietzsche, el sujeto es un sentimiento de moralidad proveniente del cristianismo (lo que lo lleva a proponer una nueva filosofía y el concepto de superhombre).
- Para Freud, el sujeto está ligado a los valores sociales y familiares, de los cuales debe liberarse.
También coinciden en el ateísmo:
- Para Marx, la religión es el opio del pueblo.
- Para Freud, es una distorsión enferma de la humanidad.
- Para Nietzsche, Dios es una imagen mejorada del hombre.
Las soluciones que proponen los filósofos de la sospecha se denominan utopías, entendidas como sistemas ideales donde se concibe una sociedad perfecta y justa, en armonía y sin conflictos. Estas teorías son de utilidad para la búsqueda de una realidad que dé sentido a nuestras vidas.
Michel Foucault, por su parte, señala que Nietzsche desvela el discurso occidental sobre la moral, Freud interpreta los sueños de las personas y Marx analiza la sociedad burguesa.
Nietzsche: lo apolíneo y lo dionisíaco
Término introducido por Nietzsche en El origen de la tragedia en el espíritu de la música, usado inicialmente para calificar las manifestaciones artísticas. Lo apolíneo (inspirado en el dios Apolo) representa el ideal de belleza, las formas acabadas, la luz y la medida; mientras que su opuesto, lo dionisíaco (inspirado en el dios Dioniso), encarna la desmesura y el arte inacabado, expresado fundamentalmente en la música.
Lo apolíneo, además de la medida y el orden, simboliza el principio de individuación que tiende a limitar al individuo, encerrándolo en sí mismo, y se expresa fundamentalmente en las artes espaciales, más estáticas y acabadas, como la arquitectura y la escultura. Lo dionisíaco representa la tendencia a la fusión con la naturaleza para hallar la plenitud. Dioniso es la encarnación de los procesos siempre renovadores: el dios de la desmesura, pero también del renacer, del cambio eterno y de la unidad del universo. Se expresa especialmente a través de la música y la poesía lírica, artes temporales que, una vez percibidas, se desvanecen. Ambos polos, sin embargo, se necesitan mutuamente.
Dioniso es para Nietzsche el impulso hacia el superhombre, lo que implica que la humanidad atribuye un sentido a la existencia por miedo a afrontar la verdad. Sin embargo, para Nietzsche, la verdad es que no hay sentido alguno ni nada después de la vida. Hasta el surgimiento del superhombre, Nietzsche proclama la “muerte de Dios” y sostiene que la vida es irracional, llevando al ser humano a buscar valores en entidades como Dios, el Estado, la ciencia y el dinero.
Crítica a la ciencia y a la filosofía occidental (Sócrates y Kant)
En El origen de la tragedia en el espíritu de la música, Nietzsche relaciona la tragedia con la tradición de Occidente. A Sócrates lo llama “delincuente de la filosofía” porque cree en la razón y en las pasiones que impiden ver la vida. Nietzsche sostiene que Sócrates y Platón son “antigriegos”, pues van en contra del espíritu griego de su época. La actitud de Sócrates, según Nietzsche, es una que él denomina “ciencia” en relación con la realidad existente. Para Nietzsche, la ciencia es algo que los hombres han creído descubrir en la naturaleza, pero que en realidad es lo que ellos han proyectado en ella.
La crítica a Kant se basa en que este considera la ciencia como un conocimiento objetivo, capaz de describir el mundo, sin tener en cuenta la naturaleza subjetiva del hombre, marcada por los rasgos de su especie. Este es el error, según el autor, de Sócrates y Kant: no se puede aspirar a un conocimiento perfecto que trascienda nuestros límites, ya que estos límites están dictados, además de por la razón, por el cuerpo. Debemos encontrar un equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco para alcanzar una unidad.
Kant es para Nietzsche el ejemplo de hombre “perfecto” que se ha sometido a la razón y dedicó su vida a reflexionar sobre los misterios y a buscarles solución. Kant fue un gran crítico, pero vivió para la razón sin vivir una vida plena.
Nietzsche pone en duda la ciencia, argumentando que somos nosotros quienes imponemos leyes a la naturaleza para poder entender el mundo, no la naturaleza la que impone estas leyes. En la naturaleza no hay leyes lógicas, ni números, ni triángulos.
Con esto, Nietzsche propone resolver la vida mediante la estética, al modo de Dioniso. Esto lo desarrolla en La ciencia jovial (o La gaya ciencia), donde busca eliminar todas las apariencias del pasado.
La transmutación de los valores
La transmutación de los valores hace referencia a lo que propone Nietzsche como salida o superación del nihilismo (del latín nihil, que significa “nada”).
En la obra Ecce Homo, Nietzsche afirma: “El destino quiere que sea el primer hombre honrado”. Nietzsche distingue entre la moral de esclavos y la moral de los señores. Sostiene que se debería recuperar la moral de los señores, aquella que ama lo noble, que afirma la “muerte de Dios”, que no teme al sufrimiento ni al dolor, que dice sí a la vida, a la excelencia, a la jerarquía y a lo no igualitario. Recuperar estos valores es fundamental, y en esto consiste la transmutación de todos los valores: poner fin a la moral de esclavos y débiles (la moral cristiana) que ha imperado en Occidente durante siglos. Guarda estrecha relación con la idea de superhombre y la crítica de la moral tradicional. Transmutar los valores significa, de algún modo, recuperar los valores de la moral natural, la moral del señor.
La cultura europea ha llegado a la decadencia; hay que liberar al hombre de todos los valores falsos, devolviéndole el derecho a la vida y a la existencia, según Nietzsche. Para ello, el primer paso debe consistir en una transmutación de todos los valores de nuestra cultura tradicional.
Nietzsche sostiene que las creencias son solo creencias y que todo lo que es volverá a resurgir; es decir, que la vida es circular. Esto es lo que denomina la “felicidad del círculo”: tu felicidad se repite, es un círculo vital que no está en tu mano cambiar. Todo gira sobre sí mismo; no hay una causa ni un fin, y tampoco una causa incausada.
Debemos aceptar nuestra vida tal y como es, porque de lo contrario nos volvemos pesimistas, es decir, nihilistas. Por lo tanto, sintamos dolor o alegría, sean buenos o malos los sentimientos, no podemos negarlos porque forman parte de la vida. Si pensamos que hay otro mundo mejor, para Nietzsche, esto es lo que llama “antivital”. Hemos nacido en la Tierra y no hay otro sitio para nosotros. Para Nietzsche, la transmutación de los valores es la necesidad de cambiar los falsos valores y vivir como Dioniso.
El arte en la filosofía de Nietzsche
Nietzsche vincula el arte con Dioniso. Sostiene que el arte tiene más valor que la verdad por ser un afirmador de la vida del ser humano. El arte sirve para mejorar la existencia del hombre. La música es una liberación para el hombre; la vida sin música sería un gran error. El arte plástico representa la naturaleza y al hombre. Lo cómico permite ver los momentos difíciles de la vida desde un punto de vista que los hace menos arduos y nos genera una sonrisa, provocando diferentes sentimientos y permitiéndonos pasar de la tristeza a la alegría en décimas de segundos. Según Nietzsche, el arte es un sentimiento que se refleja en las personas, es la afirmación de nuestra existencia. Stendhal definía la belleza como una promesa de felicidad. El arte también es saber aceptar las cosas difíciles de la vida. El arte es absolutamente necesario como expresión y desarrollo de la vida en “este” mundo y del cuerpo. En el arte se devela la verdad, constituyendo esa otra forma de pensar, la poetizante, que marca el rumbo hacia la instauración de nuevos valores que vuelvan a enraizar al ser humano.
El eterno retorno
Concepción del tiempo característica de la filosofía de Nietzsche. Consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente.
Según Nietzsche, el mundo es un caos y está dominado por el azar; es decir, no hay una dirección que el hombre deba tomar ni que haya seguido la historia. El hombre debe conformar su vida al estilo de Dioniso. Esta es una de las tesis más extrañas de Nietzsche, particularmente porque parece contraria al modo dominante de interpretar la sucesión de acontecimientos: a una cosa le sigue otra, y a esta la siguiente, y las que quedan en el pasado son irrecuperables, ya no podrán darse más. Las personas que creen en la inmortalidad del alma afirman, en todo caso, que los seres queridos podrán “retornar”, que volveremos a tener una experiencia de ellos, que podremos recuperarlos. Pero nadie ha defendido que otros objetos puedan recuperar su existencia. Según la tesis del eterno retorno, todo va a repetirse un número infinito de veces. El hombre puede ir transformando el mundo y puede transformarse a sí mismo mediante una transformación de todos los valores, encaminándose hacia la figura del superhombre.
Sin embargo, es posible entender también la tesis nietzscheana del eterno retorno como la expresión de la máxima reivindicación de la vida, como una hipótesis necesaria para la reivindicación radical de la vida: la vida es fugacidad, nacimiento, duración y muerte; no hay en ella nada permanente (recordemos las críticas de Nietzsche a toda filosofía que postula la existencia de entidades permanentes).
La voluntad de poder
La voluntad de poder es una obra póstuma del autor, publicada en 1901. La voluntad de poder es el devenir mismo de la vida. Podría decirse incluso que la vida es voluntad de poder porque es ella la que intenta obtener lo que deseamos y la que domina lo que poseemos. En esta obra, Nietzsche aborda la “muerte de Dios” y el nihilismo, dando paso a su concepto de voluntad de poder. El nihilismo es la negación de todos los valores previos, y es lo que sustituye los valores antiguos por los valores nuevos. En La voluntad de poder, Nietzsche expresa su visión del mundo y del hombre.
La voluntad de poder es una voluntad que cambia constantemente, es decir, evoluciona hacia una versión mejorada. La voluntad de poder está ligada también a la toma de decisiones del hombre; debe ser el hombre quien surja del nihilismo, ya que también es capaz de evolucionar, dando lugar a lo que Nietzsche denomina el superhombre. Voluntad de poder no significa que la voluntad quiera el poder, ni es una noción antropomórfica, sino que es el poder lo que quiere en la voluntad. Cabe decir que la voluntad de poder no es ni buena ni mala; está más allá del bien y del mal, en cuanto que no es ella objeto de valor, sino el sujeto que valora. Es la voluntad de poder la que da sentido, valor y justificación a todas las cosas. Todas las creaciones humanas han surgido de la voluntad de poder. Pero esta fuerza, la voluntad de poder, es afirmativa, es la afirmación pura que siempre aspira a más.
El superhombre
Nietzsche decía que cualquiera podía encarnar al superhombre, es decir, el hombre que ha ido más allá de sí mismo. Nietzsche piensa que el hombre es un ser miserable e inmundo, un ser a medio hacer, un puente entre la bestia y el superhombre, un paso de la pura animalidad a la superhumanidad. Es su destino, pero en su recorrido evolutivo poco ha sido todavía lo alcanzado: «Habéis evolucionado del gusano al hombre, pero todavía hay mucho de gusano en vosotros».
El hombre es como una enfermedad en el universo, y es el único animal que todavía no ha llegado a consolidarse. La vida humana conlleva un grave riesgo: o vencer al hombre mediante la superación, o volver a la animalidad primitiva. Mientras todos los animales han producido algo superior a ellos, el hombre se resiste a evolucionar, no quiere abandonar los valores del pasado y dar un nuevo sentido a la humanidad. Está, pues, a diferencia del animal, vuelto al futuro y concibe ideales, forja destinos.
Pues bien, según Nietzsche, habría tres versiones del ideal humano:
- El ideal estético, donde el ideal humano es interpretado como tragedia, armonizando lo dionisíaco y lo apolíneo. Lo dionisíaco representa la embriaguez desenfrenada de vivir y lo apolíneo, la armonía de la forma y el resplandor de la belleza.
- También el ideal científico, que concibe el ideal humano como sabiduría: el hombre sabio conoce la realidad del mundo con todas sus miserias, y por eso afirma enérgicamente la vida.
- Por último, el mayor ideal, el superhombre, donde se integra y sintetiza el radical cambio de valores que propone Nietzsche.
De acuerdo con Nietzsche, las masas se adaptan a la tradición, mientras su superhombre utópico es seguro, independiente y muy individualista. El superhombre siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y canalizadas por la razón. Centrándose en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas por las religiones en general, el superhombre afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana. Su superhombre es un creador de valores, un ejemplo activo de “eticidad maestra” que refleja la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las ataduras de lo humano “envilecido” por la docilidad cristiana, excepto de aquellas que él juzga vitales. Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto humano está motivado por la “voluntad de poder”. La voluntad de poder no es tan solo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del superhombre, en su creatividad y coraje. Aunque Nietzsche negó en multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos: Sócrates, Jesucristo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, Goethe, Julio César y Napoleón.
Para llegar al superhombre, el hombre europeo tiene que autosuprimirse, y este proceso debería pasar por tres fases:
El camello:
Es el símbolo del hombre europeo actual, que todavía está impregnado de la moral de esclavos y que soporta el peso de la carga con paciencia.El león:
En cambio, es el símbolo del hombre revolucionario, el que se levanta contra la moral de los esclavos. A su vez, el león, después de romper las cadenas de la esclavitud, tiene que transformarse en niño.El niño:
Simboliza la pureza e inocencia de la infancia, desde la que se recrea la nueva tabla de valores.
El superhombre representa, pues, esa nueva tabla de valores: el amor a la vida, el sentido de la Tierra y la exaltación de los instintos ascendentes. El hombre, para convertirse en superhombre, ha de expulsar de su interior a Dios. No se trata de una divinización del hombre, sino todo lo contrario, una sustitución de Dios por el superhombre, de tal forma que este se convierta en un ser con plenitud de poder y de dominio sobre sí y sobre los demás. Pero esta transformación requiere, según Nietzsche, de una voluntad de dominio, de agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, la “voluntad de poder”.
El amor fati
Fati es destino, por lo que amor fati es “amor al destino”. Amor Fati defiende que debemos entender todos los acontecimientos (buenos y malos) como parte de lo que sucede en nuestra vida, incluidos en el proceso que va desde nacer hasta morir. Nietzsche dice que no debemos cambiar las cosas que nos hayan sucedido, sean buenas o malas, sino que hay que quererlas tal y como han sucedido, debido a que el tiempo pondrá las cosas en su lugar, y en un futuro entenderemos por qué han sucedido de una manera y no de otra. El autor dice que la vida de cada hombre y la historia están relacionadas, y nos lo explica con tres tipos de historias:
La historia monumental:
Que son los momentos que han dejado huella en la lucha del hombre, es decir, las manifestaciones de la humanidad. La historia monumental, estudiada ante todo como relatos de grandes hombres, puede utilizar el pasado para condenar la pequeñez del presente y proyectar al propio historiador a la batalla por un futuro mejor.La historia arqueológica:
Es la que trata de dar sentido a los acontecimientos vividos en un pasado.La historia crítica:
Lo que interesa al historiador crítico es llevar el pasado al banquillo de los acusados, interrogarlo sin clemencia, sin remordimiento y condenarlo. El historiador crítico posee el poder de penetrar en los mitos de la grandeza y los valores pasados, pisotear las piedades y negar al pasado todo derecho sobre el presente.
El amor fati y el eterno retorno nos invitan a aceptar la vida, relacionándola con el pasado.
Ortega y Gasset: Filosofía de la Vida y la Razón
Biografía de José Ortega y Gasset
Nació en Madrid en 1883, en el seno de una familia ilustrada de la alta burguesía. Estudió en la Universidad de Deusto y en la Universidad Central de Madrid. Sus tres viajes a Alemania (1905, 1907 y 1911), donde tomó contacto con el idealismo, resultaron determinantes para su formación. Fue catedrático de Metafísica y de Ética. Fundador de las revistas España y Revista de Occidente, muchas de sus obras y ensayos aparecieron como artículos de prensa. Su libro La España invertebrada (1921) es un diagnóstico y análisis de la situación de España de entonces. En 1930 publica La rebelión de las masas, que tuvo una gran repercusión internacional. Fue uno de los promotores de la Asociación al Servicio de la República.
Ortega ocupó un lugar de privilegio en la historia del pensamiento español de las décadas centrales del siglo XX. En sus artículos y ensayos trató temas muy variados y siempre incardinados en la actualidad de su época, tanto de filosofía y política como de arte y literatura. En 1936 se vio obligado a exiliarse, pasando de París a Argentina para recalar finalmente en Lisboa. Impartió conferencias por todo el mundo, regresando ocasionalmente a España. Falleció en Madrid en 1955.
Intento de síntesis “comprensible” de su pensamiento
1. Una realidad nueva: la vida como fundamento
El universo parte de la vida como una realidad distinta a todo lo conocido. La vida es una verdad incuestionable, fundamento de todo quehacer filosófico que supone una nueva idea de ser y una nueva filosofía. El ser no es el cosmos de los antiguos ni el yo de los modernos; el ser es donde se tienen que superar las posturas de los antiguos filósofos.
2. El camino hacia estas afirmaciones: superación del realismo y el idealismo
El camino que lleva a estas afirmaciones es la tesis realista, que se abandona. Se acepta de los modernos pensamientos que las cosas existan porque yo las pienso, pero que no solo estén en mi conciencia. Está en mí el pensarlas, pero no depende de mí el pensarlas, sino que depende de las cosas.
- El sujeto y objeto son inseparables: Si existo yo, existe el mundo que pienso, porque yo, que puedo pensar, existo. Hay una relación intrínseca entre el sujeto (el que piensa) y el objeto (lo pensado).
- El error del idealismo: El sentido tradicional del “ser” como independiente. Para Descartes, la sustancia es aquello que no necesita ninguna realidad para existir.
- El ser tiene una dependencia dinámica: Es decir, una relación entre el mundo y el yo.
- Se supera el subjetivismo: Desde el yo que sale de la prisión, al que es libre, esto quiere decir que se salva.
3. ¿Qué es vivir?
Es la búsqueda de conceptos y categorías que expresen las características de vivir. Ante una realidad nueva, se necesitan conceptos nuevos.
- Ni biología ni psicología: El vivir no tiene un análisis científico, por lo que no tiene respuesta biológica. La biología y la psicología realizan una actividad de investigación. No puede ser, por lo tanto, psicología, porque vivir no es hacer un esquema de las pautas de la vida, debido a que venimos sin instrucciones; somos nosotros los hombres los que tenemos que darle un sentido a nuestra vida.
- La vida es lo que somos y hacemos: Nuestros sentimientos y preocupaciones son lo que determinan la vida. La vida es todos los actos y vivencias que la determinan. Ortega la explica utilizando los atributos de la vida.
- Vivir es darnos cuenta: Vivir es descubrirse a uno mismo, experimentar, darnos cuenta de lo que hacemos y sentimos en cada momento, pero también es descubrir lo que hay en el mundo. La vida es nuestra porque nos la adueñamos. Vivir es encontrarnos a nosotros en un mundo en el que estamos rodeados de cosas.
- Vivir es encontrarse en el mundo: Es saber qué son las cosas que nos afectan y por qué nos afectan. El mundo, nuestro mundo, forma parte de nuestra vida, por eso tenemos que entenderlo también. Tengo que ocuparme tanto de mí como de las cosas (el mundo).
- La vida es fatalidad: Nos creemos libres, pero no elegimos el mundo en el que vivimos; somos arrojados a él sin ser previamente preguntados. Pensamos que somos totalmente libres, y en parte lo somos, pero nunca va a depender toda la libertad de nosotros.
- La vida como problema: Tenemos que resolver la vida sin ninguna instrucción o preparación de cómo tenemos que hacerlo. Vivimos en un mundo que no elegimos, nos dan una vida sin consultarnos antes, y la cual tenemos que construir sin ninguna indicación, para decidir lo que queremos ser en un futuro, decidir qué tipo de persona vamos a ser.
- La vida como decisión: Hay que tomar decisiones en cada momento de la vida. También hay que ver si las decisiones tomadas son las correctas.
- La vida como futuro: Decidir lo que voy a ser en un futuro lleva al concepto de “futurición”, lo que va a ser o quiero que sea pero todavía no es.
Pensamiento de Ortega
La filosofía de Ortega es propia de la vida humana. La derrota de España frente a EE. UU. hizo que se perdiera parte de la cultura española, en la que los españoles se creían una gran nación. Ortega dijo que la cultura era lo único que podía hacer que se salvase su existencia. La Generación del 98 fue la reconstrucción de la cultura española, pero fue literaria. Ortega decía que España necesitaba filosofía y ciencia, y también europeizarse, porque Europa era sinónimo de ciencia.
Crítica del idealismo:
Ortega decía que había que estar a la altura de los tiempos porque exigían una filosofía superior a la del idealismo. Para Ortega, el yo y las cosas no estaban unidas, sino que una era independiente de la otra. El idealismo o espiritualismo cae en la misma equivocación que el realismo: tratar las cosas o las ideas como identidades, es decir, como naturalezas determinadas, perennemente constituidas. La respuesta es que el idealismo conserva dentro de sí, de forma inconsciente, la tendencia realista, que consiste, como se ha dicho, en creer que lo real, lo verdaderamente existente, es lo que existe fuera de mí. Cuando el idealismo se ve obligado a reconocer que una cosa existe porque depende de mí (dependencia del sujeto, que, junto a la tesis de la primacía de la conciencia, hace del idealismo un subjetivismo), añade un razonamiento de corte realista: su realidad es algo independiente (como dice el realista).
La vida humana:
La vida humana está compuesta por el hombre, cada individuo en particular y su circunstancia. Hombre y circunstancia aparecen ligados desde un primer momento. Para Ortega, la vida humana es la propia realidad en la que estamos en todo presente, la que vivimos a diario. En ella está el hombre. La vida humana es una realidad que, a los ojos de Ortega, es la realidad radical. La realidad a la que se enfrenta el hombre no es una realidad cualquiera. Es en ella donde cada uno se da y donde el hombre encontrará su potencial, y donde decidirá qué camino seguir, y como veremos más adelante, donde tendrá que hacerse a sí mismo. La vida humana de la que él habla es la mía, la de cada uno en particular. Para llegar a su idea de la vida humana como realidad radical fue necesario que Ortega superara el idealismo. El conocimiento es una necesidad, y necesitamos conocer nuestra vida previamente para no dejarnos llevar por las opiniones de los demás, porque si no, nuestra vida no sería auténtica.
El perspectivismo:
Dentro de su filosofía, el perspectivismo se articula como una cualidad de la vida, entendida como la realidad radical de cada uno. Ortega se interesó por la teoría de la relatividad, ya que el fondo filosófico de esa teoría es hacer del perspectivismo la base de la interrelación de las observaciones de la física. En cualquier tema nos vamos a encontrar con diversas opiniones, y cada uno piensa que su opinión es la verdad frente a la del resto, pero se puede decir que hay otra postura, y es la de considerar que no hay ninguna única verdad y que todos tenemos la razón. Ortega dice que cada uno ve el mundo de una manera distinta, es decir, que vemos una parte distinta de la realidad. Deberíamos, según Ortega, juntar todas las verdades para intentar conocer la verdad total del mundo, ya que todos somos necesarios en el mundo. Ortega pensaba que la teoría de la relatividad de Einstein confirmaba su teoría del perspectivismo, en la que el espacio y el tiempo son relativos para una nueva física. Esto no quiere decir que nuestro conocimiento sea relativo, sino que la realidad necesita diferentes formas de observarla.
La razón vital:
La razón vital es el instrumento con el que superar la subjetividad europea y el realismo ingenuo. La filosofía de Ortega es la conocida como raciovitalismo. La razón vital es un modelo de razón propuesto por José Ortega y Gasset como superación de la razón pura que se había impuesto durante la Edad Moderna, y que, aunque permitía el avance de las ciencias naturales, no lo hacía así con las ciencias humanas, porque era insuficiente para aprehender la vida. La razón moderna es físico-matemática. El hombre se ha hecho de muchas maneras, como el cazador en el Paleolítico, el capitalista… hasta el hombre de hoy en día. Ortega propuso la razón vital, que son los hechos humanos que se tienen que entender desde la vida de las personas.
La razón histórica:
Es tomar conciencia de la historia de la razón, lo cual implica revisar su pasado, sacar a flote las creencias en que se ha ido apoyando y especialmente analizar y asumir el presente en que se vive. Este concepto acuñado por Ortega pretende responder a la desilusión generada por la razón física o, si se quiere, el cientificismo. La ciencia no satisface al ser humano porque este es fundamentalmente historia. Por ello, es preciso impulsar una nueva forma de entender la razón como algo construido y generado a lo largo de la historia, y no independiente de ella. La razón histórica es una razón situada y, por lo tanto, limitada. Según Ortega, la generación es la etapa en la que nos encontramos viviendo, y cada generación tiene una forma distinta de ver el mundo. Ortega hace una diferenciación entre las ideas y las creencias. Las ideas son aquellas que son pensadas por nosotros y las creencias no las pensamos, sino que “estamos en ellas” (ejemplo silla: no pensamos que estamos sentados en una silla, pero esta nos sostiene). Una idea puede con el tiempo pasar a ser creencia.
Contexto Histórico de Ortega y Gasset
Contexto histórico de Ortega y Gasset (1883-1955)
Hay aspectos de la historia española que están ligados a la europea, pero aun así se dividen en dos apartados:
Rasgos históricos de carácter nacional:
- España pierde sus colonias (Cuba y Filipinas): Esto conduce a un periodo de decadencia llamado la Crisis del 98.
- El reinado de Alfonso XIII: Dura treinta años. Llega a su fin el partido bipartidista de Cánovas. Esta crisis se ve acentuada por una agitación social debido al incremento del proletariado industrial, la concentración de personas en las ciudades, el triunfo en Rusia de la Revolución Bolchevique (que inspira a las clases más desfavorecidas), y el problema de Marruecos, la última colonia española, que termina con la derrota de los militares españoles en el Desastre de Annual. En 1923, Miguel Primo de Rivera asume la dictadura. Ortega se posiciona en contra de la dictadura, por lo que necesitaba sitios para dar sus clases. Dio el tema de “¿Qué es la filosofía?” en un teatro. Ortega entendía la filosofía como un arma política. Vivir la vida y pensar la vida son dos momentos de una misma realidad; no hay separación entre vida y pensamiento. De ahí su rechazo a la razón especulativa, abstracta e instrumental para interpretar la dramática condición humana de estar en el mundo.