La Relación entre Virtud y Felicidad en la Filosofía de Aristóteles

A: Identificación del problema filosófico. El tema de este fragmento es la relación entre la vida más preferible (o vida buena) y el mejor régimen político. Exposición de las ideas. Aristóteles señala que cualquier investigación sobre el régimen político más adecuado debe comenzar definiendo en qué consiste la vida más deseable. Afirma que la vida más preferible para una comunidad y para un individuo deben ser coherentes entre sí, y sostiene que esta vida implica una combinación de bienes externos, corporales y del alma. Señala que nadie puede ser verdaderamente feliz sin virtudes como la fortaleza, la templanza, la prudencia o la justicia, sin las cuales estaríamos a merced de los deseos irracionales. Aristóteles critica a quienes buscan una superabundancia de bienes materiales o poder, mientras que minusvaloran la importancia de las virtudes. Situación de la problemática. Este fragmento pertenece a la Política de Aristóteles. Esta obra se construye sobre las ideas éticas presentadas previamente en la Ética a Nicómaco, donde Aristóteles define la eudaimonía como el fin último de la vida humana. En la Política, aplica este concepto al ámbito comunitario. Se trata de una obra de su periodo en el Liceo, momento en el que desarrolla su obra en plena madurez. Aclaración del sentido de un término. Virtud: para Aristóteles, es una disposición del carácter que permite actuar de manera justa y racional, alcanzando así el verdadero bien y la felicidad.


B: Identificación del problema filosófico. El tema principal de este fragmento es la relación entre los bienes del alma y los bienes exteriores. Exposición de las ideas. Aristóteles explica que los bienes exteriores, como cualquier otro instrumento, tienen un límite de utilidad, mientras que los bienes del alma (virtudes) son más útiles cuanto más abundan. También argumenta que el alma es más valiosa que los bienes materiales y el cuerpo, y que los bienes externos deben ser buscados en función del alma, y no al revés. Afirma que la felicidad de una persona está relacionada con la cantidad de virtud y prudencia que posea. Además, señala que la divinidad es feliz no por los bienes externos, sino por su propia naturaleza. Finalmente, aplica esta idea a la ciudad, argumentando que una ciudad será próspera y feliz si sus ciudadanos practican la virtud y la prudencia. Situación de la problemática. Este fragmento pertenece a la Política de Aristóteles. Esta obra se construye sobre las ideas éticas presentadas previamente en la Ética a Nicómaco, donde Aristóteles define la eudaimonía como el fin último de la vida humana. Ahora, en la Política, aplica este concepto al ámbito comunitario. Se trata de una obra de su periodo del Liceo, momento en que desarrolla su pensamiento en plena madurez. Aclaración del sentido de un término. Prudencia: es la virtud vinculada a la capacidad de deliberación práctica que permite tomar decisiones correctas en la vida, orientando la acción hacia el bien y la virtud.


C: Identificación del problema filosófico. El tema principal de este fragmento es la relación entre la felicidad individual y la felicidad de la ciudad, y el debate sobre qué tipo de vida es preferible: la vida política o la vida contemplativa. Exposición de las ideas. Aristóteles aborda la cuestión de si la felicidad de la ciudad es la misma que la del individuo. Menciona las diferentes visiones de la felicidad: algunos creen que una ciudad rica es más feliz, otros que la felicidad reside en el poder, y algunos, como él, que la virtud es la clave para la felicidad. Luego plantea dos cuestiones: si es preferible la vida activa en la política o una vida desligada de la comunidad política, como la contemplativa. Argumenta que es importante resolver esta cuestión, ya que la vida individual y la organización política deben orientarse hacia el fin más elevado. Situación de la problemática. Este fragmento pertenece a la Política de Aristóteles. Esta obra se construye sobre las ideas éticas presentadas previamente en su Ética a Nicómaco, donde Aristóteles define la eudaimonía como el fin último de la vida humana. Ahora, en la Política, aplica este concepto al ámbito comunitario. Se trata de una obra del periodo del Liceo, momento en que desarrolla su pensamiento en plena madurez. Aclaración del sentido de un término. “Felicidad”: en Aristóteles, es el fin o propósito natural que tiene un ser humano, hacia el cual se orienta para alcanzar su plena realización como tal a través de la guía de la razón.


La felicidad en la sociedad de consumo Aristóteles sostiene que la eudaimonía, o felicidad verdadera, se alcanza mediante la práctica de la virtud y la actividad racional, no a través de la acumulación de bienes materiales. En la sociedad de consumo actual, la felicidad suele asociarse con la posesión de objetos, el consumo excesivo y la búsqueda constante de experiencias placenteras, lo que alimenta un ciclo de insatisfacción donde siempre se desea más. Sin embargo, esta felicidad basada en lo externo es efímera y no satisface las necesidades más profundas del ser humano, que exigen un sentido de propósito y plenitud. En el campo de la psicología contemporánea, la célebre Pirámide de Maslow expresa esta necesidad de trascender el plano de las satisfacciones materiales y alcanzar la cúspide de la pirámide, donde se encuentra la “autorrealización”. Aristóteles argumenta que los bienes materiales tienen un límite y que, una vez superada la satisfacción de las necesidades básicas, su exceso puede resultar perjudicial, fomentando el vacío existencial. La propuesta aristotélica de vivir conforme a la virtud, buscando el equilibrio y cultivando el carácter, ofrece una crítica valiosa al materialismo contemporáneo, sugiriendo que la auténtica satisfacción proviene del desarrollo personal, la realización de nuestros potenciales y el compromiso con el bien común. Al orientar nuestras vidas hacia la virtud, no solo mejoramos nuestra propia existencia, sino que también contribuimos al bienestar de la sociedad, alejándonos de un estilo de vida que promueve el individualismo y la competencia desmedida.


A este respecto, la conocida película Atrapado en el tiempo (1993), protagonizada por Bill Murray y cuyo concepto de “Día de la Marmota” hace tiempo que ha pasado al ámbito de la cultura popular contemporánea, muestra el cambio radical del egocéntrico y materialista Phil Connors, quien, encerrado en el bucle de un día que se repite una y otra vez, termina aprendiendo que solo el ejercicio de la virtud, convertida en un hábito por la repetición, y la dedicación al bien común del cuerpo social (en este caso, la pequeña localidad de Punxsutawney) proporcionan la verdadera felicidad. Es decir, el protagonista del film pone en práctica la ética aristotélica, lo que finalmente le hará superar esa repetición perpetua del mismo día que, por lo que se ve, era necesaria para su transformación personal.


Aristóteles-Platón. En el cuadro de Rafael La Escuela de Atenas, Platón señala hacia arriba con el dedo, apuntando al lugar donde, según él, se halla el mundo verdadero, el de las Ideas. En cambio, para Aristóteles, el mundo verdadero es el sensible, y la esencia de las cosas no reside en un mundo separado, sino en ellas mismas, en la forma que se encuentra intrínsecamente unida a la materia en cada ente (hilemorfismo). Por ello, en ese mismo cuadro, Aristóteles señala con su mano hacia abajo. Respecto de la concepción de la divinidad, Platón habla de un principio ordenador o demiurgo, que ha dado forma al mundo según el modelo de las Ideas eternas. Por su parte, Aristóteles se refiere a un Primer Motor Inmóvil, principio de todo movimiento sin estar él mismo sometido a movimiento alguno. En cuanto al tema del alma, para Platón la unión entre alma y cuerpo es antinatural: el alma ha caído en un cuerpo desde su verdadera patria, el mundo de las Ideas, y desea abandonar el cuerpo para retornar al mundo superior de donde procede (tema del cuerpo como tumba o cárcel del alma). En cambio, Aristóteles defiende una unión natural y esencial del cuerpo y el alma, de la forma y la materia que conforman al ser humano. Por lo que concierne a la ética, Platón distingue la existencia de tres partes en el alma, cada una con su virtud propia, compaginando la componente racional del ser humano y su parte irracional (el alma concupiscible). Aristóteles coincide con él en la necesidad de dos tipos de virtudes (las éticas y las dianoéticas) para perfeccionar el alma en todas sus dimensiones. Por lo que respecta a los regímenes políticos, Platón afirma que el más perfecto es la aristocracia, el gobierno de los mejores (los filósofos-reyes). La democracia y la tiranía serían los sistemas más indeseables de gobierno. Por su parte, Aristóteles distingue tres sistemas (monarquía, aristocracia y democracia) según el número de gobernantes (uno, varios o la mayoría). Y afirma que todos ellos pueden ser buenos cuando el poder se ejerce de forma justa, atendiendo al bien común del Estado. Siendo Aristóteles mucho más pragmático y realista que Platón, no cree que exista un sistema político ideal, sino que el mejor será, en cada caso, el que mejor se adapte a las circunstancias y a la idiosincrasia del pueblo en cuestión. Para terminar, señalemos que Platón y Aristóteles están entre los filósofos más influyentes de la historia. Buena parte de las teorías filosóficas creadas en siglos posteriores nacen de sus ideas. Las teorías racionalistas e idealistas no pueden entenderse sin Platón, y lo mismo ocurre, respecto a Aristóteles, con las de carácter empirista.