Grandes Pensadores: Nietzsche, Platón y Marx y sus Aportes Filosóficos

Friedrich Nietzsche: Crítica a la Metafísica Occidental y el Vitalismo

La Ilusión de los Dos Mundos: Crítica a la Metafísica Platónica

Para Nietzsche, el gran error de la metafísica occidental ha consistido en dividir la realidad en un mundo sensible, considerado solo aparente, y un mundo trascendente, identificado con la auténtica realidad.

Nietzsche sostenía que, al fragmentar la realidad en estas dos esferas, Platón cometió un terrible error, pues no existe ningún mundo ideal, inmutable y trascendente.

Para Nietzsche, no hay más realidad que la que podemos captar con los sentidos, con su perpetua movilidad y su pluralidad inagotable. Intentar escapar de ella inventando un mundo ficticio no es más que una señal de cobardía y de miedo.

El Vitalismo Nietzscheano: Afirmación de la Vida

El pensamiento de Nietzsche es una filosofía vitalista, pues insiste en el valor incomparable de la vida del individuo. Para Nietzsche, lo que realmente importa es que seamos capaces de experimentar una vida plena e intensa. Esto es justamente lo que valoraban los antiguos griegos cuando admiraban a quienes afirmaban sus valores vitales. En la Ilíada, Homero alaba a los héroes que destacan por su vigor, su fuerza, su belleza y su pasión.

Estos rasgos también caracterizan a figuras históricas como Napoleón, Alejandro Magno o César Borgia, por las que Nietzsche sentía una gran admiración. Todos ellos tuvieron una vida intensa y plena, llena de desafíos y emociones, completamente alejada de todo lo que fuera mediocre o vulgar.

Sin embargo, estos grandes personajes también tuvieron que enfrentarse a dificultades y obstáculos, porque el resto de la sociedad no estaba dispuesto a aceptar su peculiar forma de vivir. De hecho, según Nietzsche, la mayor parte de la gente no se atreve a comprometerse con la energía y la entrega necesarias para afirmar plenamente el valor de la vida.

La Ética Demoledora de Nietzsche: Crítica a la Tradición Occidental

Desde un planteamiento vitalista, el pensamiento nietzscheano lanza una ética demoledora contra toda la tradición cultural de Occidente.

Crítica al Conocimiento y la Gnoseología

En primer lugar, Nietzsche rechaza el modo en que la tradición europea ha interpretado el conocimiento. Esta crítica a la gnoseología está íntimamente unida al ataque nietzscheano contra la metafísica occidental, una forma de pensamiento descarriada que lleva siglos recorriendo caminos equivocados.

Para Nietzsche, Occidente ha interpretado el conocimiento como una búsqueda de conceptos que pueden expresar la esencia permanente e inmutable de la realidad. Frente a esta teoría, Nietzsche defiende el valor de una forma alternativa de conocimiento que no niegue el devenir y que preste atención a las cosas en su individualidad singular e irrepetible.

Nietzsche negaba la existencia real de ese ámbito supremo en que residen los conceptos. Para él, no hay más que un mundo, el que podemos percibir con los sentidos. Este mundo sensible es el único que existe, y no es la razón, sino la intuición, la que nos permite percibir de forma directa esta realidad sensible. Los conceptos racionales fueron inventados precisamente para tratar de contener, de alguna manera, el vértigo que nos produce ese imparable y continuo cambio. Nietzsche defendía que los conceptos no son más que residuos de metáforas que una vez sirvieron para referirse de manera creativa a la realidad, pero que con el uso han perdido su brillo y se han llegado a confundir con términos capaces de describir la auténtica realidad.

Crítica a la Religión y el Cristianismo

La crítica nietzscheana se extiende, en segundo lugar, al ámbito de la religión, y muy especialmente al cristianismo, al que considera culpable de los peores extravíos. Lo considera inaceptable y gravemente perjudicial por el modo en que ha condenado y rechazado la vida.

Contra la Ciencia Positivista

El positivismo sostiene que la ciencia es una actividad desinteresada que ha encontrado el único camino de acceso a la verdad.

Para Nietzsche, este punto de vista es insostenible, porque no existe una única verdad universal y porque la ciencia no es neutral, sino que está al servicio de la vida. Nietzsche era, además, partidario del perspectivismo gnoseológico, según el cual es imposible encontrar una verdad absoluta porque el conocimiento depende del punto de vista. Por eso, resulta inútil el esfuerzo en que están empeñados los filósofos y los científicos para encontrar una verdad definitiva con validez absoluta. No existe ninguna verdad única ni universal; el conocimiento depende de la perspectiva.


Platón: La Estructura del Alma y la Ciudad Ideal

La División Tripartita del Alma

En La República de Platón, el alma está dividida en tres partes:

  • Intelecto o Razón: Asociado al gobernante.
  • Voluntad o Espíritu: Asociado a los guerreros.
  • Deseos o Apetitos: Asociado a los comerciantes y productores.

Cada una de estas partes tiene sus propias funciones y necesidades.

La Ciudad Ideal y sus Clases Sociales

Platón también comparó la ciudad con el alma humana. La ciudad ideal de Platón está dividida en tres clases sociales:

  • Gobernantes: Filósofos-reyes.
  • Guerreros: Defensores de la ciudad.
  • Trabajadores: Comerciantes y productores.

Cada una de estas clases tiene una función específica que debe cumplir para mantener la armonía en la ciudad.

Armonía y Justicia: La Relación entre Alma y Ciudad

La relación entre las partes del alma y la ciudad de Platón radica en su estructura similar. Cada parte del alma y cada clase social de la ciudad tienen una función específica que debe cumplir para que haya armonía y justicia. En ambos casos, el objetivo es lograr la virtud y la felicidad. Platón creía que solo cuando el alma y la ciudad trabajaban juntas en equilibrio se lograba la felicidad y la justicia en la sociedad.


Karl Marx: Crítica al Capitalismo y la Visión Comunista

La Plusvalía: Origen de la Explotación Capitalista

Para comprender el origen de la explotación capitalista, conviene tener en cuenta la distinción entre valor de uso y valor de cambio. El valor de uso de un bien se relaciona con el provecho y la utilidad práctica que nos proporciona. Por su parte, para Marx, el valor de cambio no es más que trabajo humano materializado en forma de mercancía.

Sin embargo, no todas las mercancías que existen en el mercado son iguales. Hay una mercancía en concreto, la fuerza de trabajo humana, cuyo valor de cambio es el salario que el burgués paga al obrero por su jornada laboral. No obstante, el valor de uso de la fuerza de trabajo es mucho mayor, ya que mediante su actividad el obrero es capaz de crear riqueza y producir valor.

Marx llama plusvalía a la diferencia entre el valor de uso de la fuerza de trabajo y su valor de cambio. La plusvalía es la fuente de donde el capitalista extrae su beneficio económico. Este es el origen de la explotación capitalista, y la razón por la cual todos los intentos de reforma del capitalismo están condenados al fracaso.

El capitalismo seguirá siendo una forma inaceptable de explotación mientras las fábricas sigan siendo propiedad de unos burgueses que se enriquecen a costa de la plusvalía generada para ellos por los obreros. Marx estaba convencido de que el capitalismo es un sistema de producción inestable que inexorablemente sucumbirá aplastado por sus propias contradicciones internas. Será reemplazado por el comunismo, un sistema en el que los medios de producción serán comunes y con el que finalmente cesará la explotación y la injusticia. Ya no existirá la distinción entre capitalistas y proletarios, tampoco habrá alienación, porque todos serán libres para desarrollar plenamente su creatividad sin trabas.

Del Capitalismo al Comunismo: La Dialéctica Histórica

Para Marx, el comunismo perdurará indefinidamente y marcará el final de esta larga evolución temporal. Esto se debe a que el motor de la dinámica histórica es la lucha de clases. Pero como con el comunismo desaparecerán las clases sociales, todos los seres humanos serán iguales.

Con el fin del enfrentamiento de clases, se detendrá también el motor de la dialéctica histórica.

Para Marx, el comunismo no supone la absoluta igualdad de ingresos de toda la población, sino la gestión común de la riqueza y la desaparición de la explotación asociada a la propiedad privada de los medios de producción.

Por eso, él consideraba imprescindible acelerar la llegada del comunismo mediante la organización de un movimiento revolucionario. Para ello, es necesario que el proletariado supere la alienación ideológica tomando conciencia de su situación explotada. Solo así podrá asaltar violentamente el Estado burgués para imponer, desde sus estructuras, una dictadura del proletariado que haga posible el comunismo.