La Filosofía Medieval
Con el fin del Imperio Romano (siglo V), y una vez consolidado el cristianismo como religión oficial de sus antiguos territorios, se inicia la llamada Edad Media. Durante este período se entendió que la función de la filosofía era fundamentalmente la de ayudar a clarificar el significado de la doctrina teológica cristiana, por lo que buscó explicaciones complementarias, a través del ejercicio racional, a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, consideradas verdades inapelables.
La Patrística y San Agustín
La primera escuela filosófica cristiana medieval recibe el nombre de Patrística, y su principal figura es San Agustín. En sus obras tratará todas las cuestiones que se van a convertir en temas fundamentales de este período: la relación entre razón y fe, la iluminación y el amor como vía de conocimiento, el libre albedrío, el concepto de tiempo, etc. Según el obispo de Hipona, es necesario «creer para entender»; fe y razón están llamadas a colaborar, pero partiendo de la preeminencia de la fe sobre la razón. Ahora bien, creer es algo razonable, de modo que la razón prepara el camino de la fe, y una vez se alcanza esta fe, ayuda a profundizar en el sentido de la revelación.
La Escolástica y el Nominalismo
A partir del siglo XV, la filosofía de Aristóteles fue reintroducida en la Europa cristiana a través de traducciones y comentarios de autores árabes (Averroes, Avicena). Ideas aristotélicas como las del orden y la finalidad aplicadas a la naturaleza fueron asimiladas por el pensamiento cristiano, y dieron lugar al movimiento conocido como Escolástica, cuyos principales representantes fueron Santo Tomás de Aquino y Duns Escoto.
Santo Tomás presentará cinco vías para argumentar racionalmente a favor de la existencia de Dios, pues entenderá que a Dios se puede llegar tanto a través de la razón como de la fe (que en ningún caso pueden contradecirse mutuamente). No obstante, habrá algunas verdades que solo son accesibles mediante la fe, como por ejemplo el misterio de la Trinidad.
En el siglo XV, el fraile franciscano Guillermo de Ockham, máximo exponente del Nominalismo, criticó uno de los principios básicos de la Escolástica: la existencia real de los universales. Para Ockham, los conceptos genéricos son creaciones humanas que nos permiten ordenar el mundo, pero no tiene sentido atribuirles auténtica entidad. Lo único que existe realmente son los individuos particulares, siendo los nombres simples convenciones humanas para referirse a tales objetos. Por ejemplo, la bondad como tal no existe, es un mero nombre o en todo caso una abstracción mental; lo que sí existen son las acciones buenas concretas que realizamos.
Corrientes Filosóficas del Siglo XX
Fenomenología
Surge como reacción frente al exagerado cientificismo del siglo XX. La principal aportación de la fenomenología es situar al sujeto, al yo, en el centro del conocimiento y considerar que la filosofía ha de ser una descripción de la realidad fenoménica, no la física y cuantificable de la ciencia, sino la que se muestra tal y como es a la conciencia.
Neopositivismo y Filosofía Analítica
Ambas corrientes se caracterizan por su clara inspiración empirista, por su interés por la ciencia y el conocimiento. Pero, sobre todo, destacan por la importancia atribuida al lenguaje. Según esta corriente, muchos de los problemas filosóficos están causados por una errónea interpretación de este. Por ello, lo que debe hacer la filosofía es analizar y clarificar el lenguaje.
Existencialismo
Se desarrolla en un momento histórico de especial crudeza y desarraigo: el periodo de las dos guerras mundiales, y la tensa Guerra Fría que las sucedió. Se caracteriza, sobre todo, por la creencia radical en la libertad y el desamparo del ser humano, así como por la convicción de que su existencia solo tendrá el sentido que él decida darle.
Personalismo
Corriente filosófica que se caracteriza por el reconocimiento del valor y la dignidad de la persona como principio fundamental. En este sentido general, el personalismo es una actitud y tendencia que estaría presente en la tradición filosófica europea desde el Renacimiento. Ahora bien, en el siglo XX puede hablarse de una corriente personalista específica, con una clara inspiración cristiana, ya que el concepto de persona es una aportación genuina del cristianismo.
Estructuralismo
Surgió como método de estudio de las ciencias humanas, basado en el convencimiento de que la cultura, el lenguaje, la historia… forman sistemas y que estos deben estudiarse analizando su estructura. La expansión de este método y las consecuencias que de él se desprenden lo han convertido en una corriente filosófica caracterizada por proclamar la próxima desaparición del ser humano en el estudio de las ciencias humanas, al estar el ser humano supeditado a la estructura.
Hermenéutica
Al igual que el estructuralismo, se trata, en principio, de un método propio de las ciencias humanas. Ahora bien, por sus supuestos y conclusiones, es plenamente una concepción y una corriente filosóficas. Se caracteriza por reivindicar que los acontecimientos y ámbitos de lo humano no pueden conocerse mediante una descripción objetiva, sino que requieren una comprensión o interpretación (hermenéutica) inevitablemente subjetiva.
Escuela de Frankfurt
Con una inspiración crítico-marxista, la Escuela de Frankfurt surgió como reacción a un mundo tecnificado, en el que las prioridades eran exclusivamente la eficacia y la productividad, al coste que fuera. Por el contrario, esta corriente propone una crítica radical precisamente de la técnica, la ciencia, el consumismo, la cultura masificada… es decir, de todo aquello que contribuye a deshumanizar nuestra sociedad.