La Crítica de Nietzsche a los Filósofos Metafísicos
Podemos comenzar por diferenciar las distintas dimensiones en las que Nietzsche centra su crítica a los filósofos. Estas dimensiones serían tanto ontológicas, como gnoseológica o axiológica, pero todas ellas se resumen en una crítica a los filósofos metafísicos, es decir, a los filósofos dualistas y racionalistas. Por tanto, la crítica a los filósofos “tradicionales” es una crítica a la metafísica o a los metafísicos.
Dimensiones de la Crítica Nietzscheana
- Dimensión Ontológica: La crítica se centra en su búsqueda del “ser” estático, de un ser que está más allá de la realidad física, más allá del devenir, y en la sustitución de la única realidad, la vida, por el “ser”.
- Dimensión Gnoseológica o Epistemológica: La crítica se centra en la sustitución de los sentidos por la razón, una razón incapaz de atrapar la realidad cambiante y múltiple.
El Odio al Devenir y la Decadencia
A los filósofos tradicionales, a los metafísicos, cuya principal característica es su “odio a la noción misma de devenir”, los califica de “sepultureros” y de “momias”, de “enfermos tejedores de telarañas”, de “señores idólatras”. Los acusa de ser “mortalmente peligrosos” y de “representar el monótono-teísmo”.
El dualismo de los filósofos es un síntoma de la decadencia, que se inicia cuando la filosofía sustituye a la tragedia como huida de la vida: la explicación de la vida sustituye a la fusión con la vida, ya que el uso de la razón implica una separación.
Sócrates y el Origen de la Decadencia
De esta sustitución, Nietzsche hace culpable a Sócrates, al que le dedica el apartado segundo del Crepúsculo de los Ídolos, calificándolo de “plebeyo”, “feo”, “criminal” y “enfermo”, y lo acusa de ser el inventor de la razón como medicina contra los instintos.
La historia de la filosofía es para Nietzsche la historia de una decadencia, que está marcada por el declive de lo dionisíaco y el predominio de lo apolíneo, por lo que la filosofía (metafísica) es vista como una enfermedad del espíritu. Esta enfermedad es el nihilismo, del que los filósofos racionalistas son responsables por su invención de un mundo ficticio, por su culto a los “valores supremos”, por su negación de la vida, de la tierra y por su desprecio del cuerpo.
Rechazos y Excepciones
De los filósofos presocráticos, salva a Heráclito por su afirmación del devenir. De los filósofos modernos, salva a Hegel, pero solo en el aspecto de la realidad como devenir dialéctico y su sentido histórico.
Así como rechaza a Sócrates, también rechaza a Platón por su dualismo que lleva implícita la devaluación de este mundo como reflejo de la realidad de las ideas. Rechaza, por las mismas razones, el racionalismo de Descartes y el dualismo de Kant, al que acusa de ser un “cristiano alevoso”.
Por otra parte, el predominio absoluto de la razón lleva a una comprensión del mundo en términos cuantitativos, a un reduccionismo cientifista, que Nietzsche reprocha al positivismo.
El Resentimiento como Motor Metafísico
El motivo que ha llevado a los filósofos a la invención de la mentira de otro mundo superior es su resentimiento, su incapacidad para vivir y su odio contra los que no sufren esa incapacidad. Por ese resentimiento, los filósofos crean también sistemas éticos absolutos, universales, suprahistóricos. Frente a ellos, Nietzsche propone una genealogía de la moral: un relato del origen y desarrollo histórico de los valores.
El Retorno a la Caverna y a las Tinieblas en Platón
La Hipótesis del Descenso
El retorno a la caverna se plantea como una hipótesis del descenso (en la cual el prisionero sale al exterior, llega a la última etapa del conocimiento y su alma queda liberada). Este descenso del dialéctico o del filósofo se producirá desde el más alto grado del conocimiento y no implica la pérdida de este, alcanzando el saber noético (grado de Noesis).
El Caso de Sócrates y la Torpeza del Filósofo
Este descenso se puede entender como el caso de Sócrates, ya que el filósofo que está en el último grado del conocimiento se ve obligado a enfrentarse con los ignorantes y no sabe defenderse. Si hablara en su lenguaje, los ignorantes no lo entenderían, y Sócrates no sabe hacerse entender utilizando el lenguaje del pueblo, de ahí viene su torpeza.
En este caso, el filósofo, por compasión hacia sus compañeros que siguen siendo prisioneros, vuelve a la caverna para liberarlos. Pero al pasar de la luz a las tinieblas, este se muestra torpe y provoca las burlas de los prisioneros, los cuales muestran una gran incredulidad. Platón sugiere que serían hasta capaces de matarlo.
Motivación y Propósito del Regreso
El regreso se produce por compasión:
- El amor al conocimiento le lleva a querer liberarlos de la ignorancia.
- El amor a sus conciudadanos lo lleva a querer salvarlos de su ignorancia.
Tengamos en cuenta que para Platón este “retorno” culmina el proceso educativo del futuro gobernante. Por ello, el filósofo que ha alcanzado la etapa de Noesis tiene que volver a convivir con el resto del pueblo para aplicar lo aprendido.
El Ámbito de las Tinieblas
Las tinieblas es el lugar donde habitan los prisioneros (donde vivimos nosotros). Pero si hay tinieblas, hay algo de luz, por lo que sabemos que hay algún conocimiento. Por lo tanto, el ámbito de la ignorancia no es absoluto; es como el alma encerrada en el cuerpo.
El alma encerrada tiene algún recuerdo. El ámbito del conocimiento sensible es aquel en el que vuelven las personas que viven en la Doxa. Por lo tanto, es el lugar de las apariencias, engaños y prejuicios, que consiste en ver lo real de forma distorsionada.