1. La Base Biológica de la Cultura y la Cognición
Como hemos visto, la **cultura humana** no hubiera podido aparecer sin la modificación de estructuras orgánicas como la mano y, de manera especial, sin la aparición del voluminoso y rugoso **cerebro** que tenemos. La **autoconciencia**, la **capacidad simbólica**, el **lenguaje**, etc., y toda la **creatividad humana** (en cualquiera de sus modalidades de inteligencia: lógico-matemática, musical, lingüística, etc.) tienen un **sustrato neuronal**. “Funcionan” en virtud de estructuras precisas.
Y estas estructuras neuronales deben tener necesariamente una orientación innata o genética, pues en caso contrario no podría entenderse cómo es posible que tales capacidades surjan en los humanos y no (por ejemplo) en los orangutanes. Entonces, para el desarrollo del lenguaje, por ejemplo, es necesario que el niño crezca en un contexto de habla, en el seno de un grupo social, pero ninguna criatura no humana aprende a hablar por el mero hecho de permanecer en un tal contexto: hace falta una **capacidad innata** para aprender a hacerlo.
Lo mismo puede decirse de cualquier actividad técnica, artística o relacionada con el conocimiento: siempre hace falta un *“input”* o entrada de información, **aprendizaje**, pero el aprendizaje es imposible si no hay encuentro entre dicho *input* y estructuras biológicas capaces de hacer algo con él (procesarlo de forma útil). Somos “seres culturales”, sí, pero porque tenemos un **“cerebro cultural”**; es decir, diseñado (por selección natural) para desarrollar cultura: para incorporarse a un mundo de cultura, y contribuir de alguna manera y en alguna medida al flujo constante de creaciones humanas (por ejemplo, contando lo que aprende). Cultura que es, recordemos, la gran clave de nuestra extraordinaria capacidad de adaptación.
El Falso Debate entre Innatismo y Empirismo
Lo dicho muestra que el viejo debate entre **innatismo** y **empirismo**, entre lo innato frente a lo aprendido en el desarrollo de las personas, o en antropología entre “naturaleza” y “cultura” o entre “lo biológico” frente a “lo cultural”, es un **falso debate**: no se oponen, sino que se complementan. El filósofo de las ciencias cognitivas Gary Marcus así lo dice en su obra El nacimiento de la mente: “el **aprendizaje** no es la antítesis del carácter innato, sino uno de sus productos más importantes”.
Siguiendo con el ejemplo paradigmático, podemos aprender cualquier lengua porque tenemos una capacidad innata (se entiende, genéticamente orientada) para ello. Según el lingüista y filósofo Noam Chomsky, una **“gramática generativa universal”**.
2. Moralidad, Flexibilidad Conductual y Prematuridad Humana
Somos **seres morales**, seres con una capacidad para valorar como bueno o malo en sí las acciones de las personas. Respecto a esto último, Darwin propuso la idea de un **“círculo de la compasión”** innato, que permite incluir más o menos tipos de seres como seres con derecho a consideración moral (como posibles pacientes morales, a los que se les puede hacer bien o mal). El filósofo Peter Singer lo ha llamado **“el círculo de la moralidad”**.
Flexibilidad e Instintos
Hasta la **flexibilidad e imprevisibilidad humanas** tendrían bases biológicas. Según Pinker, esa flexibilidad sería el resultado de la existencia en el cerebro humano de una cantidad inimaginablemente grande de **instintos en competencia** por determinar la conducta en cada caso. La flexibilidad e imprevisibilidad en la conducta de las personas se debería, no a que tengamos menos instintos (mito que hay que derribar), sino precisamente a que tenemos más, muchos más.
La Consecuencia del Bipedismo: Nacer Inacabado
Sucede que el ser humano **nace de manera prematura**: antes de haber experimentado un desarrollo suficiente como para enfrentarse al mundo por sí solo. De hecho, nacemos completamente vulnerables, completamente dependientes de los cuidados de nuestros padres y parientes. Esto ha sido consecuencia del **bipedismo**: el estrechamiento de la pelvis necesario para la postura erguida y la bipedestación hizo imposible que el bebé naciera más tarde, en un momento de mayor tamaño.
Pero esta circunstancia se ha combinado con un “truco” de la evolución que nos ha permitido tener la capacidad cultural que tenemos, tanto a nivel individual como colectivo. Es decir, nos ha permitido un desarrollo tras el nacimiento largo y abierto a las circunstancias del ambiente (lo que permite un aprendizaje, directo y también mediante la cultura local, para la adaptación al mismo). Esto ha propiciado que haya seres humanos en prácticamente cualquier lugar del planeta, pues en cada lugar hemos aprendido lo necesario para adaptarnos a él.
Por otro lado, la propia dimensión humana de aprendizaje, simbólicamente mediada, carece de límites: podemos aprender, en cualquiera de los múltiples ámbitos de nuestra inteligencia, hasta el ocaso de nuestra salud. Ello precisamente por nacer prematuramente, en situación de acabar de “hacernos”.
Nacemos **inacabados**, pero por ello mismo abiertos a “acabamientos” muy dispares, y además **“asintóticos”**; es decir, somos indefinidamente **“perfectibles”**. Lo que no quiere decir que seamos indefinidamente maleables o moldeables por la experiencia o el aprendizaje.
3. Crítica a la Teoría del Diseño Inteligente
La pregunta orienta las posibles respuestas. Por esto, si preguntamos “quién” necesariamente obtendremos como respuesta un “alguien”, sea quien sea y con las características que sean. La llamada **“teoría del diseño inteligente”** constituye una nueva presentación del **creacionismo**, que es de carácter mitológico.
Alude al sentido común social para defender que nuestro origen, y el origen de toda la vida, es un “alguien”, un agente con un poder suficiente para tal realización, y busca pruebas de la intervención directa de Dios. Se basa en el **argumento teleológico**, ya presente en la quinta vía para la demostración de la existencia de Dios de Tomás de Aquino, pero se apoya en la presentación de *William Paley*, filósofo y teólogo inglés, que sí admite la posibilidad de una “creación indirecta”, a través de leyes de la naturaleza.
El argumento básico se resume en esto: dadas las especiales características de la vida, en sus diferentes formas, dada su **apariencia de diseño complejo**, debe haber un diseñador. Paley utiliza esta situación hipotética como analogía para demostrar la creación del universo y sus criaturas por Dios, apoyándose en el diseño inteligente observable en las formas de vida conocidas. Su ejemplo predilecto es el del ojo de los vertebrados, tan perfectamente diseñado que no puede más que pensarse que un agente inteligente tuvo que haberlo creado. El universo todo también funcionaría tan perfectamente como un **reloj**, de modo que sería otra prueba de su existencia.
Con este argumento estamos ya, no solo ante un planteamiento teleológico de la naturaleza (la teoría de la evolución de Lamarck es teleológica), sino también ante un planteamiento **teológico**. La naturaleza tiene, toda ella y todas sus partes, una finalidad (es teleológica), precisamente porque ha sido creada con arreglo a tal finalidad por Dios (la naturaleza es teológica: responde a la intención de un dios, de Dios). Hay personas (pocas) que defienden la tesis del diseño inteligente como científica, aunque es completamente ignorada por la comunidad científica. Se mantiene que la disposición, no solo de las partes que constituyen los organismos, sino también de nuestro planeta con respecto al Sol, o ciertas características generales del Universo son tales que no pueden ser debidas al **azar**; que solo pueden entenderse bajo la hipótesis de un agente inteligente.
3.1. El Problema de los Defectos Biológicos
Aparte de todo lo dicho, un problema al que se enfrenta este planteamiento es que, si de verdad la vida fuera fruto de un acto de inteligencia (especialmente si se trata de la máxima inteligencia) no se entiende cómo es posible que haya **defectos en los diseños biológicos**. Defectos como:
- El *desprendimiento visceral* que sufrimos los humanos como consecuencia de la bipedestación.
- Los *problemas en el parto* consecuencia del acortamiento de la pelvis (necesario para la bipedestación).
3.2. La Inmensidad del Tiempo y el Azar
Por improbable que parezca la aparición de la vida en base a la **combinación azarosa** de acontecimientos, no es más que eso: una apariencia. Apariencia resultado de valorar la situación bajo la **escala temporal de una vida humana**, o de generaciones de vidas humanas. Pero la evolución del universo no se rige por la escala humana.
Para comprender cómo es posible que diseños complejos surjan del azar solo hay que tomar en consideración la **inmensidad del espacio** en el universo y del **tiempo transcurrido** desde el comienzo del mismo. Tomemos la siguiente analogía: es como si tuviéramos a un animal enloquecido en un laboratorio de química. Lo único que parece que puede salir de esa situación es una sucesión continua de desastres. Pero introduzcamos un espacio y recursos grande en el laboratorio, y (sobre todo) un margen de tiempo muy, muy grande (medido en miles de millones de años): con seguridad, en algún momento alguna combinación de elementos químicos resultará estable, podrá ser una cosa más dentro del laboratorio. Algo así ocurriría con la evolución del universo y, en particular, con la aparición y evolución de la vida, con toda la apariencia de un diseño complejo inteligente.