Existencialismo: Origen, Conceptos y Legado Cultural
El existencialismo es una escuela filosófica del siglo XX que surgió en Alemania hacia 1930 y se extendió al resto de Europa, especialmente a Francia. Nació como una respuesta a la profunda crisis generada por las dos guerras mundiales. Se caracteriza por la irrupción de problemas radicales como la religión, la libertad, la nada, la culpa y la contingencia, a los que se busca dar un tratamiento filosófico mediante el instrumental fenomenológico.
Representantes Clave
Sus máximos representantes son: Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre.
Temas Fundamentales del Existencialismo
- La Existencia: Es el modo de ser propio del hombre. La existencia implica libertad y conciencia, por lo que solo el hombre existe propiamente. Hombre y existencia son sinónimos. La existencia precede a la esencia, lo que significa que el ser humano nace sin una esencia establecida y se va construyendo como consecuencia de su proceso vital. De ahí la importancia del concepto de “situación”, pues es la situación la que permite al sujeto construirse y le abre el abanico de posibilidades entre las que elegir su proyecto.
- La Libertad: Es el principio humano absoluto y radical, hasta el punto de que Sartre dirá que estamos condenados a la libertad, pues no podemos dejar de elegir. La libertad es “la textura de mi ser”, escribe. Esa libertad produce angustia en el sujeto.
- La Angustia: La necesidad de elegir y la carencia de valores fijos que dirijan la elección provocan un estado de ánimo fundamental: la angustia. El sujeto se siente arrojado al mundo y, dado el carácter ateo de la mayoría de los existencialismos, debe tomar sus propias decisiones con total autonomía, de aquí la angustia.
Impacto Cultural y Literario
El existencialismo, como movimiento social, dio lugar a toda una “moda” que se tradujo en obras literarias, teatrales, música, cine, etc., que invadió Europa en los años 60. Tuvo una notable dimensión literaria con obras de teatro y novelas, destacando a Sartre (con su novela La náusea), Albert Camus y Miguel de Unamuno.
La Teoría Ética de Nietzsche: Crítica, Genealogía y el Superhombre
La Escuela de la Sospecha: Nietzsche, Marx y Freud
Paul Ricoeur denominó a Nietzsche, Marx y Freud como “La Escuela de la Sospecha”, debido a que fueron los primeros en introducir la duda sobre la conciencia. Nietzsche comparte con ellos el haber tomado en consideración una dimensión de la conciencia humana no tematizada en la filosofía anterior: su capacidad de fabulación y de autoengaño inconsciente, lo que se ha llamado “la falsa conciencia”. Los tres dudan de la conciencia y los tres inventan un arte para interpretar las fábulas o mitos que la propia conciencia crea, buscando el sentido de las creaciones culturales en el análisis de la relación entre lo que la conciencia expresa en estos productos y lo que está latente y simulado detrás de lo manifiesto. Además, los tres se interesan por lograr una mejor comprensión de los hechos.
El Método Genealógico y la Crítica a la Moral Occidental
Este análisis abarca el conjunto de la cultura occidental y se lleva a cabo a través del método de la genealogía. Este método pretende desvelar y desenmascarar el origen de los conceptos y valores de la cultura occidental, así como el valor que posee dicho origen, es decir, qué voluntad de poder (negativa o afirmativa) se halla en la raíz de dichos conceptos. Es en este contexto donde se sitúa su crítica de la moral y, a partir de ella, elabora su propia respuesta ética.
Crítica a la Metafísica y la Moral Cristiana
Nietzsche, en su crítica a la metafísica, había dejado claro que el fondo de su ataque se dirigía a la distinción, considerada por él ilusoria, entre mundo aparente y mundo verdadero. Esta distinción, cuyo origen se halla en Platón, acaba por situar el centro de gravedad del hombre no en esta vida, sino en un más allá salvador, en el mundo de las ideas. La moral cristiana, que ha dominado Occidente y sobre la que él lanza sus más duros ataques, se apoya precisamente en este soporte metafísico-platónico. Por ello, su crítica a la moral no puede desligarse en absoluto de su crítica a la metafísica.
Se trata de una moral “contranaturaleza”, una moral de rebaño, reactiva y contraria a la vida. La moral cristiana ha desarrollado un odio instintivo a la realidad, a la naturaleza y sus valores; ha despreciado el cuerpo y la sensualidad, reprimido la naturaleza y las pasiones, y finalmente ha envenenado al hombre con culpas y remordimientos, prometiéndole la redención eterna si se somete a sus procedimientos. En este sentido, la moral cristiana no es sino síntoma de la “decadencia” del nihilismo.
Origen y Transvaloración de los Valores
Su origen se halla en la rebelión de los judíos contra la moral de los señores, al no aceptar la afirmación y la concepción trágica de la vida.
Al principio, los valores tienen su origen en la conciencia de superioridad y distinción de los nobles, en una manera de ser y una forma de vivir. Entonces, “bueno” significa lo que aumenta la fuerza y el gozo de vivir, y “malo” designa lo vulgar, lo plebeyo y bajo.
Posteriormente, el resentimiento judío en su rebelión generará valores y se producirá así la transvaloración de los valores. Los valores quedan así invertidos: a partir de ahora, “bueno” designa lo vulgar, lo que disminuye el gozo de vivir, y “malvado” lo que aumenta la fuerza de vivir.
Sin embargo, la aparición del cristianismo supone ir un paso más allá. El resentimiento judío (tú tienes la culpa) se transforma en el cristianismo en mala conciencia (yo soy culpable). Se interioriza el dolor y el resentimiento, y se dirigen contra uno mismo. Ahí se sitúa, según Nietzsche, la génesis de la conciencia. Cuando el hombre débil no puede llevar una lucha abierta, física, porque sus capacidades están disminuidas, entonces construye el espíritu, la conciencia, como expresión del resentimiento y de la impotencia (falta de fuerzas).
Moral de Señores y Moral de Esclavos
Nietzsche distingue entre la moral de señores, que nace de los “estados de alma elevados”, y es caballeresca, creadora, que implanta valores y por ello es activa, siendo la moral propia del superhombre y aquella que ama la “muerte de Dios”. Por otro lado, la moral de esclavos tiene su origen en el instinto de venganza contra toda forma de vida superior, y pretende la igualdad de todos los hombres, el amor al prójimo. No crea valores, sino que los encuentra, por lo que es pasiva.
El Superhombre y la Moral Aristocrática
Establecida la distinción entre moral de señores y moral de esclavos, Nietzsche considera la historia de la cultura occidental como un creciente ascenso de los valores plebeyos (moral de esclavos) que culmina en los movimientos sociales de emancipación que se inician en la Revolución Francesa, concepción que facilitó la utilización política que de su filosofía hizo el nazismo.
Por ello, Nietzsche propone una moral aristocrática, encarnada en la figura del superhombre. El superhombre representa al creador de nuevos valores capaces de expresar la plenitud de la vida, una voluntad de poder afirmativa que dice sí incluso al tiempo, al devenir, a la casualidad, al dolor y la muerte. Más allá del nihilismo, se entrevé la posibilidad de un modo de vida trágico, en sentido griego.