El Martillo de Nietzsche: Deconstruyendo la Verdad, la Moral y a Dios

Introducción: La Filosofía de la Sospecha

Paul Ricoeur calificó a Marx, Nietzsche y Freud como los representantes de la «filosofía de la sospecha», entendida como aquel tipo de pensamiento que incide en socavar, mediante la sospecha, la fiabilidad de la conciencia y del conocimiento humano. No se trata solo de dudar de la realidad extramental, sino de la conciencia que tenemos de nosotros mismos, del yo. Esta ya no es transparente, ya no lo muestra todo, sino que oculta. Por eso, el discurso racional no dice lo que parece decir, sino que hay algo detrás de él que lo motiva y donde se encuentra su auténtico valor: en el caso de Marx, se trata de las condiciones económicas y sociales; en el caso de Nietzsche y Freud, se trata del inconsciente vital.

Marx hizo una inversión de Hegel a partir del problema de la injusta distribución de recursos en la sociedad; por su parte, Nietzsche nunca prestó atención a lo social y económico, pero, siguiendo a Schopenhauer, pensó también que toda la tradición filosófica debía ser superada. La influencia de Nietzsche es de primer orden en el ámbito de la cultura del siglo XX. La característica más llamativa de su pensamiento es su expresión: Nietzsche escribe usando un lenguaje muy literario, es un filósofo-poeta, y por eso sus escritos son difíciles de interpretar por su carácter metafórico.

La Influencia de la Música y Wagner

La otra gran influencia en el joven Nietzsche es un músico, Wagner, y la música en general. De la música dirá siempre que es «su pasión más profunda». A los 24 años, conoce a Wagner, con quien comenzará una intensa amistad, y dejó escrito que en él encontró a un hombre que revela como ningún otro la imagen del genio y que está penetrado de aquella maravillosa filosofía íntima. Nietzsche encuentra a un compositor que busca interpretaciones intelectuales de la música; él (teórico del arte) y Wagner (el creador y genio) fueron inseparables durante unos años.

Pero la unión no duró toda la vida. La separación de Nietzsche y Wagner fue interpretada como un acercamiento de Wagner al cristianismo, al catolicismo, pero también se suma la desatención de Wagner hacia Nietzsche. La música se sustituye por el arte. Se trata de la incapacidad de la razón para comprender la vida, entendiendo por esta la energía (la voluntad) que constituye a todos los seres vivientes y que permanece siempre, aunque ellos cambien. Schopenhauer piensa que la música está libre de lo representativo y cercana a lo volitivo, pero en cuanto que la vida humana es insatisfacción continua, la música es un modo de superar dicha insatisfacción. Esto va a ser esencial para Nietzsche.

Crítica a la Noción de Verdad

El intelectualismo parte del supuesto de que podemos alcanzar la verdad. Ese supuesto es puesto en tela de juicio por Nietzsche en una de sus primeras obras. En ella mantiene las siguientes tesis:

  • No es posible la verdad, pues el conocimiento humano no alcanza las cosas en sí mismas. La naturaleza no conoce ni formas ni conceptos, ni tampoco, en consecuencia, géneros, sino solamente una «X» para nosotros inaccesible e indefinible.
  • Esa apariencia que tenemos no es pura; el sujeto condiciona lo que conoce. Nietzsche introduce un conocimiento perspectivista de las apariencias (de los fenómenos kantianos).
  • Después de derrumbar el conocimiento tomando la noción de fenómeno (kantiana) e introduciendo la noción de perspectiva, describe el proceso de conocimiento como aquel en que vamos alejándonos de la realidad. Primero, tenemos impulsos nerviosos que son transcritos en imágenes; en segundo lugar, las imágenes pasan a sonidos cuando inventamos la palabra, que es una representación de la imagen; en tercer lugar, de las palabras pasamos a los conceptos, que serían un modo de designar a innumerables experiencias análogas.

Según Nietzsche, lo problemático es que nosotros acabamos pensando que los conceptos nos permiten un auténtico conocimiento de la realidad. Olvidamos su origen cuando están muy alejados de su punto de partida y terminamos diciendo que la realidad se asemeja a los conceptos. Nietzsche defiende que tanto palabras como conceptos pueden tener utilidad para ponernos de acuerdo; se trata de la utilidad. Nuestro conocimiento tiene para Nietzsche un valor metafórico con respecto a la realidad, de modo que la verdad entre pensamiento y realidad no es posible.

En cambio, la verdad no es más que un uso adecuado de la metáfora; se trata de un pacto por el que sostenemos la validez de ese uso. Superada la distinción entre verdad y mentira, lo único que queda es ser o no consciente de la mentira. Eso es lo que representa el arte. El artista es el hombre consciente de que su verdad no es más que una perspectiva de la realidad. No hay conocimiento de hechos, sino perspectivas. Otros muchos autores han señalado la filosofía de Nietzsche como una filosofía del arte, del artista, frente a la filosofía de la razón que intenta comprender al hombre como un ser racional. Nietzsche dice que su filosofía es un platonismo invertido que, cuanto más se aleja de la realidad verdadera, se torna más pura y bella.

Crítica a Dios y la Religión

Nietzsche mantiene un ateísmo que en poco se diferencia esencialmente de otros autores (Marx y Freud) del momento; con ellos coincide en que la creencia es una ilusión falsa, que está conectada con la moral y sus valores. La religión para Nietzsche es el debilitamiento del hombre, algo parecido al «opio del pueblo», pero para Nietzsche lo que se estropea es la conciencia trágica. Los textos más citados de Nietzsche son aquellos en los que presenta el ateísmo como la muerte de Dios, pero hay que estar atento al significado que da a esto: con su muerte desaparecen todos los ultramundos, el hombre adquiere el saber de que solo tiene esta vida, de que los valores son relativos a su voluntad. La decadencia de la cultura occidental diagnosticada por Nietzsche coincide con su desenmascaramiento de la filosofía, la moral, la verdad, etc. Frente al mundo de las ideas, propone un mundo en perpetuo movimiento; frente a la moral occidental como moral del autocontrol y la negación, propone una moral vital, afirmativa; frente a la verdad «objetiva», propone las perspectivas; frente a Dios, el hombre.

Nihilismo: Pasivo y Activo

Nihilismo significa la negación de toda creencia. El error de la metafísica, la ética y la religión lleva a la conclusión de la necesidad de un cambio drástico en el modo de enfocar la vida humana. La nueva actitud vital debe ser el nihilismo: rechazar todos los valores y creencias. La razón de esta actitud vital es que todos los valores han perdido su crédito porque se ha llegado a la conclusión de que son enemigos de la vida. Nietzsche dice que Dios es el más allá, la virtud, el en sí, el alma. Por tanto, muerto Dios, parece caer todo posible ideal. El hombre ya no busca ultramundos, pero tal vez ya no busque nada. Es uno de los peligros del nihilismo.

Tampoco olvida que, cuando cae la autoridad divina, se intenta sustituir por otras instancias que cumplan su función. En La Voluntad de poder nos dice que a ella siguieron la conciencia, la «autoridad de la razón» o la historia. Todos estos sucedáneos deben ser también eliminados: la realidad que hay que afirmar es la inexistencia de toda finalidad, y entonces lo único que queda es el devenir de la voluntad. En esta situación, parece que lo que queda es el hombre desorientado. Ya no se sabe lo que está arriba y abajo, nos falta el sol (Dios), se ha hecho de noche. El nihilista es un resabiado que puede que ya no haga proyectos (porque se ha quedado sin ideales).

Este pensamiento es lo que Nietzsche llamó un nihilismo pasivo o negativo, y no es su solución. Que los ideales trascendentes sean un sueño no quiere decir que la libertad quede como libertad para la nada. Lo que sucede es que ahora el hombre se da cuenta de que su autosuperación no va más allá de sí mismo desde que ha llegado a liberarse de Dios. En el fondo, quitar a Dios es quitar el límite. El nihilismo es un necesario punto de partida para el nihilismo activo, y el filósofo que critica toda nuestra tradición tiene necesariamente que crear valores nuevos, que proyectar un nuevo mundo: no se trata solo de destruir, de acabar con todo. En este sentido, Nietzsche supera un biologismo pasivo: la vida humana no es pura materia que se autoconserva, sino que es creadora y heroica. En el fondo, la vida es superación continua.

La Voluntad de Poder: Una Nueva Visión del Hombre

El intelecto no mueve al hombre, sino que es su voluntad la que le hace actuar. El conocimiento es solo un instrumento de la voluntad. Y esta voluntad aparece en un cuerpo que es el campo de lucha de instintos, y de ellos quiere dominar; precisamente eso es la voluntad. La voluntad de poder se ha convertido en el centro de la filosofía de Nietzsche porque ya no tenemos delante de nosotros ninguna referencia; la vida es voluntad de poder, ante la que no hay pesimismo. Nietzsche acaba con el sentido del mundo dado por la cultura occidental, pero no niega que cada hombre deba buscar el sentido de la vida.

Nietzsche acusa a la filosofía occidental de fijista: el ser ha quedado «inmóvil» desde Parménides. Él propone que la realidad es el movimiento en que las cosas se desdibujan, perdiendo sus límites respectivos: la perspectiva es ahora lo único que queda, porque somos los que constituimos nuestro mundo. Hay muchos mundos, tantos como perspectivas. Así, el hombre ya no aspira a ser el centro, porque se sabe una perspectiva más, de modo que la misma idea de sujeto queda descalificada. Nietzsche pone un gran énfasis en la voluntad humana: tiende a considerarla como perspectiva creativa y, en algunos pasajes, como fuerza que se impone desde la base instintiva del comportamiento humano.