La Novedad del Cristianismo: Dios, Historia y Creación
El cristianismo introduce doctrinas radicalmente nuevas, ajenas a las propuestas de los filósofos griegos. Una de ellas es la de la creación y otra la referencia esencial de su doctrina a la historia: el cristianismo relaciona a Dios con la historia.
La filosofía griega había puesto a Dios en relación con el cosmos, el universo, como inteligencia ordenadora (Anaxágoras, Platón), como motor y fin (Aristóteles), o como razón cósmica (estoicismo). Si el cristianismo se hubiera limitado a proponer una teoría en la cual Dios fuese el origen del universo, seguramente se habría desdibujado, fundiéndose con otras corrientes del pensamiento antiguo. El cristianismo relaciona a Dios con la historia en un doble sentido:
Dios y la Historia: Providencia e Encarnación
- Dios es providente y se ocupa de los asuntos humanos y de la marcha de la historia. Esta no es la doctrina más distintiva ni exclusiva del cristianismo: los estoicos afirmaban que Dios es providente, aunque identificaban la providencia con el destino y Dios no era un ser personal, sino la Razón del universo.
- El cristianismo anunciaba algo más sorprendente: Dios no solo se ocupa providencialmente de la historia, sino que Dios entra en ella: Dios se había hecho hombre en un lugar y en un momento determinados y precisos. Este hecho constituye el centro de la historia: toda la historia —desde la creación hasta el juicio final— adquiere significación y sentido a la luz de este hecho.
La Incomprensión Griega ante la Encarnación
La noticia de que Dios se había hecho hombre y había muerto crucificado por los romanos nunca fue ni pudo ser asimilado por la filosofía griega, que la criticó insistentemente por considerarla absurda y ridícula. Tal anuncio resultaba incompatible con la inmutabilidad divina, su impasibilidad y perfección (¿cómo puede Dios ser afectado por sufrimientos y dolores?) y con su dignidad (¿cómo pudo encarnarse Dios precisamente en un personaje insignificante y oscuro?), además de que suponía en Dios una predilección inexplicable por una raza, un lugar específico y un momento concreto de la historia humana (¿por qué un judío y por qué en este momento de la historia?).
Tampoco las doctrinas religiosas ofrecían un precedente comparable. Es cierto que existían historias de dioses que habían sido descuartizados y después resucitados (Dionisos fue descuartizado por los Titanes y resucitado por Zeus), pero la diferencia era inmensa: se trataba de atentados sufridos por tales dioses sin su consentimiento, mientras que en el cristianismo Dios decide y acepta su propio sacrificio; en segundo lugar, el cristianismo señalaba un momento histórico preciso, mientras que las creencias e historias no cristianas situaban tales hechos en un tiempo mítico, no en un contexto histórico definido.
Razón y Fe en el Pensamiento Cristiano
Como ya se ha abordado en la introducción al cristianismo, todos los pensadores cristianos se enfrentan a este problema.
Agustín de Hipona: La Razón al Servicio de la Fe
A Agustín de Hipona no le preocupaban en exceso estas relaciones entre razón y fe. Su opinión viene marcada por su biografía y experiencia personal. Dos hechos fueron determinantes en este aspecto: su incesante búsqueda de la verdad en las propuestas de la filosofía clásica y su posterior conversión. La solución agustiniana postula que la razón ayuda al hombre a encontrar la fe; ahora bien, una vez en posesión de la verdad a la que condujo la fe, la razón tiene por finalidad ayudarle a entenderla. La razón acabará subordinada a la fe, como ocurrirá en todo el pensamiento cristiano medieval posterior.
Posturas Históricas sobre Razón y Fe
Las soluciones dadas con anterioridad a las relaciones razón-fe son, resumidamente, las siguientes:
- Oposición: Razón y fe, teología y filosofía son incompatibles. La fe es autosuficiente y no necesita de la filosofía.
- Confusión: La verdad es única y el hombre llega a ella mediante la razón y la revelación. La fe es necesaria para la razón y la filosofía hace comprensible la verdad cristiana. El hombre conoce la verdad mediante la razón, pero necesita la ayuda de la iluminación de Dios. El credo ut intelligam (creo para entender) de Agustín de Hipona resume esta postura.
- Separación: Razón y fe son fuentes distintas y autónomas, lo que lleva a hablar de una doble verdad, una la de la filosofía y otra la de la teología. Esta postura se asocia al Averroísmo.
Tomás de Aquino: Conciliación y Armonía
La solución de Tomás de Aquino podría calificarse de conciliadora: diferencia entre razón y fe, pero establece la necesidad de una concordancia. La filosofía se basa en la razón y es autónoma en su ámbito propio; por lo tanto, la filosofía debe utilizar únicamente la razón para descubrir el universo y sus leyes. La teología, por el contrario, se basa en la revelación, en la autoridad de Dios, por lo que aceptará contenidos (artículos de fe) que no son inteligibles ni accesibles al conocimiento humano. Sin embargo, no hay contradicción entre ellas: la razón —si se utiliza correctamente— no nos engaña y la teología, que tiene su origen en Dios, mucho menos. Como la verdad es única, tanto la razón como la fe deben conducir a ella.
Ahora bien, recordemos siempre que Tomás de Aquino es antes teólogo que filósofo; por lo tanto, si hay contradicción entre lo que dice la razón y lo que dice la fe, el error reside en la razón.
Junto a las verdades propias de la razón (mundo natural) y las propias de la fe (artículos de fe), existe una zona de confluencia entre ambas: los preámbulos de la fe. Estas son verdades en las que confluyen fe y razón, tales como la existencia de Dios, su unicidad o su papel como creador.