Condiciones de posibilidad del conocimiento según Kant

Se propone analizar las condiciones que hacen posible el conocimiento. Según Kant el conocimiento es posible gracias a tres facultades:

Sensibilidad

La primera facultad trascendental es la sensibilidad, es decir, nuestra dimensión sensible nos permite recibir información a través de los sentidos. Aquí se muestra como Kant se separa de Descartes y se acerca a Hume, pues Kant reconoce la importancia de todo el material empírico que nuestros nos suministran; de ahí que afirme que el conocimiento empieza en la experiencia, es decir, el material que usamos para elaborar nuestro conocimiento procede de la realidad empírica y es suministrado por nuestros sentidos. Estas informaciones son las que Kant denomina “Intuiciones Sensibles”; son elaboraciones de contenido empírico que procede de la realidad que nos rodea y que constituyen intuiciones. Un olor, un sonido, todo esto son intuiciones sensibles, por sí misma una intuición sensible no es conocimiento, “no dice nada”, es sólo una presencia. Lo que penetra en nuestro oído no es “la voz de Paco”, sino únicamente unas vibraciones en el espacio. Las intuiciones sensibles son la base sin la cual no es posible el conocimiento, son sólo material sensible. No sólo oímos un sonido o captamos un color, sino que lo hacemos en un contexto. Las intuiciones sensibles requieren unas condiciones trascendentales: espacio y tiempo. Mediante las intuiciones sensibles captamos fenómenos. Podemos pensar un espacio vacío, en el que no se encuentra objeto u acontecimiento, pero resulta impensable un fenómeno que no ocupe un lugar, luego el espacio es una de las condiciones trascendentales. Así mismo, podemos pensar un tiempo vacío de acontecimientos, en el que no sucede nada, pero es imposible que un fenómeno u acontecimiento no tenga lugar en el tiempo, de modo que el tiempo es la otra condición trascendental. Espacio y tiempo son intuiciones puras a priori; esto quiere decir: que no proceden de la experiencia, es decir, la experiencia no nos suministra la necesidad del espacio y el tiempo. Los aportamos nosotros. Las intuiciones empíricas no son conocimiento y no son más que paquetes que recibimos por los sentidos, pero en cuanto los situamos en un tiempo y en un espacio comienzan a ser el material para elaborar el conocimiento. Las intuiciones sensibles requieren otro elemento para que constituyan conocimiento: es el entendimiento.

Entendimiento

El entendimiento es propiamente la facultad de conocimiento y es a priori. Cuando nuestra entendimiento recibe intuiciones sensibles, ésta son sometidas al trabajo de los conceptos; un concepto es una síntesis pura a priori. Los conceptos no proceden de la experiencia y tampoco son generalizaciones. El conocimiento de los fenómenos de la experiencia se produce cuando recibimos intuiciones empíricas (olor, sonido, etc.). Esto lo expone Kant en la denominada Deducción Trascendental de las Categorías: cómo asocia nuestro entendimiento intuiciones sensibles y conceptos? En primer lugar, las diversas intuiciones sensibles son sometidas a una síntesis llevada a cabo por el Esquematismo de la Razón, es decir, son ordenadas, simplificadas para eliminar su contenido empírico. Una vez realizada esta síntesis, se produce una síntesis que Kant denomina Síntesis de la Apercepción Pura, es decir, el Yo pienso, mi conciencia, es decir, no sólo es necesaria que las intuiciones sensibles caigan bajo las coordenadas de cantidad, lugar sino que las intuiciones y los conceptos son míos; no se trata de un conocimiento vago o general sino de un conocimiento llevado a cabo por mí. Luego en este punto ya disponemos de un conocimiento de los fenómenos de la experiencia. Por eso establece Kant que las condiciones de posibilidad del conocimiento son así mismo las condiciones de posibilidad de la experiencia.

Razón

La sensibilidad aporta el contenido sensible o empírico del conocimiento, el entendimiento aporta la forma a priori del mismo (los conceptos o categorías). La Razón tiene varias funciones: la función reguladora permite variar y distribuir los diferentes conocimientos según las necesidades o las circunstancias; la función sistematzadora, los conocimientos no son registrados según van sucediendo sino de acuerdo con una taxonomía, de ahí que nuestra memoria puede buscarlos según las necesidades; y la función ordenadora se encarga de ordenar y situar los conocimientos según un orden preciso.

Pero más importante es su papel regulativo: las ideas no aportan conocimiento, sino que son más bien “ideales de la razón”, es decir, las ideas de Dios, de Alma y de Mundo, nunca podremos conocer qué son exactamente. Entonces, ¿qué función cumple? Las ideas-límite, actúan como ideales regulativos porque mediante ellas la Razón muestra el camino, el límite que nunca se va a alcanzar pero al que hay que perseguir; no se pueden conocer ni a Dios, ni al Alma ni a Dios pero hay que actuar como si esto fuera posible. La función de la razón es marcar los límites de lo que se puede y no se puede conocer. Kant concluye así desentrañar esos oscuros objetos (Dios), pues los deja al otro lado del límite de lo que nos es posible conocer. Son ideas regulativas porque nos mueven a pensar y a conocer aunque nunca lleguemos a saber qué son exactamente. Kant establece los límites, sólo podemos conocer la experiencia, la experiencia es sólo aquello que es posible conocer.

La crítica de la metafísica

Kant establece las condiciones de posibilidad del conocimiento, las condiciones sensibles y a priori del mismo. Estas mismas condiciones son las condiciones de posibilidad de la experiencia, sólo podemos conocer los fenómenos de la experiencia mediante intuiciones sensibles de la sensibilidad y los conceptos puros a priori del entendimiento. Por ello Kant distingue entre fenómenos y lo Nouménico; la Cosa-en-sí, es decir, para lo que es la realidad con independencia de cómo la conocemos. Es todo aquello que está más allá de la experiencia, la cosa-en-sí es el territorio tradicional de la metafísica; Kant se distancia de la tradición metafísica, plantea la necesidad de un cambio de método. Pensemos en Platón; establece una dualidad entre el mundo sensible y el suprasensible. Para Platón la verdadera realidad está más allá de la realidad empírica y el conocimiento de las ideas es una vía sólo apta para el filósofo. Durante la Edad Media la metafísica se convierte en una enorme teoría acerca de la totalidad de lo existente, nuestro entendimiento puede acceder a esta realidad infinita. La razón alcanza la perfección cuando es capaz de conocer los objetos que se hallan en una realidad infinita y perfecta; la metafísica se convierte así en una gran logos que lo abarca todo.

La crítica a la metafísica comienza con Hume. De modo que aquellas ideas que no tienen impresiones correspondientes, es decir, a las que no les corresponde ningún correlato en la realidad no tienen significado, son ideas vacías de contenido, de tal forma que hay que eliminarlas por ser un obstáculo para la adquisición de conocimiento. Las ideas metafísicas son así eliminadas de ideas vacías, la metafísica se convierte en un discurso lleno de conceptos vacíos.

Kant elabora su crítica a la metafísica de forma no tan radical. La Crítica de la razón pura establece dos tesis importantes: en primer lugar, los límites del conocimientos son los mismos que los límites de la realidad, es decir, todo aquello que podemos conocer corresponde con todo aquello que es real para nosotros. En segundo lugar, todo esto supone que Kant distingue entre fenómenos (objetos que forman parte de la experiencia ) y noúmenos (todo lo que queda fuera del campo de la experiencia). Estas dos tesis constituyen la crítica kantiana a la metafísica, pues, la metafísica se ha empeñado en conocer todo lo queda fuera de la experiencia y, por tanto, si Kant delimita el terreno de lo que podemos conocer y analizar cómo lo conocemos, lo que queda fuera, lo nouménico es precisamente lo que la metafísica se ha empeñado en conocer mediante conceptos. El error tratar de conocer un territorio que necesariamente no puede ser conocido por nuestros conocimiento. No se trata de que los que está más allá de la experiencia no exista sino que no podemos conocerlo; ejemplo son las diferentes demostraciones de la existencia de Dios.

Como vemos el objetivo de Kant no es criticar a la metafísica, sino más bien su crítica a la metafísica es una consecuencia de su concepción del conocimiento y por ello de la realidad. Lo que queda más allá del campo de la experiencia, no es desechado sino colocado en sus lugar apropiado, no como fuente de conocimiento sino como horizonte del conocer. La crítica a la metafísica es una consecuencia de lo que podemos conocer y no podemos conocer, y resulta que lo que constituye el terreno de la metafísica desde Platón a Descartes forma parte de lo que no podemos conocer. Si hemos visto las dos grandes críticas a la metafísica, la empirista y la kantiana, la que ha tenido mejores resultados es la kantiana.