Introducción: El Cuerpo como Situación en Simone de Beauvoir
En la pubertad, la sociedad se apodera del cuerpo de las mujeres. De la pubertad a la menopausia, se desarrolla la historia de una mujer, pero no se la considera como mujer, sino como especie. La gestación es un trabajo costoso sin beneficios, el parto es doloroso y peligroso, y la lactancia es servidumbre. Estos son elementos de su situación, los cuales no explican por qué la mujer es la alteridad y por qué el ser humano se distingue como naturaleza, cultura e historia. En esto coincidían Sartre y Heidegger. Los datos de la biología se centran en el contexto ontológico, económico, social y psicológico.
La Perspectiva Histórico-Económica: Engels y la Subordinación Femenina
Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, expone el origen de la subordinación de la mujer, que se debe a causas económico-sociales. La población tenía que organizarse en función de la tierra, la propiedad y las actitudes. El trabajo se dividía por sexos, y así apareció el sometimiento de la mujer debido a poseer menos fuerza física, a ser menos apta para las armas y la guerra, y a su capacidad de engendrar, lo que se percibía como un sometimiento biológico y las servidumbres de la maternidad.
La abolición de la familia que propone la comunidad socialista supone la liberación de la mujer. Beauvoir está de acuerdo con Engels, pero no del todo, pues la explicación económica es insuficiente. Ella piensa que la subordinación económica es una subordinación ontológica, lo que le da poder a los varones en el desarrollo de la humanidad.
La Crítica Existencialista de Beauvoir: Trascendencia e Inmanencia
Coinciden en que la menor fuerza física de las mujeres y las servidumbres de la reproducción fueron desfavorables. Los largos periodos de impotencia, como los embarazos casi continuos, supusieron un obstáculo que las alejó de funciones que fueron asumidas por los varones, como la defensa o la caza. Esto establece una diferencia fundamental en las posibilidades de desarrollo humano entre hombres y mujeres. Para Beauvoir, engendrar o amamantar no son actividades decididas por las mujeres que respondan a proyecto alguno, a diferencia de las funciones que asumen los varones.
Los hombres arriesgan su vida mediante actos que trascienden la vida animal, forjando su futuro y el del grupo. Para Beauvoir, está aquí la clave. Las mujeres reconocen el valor del guerrero. Mientras el hombre mata, quita la vida, la mujer pare, es decir, da vida. Un sexo es el que mata y otro el que engendra, y el primero dominó al segundo. Las resonancias hegelianas están a la vista: como el amo somete al esclavo porque no teme a la muerte, poniendo la libertad por delante de la vida, mientras que el esclavo teme a la muerte, priorizando la vida por encima de la libertad. Los varones someten a las mujeres a partir del reconocimiento que han obtenido de ellas, pues les permite afirmarse como sujetos.
Para Beauvoir, es más humano, menos animal, lo que no engendra (o lo que trasciende la mera reproducción), ya que se valoran los quehaceres decididos y establecidos por los propios individuos.
La Dimensión Psicológica: Psicoanálisis Existencial vs. Freudiano
Beauvoir se plantea buscar las causas de la opresión en el terreno de la psicología, del psicoanálisis. Sus planteamientos están más cercanos al psicoanálisis existencial de Sartre que al psicoanálisis clásico freudiano. La visión del psicoanálisis clásico sobre el ser humano es distinta de la del existencialismo. Para el psicoanálisis de Freud, el comportamiento humano está determinado por fuerzas psíquicas inconscientes que escapan al control del propio sujeto. No reconoce al sujeto la libertad de elección; en cambio, el psicoanálisis existencial da protagonismo a las capacidades de elección del sujeto. Los humanos nos movemos por las metas que elegimos para ejercer nuestra libertad. Respecto a los distintos comportamientos entre masculinos y femeninos, comprobaremos que hombres y mujeres se comportan así ya que han sido formados, educados y hechos para que se comporten así, no por ser psicológicamente diferentes.
Contexto y Fundamentos de El Segundo Sexo
El presente fragmento de texto a comentar pertenece a la obra El Segundo Sexo (1949), escrita por la filósofa francesa Simone de Beauvoir. La autora fue originaria de una familia burguesa y tradicional, donde destacaba su actitud rebelde y su afán de deshacerse del rol de mujer de aquella época. Debido a varias experiencias vitales, comenzó a interesarse por la feminidad y las vivencias de otras mujeres. Por ello, se la considera una de las impulsoras de la historia del feminismo, con el desarrollo de una filosofía basada en el existencialismo, la fenomenología y la dialéctica hegeliana.
En esta obra podemos apreciar la falta de simetría entre hombres y mujeres, así como la deconstrucción de las creencias sobre la mujer, además de la investigación del porqué de la situación en la que se encuentra la mujer en la humanidad.
La Construcción Social del Género: Sexo, Género y Feminidad
En la problematización de la categoría mujer, Beauvoir define la feminidad no como una cualidad que caracteriza a las mujeres, sino como un mito forjado a lo largo del tiempo que se desmorona en la sociedad occidental del siglo XX. Las características supuestamente naturales, como la pasividad, dependencia, emotividad, etc., atribuidas a las mujeres, y la autonomía, valentía, falta de sensibilidad, etc., atribuidas a los varones, son el resultado del aprendizaje y adiestramiento en las sociedades desde la infancia, en las que se aprende a ejercer roles o papeles sociales. Estos comportamientos supuestamente naturales constituyen en las mujeres “lo femenino”, “la feminidad”, “el Eterno Femenino”. Por consiguiente, existe también el “Eterno Masculino”. Sin embargo, estas distinciones no son comportamientos naturales.
La feminidad es el resultado de una socialización diferenciada donde los individuos son tratados como objetos en función de su sexo. Wollstonecraft, Stuart Mill, entre otros, advierten el carácter artificial y culturalmente construido de lo femenino. “No se nace mujer, se llega a serlo”.
El género es una construcción cultural, mientras que el sexo se refiere a las características biológicas que diferencian a varones y hembras (como los aparatos reproductores), que son diferencias naturales. El género, en cambio, son los roles o papeles que la sociedad reserva a hombres y mujeres por sus comportamientos y actitudes, constituyendo diferencias culturales. Gayle Rubin desarrollará en los años 70 la conceptualización de que lo masculino y lo femenino son productos sociales del sistema sexo-género, donde la hembra biológica se convierte en la mujer oprimida, y esto es parecido a la esclavitud, donde al negro se le convierte en esclavo.
El sistema sexo-género engendra el principio organizador de la sociedad que determina qué puede hacer una mujer y qué un hombre.