Reflexiones sobre la Crítica de Nietzsche a la Cultura Occidental

Nietzsche critica a la cultura occidental, especialmente a la metafísica, a la moral y a la religiónjudeocristianavaléndose de la filosofía del martillo.

La crítica a la metafísica: Nietzsche admira a los presocráticos y, por el contrario, critica duramente a Sócrates y Platón por crear mundos ideales, maravillosos y fuera de la realidad para huir del sufrimiento en el que se sumerge la realidad, pues esta es realmente lo que aparece. Los mundos inventados por estos metafísicos deben ser desenmascarados. Critica además la metafísica en su aspecto gnoseológico negando la validez del concepto para conocer la realidad y considerando más adecuada la metáfora, rechazando la matematización de la realidad, pueshaycuestiones (como las pasiones) que no pueden ser explicadas por la ciencia, negando todo el valor de la verdad en sí (pues esta debe estar alservicio de la vida), considerando que los hechos no son puros, sino que dependen de una interpretación, criticando la usurpación de la ciencia por el Estado y negando valor a la noción científica de progreso (pues esta subordina la vida a un supuesto futuro).

Crítica a la moral: Para Nietzsche, la moral tradicional es antinatural por oponersea los instintos primordiales de la vida y tiene su base en la filosofía de Platón, puesto que su mundo de las Ideas es el equivalente almás allá” de los cristianos. Establece dos formas de ser y de moral:

– Moral de señores: es la propia del ultra humano, caracterizada por ser creadora y activa y defender que es bueno todo lo que ennoblece la vida y malo lo que la degrada. Los señores son dominantes y se creen superiores al resto.

– Moral de esclavos: nace del miedo y se caracteriza por la humildad, la amabilidad, la compasión, la resignación, la paciencia… No crea, por lo que es pasiva. Pretende la igualdad y la encontramos en las masas, en la democracia, que luchan por instinto de venganza contra los fuertes y poderosos. En esta moral está presente el resentimiento, pues la atención que reciben los débiles mientras los fuertesluchanen las batallas son eclipsadas cuando estos retornan. Según Nietzsche, la moral original es la de los señores, pero tras una rebelión de los oprimidos fue la de los esclavos a la que pasó a ser elogiada.

Crítica a la religión: Las religiones nacen del miedo, por lo que Nietzsche está ensu contra. Además, el cristianismo invirtió los valores de vida de la antigua Grecia y Roma, inventando otro mundo ideal en el que poder evadirse de lo real. La religióndestruyetambién los valores fundamentales y establece en su lugar otrosmezquinos como la obediencia, el sacrificio y la humildad. La superación de los valores tradicionales establecidos por la religión será llevada a cabo por el ultra humano, quien creará otrosnuevos, y tendrá lugar tras la muerte de Dios. La muerte de Dios nos llevará a descubrir que dichos valores son meras creaciones humanas, por lo que los pilares que sostuvieron la tradición, la historia y la cultura de Occidente se derribarán. Las raíces de estosacontecimientos están en el renacimiento (antropocentrismo), en el racionalismo (la razón como fundamento de todo), la ilustración (el poder del pueblo) y el positivismo (ciencia). Todo este proceso recibe el nombre de secularización de la cultura. En lugar de Dios en la cultura moderna será establecido el amor ala tierra.

La crítica de Nietzsche a la cultura occidental le llevará a afirmar que esta desaparecerá por las siguientescuestiones: la muerte de Dios, la aparición del ultra humano, la voluntad de poder y la teoría del eterno retorno. Tras la muerte de Dios, se desarrollará el tiempo del último hombre, que Nietzsche identifica como el suyo propio, precipitándose hacia el nihilismo. Un hombre carente de objetivos por los que merezca la pena luchar, que solo busca la comodidad y el placer cotidianos. Ultra humano, por el contrario, será el nuevo Dios, un terrenal que creará los nuevos valores de la vida valéndosede una mezcla de sensibilidad y coraje y de intuición y poder. Este es el objetivo hacia el que camina la historia. Nietzsche no explica cómo aparecerá el ultra humano, pero podemos deducir que será el eterno retorno lo que lo traiga, pues será el “hombre primero” (presocráticos) el que se corresponderá con él tras ser fruto de numerosas transformaciones. Además, el hombre europeo tendrá que autosuprimirseprimero pasando por tres fases: la del camello (hombre racional que carga con deber sometido ala ley y a la obediencia), la del león (relacionado conla voluntad de poder, se rebela y es el nihilismo destructor de las viejasestructuras que crea su libertad) y la del niño (olla con inocencia y sin prejuicios hacia losmayores, destruye y crea nuevos valores). Una vez llegadoal ultra humano, conseguiremos una nueva visión de la moral tras romper con las leyes obsoletas que la ataban. También del mundo al eliminarse las creaciones de los metafísicos, un mundo en el que la felicidad y el sufrimiento van unidos (lo apolíneo y lo dionisíaco). Y, por supuesto, del ser humano, que acepta el cuerpo y rompe con el dualismo que buscaba preocuparse únicamente del alma. Se supera así el nihilismo, apareciendo un nuevo humano que se daa sí mismo las leyes y las finalidades que le apetecen: autosuficiente y libre para afrontar la vida.


El pensamiento de Ortega representa el intento de pensar las categorías de la modernidad desde una óptica constituida por los problemas de la España de su tiempo. Por ello, lo relacionamos con el regeneracionismo español.

El objetivismo de la primera fase filosófica de Ortega será pronto modificado. Este giro se producirá a partir del descubrimiento de la circunstancialidad, Ortega se niega a considerar separadamente el yo de su entorno. “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.” Una frase en la que Ortega nos ofrece el descubrimiento de que la vida del hombre está inmersa en un conjunto de elementos que constituyen su «circunstancia». Pero el circunstancialismo de Ortega no se limita a un conjunto de elementos que, desde perspectivas históricas, culturales y sociales, nos constituyen, sino que incluye también en nuestra cualquier elemento de la vida cotidiana, particular y propio del sujeto al que le afecta y que, constituye la individualidad. La consecuencia será que no hay dato de la realidad, que pueda quedar fuera de la reflexión filosófica. En clara oposición, a su objetivismo inicial, Ortega coincidirá con otras corrientes como el vitalismo en la consideración de la vida cotidiana como material esencialmente filosófico. Así, ser definitivo no es materia ni es alma, sino una perspectiva. El circunstancialismo de Ortega supone también la acción del sujeto para dar «sentido» a esas circunstancias. Así, surge el método filosófico de Ortega: partir de las cosas más próximas, para alcanzar las más lejanas. Ortega se opone a las pretensiones del racionalismo acerca de la existencia de una verdad absoluta, y afirmará lo contrario: la verdad se da siempre desde las circunstancias en las que el yo se ve inmerso, desde su propia vida; y la verdad consistirá en saber dar cuenta de esa realidad desde esas circunstancias en las que se halla inmerso el yo. El perspectivismo admite el carácter múltiple y cambiante de la realidad de la que es posible tener, múltiples perspectivas, pero considerando también que esa multiplicidad puede ser «unificada» mediante algún principio rector. La verdad será, pues, el resultado progresivo de la unificación de las perspectivas. A diferencia de lo que ocurría en la primera fase de su pensamiento, el individualismo no es ya un obstáculo para la consecución de la objetividad, sino un elemento necesario para ello. Si aplicamos el perspectivismo al campo de lo moral y lo social, se pone de manifiesto la necesaria tolerancia como valor fundamental para el ser humano, en la medida en que cada cual ha de de reconocer el carácter «complementario» de las perspectivas ajenas, de la diferencia y la individualidad de los demás.

Raciovitalismo: consiste básicamente en el intento de conjugar la vida con la razón, superando las contradicciones que se dan entre ambas, tal como se puede deducir de los excesos «irracionalistas» del vitalismo y de los excesos «antivitales» del racionalismo. Así pues, la crítica de ambas será una de las necesidades de Ortega, a fin de ver lo que de positivo puede haber en ellas y lograr esa complementariedad que las supere en el raciovitalismo. Distingue Ortega varias acepciones del término vitalismo, unas pertenecientes al ámbito de lo biológico, otras al filosófico. En este último distingue aún 3 posiciones distintas: a) En primer lugar, la de quienes consideran que los procesos de conocimiento se pueden reducir a procesos biológicos explicables. b) En segundo lugar se refiere al vitalismo de Bergson, que sitúa en un segundo plano la razón en el conocimiento, privilegiando la intuición que se produce en la vivencia interna de las cosas. c) En tercer lugar, expone su posición: la razón se da «en» la vida. El conocimiento será obra de la razón, pero ésta se da en la vida y está rodeada de elementos no racionales, «limitada» por ellos. Tales límites, manifiestan el carácter imprescindible de la razón, ya que para pensarlos es necesaria la razón misma. Para Ortega, la razón, en su afán por buscar la explicación de lo real, se va topando con aspectos de la realidad que son «irracionales», lo que pone de manifiesto, sus propios límites. La consecuencia es el rechazo a la pretensión de que la realidad se mueva de acuerdo con los dictados de la razón. El raciovitalismo tratará de conjugar los elementos positivos del vitalismo y del racionalismo, dando lugar a la configuración de un nuevo pensamiento, del que podemos destacar: 1) La primacía ontológica de lo real con respecto al conocimiento. Así, el pensamiento se da «después». La razón, pasa a convertirse en cronista de una realidad a la que debe someterse. Dado que el aspecto más significativo de la realidad es la vida, se convertirá en el punto de partida de toda teoría. 2) La vida de la que habla Ortega no es la vida «biológica» sino que es la vida de quien tiene capacidad para dar cuenta de ella, la vida personal, de cada ser humano. Es el pensamiento lo que nos capacita para comprender la vida y sus circunstancias, dando sentido a la acción humana, por lo que el pensamiento no puede considerarse como algo opuesto y/o ajeno a la vida. 3) Vivir es «estar en el mundo», lo que supone una ocupación, una tarea que se realiza en vistas a un fin, por lo que vivir es decidir libremente lo que queremos ser y hacer. Por último, lo que nos conduce al núcleo del último pensamiento orteguiano es la relación entre la vida y la historia, plasmada en el concepto de razón histórica en el que se concretiza la noción orteguiana de razón vital. La naturaleza del hombre es histórica. Eso supone afirmar que no hay una naturaleza humana inmutable. Así, el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia. En consecuencia, la historia es el método adecuado para interpretar la vida, individual y colectiva. Mirando al pasado es posible entender lo que cada uno de nosotros es en el presente, y lo que podemos llegar a ser. Gracias a la razón histórica remitimos todo al hacerse, pues la historia es analítica y narrativa.