Fundamentos de la Antropología: Evolución Humana, Cultura e Identidad

Punto 1: Antropología Física, Social y Filosófica

La antropología es la ciencia que estudia al ser humano desde distintas perspectivas. Para comprender plenamente lo que somos, esta disciplina se divide en tres grandes ramas:

  • Antropología Física: Se centra en la evolución biológica de nuestra especie. Estudia cómo hemos cambiado desde los primeros homínidos hasta el ser humano actual, analizando características anatómicas, fisiológicas y comportamentales. Esta rama se apoya en la biología, la genética, la paleontología y la paleoecología para reconstruir nuestro desarrollo a lo largo de millones de años.
  • Antropología Social o Cultural: Se ocupa del estudio de las sociedades humanas y de sus modos de vida. Analiza las costumbres, creencias, normas, valores y formas de organización que caracterizan a los distintos grupos humanos. Su objetivo es comprender cómo se originan las culturas, cómo evolucionan y cómo influyen en el comportamiento de las personas.
  • Antropología Filosófica: Reflexiona sobre la esencia del ser humano. No se limita a describir características físicas o comportamientos sociales, sino que intenta responder a las grandes preguntas sobre nuestra existencia: ¿qué podemos conocer?, ¿qué debemos hacer?, ¿qué podemos esperar? y, en definitiva, ¿qué es el ser humano? Esta rama aborda la dimensión moral, racional y existencial de nuestra especie.

Punto 2: El Origen del Ser Humano y la Teoría de la Evolución

La explicación del origen humano ha cambiado a lo largo de la historia, especialmente a partir del siglo XIX, cuando la biología comenzó a avanzar gracias a numerosos estudios y descubrimientos. Antes del desarrollo de las teorías evolucionistas, predominaba el fijismo, que afirmaba que todas las especies habían sido creadas por Dios tal como son actualmente. Según esta visión, los seres vivos eran inmutables y no experimentaban transformaciones a lo largo del tiempo.

Aportaciones Previas

En el siglo XVIII, Carl von Linné propuso un sistema de clasificación de los seres vivos basado en características anatómicas. Aunque su intención no era demostrar la evolución, su aportación fue decisiva para estudiar las similitudes entre especies y organizar la diversidad de la vida.

Gracias a su sistema taxonómico, hoy sabemos que el ser humano se clasifica de la siguiente manera: reino, filo, subfilo, clase, orden, familia, género, especie. Este sistema permitió comprender mejor la relación del ser humano con otros seres vivos, especialmente con los primates.

2.1 La Transformación de Lamarck

A comienzos del siglo XIX, Jean-Baptiste Lamarck formuló la primera teoría evolucionista coherente con el objetivo de explicar la diversidad de especies existentes. Esta teoría, conocida como transformismo, sostiene que las especies no son fijas, sino que cambian a lo largo del tiempo.

Lamarck defendía que los seres vivos surgían según dos principios fundamentales:

  1. Generación espontánea: Los organismos más simples aparecerían de manera espontánea a partir de materia inorgánica cuando las condiciones ambientales fueran adecuadas.
  2. Tendencia a la perfección y adaptación al medio: Todos los seres vivos poseerían una tendencia natural a evolucionar hacia formas más complejas y “perfectas”. Los organismos modificarían su estructura como respuesta a las necesidades impuestas por el entorno. Esos cambios adquiridos durante la vida del individuo serían heredados por la descendencia, lo que permitiría la acumulación progresiva de transformaciones a lo largo de generaciones.

No obstante, la teoría de Lamarck presenta limitaciones importantes: se basa en la idea de generación espontánea y no logra explicar cómo un organismo puede desarrollar órganos completamente nuevos.

2.2 El Darwinismo y la Teoría Sintética de la Evolución

En el siglo XIX, Charles Darwin revolucionó el pensamiento científico con la publicación de El origen de las especies (1859) y más tarde El origen del hombre (1871). En ellas planteó una teoría evolutiva fundamentada en la selección natural. Darwin observó que:

  • Las poblaciones tienden a crecer más rápido de lo que permiten los recursos disponibles, lo que genera competencia.
  • En esta lucha por la supervivencia, los individuos con características ventajosas tienen más probabilidades de sobrevivir y reproducirse.
  • Estas características se transmiten hereditariamente, de modo que, con el tiempo, la especie se transforma.

La evolución no implica perfección, sino adaptación al medio, y es la población (no los individuos aislados) la que evoluciona.

Sin embargo, el darwinismo clásico no explicaba el origen de las variaciones ni la aparición de rasgos nuevos.

Teoría Sintética de la Evolución

Para resolver esas lagunas, en el siglo XX se integraron los descubrimientos de Darwin con las leyes de la herencia de Mendel y el conocimiento sobre el ADN y las mutaciones, dando lugar a la Teoría Sintética de la Evolución, también llamada neodarwinismo.

Según esta teoría:

  • Los caracteres hereditarios están codificados en los genes, que forman el genoma de cada especie.
  • Las variaciones surgen por mutaciones, es decir, cambios espontáneos en el ADN.
  • Si una mutación ocurre en células reproductoras, pasa a la descendencia y puede contribuir a la evolución de la especie.

2.3 Hominización y Humanización

El proceso de hominización describe los cambios biológicos que, a lo largo de millones de años, permitieron la aparición y diversificación de las especies de homínidos. Estos cambios anatómicos y fisiológicos fueron transmitidos genéticamente y marcaron la transición hacia la especie humana.

Entre las características más relevantes se encuentran:

  • Bipedestación: Adquisición de la capacidad de caminar sobre las extremidades inferiores, liberando las manos para otras funciones.
  • Aumento de la capacidad craneal: Desarrollo progresivo del cerebro, clave para la inteligencia humana.
  • Perfeccionamiento del aparato fonador: Adaptación anatómica que hizo posible el surgimiento del lenguaje articulado.
  • Prolongación del desarrollo infantil: Un periodo más largo de aprendizaje permitió una mejor adaptación social y cultural.
Documental: La Odisea de la Especie

A lo largo del documental La odisea de la especie se explica la evolución de los distintos homínidos y los cambios que fueron experimentando. Los primeros mencionados son los monos de la sabana, que medían aproximadamente 1,30 metros y ya eran bípedos. Más adelante aparece el Australopithecus, representado por Lucy, que se muestra embarazada y sola. Después surge el Aramensis, una especie que realizaba caminatas largas, era carroñera y tenía la capacidad de nadar.

Con la aparición del Homo habilis se observa un cerebro más grande y diferente, lo que les permitió elaborar ideas más complejas gracias al mayor consumo de proteínas. Esta especie creó herramientas y es considerada el primer grupo que puede denominarse propiamente “hombre”. Posteriormente surge el Homo ergaster, capaz de caminar largas distancias sin cansarse. Su cerebro se desarrolla más, necesitan pertenecer a un grupo y comienzan a presentar sentimientos y reflexiones sobre la muerte. Tras ellos aparece el Homo erectus, un gran depredador que utilizaba armas, comía más carne y fue perdiendo el pelo corporal. Esta especie desarrolló la especialización del trabajo, adquirió nuevos conocimientos y descubrió el fuego.

Entre los descendientes del erectus se encuentran los neandertales, una especie fuerte, resistente y robusta que confeccionaba vestimenta, cazaba animales grandes y dominaba el fuego. Se desplazaban siguiendo el ritmo de las estaciones y, finalmente, desaparecieron debido a su baja tasa de natalidad. Por otro lado, los Homo sapiens presentan la nariz puntiaguda, mejoraron notablemente la vestimenta y las herramientas, desarrollaron una gran diversidad de rasgos físicos y comenzaron a enterrar a los muertos. Se señala que los neandertales y los Homo sapiens no podían tener descendencia conjunta, ya que eran genéticamente demasiado diferentes.

Conductas y Evolución de Especies

Durante el proceso de humanización, los homínidos adquirieron nuevas conductas y capacidades. Entre las principales conductas destacan la fabricación de herramientas, la caza y el dominio del fuego. Además, la conducta sexual cambió, ya que la receptividad dejó de depender del ciclo ovulatorio, lo que favoreció la creación de vínculos estables y duraderos. En cuanto a las capacidades, desarrollaron el lenguaje articulado como medio de comunicación, ampliaron la organización social y prolongaron el aprendizaje debido al retraso en su maduración.

Respecto a la evolución de las especies, se identifican varias fases. Orrorin, que vivió hace unos 10 millones de años, ya era bípedo. Después aparece Toumai, también bípedo. Más tarde surgieron los Australopithecus, como afarensis y anamensis, que eran mayoritariamente carroñeros. El Homo habilis marcó un avance importante al crear herramientas mediante técnicas reproducibles, incrementar el consumo de carne, construir cabañas y fomentar tanto la socialización como la división del trabajo. Finalmente, el Homo ergaster destaca por su papel como “conquistador”, ya que sus relaciones sociales se volvieron más complejas y desarrollaron una verdadera conciencia de pertenencia a un grupo.

El Homo erectus fue un cazador y el primero en colonizar Asia y Europa. Vivían como cazadores-recolectores y desarrollaron una especialización técnica que comenzó con los llamados “primeros útiles” y que más tarde se perfeccionó con herramientas como el bifaz, el percutor y el cuchillo. Durante este período evolucionaron también las relaciones entre machos y hembras mediante nuevas técnicas de seducción. Además, se produjo la pérdida del vello corporal y las características de la genitalidad femenina hicieron que dejara de estar a la vista. Uno de sus avances más importantes fue el descubrimiento del fuego, que permitió mejorar la cocción de los alimentos.

Por su parte, los neandertales vivían en cuevas y desarrollaron estrategias de caza como las trampas. Practicaron cultos religiosos y actividades artísticas, como los ritos funerarios, y utilizaban pieles para protegerse del clima. Presentaban una estructura social jerárquica y una constitución física más robusta que otras especies humanas, además de dejar muestras de arte rupestre.

2.4 Cultura e Identidad

En cuanto a la cultura y la identidad, la naturaleza suele proporcionar a cada especie el equipamiento necesario para adaptarse al medio mediante instintos que permiten respuestas automáticas. Sin embargo, en los seres humanos esta regla no se cumple, pues nacemos poco adaptados al entorno y carecemos de instintos tan fuertes como los de otros animales, lo que nos obliga a inventar nuestras propias maneras de adaptarnos. La cultura es precisamente la respuesta adaptativa propia del ser humano.

Según Edward B. Tylor, la cultura constituye una realidad compleja no determinada directamente por instintos ni por predisposiciones naturales, sino por factores artificiales que cumplen una función social y que se transmiten mediante el aprendizaje.

Aculturación y Diversidad Cultural

Las culturas no son realidades inmutables ni aisladas, sino que están en contacto. La aculturación es el proceso mediante el cual una cultura asimila e integra elementos de otras. Aunque este proceso existe desde siempre, hoy su incidencia es mayor debido al desarrollo de los medios de comunicación y transporte. Esto ha generado tres consecuencias principales:

  1. La disminución de las diferencias interculturales, ya que las sociedades distantes se asemejan cada vez más.
  2. El aumento de las diferencias culturales dentro de una misma sociedad, puesto que los individuos están expuestos a una mayor diversidad de influencias.
  3. La aparición del multiculturalismo, entendido como la convivencia en una misma sociedad de personas con culturas, actitudes, costumbres y valores diferentes.

Ante la diversidad cultural existen cuatro posturas:

Etnocentrismo

El etnocentrismo consiste en considerar la propia cultura como superior a las demás y evaluar otras culturas según valores propios. La propia cultura funciona como un sistema de referencia absoluto, haciendo que lo ajeno parezca inferior; suele surgir de prejuicios y del desconocimiento del sentido de las costumbres de otros pueblos.

Relativismo Cultural

En contraste, el relativismo cultural sostiene que no existe un patrón único para medir el desarrollo de las culturas, y que cada una debe juzgarse desde sus propios valores. Afirma que no existen valores transculturales objetivos y que, por ello, todas las culturas poseen el mismo valor.

Universalismo

El universalismo, en cambio, adopta un punto de vista basado en la humanidad y defiende que existen valores universales compartidos por todas las culturas porque derivan de una naturaleza humana común. Considera que hay valores objetivamente válidos, aunque no formen parte de todas las culturas concretas.

Interculturalismo

Finalmente, el interculturalismo promueve la comunicación e interacción entre culturas sobre la base del respeto mutuo. Considera que ninguna cultura es superior a otra y reconoce la importancia de la diversidad cultural. Sostiene que es posible fijar límites a la tolerancia, aceptando solo aquellos valores que permitan el diálogo intercultural, y que los demás conflictos de valores deben resolverse mediante acuerdos alcanzados a través de un diálogo abierto.