Establecimiento del Estado Liberal en España: De Fernando VII a la Revolución de 1868

La Construcción del Estado Liberal en España (1833-1868)

En España se produjo la liquidación del Antiguo Régimen y la construcción del Estado Liberal, configurándose una monarquía constitucional basada en principios liberales, una economía capitalista y una sociedad de clases. Los distintos gobiernos presentaron leyes y reformas con el objetivo de modernizar el país, consolidar el liberalismo y acabar con los problemas estructurales de España. Entre las medidas clave se encuentran:

  • La división provincial.
  • Las desamortizaciones.
  • La creación de la Guardia Civil.
  • La Ley de Educación.
  • La Ley de Ferrocarriles y la Ley Bancaria.

Tras la muerte de Fernando VII (FerVII), se produjo la Primera Guerra Carlista y la división de los liberales en dos facciones principales:

  • Moderados: Se situaban entre el absolutismo y la soberanía popular. Defendían que la Corona debía tener amplios poderes y un sufragio limitado (censitario).
  • Progresistas: Buscaban limitar el poder del rey a favor del Parlamento y apoyaban las reformas sociales de 1812.

Las Regencias y la Primera Guerra Carlista (1833-1843)

El Gobierno de Cea Bermúdez y el Estatuto Real

El primer gobierno fue muy conservador, presidido por Cea Bermúdez. El ministro de Fomento realizó la división provincial, vigente hasta hoy. La guerra carlista obligó a la regente, María Cristina, a llamar al liberal Martínez de la Rosa.

La primera reforma significativa fue el Estatuto Real (1834), que planteaba la existencia de un Estamento de Próceres y un Estamento de Procuradores. Este documento no recogía la soberanía nacional y el sufragio era muy censitario. Aunque los doceañistas estaban en contra, para los moderados era suficiente.

El Ascenso Progresista y Mendizábal

El conde de Toreno sustituyó a De la Rosa, pero su periodo fue de gran tensión (Revolución de 1835). La Milicia Urbana produjo levantamientos en varias ciudades que dieron lugar a Juntas Revolucionarias. El asalto a conventos rompió las relaciones con la Santa Sede, y parte del clero se hizo carlista.

Juan Álvarez Mendizábal fue nombrado jefe de gobierno, respaldando la causa liberal progresista. Reorganizó la Milicia Nacional en Guardia Nacional y planteó acabar con la guerra carlista mediante la desamortización (subasta pública de bienes eclesiásticos y saneamiento de la deuda pública).

El Trienio Progresista (1835-1837)

Durante los gobiernos progresistas, la situación política no se estabilizaba (Motín de los Sargentos de la Granja). Se redactó una nueva Constitución (1837), que establecía el sufragio censitario y reforzaba el poder de la Corona, compartiendo el poder legislativo con las Cortes bicamerales (Congreso de los Diputados y Senado).

El Trienio Moderado y la Regencia de Espartero (1837-1843)

Los moderados ganaron las elecciones de 1837, condicionados por el poder militar de Narváez (moderado) y Espartero (progresista). Diversos motines provocaron la renuncia de la reina regente, María Cristina, quien fue sustituida por el general Espartero.

El líder progresista y héroe de guerra gobernó de forma autoritaria con el apoyo de los «ayacuchos». Realizó la venta de los bienes del clero secular y apostó por una política librecambista. Espartero era popular entre las clases medias y bajas, pero no en el entorno parlamentario. La reina María Cristina conspiraba contra él desde París.

Los empresarios y comerciantes del textil de Barcelona iniciaron un enfrentamiento contra Espartero, quien ordenó una durísima represión que provocó su desprestigio. Además, Narváez dio un golpe de Estado (1843). Espartero renunció a la regencia, lo que obligó a adelantar la mayoría de edad de la reina Isabel II, con tan solo 13 años.

El Reinado de Isabel II (1843-1868)

La Década Moderada (1844-1854)

Con los gobiernos de Narváez se inicia la Década Moderada. Se creó una legislación que modeló un Estado centralizado y uniforme. La Constitución de 1845 estableció:

  • Soberanía compartida entre la Corona y las Cortes.
  • Sufragio censitario muy restringido.
  • Unidad católica de la nación.
  • Supresión de la Milicia Nacional.
  • Mantenimiento de la desamortización.

Bravo Murillo sucedió a Narváez en el gobierno y firmó el Concordato con la Santa Sede (1851), reconociendo la religión católica como “única de la nación española”. El sistema educativo quedó sometido a la moral católica y el Estado se comprometió a mantener a la Iglesia.

En 1854, la actitud autoritaria del gobierno de Bravo Murillo y los escándalos ferroviarios provocaron el pronunciamiento de O’Donnell y el Manifiesto de Manzanares. Por primera vez aparecieron ideas democráticas y republicanas.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Isabel II mandó formar gobierno a Espartero y O’Donnell, abriendo así el Bienio Progresista. Se elaboró una nueva Constitución (la non nata, 1856) y un plan de reformas para conseguir recursos para Hacienda y fomentar la modernización económica, destacando la Desamortización de Madoz de bienes civiles. Sin embargo, la crisis económica provocó la caída de Espartero y de O’Donnell.

La Hegemonía de la Unión Liberal y la Crisis Final (1856-1868)

Durante la hegemonía de la Unión Liberal, se restableció la Constitución de 1845, se anuló la legislación progresista, se realizaron obras públicas y se desarrollaron el ferrocarril y el telégrafo.

Fue una época de estabilidad aparente y concentración del poder, caracterizada por la manipulación electoral y campañas militares exteriores para desviar los problemas internos:

  • Oposición progresista y demócrata.
  • Descomposición de la Unión Liberal.
  • Dominio de las camarillas.
  • Crisis económica y conflictividad social.

Tras el gobierno largo de O’Donnell se sucedieron diversos partidos inestables e ineficaces, con una fuerte división interna y la injerencia continua de la reina. Diversos acontecimientos, además de la grave crisis económica, hacían presagiar la incapacidad del sistema:

  • La “cuestión romana” (el apoyo de Isabel II al papa enfrentó a España con Italia).
  • El desprestigio de la reina.
  • La sublevación fracasada de Prim contra el gobierno.
  • El pronunciamiento militar en el cuartel de San Gil, reprimido con gran dureza.

La Revolución de La Gloriosa (1868)

Se firmó el Pacto de Ostende entre demócratas y progresistas para desalojar del trono a Isabel II, democratizar el país y recuperar la economía. La crisis económica afectó a todos los sectores productivos y de finanzas. La crisis de subsistencia provocó motines populares.

El almirante Topete se sublevó en Cádiz con el manifiesto “¡Viva España con honra!”, provocando la Revolución de La Gloriosa. Las tropas leales a la reina fueron derrotadas en la batalla del Puente de Alcolea, e Isabel II se exilió a Francia, iniciándose el Sexenio Democrático.