David Hume: Fundamentos del Empirismo, Crítica a la Causalidad y Teoría Moral

1. Teoría del Conocimiento de David Hume

1.1 Percepciones, Impresiones e Ideas

Para Hume, el conocimiento es percepción. Estas percepciones pueden ser ideas o impresiones. Las impresiones se dan en nosotros con más vivacidad y fuerza, mientras que las ideas son imágenes o copias en el pensamiento.

  • Impresiones: Son de dos tipos: sensaciones y reflexiones. Las primeras surgen por causas desconocidas y las segundas como resultado de nuestras ideas.
  • Ideas: Se dividen en simples y complejas. Las simples son copias de las impresiones simples y las complejas son las combinaciones de las ideas simples.

A la base de nuestras ideas tiene que haber alguna impresión que copiar. En esto consiste el Principio de Copia. Todas nuestras ideas se derivan de impresiones que copian y representan exactamente. Hume utiliza el término “Principio de Copia” para saber si los términos filosóficos tienen o no significado.

La manera en la que los seres humanos combinamos estas ideas para construir un conocimiento es universal. Las ideas se combinan según las siguientes leyes de asociación:

  • Semejanza: Un retrato nos lleva a pensar en la persona que representa.
  • Contigüidad: Del espacio y del tiempo.
  • Causalidad: La más importante, ya que en ella está la base de nuestro conocimiento en términos causa-efecto.

1.2 Relaciones de Ideas y Cuestiones de Hecho

Hume divide los conocimientos en dos tipos:

Relaciones de Ideas:
Operación del pensamiento sobre nuestras ideas sin tener en cuenta lo que pasa en el mundo. Se expresan en proposiciones analíticas (el predicado está contenido en el sujeto) y necesarias (su negación supone una contradicción). Es el ámbito de la lógica y la matemática, cuyas verdades se establecen a priori. Ejemplo: “El todo es mayor que sus partes.”
Cuestiones de Hecho:
Se trata del conocimiento que se refiere a los hechos, a lo que pasa en el mundo. Se expresa en proposiciones sintéticas (el predicado añade información al sujeto) y probables (la negación de una proposición no es contradictoria). Estamos en el terreno de las ciencias empíricas o de la filosofía moral, donde no hay certezas absolutas y se establecen a posteriori. Ejemplo: “Los árboles florecen en mayo.”

Hume dice que para que algo sea conocimiento tendrá que expresarse en proposiciones analíticas o probables. El conocimiento por cuestiones de hecho es el que más le interesa a Hume para ponerlo a prueba en el principio de causalidad.

1.3 Crítica y Análisis de la Causalidad

Dos sucesos que están relacionados de tal manera que uno es la causa del otro. Cuando afirmamos esto, seremos capaces de inferir lo que ocurrirá en el futuro.

Lo que permite la causalidad es obtener conclusiones acerca de los hechos de los que no tenemos experiencia. Establecemos estas conclusiones en términos de “conexión necesaria” entre la causa y el efecto, es decir, que siempre que se da la causa se da el efecto. Si en el pasado observamos un hecho, que siempre que ocurría una cosa ocurría otra, decimos que siempre ocurrirá así.

Pero las cosas no son tan claras, ya que, según Hume, no podemos asegurar que algo en el futuro vaya a ser como en el pasado. La idea de conexión necesaria solo se da en el conocimiento por relaciones de ideas (donde se pueden obtener certezas absolutas), pero no en el de los hechos, donde la certeza nunca es total.

¿Por qué nos atrevemos a pensar que las cosas en el futuro van a seguir siendo igual que en el pasado? Hume se basa en el mecanismo psicológico de la costumbre y el hábito. Estamos acostumbrados a que las cosas sucedan con un cierto orden o hábito, creyendo que todo va a seguir igual. El conocimiento del futuro no es sino creencia.

El concepto de “creencia” para Hume es algo necesario para poder vivir y para desarrollar la propia ciencia.

El principio de causalidad ha de ser usado de forma cautelosa. Si yo tengo experiencia de hechos relacionados causalmente, puedo esperar y creer que esta relación se seguirá dando en un futuro, lo que no se podrá es establecer relaciones causales entre hechos de los cuales no hay experiencia. La precaución en el uso de la causalidad le servirá a Hume para criticar el concepto de sustancia.

1.4 La Crítica del Concepto de Sustancia y la Metafísica

La metafísica tradicional afirmaba la existencia de sustancias como realidades independientes y que estaban en el origen de nuestro conocimiento. Según Hume, no hay conocimiento de ellas ni tampoco experiencia ni impresión alguna. Por tanto, no existirán esas sustancias de forma independiente. Para Hume, la única realidad está en nuestras percepciones y experiencias.

Hume critica las tres sustancias tradicionales:

Sustancia Extensa (Mundo)

Tenemos percepciones de una supuesta realidad exterior y creemos que esa realidad es la causa de las percepciones. Esto es equívoco, pues el principio de causalidad solo se puede aplicar entre impresiones, no en aquello de lo que carecemos de impresión. No existe un mundo de objetos externos e independientes de la mente que los piensa.

Sustancia Infinita (Dios)

Cuando afirmamos la existencia de Dios, estamos realizando una inferencia injustificada hacia una causa de la cual no tenemos impresión. Las vías de Tomás de Aquino no son válidas, pues en ellas se produce una inferencia desde la experiencia hacia aquello de lo que no hay experiencia. El límite de nuestro conocimiento es la experiencia; buscar causas de la experiencia más allá de ella misma es un salto injustificado y erróneo.

Sustancia Pensante (Yo)

Crítica al “Yo” como sustancia o sujeto en el que se producen nuestros actos mentales. En realidad, no tenemos ninguna intuición permanente e idéntica de ese supuesto “Yo”; lo único que tenemos son impresiones o intuiciones cambiantes. ¿En qué consiste eso que llamamos “Yo”? Según Hume, se trataría de un conjunto o cúmulo de percepciones debajo de las cuales no habría nada estable o idéntico a sí mismo.

1.5 El Escepticismo

El escepticismo para Hume se manifiesta en una serie de preguntas sin respuesta. Tenemos percepciones, pero no sabemos su origen. La asociación de las percepciones mediante la causalidad no tiene justificación lógica. Tampoco podemos conocer ninguna de las sustancias tradicionales.

La realidad quedaría reducida a un conjunto de percepciones. Conoceríamos la realidad tal y como se nos muestra o se nos manifiesta a través de las percepciones o fenómenos. No podemos ir más allá de esos fenómenos; no conoceríamos la realidad en sí misma.

El sentido del escepticismo en Hume es que la duda no desaparece cuando se encuentra la primera verdad, sino que es algo permanente. Es una especie de cautela o precaución en el ejercicio del pensamiento. Debemos dudar para evitar caer en errores que aumenten nuestro conocimiento de manera imprudente.

No se puede ser escéptico en el sentido absoluto, pues si dudamos de todo, la misma verdad sería imposible. Pero el filósofo debe ser escéptico para poner en todo momento a prueba las posibilidades y límites de nuestra razón.

2. La Ética Emotivista de Hume

La ética de Hume aparece recopilada en la Investigación sobre los principios de la moral. Todos los filósofos han intentado hacer una distinción entre el bien y el mal desde la razón. Hume, por el contrario, considera que la razón no puede ser la base de la moral, ya que lo que nos mueve es el sentimiento. Esta postura se conoce como Emotivismo Moral y consiste en confiar en los sentidos como fundamento de la conducta moral.

La razón, en cualquiera de sus manifestaciones, produce tipos de juicios que no tienen nada que ver con la moral, que no nos llevan a realizar acciones buenas o malas:

  • El conocimiento por relaciones de ideas (matemáticas) produce juicios analíticos y necesarios, juicios que no nos impulsan a actuar.
  • El conocimiento por cuestiones de hecho elabora juicios sintéticos y probables acerca de los hechos del mundo. Este conocimiento puede ser verdadero o falso, pero los hechos no son buenos o malos.

Las cosas por sí mismas no son ni buenas ni malas. La ética no se ocupa del ser, sino del deber ser, y es un error pasar del ser al deber ser. Este error es llamado por Hume Falacia Naturalista.

Los juicios morales son aquellos que nos permiten valorar si algo es bueno o malo, nos mueven a realizar unas cosas y nos impiden realizar otras. Para Hume, la calificación moral no es una cosa de la razón, sino del sentimiento; surge de dentro, del interior de uno mismo. Los hechos no son buenos ni malos, somos nosotros los que los sentimos como buenos o como malos.

Las pasiones son las que guían la vida moral: hacemos lo que nos produce placer y evitamos lo que nos produce dolor. De ahí la famosa frase: “La razón es esclava de las pasiones.” En el fondo, estas pasiones están en los instintos, y son estos los que deciden qué es placer y qué es dolor.

Hume cree que hay cierta regularidad en la conducta moral, que todos más o menos coincidimos en que algo es bueno o malo. Esto lo denomina Simpatía. La simpatía es un sentimiento o instinto de solidaridad en el cual entramos en común con el ánimo de los demás, nos ponemos en su lugar dejando de lado nuestros propios intereses.

En base a este sentimiento común se da en los hombres la Virtud, que Hume define como: “Toda acción o cualidad mental que le produce al espectador el sentimiento agradable de aprobación. La aprobación dependerá a su vez de la utilidad y agradabilidad de las cualidades respecto a la persona misma que las posee en relación a los demás que inciden en ella.” Entonces, solo consideramos virtudes aquellas cualidades naturales que promueven la felicidad y el bienestar social.

3. La Filosofía Política de Hume

La protagonista de la política de Hume es la utilidad, base de las leyes y la organización social. El análisis de la política se basa en el análisis de los hechos. El mejor sistema político será el que mejor se ajuste a cada nación y, por tanto, la mejor decisión política será la que resulte más útil para sus ciudadanos.

Su filosofía política es naturalista. Para Hume, el estado previo (estado de naturaleza) no existe, ya que los individuos poseen una tendencia natural a unirse en sociedad.