Al-Ándalus y la Reconquista
2.1. Al-Ándalus: La Conquista Musulmana de la Península Ibérica. Emirato y Califato de Córdoba
Tras la proclamación de Rodrigo como rey del reino visigodo, los hijos del anterior rey Witiza solicitan ayuda a los musulmanes. Así, en el año 711, los musulmanes, bajo el mando de Tariq, entran en la península venciendo al último rey visigodo y, ante la pasividad reinante, iniciaron la conquista. Pese a la Batalla de Guadalete, fue una invasión en su mayor parte sin oposición, llegando en pocos años a ocupar toda la península excepto el norte. Desde ese momento, Al-Ándalus se identificó con el espacio peninsular sujeto al poder musulmán. Al-Ándalus, con capital en Córdoba, se convirtió en un emirato dependiente (711-757), regido por un emir dependiente de los califas de Damasco. Fue una etapa enormemente inestable, llegándose a nombrar a 23 gobernadores.
El emirato independiente (756-929) se proclamó con la llegada de Abderramán I a la península, superviviente de la matanza de los Omeyas. Este rompió la dependencia política. La etapa vivió momentos de esplendor, como el emirato de Abderramán II, aunque no estuvo exenta de problemas que favorecieron el avance cristiano.
El califato (929-1031) fue la época de mayor esplendor, proclamado por Abderramán III, asumiendo la dirección religiosa y política. Sin embargo, la estabilidad se acabaría al nombrar califa a un niño de 8 años, Hisham II. El poder quedaría en manos de su hachib Almanzor, que comenzaría a hacer grandes campañas militares. A su muerte, el Califato se disgregó, dividiéndose en reinos de taifas.
2.2. Al-Ándalus: Reinos de Taifas. Reino Nazarí
Tras la muerte de Almanzor (1031), el califato entró en crisis, produciéndose su desintegración en pequeños reinos de taifas. Su historia es la del esfuerzo de cada uno de estos estados para conservar su independencia. En este momento, dejaron de cobrar parias para pasar a pagarlas. Pese a la riqueza de muchos de ellos, se caracterizaron por su gran debilidad militar que facilitó el avance de los reinos cristianos. Ante esta situación, pidieron ayuda al exterior.
La dominación almorávide de Al-Ándalus se hizo efectiva de 1090 a 1145 tras victorias tan importantes como la de Sagrajas. Los almorávides aprovecharon el enfrentamiento de las taifas entre sí para unir Al-Ándalus bajo su dominio. Sin embargo, las revueltas antialmorávides (debido a su rigorismo religioso), un nuevo avance cristiano y la presión de los almohades en el norte de África les hizo desaparecer, creándose unos nuevos reinos de taifas.
Las segundas taifas tuvieron que soportar otro gran avance cristiano, por lo que pidieron ayuda de nuevo al exterior, en este caso, a los almohades. Los almohades lograron importantes victorias como la de Alarcos y reunificaron otra vez Al-Ándalus bajo su dominio, pero tras la alianza de Castilla, Aragón y Navarra, fueron derrotados en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212.
De esta manera, se crearon unos terceros reinos de taifas que desaparecieron rápidamente, a excepción del Reino Nazarí de Granada, que sobreviviría hasta 1492, cuando los Reyes Católicos pusieron fin a 781 años de presencia musulmana en la península.
2.3. Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura
Al-Ándalus estuvo asociado a importantes avances económicos. La agricultura tuvo un gran desarrollo gracias al regadío. Los musulmanes difundieron nuevos cultivos como el arroz, el algodón o las plantas medicinales, cultivando también cereales, el olivo y el viñedo. En la ganadería retrocedió la porcina, desarrollándose la ovina y la equina. Se revitalizó la minería y la artesanía, propias de una sociedad urbana, destacando la seda nazarí o los cordobanes. El comercio tuvo una gran importancia, desarrollándose tanto el interior en el zoco de las ciudades como el exterior. Fue una economía donde el Estado tenía el monopolio de la acuñación de moneda.
Con el paso del tiempo, la sociedad se fue islamizando. En un primer momento, el mundo musulmán lo componía una minoría árabe, que ocupaba los puestos más destacados, y una mayoría bereber, dedicada a la ganadería y al ejército. Más tarde se unieron los muladíes (cristianos convertidos al islam). Debajo de ellos se situaban los mozárabes (cristianos de Al-Ándalus) y los judíos, que gozaban de libertad de culto, pero tenían la obligación de pagar ciertos tributos. Fue una sociedad donde también destacaban los eslavos de palacio o del ejército. A pesar de esta jerarquía en torno al islam, dependiendo de su origen de sangre o nivel económico, podían estar más arriba en el escalafón social.
En Al-Ándalus se desarrollaron grandes avances en ciencias como la astronomía, la medicina, la botánica y las matemáticas. Destacan filósofos como Maimónides y, en la literatura, autores de árabe clásico como Ibn Hazm, y dentro del árabe vulgar, estilos como el zéjel y la muaxaja. Del campo artístico, mención especial merecen la Mezquita de Córdoba y la Alhambra.
2.4. Los Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana. Principales Etapas de la Reconquista. Modelos de Repoblación
En las áreas cantábricas y pirenaicas surgieron entre los siglos VIII y X los primeros reinos cristianos. El Reino Astur surgió tras la victoria de Pelayo en Covadonga (722), reino que tuvo una ampliación sobre el valle del Duero, pasando la capital a León y creando así el Reino de León (siglo X). Castilla era una serie de condados vasallos de León hasta que Fernán González (929-970) los unificó, logrando gran autonomía. Navarra, parte de la Marca Hispánica, surgió como reino con Íñigo Arista en el 824, alcanzando su mayor expansión con Sancho III el Mayor que, al morir en 1035, repartió su territorio entre sus hijos, surgiendo así el Reino de Aragón. Los condados catalanes bajo dominio carolingio quedaron ligados a finales del siglo IX a Wifredo el Velloso y, a finales del siglo X, se volvieron independientes.
Desde el siglo IX, surge el proceso de la Reconquista, seguido del proceso de repoblación, entendido como la ocupación y colonización cristiana de las tierras conquistadas. Durante la primera etapa (siglos VIII-X), los reinos cristianos avanzaron hasta el Duero con un modelo de repoblación por iniciativa de los campesinos (**presura**), dando lugar a pequeñas y medianas propiedades; en la segunda (siglos XI-1150), avanzaron hasta Toledo, aprovechando la debilidad de los reinos de taifas hasta que fueron frenados por los almorávides. El modelo de repoblación fue el concejil, mediante fueros, dando lugar a una mediana propiedad.
Durante la segunda mitad del siglo XII, se produjo la tercera etapa de la Reconquista, tras el derrumbe de los almorávides y la creación de los segundos reinos de taifas, llegando hasta el Guadiana; avance que se vio frenado esta vez por los almohades. La repoblación durante la primera mitad del siglo XIII dio lugar a latifundios mediante las encomiendas de las órdenes militares.
Por último, tras la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), los reinos cristianos avanzaron sobre los terceros reinos de taifas, a excepción del Reino Nazarí, conquistado en 1492. La repoblación fue mediante donaciones, dando lugar a grandes latifundios (segunda mitad del siglo XIII).
2.5. Los Reinos Cristianos en la Edad Media: Organización Política, Régimen Señorial y Sociedad Estamental
Los reinos presentaban una estructura política parecida, aunque con diferencias, basadas en la monarquía, las cortes y los municipios. El origen de las cortes está en la Curia Regia, donde los nobles y clérigos asesoraban al rey. El crecimiento de las ciudades hizo ganar poder a los burgueses, naciendo las Cortes de tres brazos en 1188 en el Reino de León y desde el siglo XIII en los otros reinos. En Castilla eran convocados por el rey para aprobar subsidios y declaraciones de guerra, mientras que las de la Corona de Aragón eran órganos de carácter legislativo y votaban impuestos.
La sociedad fue de carácter feudal, rural y con tres estamentos (nobleza, clero y estado llano), marcados por el nacimiento y con lazos de vasallaje entre ellos. Los dos primeros estamentos eran privilegiados. Dentro de la nobleza había diversos grados. La alta nobleza terminó por controlar amplios dominios territoriales llamados señoríos jurisdiccionales, donde además de controlar las rentas, gozaban de poder jurisdiccional. Estos señoríos, gracias al mayorazgo, pasaban íntegros al heredero. En la baja nobleza destacan los hidalgos. El clero era el otro grupo privilegiado, dividiéndolo en clero secular y regular. La Iglesia también contaba con importantes señoríos. Socialmente se distinguía el alto clero, proveniente de la nobleza, y el bajo clero, más próximo al pueblo. El estado llano era en su mayoría campesinos que tenían una importante dependencia de los señores, aunque también había algunos sectores de campesinos propietarios. Con el crecimiento de las ciudades, tuvieron más importancia los artesanos y los burgueses.
La Segunda República y la Guerra Civil Española
10.1. La Proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931
Tras la dimisión de Berenguer, Alfonso XIII encargó formar gobierno al almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril, con el fin de elegir nuevos ayuntamientos. Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, abandonó la Corona. La II República fue proclamada al día siguiente, el 14 de abril. El Comité Revolucionario establecido en San Sebastián se convirtió en el nuevo Gobierno Provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora.
En junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. Obtuvieron la mayoría una coalición de republicanos y socialistas, encargados de elaborar la Constitución de 1931, que reflejaba un pensamiento democrático y avanzado, buscando la redistribución de la riqueza y la creación de un Estado del bienestar que alcanzara a toda la sociedad. Como sistema político, establecía una república democrática, bajo soberanía popular, con separación de poderes, quedando el legislativo en manos de unas Cortes unicamerales, elegidas por sufragio universal que, por primera vez, incluía a las mujeres. El ejecutivo se constituía según la mayoría parlamentaria. El presidente de la República era elegido cada seis años por los diputados. Además, se contemplaba para Cataluña (que había declarado su independencia) y el País Vasco un Estatuto de Autonomía. La Declaración de Derechos era muy completa: Libertad de expresión en todas sus formas (opinión, expresión, imprenta, cátedra) y de asociación; derecho al trabajo, la educación y la cultura; igualdad de los cónyuges en el matrimonio; se establecía el matrimonio civil, el divorcio y la equiparación de derechos para los hijos legítimos e ilegítimos. Se impuso un Estado aconfesional, pero se reconocía la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión, lo que levantó una gran polémica y dividió a la cámara, prohibiendo a los religiosos dedicarse a la enseñanza. Esto creó graves enfrentamientos entre la Iglesia (Cardenal Segura) y grupos anticlericales (la incapacidad de su control por parte del gobierno haría que los católicos y religiosos retiraran el apoyo a la República).
La Constitución fue aprobada en diciembre de 1931, formándose el primer Gobierno Constitucional presidido por Manuel Azaña como presidente del gobierno, e integrado principalmente por republicanos de izquierdas y socialistas. La presidencia de la República quedó en manos de Alcalá Zamora, más conservador. Este primer periodo de la República se denomina Bienio Reformista (1931-1933). Dio comienzo al formarse el primer gobierno, el 15 de diciembre de 1931, después de ser aprobada la Constitución. Fue el periodo más activo de la República en cuanto a reformas, entre las que destacan:
- Las reformas laborales llevadas a cabo por el líder de la UGT y ministro del Trabajo, Largo Caballero, que incluían medidas como el seguro de enfermedad, las vacaciones pagadas, la jornada de ocho horas o el salario mínimo. La CNT retiró su apoyo.
- La Reforma Agraria (1932-1933). No se abordó a fondo por temor a que la oposición de los terratenientes pudiera acabar con la República. El Instituto de Reforma Agraria solo expropió algunas fincas, pero a cambio de una indemnización. La reforma no solucionó los graves problemas del campo y empeoró el clima social (jornaleros y propietarios perdieron la fe en la República).
- La reforma militar de Azaña pretendía reducir el número excesivo de oficiales y garantizar su lealtad al nuevo régimen, lo que provocó que en agosto de 1932 el general Sanjurjo se pronunciase en Sevilla. Se creó la Guardia de Asalto como cuerpo encargado del orden público, con el fin de sustituir al ejército en esta función.
- La política educativa: se pretendía sustituir los métodos y profesores religiosos por otros partidarios de una enseñanza progresista. Se crearon cerca de diez mil nuevas escuelas primarias públicas, pero ni el tiempo ni el dinero permitieron quitar el monopolio docente a la Iglesia.
A pesar de las reformas, el problema regionalista dividiría la sociedad española entre los que defendían la unidad de España (el Ejército, la CEDA, los Carlistas o la Falange, y algunos partidos obreros como el PSOE o el PC, partidarios de un gobierno central fuerte, en contra de los anarquistas…) y los regionalistas catalanes y vascos. Los enfrentamientos con los religiosos y el desprestigio en el campo, junto con las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux para echar a los socialistas del gobierno, llevarían al fin a este primer bienio. Siendo el detonante de su finalización los sucesos de Casas Viejas (enero de 1933). Hechos que hicieron que se rompiera la coalición republicana y que los anarquistas se alejaran del juego político. Finalmente, Azaña presentó la dimisión y Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.
10.2. El Gobierno Radical-Cedista (1933-1935). La Revolución de Asturias. El Frente Popular, las Elecciones de 1936 y el Nuevo Gobierno
En septiembre de 1933, las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux para echar a los socialistas del gobierno y la pérdida de prestigio y apoyo popular de este, desembocaron en la ruptura de la coalición republicana. Tras los sucesos de Casas Viejas, Azaña dimitió y Alcalá Zamora convocó elecciones para noviembre de 1933 (las primeras en que votarían las mujeres). La disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista favorecieron la victoria de la coalición de derechas. Coalición formada por los radicales de Lerroux y por la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de Gil Robles. Lerroux asumió la jefatura de gobierno y comenzó así el Bienio Radical-Cedista (Bienio Negro).
El nuevo gobierno se dedicó a echar para atrás las medidas más revolucionarias del período anterior. Además, situó en puestos clave a militares sospechosos de ser contrarios a la República (**Mola**, **Franco** y **Goded**) y paralizó el Estatuto de Autonomía del País Vasco.
A su vez, el ascenso del nazismo en Alemania y la política represiva de los socialcristianos en Austria hacían aumentar los temores de quienes en España emparentaban estos movimientos con la CEDA. Dichas circunstancias, unidas al convencimiento de la dirección del PSOE de que Gil-Robles pretendía destituir la República, provocaron un intento de la izquierda por crear una república de los trabajadores por medio de la revolución, lo que se materializó en la Revolución de Octubre de 1934 (el PSOE se mostraba decidido a tomar el poder por la fuerza y a practicar una política revolucionaria). Largo Caballero impulsó la alianza obrera y la creación de un comité para la organización del golpe revolucionario.
El detonante fue la incorporación de tres ministros de la CEDA al gobierno. Como movimiento nacional, la Revolución de 1934 fue un fracaso, triunfando solo en Asturias (único lugar donde los trabajadores estaban unidos y preparados para la lucha armada). Allí, las organizaciones proletarias asaltaron las casas cuartel de la Guardia Civil, ocuparon las fábricas de armas y constituyeron, en algunas ciudades, comunas obreras. La dura intervención del Ejército de Marruecos (al mando del general Franco) provocó un levantamiento en la región de dimensiones de guerra civil. El país se dividió y los ánimos quedaron encendidos. En Barcelona, la revolución tuvo un carácter independentista (dirigida por Lluís Companys) y terminó con una dura represión por parte del ejército y con la suspensión temporal de la autonomía catalana.
El panorama político resultante fue complicado. Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional (tradicionalista y monárquico). Aunque de forma minoritaria, el Partido Carlista (Comunión Tradicionalista) y la extrema derecha (que se aglutinó en la Falange Española -fundada por José Antonio Primo de Rivera en 1933-), estuvieron también presentes.
A finales de 1935, estallaron varios escándalos financieros en el entorno de Lerroux (estraperlo) que rompieron la alianza entre los radicales y la CEDA. Alcalá Zamora convocó entonces nuevas elecciones para 1936. La izquierda, consciente de la importancia de su unión para poder ganar, se presentó unida bajo el Frente Popular. La derecha, sin embargo, llegó dividida a las urnas. El Frente Popular obtuvo la mayoría en las elecciones, ganando en las grandes ciudades industriales, en las provincias donde abundaban los jornaleros y en las regiones partidarias de la Autonomía. Azaña pasó a sustituir a Alcalá Zamora y Casares Quiroga fue el jefe del gobierno.
En la calle fue subiendo la tensión y los estallidos de violencia se hicieron frecuentes por parte de ambos bandos. Parte del ejército consideró que la revolución era inminente y que el gobierno sería incapaz de controlarla, con lo que inició una conspiración para acabar con la República. El Gobierno tenía conocimiento de la situación, pero su reacción fue lenta y tímida.
El asesinato de José Calvo Sotelo por la Guardia de Asalto (en contestación al asesinato de su teniente Castillo) fue el pretexto para el alzamiento dirigido por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Goded (apoyados por gran parte de la derecha). El 17 de julio se inició la sublevación en el Protectorado de Marruecos. Al día siguiente, varias regiones peninsulares se sumaron al alzamiento, mientras otras permanecieron fieles al gobierno de la República. La Guerra Civil había comenzado.
10.3. La Guerra Civil: La Sublevación Militar y el Estallido de la Guerra. La Dimensión Internacional del Conflicto
La sublevación militar que abrió la Guerra Civil fue preparada por un grupo de militares monárquicos y conservadores (**Sanjurjo**, **Goded**, **Mola**, Fanjul, **Franco**…), apoyados por la Falange y los carlistas. Se pretendía un golpe de Estado que resultase inmediatamente triunfante y que acabase con el régimen republicano. El asesinato de Calvo Sotelo fue el pretexto para la sublevación. La rebelión militar (17-18 de julio de 1936) se inició en el Marruecos español, y de allí se extendió a las guarniciones peninsulares. En Canarias (donde Franco era la autoridad militar) y Marruecos, triunfó el alzamiento. En la Península, se les unieron numerosos territorios (Navarra, León, Sevilla, Córdoba, Cádiz, Huelva y Granada, Galicia, Álava y Aragón). Apoyando al gobierno quedaron Vizcaya y Guipúzcoa (promesa de estatuto), Asturias, Valencia, Castilla y Cataluña. Constatado el fracaso del golpe, se inició el enfrentamiento entre los dos ejércitos en una guerra civil que duraría tres años y que dividiría España en dos zonas. El bando republicano contaba con los núcleos industriales y urbanos, además del oro del Banco de España, la flota y la mitad de las tropas (aunque no contaban con la fidelidad de los oficiales). El bando sublevado, con la principal zona cerealística, la mayoría de los generales, la mitad de los miembros del ejército y la totalidad de las tropas africanas.
La intervención extranjera en el conflicto bélico influiría decisivamente en la evolución de la contienda y determinaría la victoria. El conflicto afectaba a los intereses de las potencias del momento y daría impulso al choque de las ideologías latentes en Europa en este siglo. La República intentó que la Sociedad de Naciones interviniera contra Italia y Alemania (por su intervención directa en la guerra), pero la pertinente resolución se hizo esperar y no llegó a ser aplicada. Por otra parte, Francia y Gran Bretaña crearon el Comité de No Intervención, con sede en Londres. Se intentaba con ello evitar que el conflicto se internacionalizara y ayudar así de forma indirecta a la República, evitando la entrega de armas a los rebeldes. Pero fue un fracaso (Italia y Alemania no tardaron en saltárselo). Francia pretendía ayudar a la República, en un primer momento, pero cedió a la presión británica (que miraba con desconfianza al Frente Popular) y su papel acabó siendo el de país de acogida y asilo. Gran Bretaña oficialmente apoyó la neutralidad (pero firmó un acuerdo con Italia en el que admitía la presencia de tropas italianas en España). EE. UU. interpretó la guerra como un avance del comunismo en Europa, adoptando una política de no intervención y prohibiendo la venta de armas en España (aunque la TEXACO o General Motors abastecieron al ejército franquista).
Los países que ayudaron de forma directa a los militares sublevados fueron la Italia fascista y la Alemania nazi. Alemania ofreció la ayuda militar más determinante (destacando la Legión Cóndor, responsable del bombardeo de Guernica) y una importante ayuda financiera. Italia proporcionó un importante contingente militar, equipos y apoyo financiero (la ayuda de Mussolini fue inmediata). Portugal envió voluntarios (los «viriatos»), además de ceder el territorio para operaciones militares e introducir armamento.
La República, como régimen democrático y legítimo de la nación, debería haber podido disponer de la ayuda de las democracias occidentales, pero los únicos países que la apoyaron con decisión fueron la Unión Soviética y México. La Unión Soviética inició su ayuda en octubre de 1936 y se mantuvo constante a lo largo de la guerra con aportaciones de hombres y material. Pero su exigencia de pago por adelantado obligó a la República a enviar a la URSS las reservas de oro del Banco de España. La actitud de México fue de apoyo a la República desde el principio. Su presidente Lázaro Cárdenas, además de enviar ayuda, recibió y ayudó a los exiliados españoles.
Las Brigadas Internacionales eran tropas formadas por voluntarios que, ante la política de no intervención de sus gobiernos, decidieron luchar en España a favor de la República y contra el fascismo. Procedían de Estados Unidos, Canadá, Francia o Gran Bretaña.
10.4. Fases Militares de la Guerra Civil. La Evolución Política y Económica en las Dos Zonas. Consecuencias Económicas y Sociales de la Guerra. Los Costes Humanos
Podemos distinguir las siguientes fases en la Guerra Civil:
- La primera consistió en el cruce del Estrecho, con el objetivo de tomar Madrid.
- La segunda etapa se corresponde con la Batalla de Madrid (septiembre de 1936 – marzo de 1937). La capital resistió gracias a la defensa del ejército leal y de la milicia, bajo el grito de «¡No pasarán!». Los jefes sublevados dirigieron entonces su atención a otras zonas estratégicas.
- La tercera etapa fue la Campaña del Norte (abril-octubre de 1937). El primer objetivo era la franja cantábrica, jugando un importante papel los bombardeos de la aviación alemana (Legión Cóndor) en Guernica.
- En julio de 1937 se produjo la Batalla de Brunete, ofensiva republicana. El general Franco decidió detener la ofensiva del norte y traer las tropas para derrotar a la República en este frente.
- La cuarta etapa de la guerra es conocida como la Campaña de Aragón (septiembre de 1937 – otoño de 1938). La emprendió el bando republicano para subir la moral de las tropas. Tras el fracaso de dicha campaña, la República intentó negociar la paz; Franco no aceptó. Después se produjo la mayor batalla de la guerra, la Batalla del Ebro (de julio a noviembre de 1938). La victoria nacional era ya cuestión de tiempo.
- La quinta etapa es la Campaña de Cataluña (invierno de 1938-1939), que dio paso al final de la guerra, tras caer las capitales catalanas. En marzo terminó la resistencia en Levante y en el resto de España, al entrar las tropas nacionales en Madrid, desde donde se emitió el último parte de guerra, el 1 de abril de 1939.
Por otro lado, la evolución política de las dos zonas durante la guerra fue muy compleja, evolucionando cada zona de forma diferente. En la zona republicana, se produjo una revolución social que colectivizó las tierras y las industrias, y que causó multitud de desórdenes, un fuerte anticlericalismo y la aprobación del estatuto de autonomía vasco. El gobierno, dirigido por el Partido Socialista, recayó hasta 1937 en el socialista Largo Caballero; luego, pasó a Juan Negrín, y se debilitó por la división de los anarquistas y los comunistas. La zona nacional, sin embargo, anuló las reformas republicanas y desarrolló una dura represión contra quienes se opusieron a la sublevación. Franco concentró el poder civil y militar; unificó todas las fuerzas que lo apoyaban en un solo partido, Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), y concentró todos los esfuerzos en ganar la guerra, lo que favoreció su victoria militar.
Respecto a la evolución económica, también se dieron diferencias entre ambos bandos. La zona republicana al principio controlaba todas las zonas industriales (Cataluña, País Vasco y Asturias). En cambio, las zonas agrícolas eran insuficientes para alimentar a la población. El control sobre la economía pasó a las organizaciones obreras y se produjeron las colectivizaciones de empresas (el movimiento anarquista impulsaba a hacer la revolución al tiempo que la guerra). La industria presentó un aspecto caótico ya a principios de 1937. Por otro lado, los republicanos aceleraron la reforma agraria. Pero la desastrosa organización de los anarquistas provocó graves problemas de abastecimiento en las ciudades. Para cubrir la financiación de la guerra, la República se vio obligada a la emisión de deuda pública y al depósito en Moscú de las reservas de oro del Banco de España.
La zona de los sublevados, sin embargo, disponía de la mayor parte de las tierras de cultivo (no tuvieron problemas importantes de abastecimiento). Sus carencias industriales explican su interés por ocupar la franja norte de la Península. El control de la producción fue muy estricto (con la colaboración de los propietarios rurales, la banca y los grandes financieros). Respecto a la financiación de guerra, recibieron la contundente ayuda de la Italia fascista y de la Alemania nazi.
Como todas las guerras de cierta duración, la española trajo consecuencias económicas y sociales importantes. Entre ellas, pueden destacarse las pérdidas humanas, cifradas en unos 380.000 muertos y 350.000 exiliados políticos; la destrucción de campos, industrias, medios de transporte, edificios e infraestructuras; el triunfo social de los grupos más conservadores y de la Iglesia, que había apoyado al bando nacional; y el empobrecimiento cultural, debido al exilio forzoso de destacadas personalidades de la cultura y del arte. Además, el nuevo régimen de Franco, surgido de la Guerra Civil, supuso la imposición de un sistema político dictatorial.
El Franquismo: Creación, Política y Transformaciones
11.1. La Creación del Estado Franquista. Grupos Ideológicos y Apoyos Sociales. Etapas de la Dictadura y Principales Características de Cada una de Ellas. El Contexto Internacional: Del Aislamiento al Reconocimiento Exterior
Terminada la guerra, se estableció en España un sistema político basado en una dictadura personal, de tipo nacionalista, tradicionalista y católica: el franquismo. Franco, como personificación de la soberanía nacional, reunía todos los poderes (Jefe del Estado, del Gobierno, de las Fuerzas Armadas y del partido único «FET y de las JONS» (que pasó a denominarse Movimiento Nacional)).
Los pilares ideológicos del franquismo fueron el tradicionalismo o defensa de la religión, la familia, el orden y la propiedad; el anticomunismo (expresión que incluía el rechazo a toda ideología opuesta al régimen) y el nacionalcatolicismo. Franco consideraba valores absolutos el catolicismo y la unidad de España. La influencia del clero y del Opus Dei fue destacada en la configuración del Régimen. En la década de los cincuenta, figuras importantes de dicha organización católica ocuparon los ministerios, encargándose, sobre todo, de los asuntos económicos. Fueron los llamados «tecnócratas». El franquismo contaría con una serie de apoyos institucionales (Iglesia, Ejército y Falange). El Franquismo y la Iglesia reforzaron su alianza con el Concordato de 1953. El catolicismo fue la religión oficial del Estado; y la Iglesia, a cambio, controló la educación y la vida social. El Ejército permaneció leal a Franco. Pero a partir de 1945, vio su influencia política debilitada (solo militares como Carrero Blanco mantuvieron su influencia ante Franco). La Falange era el partido oficial, pero perdió influencia con el tiempo. Controló el Ministerio de Trabajo, el Sindicato Único y los periódicos «Pueblo» y «Arriba».
Respecto a los apoyos sociales del franquismo, podemos destacar, en los primeros años del régimen, a la oligarquía agraria, financiera e industrial; la burguesía de provincias y el campesinado propietario de tierras. En los años cincuenta, a la burguesía industrial de Cataluña y del País Vasco.
La evolución política y la coyuntura internacional del régimen pasaron por dos etapas:
- La primera, la del Régimen nacional-sindicalista y alineamiento con los países del Eje (1939-1942). Serrano Suñer (falangista, germanófilo y ministro de Asuntos Exteriores) diseñó un régimen totalitario, el nacional-sindicalista, con predominio en el poder de militares y falangistas. En estos años, España se alineó con las potencias del Eje (Alemania e Italia) y pasó de la neutralidad a declararse «no beligerante». A pesar de ello, España apoyó al Eje, enviando a Rusia a la División Azul y permitiendo el tránsito de aviones y barcos.
- La segunda fase se corresponde con la del Nacionalcatolicismo y acercamiento a los Aliados (1943-1945). Las derrotas del Eje hicieron que Franco se acercase a los Aliados. España se declaró de nuevo neutral y Franco apartó del gobierno a los germanófilos (Serrano Suñer) y ascendió al católico Martín Artajo.
Respecto a la reacción exterior al régimen, podemos distinguir dos etapas fundamentales:
- La primera se corresponde con el aislamiento internacional de España (1945-1950) que se concretó en la no admisión de España en la ONU; en la condena de la ONU de la dictadura de Franco (catalogada como fascista), recomendando a sus miembros retirar a sus embajadores de España; y en la exclusión de España del «Plan Marshall». Así se pretendía presionar a Franco para que abandonase el poder. Solo mantuvieron su apoyo el Vaticano, el Portugal de Salazar y la Argentina de Perón.
- El reconocimiento internacional de España llegó en 1950. La Guerra Fría permitió a Franco presentarse ante las democracias occidentales como un aliado leal frente a la URSS. En 1950 la ONU revocó la resolución del bloqueo contra España (regreso de los embajadores); y en 1953 se firmaron el Concordato de la Santa Sede y el Pacto de Madrid con EE. UU., que permitió la instalación de cuatro bases militares estadounidenses en España y, por unas cláusulas secretas, el tránsito y/o almacenamiento de armas nucleares. El definitivo reconocimiento internacional de España llegó con su ingreso en la ONU en 1955 y en el FMI en 1957. Otro acontecimiento importante fue la descolonización de Marruecos en 1956. España conservó en África Sidi Ifni, el Sahara Occidental y Guinea Ecuatorial.
11.2. Política Económica del Franquismo: De la Autarquía al Desarrollismo. Transformaciones Sociales: Causas y Evolución
En los años cuarenta y cincuenta, el régimen apostó por la economía autárquica, cuyo objetivo era conseguir la autosuficiencia económica, situando a la economía española al borde del colapso y haciendo necesario el racionamiento. La reacción de Franco fue la remodelación del gobierno en 1957, nombrando ministro de Hacienda a Navarro Rubio y Ministro de Comercio a Ullastres, quienes elaboraron el Plan de Estabilización Económica (1959).
Las medidas más destacadas fueron la reducción de los gastos del Estado, la congelación de los salarios y la devaluación de la moneda; la desaparición del control del Estado sobre las actividades económicas; y la apertura a los mercados exteriores, facilitando la instalación de empresas extranjeras. Este plan liberalizó la economía española y sentó las bases del despegue económico de los años sesenta, favorecido por la coyuntura económica internacional. En contrapartida, provocó la emigración al exterior de muchos españoles.
En los años sesenta, la economía española tuvo un crecimiento explosivo, pero desequilibrado. Son los años del desarrollismo. Hubo varios factores que lo favorecieron:
- La abundante mano de obra procedente del éxodo rural (barata y férreamente controlada).
- La existencia de capitales acumulados en el interior.
- La llegada de capital extranjero.
- Los ingresos crecientes procedentes del turismo y de las remesas de dinero enviadas por los emigrantes.
- El desarrollo de la industrialización (concentrada en Madrid, Cataluña, País Vasco, Asturias y Valencia).
En 1962 se pusieron en marcha los Planes de Desarrollo, bajo la dirección de Laureano López Rodó. Estos tenían una duración de cuatro años (hubo tres planes, que duraron hasta 1975). Con la finalidad de su correcta aplicación, se creó el Ministerio de Planificación y Desarrollo. Los planes establecieron directrices obligatorias para las empresas públicas e indicativas para las privadas.
Se concedieron ventajas fiscales y crediticias a las empresas que siguieron las directrices del Estado, con los objetivos siguientes:
- Crecimiento del PIB.
- Desarrollo preferente de la industria y de la modernización de la agricultura.
- Desarrollo de regiones no industrializadas, para lo cual se crearon los Polos de Desarrollo (Burgos, Huelva, Valladolid, Vigo), con resultados dispares.
No obstante, el desarrollismo presentó una serie de limitaciones, tales como:
- El desarrollo de una industria con muy poco contenido tecnológico y muy dependiente del exterior.
- La incentivación de la emigración al exterior (para evitar el paro masivo).
- La renta per cápita y el bienestar social no alcanzaron el nivel medio de los países occidentales.
- El sistema fiscal regresivo y el fraude y la evasión de impuestos.
Como consecuencia de la combinación de una natalidad elevada y una mortalidad en descenso, se produjo un notable crecimiento de la población (Baby Boom). Durante los años sesenta, las migraciones fueron masivas. En el interior se produjo el éxodo rural, surgiendo suburbios y ciudades dormitorio en torno a las grandes ciudades (Madrid, Cataluña y Valencia), sin planificar e infradotados de servicios y equipamientos. Se despoblaron así Andalucía, las dos Castillas, Extremadura y Galicia, acentuándose las diferencias de riqueza entre regiones del país. Por otro lado, emigraron más de 1,5 millones de personas (fundamentalmente a Alemania, Francia, Suiza y Bélgica).
La estructura de la población activa se modernizó (disminuyó el número de jornaleros en el campo, aumentó el de obreros y se desarrolló la clase media). Los modos de vida y la mentalidad cambiaron, sobre todo entre los jóvenes de las ciudades, por la influencia de los turistas europeos y la difusión de la televisión. Uno de los cambios más destacados fue la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa. El nivel de vida mejoró y apareció la sociedad de consumo: los salarios subieron, se generalizó el teléfono, la nevera, la lavadora, el SEAT 600, las vacaciones y, en general, la cultura del ocio. El crecimiento económico de este período transformó profundamente la sociedad española. No obstante, los cambios económicos y sociales contrastaron con el inmovilismo y la represión política.