Marxismo y Crítica Social: Un Recorrido por la Alienación y sus Diálogos Filosóficos

La Alienación en el Capitalismo: Una Perspectiva Marxista

En el sistema de producción capitalista se dan unas relaciones de producción problemáticas, porque los propietarios de los medios de producción son quienes deciden en todo momento qué hacer con el producto creado, y el obrero se ve limitado al aporte de su fuerza de trabajo a cambio de un salario.

Considero que Marx tiene razón cuando afirma que, en estas condiciones de trabajo, el obrero se siente completamente alienado y no ve el producto como un medio para su autorrealización. Debido a esto, difícilmente nos sentiremos orgullosos del trabajo desarrollado si aquello que creamos no nos pertenece.

Por otro lado, Marx acierta al asegurar que la única forma de recuperar la dignidad perdida es acabando con la propiedad privada. Cuando el obrero tenga capacidad de decisión sobre el fruto de su trabajo y vuelva a encontrar en la actividad práctica un medio de autorrealización, esto le impulsará a esforzarse para dar lo mejor de sí y, consecuentemente, aportar lo máximo al conjunto de la sociedad.

Por último, coincido con Marx al considerar que si algún día acabamos con la alienación económica, destruyendo el sistema de producción capitalista, el resto de alienaciones también caerán, puesto que la superestructura que justifica este modo de producción contiene en su seno las otras alienaciones.

Diálogos Filosóficos: Marx en Contraste

Marx y Kant: Convergencias y Divergencias en la Emancipación Humana

Ambos filósofos comparten un espíritu ilustrado al asumir como meta de la historia el logro de la emancipación humana, tanto individual como política. Además, defienden una concepción teleológica de la historia como ámbito de la realización de la libertad e igualdad, aunque para Kant el fin es la sociedad cosmopolita y para Marx es la sociedad sin clases.

Una de las formulaciones del imperativo categórico de Kant, la conocida como la ley del fin en sí mismo, se traduce para Marx en el gran defecto social y moral de las sociedades de explotación: las personas se utilizan como medios y no como fines.

Una diferencia clave entre estos dos filósofos radica en la concepción de la historia: para Marx es el desarrollo de la materia (materialismo histórico), mientras que para Kant es el desenvolvimiento a través del tiempo de los ideales ilustrados.

Por último, se diferencian en las concepciones del ser humano y la cultura: para Kant, el ser humano es esencialmente razón y la cultura representa la oportunidad de liberación; para Marx, la esencia del ser humano es el trabajo y la cultura genera desconfianza, pues asume una función ideológica y mantiene atada a la población.

Marx y Feuerbach: La Crítica a la Religión y el Materialismo

Feuerbach transformó definitivamente la teología al afirmar que el hombre ha inventado a Dios (proyectando en él sus mejores atributos). Gracias a este filósofo, Marx comprendió que la crítica a la religión era la base de toda crítica. Así, según él, la emancipación humana se producirá cuando la crítica a la religión se pueda llevar a la práctica. Por ello, creyó que la crítica de Feuerbach estaba incompleta al no entender la razón de la aparición de la religión.

Feuerbach pensó que para superar la religión era suficiente con la superación intelectual, pero Marx creyó preciso cambiar el sistema productivo que había dado lugar a la alienación religiosa (proponiendo una sociedad atea).

La crítica de Marx al materialismo de Feuerbach se centra en que este no concibe la posibilidad de que la mente humana pueda cambiar a través de la revolución (es decir, mediante la transformación de las condiciones sociales). Por eso, el nuevo materialismo que propone Marx pone como base de todo a la economía.

Por último, para Marx el sujeto de la historia, a diferencia de Feuerbach, es el hombre concreto.

Marx y Rosa Luxemburgo: Visiones sobre el Fin del Capitalismo

Marx sostenía que las crisis provocadas por el capitalismo llevarían a una revolución que supondría su fin y el inicio del socialismo, pero no especificó cuándo ocurriría exactamente, lo que llevó a Rosa Luxemburgo a intentar resolver este interrogante. Coincidió con Marx en que no se puede llegar al socialismo a través de una reforma, pues esta solo alteraría el capitalismo.

Ella afirmaba que el socialismo es históricamente necesario y, al igual que Marx, creía importante que la revolución sucediese dentro de una lucha de clases y que crease en el proletariado una “confianza de clase”.

Según Marx, el capitalismo contiene la semilla de su propia destrucción, pues conducirá a la revolución y a su fin. Sin embargo, para Rosa Luxemburgo, esta visión es incompleta; aunque sí cree que el capitalismo tiene contradicciones, no considera que su ‘enterrador’ sea el proletariado, sino los estratos no capitalistas.

Para ella, la acumulación de capital es una sustancia cuyo principal sostén es el ambiente no capitalista; además, en contra de Marx, piensa que el mercado determina la producción, acercándose a la idea de una economía burguesa.

Por último, según Rosa Luxemburgo, para que haya una acumulación de capital continua debe haber compradores fuera de la sociedad capitalista; algo que se logra a través del imperialismo y la explotación de países no capitalistas. De esta manera, se introduce una etapa más en la llegada del socialismo: la imperialista, que surge por la competencia por nuevas regiones y sectores no capitalistas, lo que provoca cada vez mayor rebeldía en la clase obrera que conducirá a derrocar el capitalismo.

Marx y Hegel: Dialéctica, Historia y Alienación

La frase de Hegel: “Todo lo real es racional, y todo lo racional es real” dio lugar a dos tendencias radicalmente distintas: la derecha hegeliana, más conservadora, y la izquierda hegeliana, que atiende más a la realidad como un proceso de transformación.

La izquierda hegeliana no justificaba la situación vigente, pues entendía que el movimiento dialéctico no había concluido; además, mostraba una actitud crítica y progresista.

Aunque Marx comparte el proceso dialéctico con Hegel y reconoce en él un punto crucial de su filosofía, no comparte la concepción hegeliana de que lo real es una manifestación de la Idea.

Por otro lado, Marx también toma de Hegel su mecanismo de dialéctica (tesis, antítesis y síntesis) como motor del desarrollo de la historia, pero lo sitúa no en la Idea, sino en la realidad racional concreta y material del hombre.

En Hegel, la filosofía justificaba el presente político mediante una interpretación filosófica de la historia occidental; para Marx, sin embargo, la filosofía está vacía sin un salto a la práctica, ya que debe promover la lucha de clases.

Por último, respecto a la alienación, Hegel considera que es el procedimiento mediante el cual la Idea se transforma radicalmente en algo distinto para desarrollarse y autoconocerse; mientras que para Marx, hace referencia a la explotación del hombre.