Introducción al Fragmento: “De la Vida Feliz” de San Agustín
Nos encontramos ante un fragmento del capítulo II de la obra De la vida feliz – De vita beata, escrita por Agustín (Tagaste, 354 d.C. – Hipona, 430 d.C.) en el año 386 d.C. Este trabajo fue redactado cuando nuestro filósofo necesitó un tiempo de descanso, reflexión y renovación espiritual en la finca de su amigo Verecundo. La obra pertenece a los diálogos correspondientes a los días 13-15 de noviembre de ese mismo año.
Contexto Histórico y Filosófico de San Agustín
El Declive del Imperio Romano y su Impacto
San Agustín vivió en los últimos años del Imperio Romano, cuyo poder estaba constantemente en peligro debido a las numerosas conspiraciones internas y a las luchas interculturales que afectaban a la población. Vivió de primera mano su caída y declive, asistiendo personalmente a las invasiones bárbaras, las cuales presenció durante el asedio de la ciudad de Hipona, donde cayó enfermo y murió.
En el año 410 d.C., las defensas del Imperio cayeron ante el ataque de los Visigodos. Muchos romanos buscaron refugio en el Imperio de África, pero los invasores continuaron su avance, y los Vándalos y los Alanos prosiguieron su marcha cruzando el Estrecho de Gibraltar, lo que supuso el fin del Imperio Romano de África. La reflexión sobre el saqueo de Roma es lo que inspiró a San Agustín una de sus más importantes obras, La Ciudad de Dios, la cual se basa en dos temas fundamentales: el aniquilamiento de las civilizaciones del mundo y el eterno destino de la raza humana.
Cristianismo, Filosofía y la Patrística
El cristianismo se originó de la religión judía. La religión judía confluye con el pensamiento del mundo helenístico, y es precisamente en estos tres primeros siglos de cristianismo donde se produce el renacer del pensamiento platónico, a la vez que se seguían manteniendo las filosofías morales, sobre todo las estoicas. Ambos aspectos fueron cristianizados. El cristianismo se presenta como única y completa verdad religiosa, no filosófica, preocupada por la salvación y, por lo tanto, no necesita el diálogo con otras supuestas verdades. Esto planteó un conflicto entre filosofía y religión, entre razón y fe. Desde el principio surgieron tendencias contrarias a la conciliación, pero al final se intentó compaginarlas.
Surgió la Patrística, una teología cristiana elaborada por los Padres de la Iglesia, entre los que se encontraban Orígenes y San Justino. Su tarea consistió en consolidar y defender una nueva visión del mundo desde el cristianismo, pero armonizada con la filosofía pagana. Orígenes y San Justino hermanaron el valor de la fe y el de la razón. Este movimiento culminó con San Agustín, quien pensaba que Dios creó el mundo de la nada. Los griegos tendían a pensar que el mundo había existido siempre, pero ante esto, Agustín incorporó al cristianismo las ideas platónicas, diciendo que antes de que Dios creara el mundo, las ideas se encontraban en la mente de Dios. De esta manera, salvó el pensamiento platónico de las ideas eternas.
Principales Influencias Filosóficas en Agustín
- Epicureísmo: Primaba la búsqueda de la felicidad entendida como placer y contemplación.
- Estoicismo: Basaba la moral en la búsqueda de la felicidad a través de la práctica cotidiana de la virtud.
- Neoplatonismo: Influyó profundamente en Agustín, surgiendo en el siglo II d.C. y ayudando a consolidar la Patrística al hermanar filosofía y religión. En esta corriente, Agustín encontró la idea de que toda existencia tiene una naturaleza divina.
Vida y Evolución Intelectual de San Agustín
Primeros Años y Formación
Agustín vivió en la transición de la Antigüedad tardía y el comienzo de la Edad Media. Su padre era pagano, pero por insistencia de su esposa, Mónica, se bautizó poco antes de morir. Agustín tuvo varios hermanos, entre los que se encuentra Navigio, uno de los personajes de De la vida feliz. Aunque asistió desde su infancia al catecumenado, no recibió por entonces el bautismo. Recibió enseñanzas de latín clásico y gramática y pronto se distinguió en la escuela de retórica y se dedicó al estudio. Hasta los 32 años llevó una vida licenciosa y entabló relaciones amorosas con una mujer con la que tuvo un hijo, Adeodato.
El Camino hacia la Conversión
Durante un periodo fue maniqueo. Los maniqueos eran una secta religiosa que creían que el mundo estaba dividido en bien y en mal. Esta diferenciación entre las dos cuestiones no le aportó ninguna paz a Agustín. Durante otra época estuvo influido por la filosofía estoica. Según estos, no existía una fuerte separación entre el bien y el mal. Pero principalmente estuvo influido por el Neoplatonismo, en el que encontró la idea de que toda existencia tiene una naturaleza divina.
En el año 383 partió a Roma, donde abrió una escuela, pero torturado por las dudas y sumido en una encrucijada vital, emigró a Milán, donde obtuvo el puesto de profesor de retórica. Fue muy bien acogido y allí asistió a los sermones de San Ambrosio, quien le presentó la verdad del cristianismo y se convirtió definitivamente al cristianismo. Tras vivir una experiencia mística vital en su vida, halló su verdadera vocación. Regresó a África y en el 391 fue ordenado sacerdote de Hipona, donde en el año 430, durante el asedio de la ciudad, cayó enfermo y murió.
Conceptos Filosóficos Clave de San Agustín
Conocimiento y la Iluminación Divina
Para Agustín, el conocimiento se encuentra en Dios y para alcanzarlo hay que seguir un proceso de interiorización. Distingue tres niveles de conocimiento y dice que las ideas están en Dios y que el ser humano únicamente las alcanza por medio de la ayuda que Dios le proporciona: la iluminación divina. San Agustín defiende la idea de que razón y fe están intrínsecamente unidas y que es imposible tener fe si esta no está razonada.
Razón, Fe y la Existencia de la Verdad
Agustín parte de la idea de que existe la verdad, y puesto que esta es eterna, ha tenido que surgir de algo eterno, de Dios; por lo tanto, Dios existe. Agustín divide al ser humano en cuerpo y alma y, dentro del alma, que se caracteriza por ser una sustancia racional, distingue la razón inferior y la superior.
Libre Albedrío, Libertad y el Origen del Mal
También define el concepto de libre albedrío, que es la capacidad del ser humano de elegir entre el bien y el mal, y de libertad, que es el buen uso del libre albedrío. Sitúa el origen del mal en la corruptibilidad del ser humano, pero entendida como virtud, ya que sin esta los seres humanos serían Dios y esto no es posible.