Contexto Histórico y Social del Islam
En el siglo VII, en la Península Arábiga, surgió una de las religiones monoteístas más influyentes, junto con el cristianismo y el judaísmo: el islam. La palabra “islam” significa “sumisión” o “entrega incondicional a Dios”. Esta religión tiene su origen en la revelación de Dios al profeta Mahoma, quien inició su predicación y difusión.
Mahoma comenzó a predicar su religión en La Meca, su ciudad natal, donde se encuentra la Piedra Negra, un lugar de peregrinación ya desde antes del nacimiento de Mahoma y de la existencia del islam. En el año 622, al ser perseguido por sus predicaciones, tuvo lugar la “Hégira”, la emigración desde La Meca a Medina. Este evento marcó el inicio de la expansión del islam, que supuso un puente de saber y conocimiento entre Oriente y Occidente.
El islam es una religión sencilla, inspirada en las tradiciones judía y cristiana. Su principio dogmático es la creencia en un Dios único, Alá, y en la revelación hecha al profeta Mahoma, contenida en el libro sagrado, el Corán. Los creyentes están obligados a cumplir cinco preceptos básicos:
- La profesión de fe (Shahada)
- La oración cinco veces al día (Salat)
- La limosna legal (Zakat)
- El ayuno en Ramadán (Sawm)
- La peregrinación a La Meca (Hajj)
La Sharia es la ley islámica, basada en el Corán y en la interpretación que de este libro sagrado han hecho los doctores de la ley musulmana. Comprende prescripciones, recomendaciones, prohibiciones y aprobaciones relativas a los actos humanos en lo referente a la vida religiosa, política, social, doméstica e individual. La Sharia rige todos los aspectos de la vida de los musulmanes. Mahoma mezcló religión y vida política de forma indisoluble.
A la muerte de Mahoma en el año 632, su religión se había extendido por toda la Península Arábiga, unificando a todos los pueblos. Ochenta años después de su muerte, en el contexto de máxima expansión de la dinastía Omeya, los musulmanes llegaron a la Península Ibérica. En el año 711, desembarcaron en Tarifa y conquistaron el reino visigodo, debilitado por las luchas internas. Los nuevos invasores predicaron la igualdad, liberaron a los siervos y se mostraron tolerantes con la religión. Muchos cristianos mantuvieron sus creencias bajo el poder político musulmán, aunque la mayoría de la población hispanogoda acabaría convirtiéndose al islam. La Península empezó a ser llamada Al-Ándalus, y sería gobernada por emires dependientes del Califa Omeya de Damasco.
La Sociedad Andalusí
En Al-Ándalus se produjo un gran desarrollo de la vida urbana; la población se adaptó pronto a vivir en centros urbanos. Córdoba era la ciudad más importante de Europa en el siglo X.
Por su jerarquización social en Al-Ándalus podemos distinguir entre:
Musulmanes:
- Árabes: Clase dirigente, grandes propietarios de tierras.
- Bereberes: Pastores.
- Muladíes: Visigodos convertidos al islam, campesinos.
No Musulmanes:
- Mozárabes: Cristianos.
- Judíos.
El pueblo árabe aportó significativos avances en ciencia, técnicas y construcciones. Por ejemplo:
- Agricultura: Introducción de productos como arroz, naranja y azafrán. Desarrollo de técnicas de regadío (noria, acequia).
- Ganadería: Desarrollo del caballo español árabe.
- Productos nuevos: Seda, papel, pólvora, etc.
- Lengua: La lengua árabe.
- Ciencias: Medicina, matemáticas, geografía, historia, farmacia, astronomía.
- Educación: Desarrollo de la Escuela de Traductores de Toledo.
- Literatura: Cultivaron la poesía, cuentos, novelas, textos filosóficos y religiosos.
Etapas Políticas de Al-Ándalus
Emirato Dependiente de Damasco (711-756)
Al-Ándalus fue gobernada por walíes. Este periodo se caracterizó por la conquista y expansión del islam, así como por el intento fracasado de expansión musulmana más allá de la península. También fue un tiempo de luchas y rivalidades entre los diferentes pueblos invasores, incluso entre clanes.
Emirato Independiente de Damasco (756-929)
Las luchas entre omeyas y abasíes hicieron que el único miembro omeya que escapó del exterminio se instalara en la Península Ibérica. Abd al-Rahman I se apoderó del emirato de Al-Ándalus y, en el año 756, se autoproclamó emir independiente, estableciendo Córdoba como capital.
Califato de Córdoba (929-1031)
En el 929, Abd al-Rahman III se proclamó Califa y Príncipe de los Creyentes. Este periodo califal de esplendor se mantuvo hasta el año 1008, con la muerte de Abd al-Malik, lo que dio lugar a guerras civiles y a la descomposición del Califato cordobés.
Reinos de Taifas (1031-1086)
A la muerte de Almanzor, el Califato y la unidad política se desintegraron, fragmentándose en reinos de taifas (unidades territoriales políticamente débiles y enfrentadas). Para repeler a los cristianos, los reinos taifas solicitaron ayuda a almorávides y almohades.
Periodo Almorávide (1086-1146)
La rivalidad entre los reyezuelos de taifas propició la presencia de los almorávides. A pesar de su escasa cultura, los musulmanes andalusíes impusieron su supremacía artística.
Periodo Almohade (1146-1268)
Los almohades invadieron Al-Ándalus para ayudar a las taifas frente a los cristianos. Sevilla, desde 1172, se convirtió en la capital del Imperio Almohade. La derrota de los almohades en 1212 en la Batalla de las Navas de Tolosa inició la caída de estos y facilitó la reconquista cristiana de Extremadura y del Valle del Guadalquivir.
Reino Nazarí de Granada (1232-1492)
Tras la derrota almohade, el poder musulmán se resquebrajó, dividiéndose en nuevos reinos de taifas, de los cuales Granada fue el más rico y poderoso. El reino se extendió por Andalucía Oriental y constituyó el último periodo de la presencia musulmana en la Península Ibérica, hasta que finalmente, en el año 1492, los Reyes Católicos conquistaron el reino.
Características Generales del Arte Islámico
Arte Sincrético
Incorpora elementos artísticos y culturales de los territorios conquistados, dando lugar a un arte rico y variado, con escasos aportes de la propia Arabia. La tradición clásica, el arte bizantino, el persa y las influencias de los pueblos sometidos, con sus elementos y técnicas propios, constituyen la base del arte islámico, resultando en un estilo único.
Arte Unitario
Es un arte homogéneo, intrínsecamente unido a la religión. Aunque el mundo islámico engloba multitud de etnias y países, todos están unidos por la misma fe y por el empleo de la lengua árabe. Esto hizo posible la creación de una auténtica identidad supranacional, manifestada en un modo de pensar y de actuar común, y en la creación de un arte peculiar.
Arte Iconoclasta
Se prohíbe la representación de Dios y, por extensión, de figuras humanas y animales, para evitar la idolatría. Por ello, la representación gráfica es limitada. El mensaje del islam se transmite a través del Corán y la caligrafía. La arquitectura, por tanto, adquiere mayor importancia que la pintura y la escultura.
Arte Decorativista
Los artistas musulmanes, a pesar de la aparente falta de originalidad en los temas, demuestran una nueva manera de entender y trabajar la ornamentación. Su afán por decorar las superficies dota a sus monumentos y objetos artísticos de un complicado revestimiento que a menudo niega u oculta la auténtica estructura. Estos recubrimientos originan ilusorios valores tridimensionales, gracias a la utilización de materiales reflectantes, la reiteración de motivos y el contraste de texturas. La decoración es fundamental e incide en la transformación del espacio, diluyendo o anulando las diferencias entre los elementos estructurales y los decorativos.
La Arquitectura Islámica: Características
- Los edificios musulmanes son normalmente de poca altura, y consiguen una constante sensación de armonía con el paisaje. El interés por los problemas constructivos no es primordial; los monumentos islámicos suelen inscribirse en volúmenes cúbicos en los que se alzan las semiesferas de sus cúpulas. El edificio más destacado es la mezquita, pero desarrollan otros edificios de tipo civil como las madrasas, los almudíes o los palacios.
- Entre los materiales constructivos utilizados raramente se usa la piedra, prefiriendo la mampostería y el ladrillo, mientras el yeso y la madera son utilizados profusamente. Son materiales rápidos y económicos, adecuados para asegurar la durabilidad y la facilidad de construcción.
- De los elementos sustentantes, destaca la columna. Es frecuente encontrar columnas con capiteles que imitan formas clásicas, aunque de manera más tosca y simplificada.
- Utilizan arcos apuntados y, por herencia del arte visigodo hispano, se adoptó en Córdoba el arco de herradura. También son comunes los arcos polilobulados y los arcos de herradura apuntados. Desde Córdoba se extendió el uso de dovelas que alternan colores (blanco y rojo) o superficies (lisas y decoradas).
- Las cubiertas de las primeras mezquitas eran techumbres de madera, que acabaron muy decoradas. El contacto con Occidente propició el desarrollo de nuevos modos de cubrición centrados en las bóvedas, entre las que destaca la de crucería, con la peculiaridad de que sus nervios no se cruzan en el centro, sino que conforman cuadrados y polígonos. También aparece la cúpula gallonada.
- Respecto a la decoración de los edificios, existe un profundo contraste entre la sobriedad decorativa del exterior y la exuberante ornamentación del interior. Es característico el horror vacui, es decir, la necesidad de decorar toda la superficie del muro. Los preceptos coránicos prohibían la representación de imágenes para evitar la idolatría, por ello el arte islámico es anicónico, lo que determina una estética abstracta y no figurativa. Esto explica el escaso desarrollo de la pintura y la escultura en comparación con el predominio de la arquitectura. La decoración se limita a temas vegetales, geométricos y epigráficos. Esta ornamentación se realiza con placas de mármol, revestimientos de estuco o con azulejos de cerámica vidriada.
Comentario de la Alhambra
La obra que vamos a comentar, el Patio de los Leones, forma parte de un conjunto mucho más amplio compuesto por los palacios (el de Comares y el de los Leones) y la Alcazaba o fortaleza, que desempeña una función claramente defensiva. Esta función defensiva de la Alhambra, además de palaciega, se debe a su ubicación en las últimas estribaciones de Sierra Nevada. Su nombre deriva de la denominación Qal’at al-Hamra o “fortaleza roja”, pues el exterior destaca por el color rojizo de su piedra y la sobriedad de sus formas, de las que sobresalen las formas cúbicas de las torres y que nada hacen presagiar la riqueza decorativa del interior.
El Palacio de los Leones, el último en construirse y anexo al de Comares, se organiza, como aquel, en torno a un patio. En esta ocasión se trata de un patio que, tomando como modelo los claustros monásticos, aparece porticado por sus cuatro lados con abundancia de columnas de fuste fino y multitud de anillos típicamente nazaríes, rematadas por capiteles de forma cúbica muy decorativos o de mocárabes. En los lados menores se adelantan dos pabellones cubiertos a cuatro aguas, y en todo el conjunto destacan los motivos decorativos sobre paneles de yeso dorado a base de paños de seda y falsos arcos angrelados y de mocárabes, así como zócalos de azulejos con temas de lacería geométrica.
En el centro del patio aparece una gran fuente sostenida por doce leones, de donde parten cuatro canalillos que la conectan con cuatro fuentes menores situadas en las cuatro estancias principales del palacio. Su simbología, junto a la abundancia de árboles y plantas aromáticas que decoraban el patio, debe relacionarse con la idea del paraíso islámico. En los lados mayores se encuentran las estancias conocidas como la Sala de los Abencerrajes y la Sala de las Dos Hermanas, que destacan tanto por la riqueza de su decoración como por sus bellas cúpulas de mocárabes, construidas en yeso cubriendo una techumbre adintelada. En los lados menores, las sucesivas estancias aparecen comunicadas por falsos arcos de mocárabes. La luz que entra tanto del lateral del palacio como la luz cenital que penetra de las claraboyas superiores, cubiertas a cuatro aguas, crea efectos de gran belleza en el conjunto.
Entre estas estancias destaca la conocida como Sala de los Reyes, debido a la decoración pictórica de la bóveda donde aparecen los reyes de la dinastía nazarí (un raro ejemplo de decoración figurativa en el arte islámico). Estamos, sin duda, ante el último y más rico ejemplo de arte islámico en España. Sin embargo, este palacio, con estancias organizadas en torno a un patio central con fuentes, acequias y plantas, no es original, ya que encontramos ejemplos anteriores como el Palacio del Castillejo en Monteagudo, Murcia, del periodo almorávide (s. XII).
Comentario de la Mezquita de Córdoba
La obra que a continuación vamos a comentar es una de las partes de la Mezquita de Córdoba. Concretamente, en la imagen podemos contemplar la Maqsura de la mezquita, es decir, la zona anterior al mihrab, reservada para el Califa. Nos encontramos, por tanto, ante la zona más noble de la mezquita, y ello se traduce en su mayor riqueza decorativa. Esta Maqsura, junto al mihrab, fue fruto de la ampliación llevada a cabo bajo el reinado de Al-Hakam II, en el siglo X, una más de las sucesivas modificaciones y ampliaciones a las que fue sometida la mezquita desde su primera construcción en época de Abd al-Rahman I en el siglo VIII.
La primera impresión de la imagen nos habla de una zona noble, ricamente decorada, como corresponde a la zona más importante del edificio. Los materiales empleados en su construcción son sencillos, como el ladrillo y la piedra, si bien luego aparecen recubiertos por mármoles de diferentes colores y mosaicos de pasta vítrea que enriquecen la visión del conjunto. El sistema constructivo varía ligeramente respecto al usado en el resto del edificio, de manera que, aunque se sigue usando dos niveles de altura, con columna en el primero y pilar en el segundo piso, sobre estos se adosan finas columnillas. Asimismo, aunque se repite la superposición de arcos que se da en el conjunto de la mezquita, el arco de herradura se usa en el segundo piso, mientras que como arco de descarga se recurre al arco lobulado, sobre cuyas claves arrancan nuevos arcos. La policromía de las dovelas de la sala de oración, aquí se ve sustituida por la alternancia de dovelas lisas y dovelas decoradas con ataurique.
Vemos parte del mihrab, donde sí se recurrió al arco de herradura califal, y que destaca por la riqueza de sus mosaicos de colores (azules y dorados), con decoración de ataurique y epigráfica, obra de artesanos bizantinos enviados por el emperador de Bizancio. Al igual que se han modificado los soportes, también en esta zona se opta por la bóveda frente a la techumbre adintelada con artesonado del resto del edificio. Para ello, se opta por bóvedas de nervios que no se cruzan en el centro, generando una estrella en cuyo centro se abre una cúpula gallonada. La transición del espacio cuadrangular a un polígono que permita esta solución constructiva se logra gracias a pequeñas cúpulas en las esquinas sustentadas por arcos que se denominan trompas. Las bóvedas aparecen decoradas con mosaicos similares a los del mihrab.
La Maqsura y el mihrab, construidos por Al-Hakam II, suponen la creación de la zona de mayor riqueza decorativa y constructiva, visible en el uso del arco lobulado, las cúpulas, así como los mosaicos de inspiración bizantina y el uso de mármoles policromados. Sin duda, era el broche de oro para un edificio que, comenzado en época de Abd al-Rahman I, había sufrido sucesivas ampliaciones como consecuencia del crecimiento de Córdoba, en esta época la ciudad más refinada y culta de Occidente, junto a Constantinopla y Bagdad. Sin embargo, no habría de ser esta la ampliación definitiva, sino que, ya en época de Hisham II, el caudillo Almanzor, viendo la imposibilidad de continuar la ampliación del edificio hacia el sur por la proximidad del Guadalquivir, decidió ampliarla hacia el este, dando como resultado la descentralización del mihrab y la Maqsura respecto al conjunto. Esta ampliación no alcanzó la belleza y calidad de las anteriores.
La Mezquita de Córdoba es, sin duda, uno de los legados más hermosos que ha dejado la presencia musulmana en España. La construcción de una catedral gótica en su interior alteró la visión de su conjunto, aunque pervivió frente a la destrucción de otros edificios similares como la Mezquita de Sevilla.