Isabel II en España: Guerras Carlistas, Partidos Políticos y Constituciones del Siglo XIX

El Reinado de Isabel II: Conflictos y Transformaciones

Las Guerras Carlistas

Las Guerras Carlistas enfrentaron a dos bandos con ideologías muy distintas. Los carlistas, tradicionalistas y monárquicos, defendían el lema “Dios, patria, rey y fueros”. Contaban con el apoyo del clero, la baja nobleza rural, militares intermedios y campesinos, especialmente en Navarra, País Vasco, Cataluña y el Maestrazgo. Sus principios eran:

  • Un Estado católico confesional.
  • La monarquía absolutista de origen divino.
  • La defensa de la cuestión foral.

Internacionalmente, recibieron ayuda de Austria, Prusia y Rusia.

Por otro lado, los isabelinos apoyaban a la regente María Cristina y a su hija Isabel II. Contaban con sectores de la alta nobleza, burguesía, altos mandos militares y liberales. Controlaban el centro y sur de España, con apoyo externo de Inglaterra, Francia y Portugal, que formaron la Cuádruple Alianza en 1834.

La Primera Guerra Carlista comenzó tras la muerte de Fernando VII, cuando estallaron los primeros levantamientos carlistas. Este conflicto fue el más sangriento de las guerras carlistas y provocó un gran impacto demográfico y económico, retrasando considerablemente el desarrollo de España.

Durante la primera fase, entre 1833 y 1835, los carlistas dominaron militarmente bajo el mando del general Zumalacárregui. Este líder usó con gran éxito tácticas de guerrilla y logró controlar territorios como el País Vasco, Navarra, el Maestrazgo y Cataluña, aunque no consiguió tomar las ciudades principales. Además, Zumalacárregui organizó un ejército regular, disperso en zonas rurales. Intentaron asediar Bilbao, pero el asedio fracasó y el general murió en combate. En la región de Levante, el liderazgo carlista estaba menos consolidado, destacando el mando de Cabrera en el Maestrazgo y el Bajo Aragón.

La segunda fase, de 1835 a 1837, vio cómo los carlistas ampliaron sus expediciones militares, haciendo que la guerra trascendiera de un conflicto regional a uno de alcance nacional. La expedición más destacada fue la liderada por Carlos María Isidro, quien intentó tomar Madrid, aunque sin éxito, debiendo retirarse hacia el norte.

En la tercera fase, de 1837 a 1840, el general liberal Baldomero Espartero destacó en la batalla de Luchana, obteniendo gran prestigio. Finalmente, se firmó el Convenio de Vergara entre Espartero y el general carlista Maroto, lo que significó la victoria de los liberales. A cambio, se respetaron ciertos derechos tradicionales forales de Navarra y el País Vasco. Sin embargo, el general Cabrera continuó la lucha hasta el final en Morella.

La Segunda Guerra Carlista, también conocida como la guerra de los “Martiners” en 1846, fue menos importante que la primera y no representó una gran amenaza para los gobiernos liberales durante el reinado de Isabel II. Algunos historiadores la consideran más una escaramuza que una guerra.

Por último, la Tercera Guerra Carlista, entre 1872 y 1876, tuvo lugar durante el reinado de Amadeo de Saboya y terminó bajo Alfonso XII. Los carlistas fueron derrotados definitivamente en la batalla de Somorrostro, en Vizcaya, poniendo fin a este largo ciclo de conflictos.

Grupos Políticos en las Regencias

Durante la regencia de María Cristina, el poder alternó entre los partidos Moderado y Progresista, ambos liderados por militares que usaban pronunciamientos para cambiar el gobierno.

Los Moderados

En el poder entre 1833-1835 y 1837-1840, defendían a los grandes terratenientes, nobles, alto clero y la burguesía financiera. Sus principios eran:

  • Una autoridad fuerte, con el poder en manos de una minoría ilustrada y propietaria.
  • Soberanía compartida entre rey y Cortes.
  • Sufragio censitario muy limitado.
  • Política económica proteccionista.
  • Confesionalidad del Estado.
  • Limitación de derechos individuales como la libertad de prensa, opinión y reunión.

Los Progresistas

Gobernaron solo dos años (1835-1837) y representaban a la burguesía nacional, clases urbanas populares y oficiales del ejército. Sus principios eran:

  • Soberanía nacional, limitando el poder real.
  • Ampliación del sufragio censitario.
  • Mayor poder para los municipios con cargos elegidos por vecinos.
  • Promoción del libre comercio.
  • Creación de la Milicia Nacional.
  • Libertad religiosa y ampliación de los derechos individuales.

Estatuto Real y Constitución de 1837

El Estatuto Real de 1834

No fue una Constitución, sino una “Carta Otorgada”, es decir, una concesión de la corona a sus súbditos, concedida por el rey sin soberanía nacional. Sus características eran:

  • Las Cortes eran bicamerales: un Estamento de Procuradores, elegido por sufragio censitario muy restringido, y un Estamento de Próceres, designado vitaliciamente por la corona, con nobles, burgueses y clérigos.
  • No había separación de poderes; las Cortes solo votaban impuestos y no podían iniciar leyes sin permiso real.
  • No se reconocían derechos individuales.

La Constitución de 1837

Fue más progresista, fruto de un acuerdo entre moderados y progresistas. Sus características eran:

  • Renunció al absolutismo, aunque mantuvo amplias facultades para la corona: podía legislar, convocar y disolver Cortes, vetar leyes y ejercer el poder ejecutivo.
  • Las Cortes seguían bicamerales, con el Congreso elegido por sufragio censitario y el Senado parcialmente nombrado por el rey.
  • Reconoció derechos individuales como la libertad de imprenta y expresión.
  • Los ayuntamientos volvieron a ser elegidos por vecinos, y se reinstauró la Milicia Nacional.
  • El Estado dejó de ser confesional, aunque se comprometió a financiar a la Iglesia católica tras la pérdida de sus ingresos por la desamortización y la supresión del diezmo.

María Cristina desaprobó estas reformas y cesó a Calatrava tras la aprobación de la Constitución de 1837.

El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)

El Reinado Efectivo de Isabel II

Isabel II fue proclamada reina a los 13 años en 1843. Se casó con su primo Francisco de Asís, un matrimonio peculiar marcado por las infidelidades de la reina y la homosexualidad del rey.

Durante su reinado, gobernaron los moderados con Narváez al frente. Bajo su gobierno se crearon importantes instituciones y reformas:

  • La Guardia Civil.
  • La reforma fiscal de Mon.
  • La Desamortización de Madoz.
  • El Concordato con la Iglesia en 1851.

En 1854, el pronunciamiento de la “Vicalvarada”, dirigido por O’Donnell, llevó al poder al progresista Espartero. Se aprobaron leyes como la del Ferrocarril (1855), la Bancaria y se fundó el Banco de España. Sin embargo, los avances no resolvieron los problemas.

O’Donnell volvió al poder tras otro pronunciamiento, iniciando la alternancia entre su partido (la Unión Liberal) y los moderados de Narváez. El malestar creciente culminó con la Revolución de 1868. El pronunciamiento comenzó en Cádiz con el almirante Topete y fue secundado por los generales Serrano y Prim. Isabel II fue derrocada y se exilió en Francia. Se formó entonces un Gobierno provisional, iniciando el Sexenio Democrático.

Grupos Políticos durante el Reinado Efectivo (1844-1868)

Durante el reinado de Isabel II existieron varios partidos políticos importantes:

  • Los Progresistas: Con líderes como Espartero, Mendizábal y Prim, defendían reformas como la soberanía nacional y el sufragio más amplio. Gobernaron solo entre 1854 y 1856, y su programa se reflejó en la Constitución de 1837.
  • Los Moderados: Preferidos por la reina, gobernaron entre 1843 y 1854. Representados por Martínez de la Rosa y Narváez, defendían el orden, el sufragio muy restringido y el poder de la corona. Su ideario se plasmó en la Constitución de 1845.
  • La Unión Liberal: Fue un partido de centro fundado por O’Donnell, que intentaba unir a moderados y progresistas. A su muerte, el general Serrano tomó el liderazgo.
  • Los Republicanos: Comenzaron a organizarse como una corriente de izquierda vinculada al movimiento obrero, aunque fueron reprimidos. Ganarían importancia más adelante, en el Sexenio Democrático.

Constituciones de 1845 y 1856

La Constitución de 1845

Fue una de las más importantes del reinado de Isabel II. De carácter conservador y centralista, eliminó los aspectos progresistas de la Constitución de 1837. Sus características principales fueron:

  • La soberanía ya no residía únicamente en la nación, sino que pasaba a ser compartida entre la Corona y las Cortes.
  • El poder legislativo también se compartía entre ambos, y las Cortes eran bicamerales: un Congreso de los Diputados, elegido mediante un sufragio censitario muy restringido, y un Senado compuesto por miembros nombrados por la reina, con carácter vitalicio.
  • La monarca tenía amplios poderes: podía convocar y disolver las Cortes, además de vetar leyes.
  • Aunque se reconocían derechos individuales, estos podían ser limitados mediante leyes posteriores, lo que restaba eficacia a su protección.
  • En el plano religioso, se volvió al Estado confesional, proclamando la religión católica como única permitida.
  • Se suprimió la Milicia Nacional, una institución vinculada al liberalismo progresista.

Durante esta etapa también se impulsaron reformas como la unificación jurídica en todas las provincias y la aprobación del Código Penal de 1848, lo que fortalecía el poder del Estado central.

La Constitución de 1856

Se redactó durante el Bienio Progresista, pero nunca llegó a promulgarse, por lo que se la conoce como la “non nata”. Esta constitución recogía las ideas del liberalismo progresista y anticipaba algunas de las medidas que luego se incluirían en la Constitución de 1869. Sin embargo, un pronunciamiento militar liderado por Leopoldo O’Donnell disolvió las Cortes y puso fin a este intento de reforma.

El Sexenio Revolucionario: Causas y Primeras Medidas

Causas del Sexenio Revolucionario

La llegada del Sexenio Revolucionario en España se explica por diversas causas que se fueron acumulando en la década de 1860:

  • Causas Políticas: La exclusión de los progresistas del poder político permitió que una camarilla de moderados ejerciera una gran influencia, especialmente sobre la reina Isabel II, generando un ambiente de descontento entre los sectores políticos más dinámicos. Además, la muerte de líderes clave como Narváez y O’Donnell debilitó a los partidos moderado y unionista, dejando un vacío en la dirección política.
  • Causas Económicas: Comenzó una crisis económica que afectó gravemente a sectores fundamentales como las compañías ferroviarias, la industria siderúrgica y la textil, reflejando la falta de modernización y las dificultades del modelo productivo español. Esta crisis económica se agravó con un ciclo de crisis de subsistencias iniciado en 1866, que provocó un alza significativa en el precio del trigo, un alimento básico para la población.
  • Causas Sociales: El descontento social aumentó debido al paro, el hambre, la subida de precios y las protestas estudiantiles, mientras que las demandas y reivindicaciones de los sectores populares eran sistemáticamente ignoradas.

Estas causas convergieron y crearon un clima propicio para la Revolución de 1868, que buscaba un cambio profundo en el sistema político y social de España.

La Constitución de 1869 y el Gobierno Provisional

Tras la caída de Isabel II, se estableció un Gobierno provisional integrado por progresistas y unionistas, con Serrano como presidente. Su primera misión fue garantizar el orden público tras la revolución. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, donde la coalición de unionistas, progresistas, demócratas y republicanos obtuvo mayoría. Los diputados fueron elegidos mediante sufragio universal masculino.

Estas Cortes confirmaron a Serrano y comenzaron a elaborar una nueva Constitución, que se aprobó en 1869. La Constitución de 1869 reconocía la soberanía nacional como fuente del poder y estableció una monarquía democrática y parlamentaria: el rey reina pero no gobierna, delegando el poder ejecutivo en sus ministros. Sus características principales fueron:

  • Las Cortes, divididas en Congreso y Senado, tenían un papel legislativo y de control del gobierno.
  • Los diputados del Congreso se elegían directamente, mientras que el Senado se elegía por sufragio indirecto.
  • Se garantizaba una amplia declaración de derechos, incluyendo libertad de culto, prensa, reunión y asociación.
  • Se estableció el sufragio universal masculino para mayores de 25 años.

Tras la aprobación constitucional, Serrano fue nombrado regente como solución transitoria hasta encontrar un nuevo monarca. El general Prim formó el nuevo gobierno, que implementó reformas sociales y políticas, pero enfrentó graves dificultades. La conflictividad social aumentó con movilizaciones campesinas, insurrecciones urbanas y disturbios, pues las clases populares seguían sin ver mejoras reales en su situación. Se difundieron ideologías como el anarquismo y el socialismo. Además, hubo sublevaciones republicanas contrarias a la monarquía y la guerra de independencia en Cuba, que inició en 1868 y se convirtió en un problema grave para el Sexenio Revolucionario.