Aspectos Temáticos de la Filosofía de Ortega
El Saber Filosófico en la Lección «¿Qué es Filosofía?» (1929)
La filosofía es un saber sin supuestos que, por eso, tiene que comenzar preguntando por sí misma. Este obligado punto de partida, en el que la filosofía se cuestiona a sí misma, recibe el nombre de Metafilosofía y se ordena, en el caso de Ortega, a la superación del escepticismo mediante el establecimiento de la realidad primordial de la que parte y en la que cobra sentido cualquier otra realidad. El saber filosófico es propiamente una ontología o teoría de la realidad primordial. Este saber es histórico y característico de la cultura occidental, al menos de la europea, y se manifiesta de manera perentoria cuando sus principios entran en crisis.
La filosofía no es un saber que progresa de manera acumulativa desde unos principios, como pretendían de ella los modernos dominados por el ideal científico del aumento del conocimiento. El avance filosófico consiste «en una retracción progresiva hacia la raíz de los principios». La filosofía es más bien un pensar radical y creador que profundiza buscando raíces cada vez más hondas para dar el necesario asiento a nuestra cultura. De manera que la misión de la filosofía consiste en radicalizar la cultura occidental, es decir, en asentarla en la realidad primordial.
La filosofía es una «teoría circular», porque su método es hermenéutico. La lección «¿Qué es Filosofía?» avanza en círculos desde lo exterior a lo interior, en torno a tres preguntas, hasta llegar a la realidad radical que es el centro de atención de la ontología. A continuación, se detalla su progresión:
- Primeras lecciones (I-III): Bordean las murallas externas de la filosofía con la pregunta metafilosófica, que da título al curso, hasta superar el positivismo y ganar la respuesta: la filosofía es conocimiento del Universo.
- Lecciones IV a VI (mediada): Dan un nuevo giro, esta vez en torno a ese conocimiento del universo, para concluir que la filosofía es una teoría o sistema de conceptos sobre lo que hay indubitablemente.
- Lecciones VI (segunda parte) a VIII: Rodean la cuestión: «¿Qué es lo que segura e indubitablemente hay?», para concluir que son los datos radicales que definen una época filosófica. Por el dato radical de que partieron, los antiguos fueron realistas y los modernos idealistas.
- Lección IX: Propone que la superación del idealismo es el tema de nuestro tiempo y establece la vida individual como nuevo dato radical definitorio de nuestra época filosófica.
- Lección X (segunda mitad): Empieza a girar hacia la pregunta más interior: «¿Qué es la vida?», que se completa en la lección y que nos deja en el centro mismo de su ontología: las atribuciones fundamentales de la realidad radical, «la vida».
La Ontología de Ortega: Una Teoría General de la Vida
La Vida como Objeto de la Ontología en Ortega y Gasset
La vida histórica individual es la realidad radical, porque en ella acontece y de ella se deriva y cobra sentido cualquier otra realidad. «Radical» quiere decir «primordial», en el sentido de primero e inmediato, evidente y sistemático, no de primario y determinante por la superior riqueza y dinamismo de su ser.
La vida histórica individual no es ni se deja reducir a la vida orgánica del cuerpo, que aparece originalmente en aquella. En la inmediatez de la vida de cada cual se manifiesta el cuerpo humano y el resto de los cuerpos que son organismos vivos. Desde la evidencia de su propia vida, los biólogos estudian la composición, el funcionamiento y la evolución de los organismos. Así, la biología explica la vida orgánica mediante cromosomas, ácidos nucleicos, proteínas, etc., que se componen en el fondo de infinidad de procesos mecánicos de carácter físico-químico. Incluso puede intentar explicarnos metódicamente la producción de cultura animal y humana desde su concepción del organismo vivo y su adaptación al medio. Pero su concepto de vida es un precipitado teórico objetivo, secundario, particular y especializado que, lejos de ser raíz, supone el vivir humano y su cultura. Además, el biólogo reconoce con gusto que la vida orgánica no es el principio último de la realidad material y comparte las tesis fisicalistas de naturalistas como Carnap: la vida se compone de elementos químicos, que a su vez resultan de los comportamientos subatómicos de las partículas físicas.
La vida histórica tampoco es ni se deja reducir al psiquismo del individuo, sino que, más bien, el carácter, las enfermedades mentales, los sentimientos, la inteligencia, la memoria y demás componentes psíquicos se manifiestan en la inmediatez de aquella. Desde la evidencia vital, los psicólogos estudian la personalidad, el funcionamiento de la mente o el comportamiento humano. Así, la psicología explica el psiquismo humano mediante taxonomías, rasgos, patologías, modelos de funcionamiento, etc., que remiten en el fondo a infinidad de procesos mecánicos de carácter físico-químico en nuestro cerebro. Pero todos estos componentes del psiquismo son algo derivado, objetivo y especializado, que pertenece al yo viviente y se manifiestan en su vida.
La vida de que habla Ortega se compone de aquellas actividades vitales que protagoniza o que le pasan a cada cual, es decir, las actividades que componen una biografía. Esta vida biográfica es la realidad radical por su inmediatez y evidencia absoluta, la misma determinación, por cierto, que hizo a Descartes optar por el sujeto pensante. Ortega se aparta con ello de la concepción antigua y medieval del principio como lo elemental y dinámico, que, espontáneamente, constituye y determina el funcionamiento de todo lo demás. Y, por lo mismo, se aparta también del naturalismo moderno y contemporáneo. La vida histórica individual interesa a la ontología en cuanto que es la realidad radical, condición de posibilidad de la manifestación de lo real para el cognoscente humano. Esta teoría filosófica no es un saber biográfico que describe el acontecer de una vida humana, sino una descripción teórica de los atributos esenciales que componen el ser histórico de la vida en cuanto tal.