Contextos Históricos y Culturales
Contexto Histórico-Cultural: El Barroco
El Barroco es el estilo que nace a partir del Manierismo (finales del siglo XVI) y que se extiende a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Rompe con la armonía y el equilibrio renacentistas. Es esencialmente un arte de propaganda. En España, la grave crisis política y económica del siglo XVII (declive del Imperio) convive con el esplendor cultural del Siglo de Oro. La llegada de los Borbones a principios del XVIII supondrá un fuerte cambio y un mayor acercamiento a los modelos barrocos de Francia e Italia.
Contexto Histórico: Arquitectura Contemporánea (Siglo XIX)
La nueva sociedad industrial necesitaba una respuesta arquitectónica a sus nuevas necesidades, y esta respuesta se empieza a elaborar durante el siglo XIX y culminará, ya en el siglo XX, con el Movimiento Moderno. El contexto histórico se fecha a partir de 1848 (año de revoluciones liberales, de la “primavera de los pueblos” y de publicación del Manifiesto Comunista) e incluirá fenómenos tan decisivos como la Segunda Revolución Industrial y el Imperialismo europeo. Con el desarrollo industrial, se produce un importante crecimiento de las ciudades y se llevan a cabo planes de expansión mediante los ensanches. París y Barcelona son buenos ejemplos de estas reformas.
Contexto Histórico: Pintura 2ª Mitad Siglo XIX
Estamos en la Belle Époque. El desarrollo del liberalismo, del capitalismo y del imperialismo, así como la confianza en la ciencia y la técnica que acompaña a la Segunda Revolución Industrial, provocan una transformación radical de Europa en el último cuarto del siglo XIX y crean un espíritu de optimismo que se verá bruscamente truncado con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914). La revolución de los transportes y la nueva experiencia de la velocidad, el impacto de la luz artificial, de la fotografía, los descubrimientos en óptica, etc., cambian la forma de percibir la realidad. En consecuencia, algunos artistas abandonan definitivamente la forma de representación (ilusionista) vigente desde el Renacimiento.
Contexto Histórico: Arquitectura 1ª Mitad Siglo XX
La primera mitad del siglo XX está marcada por el fin del optimismo de la Belle Époque y por una sucesión de experiencias traumáticas: la Primera Guerra Mundial y la tensión de entreguerras (incluyendo el Crack de 1929, la Gran Depresión y el ascenso de los totalitarismos) que desembocará en la Segunda Guerra Mundial. Esta experiencia traumática convive, no obstante, con un espíritu utópico.
Contexto Histórico: Arquitectura 2ª Mitad Siglo XX
La segunda mitad del siglo XX se corresponde con la Guerra Fría (enfrentamiento de bloques) y el desarrollo del Estado de Bienestar en los países occidentales y, desde los años ochenta (la Posmodernidad), la caída del bloque comunista, el desarrollo de las telecomunicaciones hasta la actual globalización. El Movimiento Moderno mantiene su vigor hasta los años sesenta; posteriormente se iniciará una corriente crítica contra el exceso de funcionalismo en el que ha caído (obras frías e inhumanas) que dará lugar a la arquitectura posmoderna.
El Barroco
Arquitectura Barroca
La arquitectura barroca se caracteriza por el uso libre de los elementos clásicos y la búsqueda de movimiento. Frente a las composiciones claras y equilibradas del Renacimiento, el Barroco presenta formas complejas, predominando la línea curva y la sensación dinámica. Esto se ve en muros con planos cóncavos y convexos, efectos de claroscuro, frontones curvos, abundante decoración y juegos de luz que refuerzan la teatralidad.
Arquitectura Barroca en Italia
En Italia, destacan Bernini y Borromini. Bernini, artista barroco total, combina arquitectura, escultura y escenografía, como en el Baldaquino de San Pedro del Vaticano, donde emplea columnas salomónicas y un movimiento helicoidal que dirige la mirada hacia la cúpula. También en obras como San Andrés del Quirinal y la Plaza de San Pedro muestra teatralidad, formas curvas y simbolismo. Borromini, su rival, se distingue por soluciones ingeniosas en espacios pequeños mediante líneas curvas, formas onduladas y efectos lumínicos, como en San Carlo alle Quattro Fontane o San Ivo alla Sapienza.
Arquitectura Barroca en España
En España, durante el siglo XVII, se mantiene el modelo herreriano, con austeridad decorativa y uso de materiales pobres. Juan Gómez de Mora destaca con obras como la Plaza Mayor de Madrid. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, se introduce la influencia italiana, aumentando el decorativismo. En el siglo XVIII, el estilo churrigueresco alcanza su plenitud, especialmente en Castilla. Alberto Churriguera proyecta la Plaza Mayor de Salamanca, mientras que José Benito de Churriguera desarrolla un modelo de retablo dinámico y decorativo. Con la llegada de los Borbones en 1700, la arquitectura palaciega adopta modelos italianos y franceses, como en el Palacio Real de Madrid, el de Aranjuez o La Granja.
Escultura Barroca
La escultura barroca, especialmente representada en Italia por Bernini, se caracteriza por un alto grado de perfección técnica, el uso predominante del bronce y, sobre todo, del mármol. Uno de sus rasgos principales es el empleo expresivo de la luz y los claroscuros, que intensifican el dramatismo de las obras.
Escultura Barroca en Italia
La escultura barroca busca transmitir movimiento, representando escenas en plena acción. Predominan las composiciones con líneas diagonales y figuras serpentinas, generando dinamismo en los cuerpos y en los pliegues abundantes de la ropa. Este estilo se asocia también con el realismo y la teatralidad, buscando conmover al espectador mediante expresiones exaltadas y un enfoque escenográfico.
La temática es variada: religiosa, mitológica, alegórica, retratos y naturalezas muertas. Entre las obras más destacadas de Bernini están el Baldaquino de San Pedro, el David en plena acción, Apolo y Dafne (con un tratamiento magistral del mármol y el movimiento), y el Éxtasis de Santa Teresa, que representa el éxtasis místico mediante claroscuros y pliegues muy profundos, creando un efecto de suspensión en el aire.
Escultura Barroca en España
En España, la escultura barroca del siglo XVII es casi exclusivamente religiosa, vinculada a encargos de la Iglesia. Predomina la madera policromada, frente al mármol y bronce italianos. La policromía intensifica la expresión dramática, buscando mover a los fieles a la devoción. La escultura española se caracteriza por una fuerte expresión del sentimiento más que del movimiento.
Destacan escultores como Gregorio Fernández en Castilla, con obras de gran dramatismo, y Juan Martínez Montañés y Alonso Cano en Andalucía, donde prefieren un estilo más idealizado. En Murcia, destaca Francisco Salzillo, con un estilo influido por el clasicismo y el rococó. En Madrid, sobresalen las estatuas ecuestres de Felipe III y IV.
Pintura Barroca
La pintura barroca se caracteriza por un realismo intenso tanto en el contenido como en la forma. Presenta gran diversidad, desde el dibujo preciso hasta la pincelada suelta. La luz y la sombra cobran protagonismo, sobre todo mediante el tenebrismo, y las composiciones tienden a la asimetría y el dinamismo, con diagonales y escorzos que refuerzan el efecto teatral. La temática es variada: religión, mitología, escenas de género y bodegones, siempre tratados con fuerte carga emocional.
Pintura Barroca en Italia (Caravaggio)
Caravaggio, figura fundamental del Barroco italiano, basa su pintura en el realismo popular y el dramatismo de la luz. Trabaja temas religiosos y profanos, utilizando composiciones cerradas con personajes en primer plano, modelados por una luz dirigida que intensifica el efecto expresivo y elimina fondos arquitectónicos.
Pintura Barroca Flamenca (Rubens)
Rubens, máximo exponente de la pintura flamenca, introduce un dinamismo vibrante inspirado en la escuela veneciana. Sus temas, religiosos y mitológicos, se representan con cuerpos carnosos y sensuales en composiciones diagonales. El uso de colores cálidos, la pincelada fluida y el movimiento constante otorgan a su pintura un carácter grandioso y teatral.
Pintura Barroca Holandesa (Rembrandt)
Rembrandt, principal figura de la pintura holandesa, combina claroscuro y tratamiento matérico para acentuar el dramatismo. Sus temas, centrados en retratos y escenas religiosas, muestran una intensa carga psicológica, reforzada por una pincelada espesa y una preferencia por las atmósferas de penumbra.
Pintura Española del Siglo XVII (Escuelas y Velázquez)
En el siglo XVII, la pintura española vivió un periodo crucial en el Siglo de Oro, en un contexto de crisis económica y decadencia política. La influencia naturalista de Caravaggio se extendió ampliamente, marcando una tendencia hacia el tenebrismo y el realismo en las representaciones artísticas. Los temas religiosos dominaron la producción, aunque también destacaron las naturalezas muertas y los retratos.
En la Escuela de Valencia, sobresalió José Ribera, quien, influido por Caravaggio, aportó mayor intensidad y riqueza de color a sus obras. La Escuela andaluza, representada por Zurbarán, destacó por su sencillez y realismo en temas religiosos, muy acordes con el espíritu de la Contrarreforma española. También Murillo, con un estilo más dulce y dinámico, se hizo un lugar importante en el Barroco español. Por su parte, la Escuela madrileña encontró en Velázquez su figura más importante.
Diego Velázquez (1599-1660) trabajó en la corte de Felipe IV, su verdadero mecenas, lo que le permitió evitar las presiones económicas y crear con libertad. En su primera etapa en Sevilla, adoptó el naturalismo y el tenebrismo suavizado, pintando escenas costumbristas con gran detallismo. Posteriormente, en su primera etapa madrileña (1623-1629), su arte evolucionó hacia una mayor luminosidad, abandonando el tenebrismo bajo la influencia de Rubens y los maestros italianos, como se aprecia en El triunfo de Baco.
Entre 1629 y 1631, Velázquez viajó a Italia, donde profundizó en la perspectiva, el color y la pincelada suelta. En su segunda etapa madrileña (1631-1649), su preocupación principal fue la representación realista de la luz y la atmósfera cambiante, logrando una pincelada cada vez más suelta y ligera. Obras como La rendición de Breda o sus retratos cortesanos muestran su maestría, así como su atención por la dignidad humana en figuras como bufones y enanos.
Arte y Arquitectura del Siglo XIX
Arquitectura de la Segunda Mitad del Siglo XIX (Revolución Industrial)
La arquitectura de la segunda mitad del siglo XIX surge como respuesta a las necesidades de la Revolución Industrial. Se caracteriza por el uso de nuevos materiales, principalmente el hierro colado y el vidrio, que ofrecen resistencia, flexibilidad y permiten grandes estructuras diáfanas. Los muros dejan de tener función estructural y se convierten en simples cerramientos, liberando el espacio interior. En cuanto a la tipología, aparecen nuevas edificaciones como estaciones, invernaderos, pabellones de exposiciones y mercados cubiertos, adaptadas a las necesidades de la nueva sociedad industrial.
En los planos y alzados, prima la funcionalidad sobre la ornamentación tradicional, con estructuras ligeras y modulares. Las cubiertas suelen ser de gran amplitud y transparencia gracias al uso combinado de hierro y vidrio, permitiendo espacios luminosos. Los principales elementos constructivos son las vigas, columnas y arcos metálicos, que articulan amplios espacios interiores.
El significado simbólico de esta arquitectura reside en su vinculación con el progreso técnico y la modernidad industrial. Representa la superación de las técnicas tradicionales y la confianza en la ciencia y la innovación. Como ejemplos destacados, se encuentran el Palacio de Cristal de Paxton en Londres y las estaciones de Atocha y el Palacio de Cristal en Madrid. La valoración actual reconoce su gran impacto en la transformación del urbanismo moderno y su influencia decisiva en el nacimiento del Movimiento Moderno.
Impresionismo
En 1874, un grupo de artistas presentó en un salón independiente una propuesta artística que rompía con la tradición académica, escandalizando a la crítica. A estos pintores se les llamó despectivamente impresionistas. Compartían características comunes como la elección de nuevos temas: para ellos no existían asuntos insignificantes, y pintaban paisajes, estaciones de ferrocarril, avenidas o actividades cotidianas, buscando siempre capturar lo fugaz y cambiante.
El importante desarrollo de la fotografía en esta época también influyó en su arte. Aunque la fotografía introdujo un nuevo encuadre casual y espontáneo, los impresionistas se alejaron del realismo detallado que ofrecía este medio, centrando su interés en los efectos de la luz y el color. Valoraban la luz cambiante, que modifica las formas y los colores, y por eso preferían pintar al aire libre, beneficiándose de los nuevos tubos metálicos de óleo.
La técnica impresionista se caracterizaba por el uso de manchas de colores aplicadas con pinceladas cortas, sueltas y rápidas para captar las vibraciones de la atmósfera. Rechazaban los retoques y eliminaban las líneas de dibujo, siguiendo el ejemplo de artistas como Goya, Turner o Delacroix. No buscaban crear profundidad mediante la perspectiva lineal o aérea, sino sugerirla a través del color y la luz.
Édouard Manet fue precursor del movimiento, rompiendo con la tradición académica con obras como El almuerzo sobre la hierba u Olympia, que provocaron escándalo por su tratamiento innovador de la luz y el color. Manet defendía la pintura al aire libre y prefería captar la inmediatez de la visión. Su influencia fue clave para los impresionistas posteriores como Renoir, Monet, Pissarro y Berthe Morisot, quienes representaron con maestría los efectos fugaces de la luz en paisajes y escenas cotidianas.
Postimpresionismo
A finales del siglo XIX, el Postimpresionismo surge como respuesta a las limitaciones del Impresionismo, que había priorizado la captación de la luz y los efectos visuales a costa de disolver el volumen y el espacio en sus cuadros. Los postimpresionistas, influidos por Delacroix, Manet y las estampas japonesas, buscaron recuperar valores como el volumen, el dibujo y el color, representando el espacio a través del color sin recurrir a técnicas ilusionistas de perspectiva tradicional. Para ellos, la pintura debía ser mucho más que una ilusión óptica.
Paul Gauguin
Paul Gauguin destacó por su uso simbólico y expresivo del color, con tonos fuertes, vivos y líneas negras que delimitaban las formas, alejándose de la perspectiva tradicional. Inspirado en el primitivismo de lugares como Bretaña y Tahití, Gauguin propuso un arte libre de convenciones académicas, buscando expresar emociones profundas en lugar de reproducir la realidad. Su obra influiría notablemente en el desarrollo del fauvismo y el expresionismo.
Paul Cézanne
Por su parte, Paul Cézanne centró su investigación en recuperar el volumen, inspirándose en las formas geométricas de la naturaleza. Definía las formas mediante colores intensos y contrastados, sin asignarles valor simbólico o emotivo. Cézanne también introdujo distorsiones visuales fruto de utilizar varios puntos de vista, anticipando así los planteamientos que darían lugar al cubismo.
Vincent Van Gogh
Vincent Van Gogh, sin formación académica inicial, canalizó su inestabilidad emocional a través de una pintura apasionada y vibrante. Aunque parte del impresionismo, Van Gogh utilizó el color de manera simbólica y emocional, buscando transmitir sentimientos intensos. Su pincelada densa y enérgica, así como su uso de colores complementarios, anticiparon las búsquedas expresivas del arte del siglo XX, especialmente del expresionismo.
Arte y Arquitectura del Siglo XX y Contemporáneo
Antoni Gaudí (Modernismo)
Antoni Gaudí representa una de las figuras más singulares del Modernismo catalán. Su obra evoluciona desde un historicismo inicial hacia una expresividad totalmente original. A nivel formal y técnico, Gaudí se caracteriza por la búsqueda de un dinamismo espacial, visible en el uso de arcos parabólicos y cúpulas tabicadas que le permiten crear estructuras estables y formas orgánicas, alejadas de la rigidez clásica.
Su arquitectura muestra un profundo naturalismo, inspirándose en formas vegetales y animales, que traduce en soluciones estructurales y decorativas. La plasticidad de sus obras es evidente en los volúmenes sinuosos y en el tratamiento artesanal de materiales como la cerámica, el hierro forjado y el vidrio. Utiliza también el color de manera exuberante, mediante mosaicos de trencadís y vidrieras, dotando a sus espacios de un efecto vibrante y simbólico.
En cuanto a las técnicas, combina métodos tradicionales con innovaciones propias, aprovechando las posibilidades de la industrialización sin renunciar al trabajo artesanal. La originalidad de Gaudí radica en su capacidad para unir tradición, naturaleza y modernidad en un lenguaje único. Sus obras transmiten una intensa simbología religiosa, natural y cultural, visible en su proyecto más ambicioso, la Sagrada Familia, donde confluyen su evolución estilística y su ideal de integración total de las artes.
Organicismo (Frank Lloyd Wright)
El organicismo en arquitectura busca aliarse con la naturaleza, huyendo de un funcionalismo excesivamente frío. Dentro de este movimiento, la figura más destacada es Frank Lloyd Wright, quien desarrolla una arquitectura profundamente influenciada por Sullivan (Escuela de Chicago) y la arquitectura japonesa.
Entre las características formales y técnicas de su obra destacan el uso de materiales naturales como piedra, madera, ladrillo y pizarra. Además, sus edificios se integran armónicamente en el entorno natural, logrando una fusión entre construcción y paisaje. Wright también introduce la planta libre y la idea de continuidad entre espacios internos y externos, reforzando así la conexión con la naturaleza.
Respecto a las tipologías, sus primeras obras, como la casa Bradley, ejemplifican esta etapa inicial del organicismo. Más adelante, evoluciona hacia el uso de volúmenes puros, acercándose al racionalismo europeo, como puede observarse en la Casa Kaufmann o Casa de la Cascada (1935-1939), que representa una bella simbiosis entre naturaleza y arquitectura.
Los planos de Wright reflejan esta búsqueda de libertad espacial, eliminando barreras entre las diferentes áreas de la casa. Los elementos arquitectónicos y materiales empleados refuerzan el significado simbólico de sus obras: una profunda unión entre el ser humano y el entorno natural. Esta concepción de la arquitectura orgánica se valora por su capacidad para crear espacios vivos, integrados en su paisaje, y por su rechazo al formalismo rígido del racionalismo más frío.
Racionalismo-Funcionalista
El racionalismo-funcionalista surge como una corriente arquitectónica basada en la simplicidad de las formas y los volúmenes, rechazando la ornamentación, tal como defendía Adolf Loos con su frase “Ornamentación es delito”. Su antecedente principal es la Escuela de Chicago, donde Sullivan sentenció que “la forma debe seguir a la función”. La tipología característica es la de edificios funcionales, con estructuras de cubos y paralelepípedos.
Respecto a los materiales, se prioriza el uso de materiales industriales como el hormigón armado, acero y vidrio, por sus cualidades de adaptabilidad, resistencia e incombustibilidad. El plano se concibe mediante la “planta libre”, concepto que permite una organización flexible y adaptable del espacio, eliminando muros de carga tradicionales.
En el alzado, destacan los pilares de acero u hormigón que sostienen la estructura, liberando las fachadas, las cuales pueden diseñarse de manera independiente al interior del edificio. Además, las ventanas corridas garantizan la entrada de luz y la comunicación visual con el exterior.
La cubierta es plana, muchas veces diseñada como una terraza-jardín, lo cual contribuye al aprovechamiento del espacio superior y responde a la funcionalidad del edificio. En los elementos fundamentales también se encuentra el muro-cortina, una delgada membrana exterior que proporciona protección sin ser portante.
En cuanto a la simbología y significado, el racionalismo representa la modernidad, la eficiencia y la ruptura con los estilos históricos recargados, apostando por la pureza de las formas y la honestidad constructiva. La valoración de este movimiento destaca su aporte al diseño contemporáneo, consolidándose en obras como la Villa Saboya de Le Corbusier, donde se sintetizan los principios de libertad espacial, simplicidad y funcionalismo.
Arquitectura de la Segunda Mitad del Siglo XX (Posmodernidad, High-tech, Deconstructivismo)
La arquitectura de la segunda mitad del siglo XX se caracteriza por la aparición de tres corrientes principales: la posmodernidad, el High-tech y el deconstructivismo. Un claro ejemplo de la transición entre la arquitectura moderna y la posmoderna es el Centro Pompidou en París, diseñado por Richard Rogers y Renzo Piano. Esta obra representa el llamado “tardomodernismo”, revisando críticamente el lenguaje moderno y destacando elementos tecnológicos como tuberías y escaleras mecánicas vistas, con una clara imagen industrial.
En cuanto al deconstructivismo, Frank Gehry se convierte en uno de sus principales referentes a finales de los años ochenta. Su arquitectura fragmentada y dinámica rompe con la sensación de equilibrio de la modernidad, apostando por volúmenes complejos, ángulos agudos y ruptura de planos. El Museo Guggenheim de Bilbao (1997) es un ejemplo emblemático de esta corriente, donde el edificio recubierto de titanio presenta una enorme escultura abstracta. Gehry defendía la ausencia de líneas rectas y ángulos de 90 grados, afirmando que “la vida no transcurre en una cuadrícula” y que “las personas se sienten mejor en espacios irregulares”.
Arquitectos Navarros (Sáenz de Oiza, Moneo)
Durante la segunda mitad del siglo XX, destacan en Navarra dos arquitectos de prestigio internacional: Francisco Javier Sáenz de Oiza y Rafael Moneo. Sáenz de Oiza, conocido por su expresividad en los volúmenes, tiene como una de sus obras más emblemáticas las Torres Blancas de Madrid. En este proyecto se observa la influencia del organicismo de Wright, combinando la libertad formal con materiales innovadores, lo que marca una distancia respecto al racionalismo tradicional.
Por su parte, Rafael Moneo se caracteriza por un estilo equilibrado y clásico, respetuoso con la arquitectura tradicional pero con una sensibilidad moderna. Entre sus obras destaca el Museo Romano de Mérida, donde logra un perfecto equilibrio entre funcionalidad y elegancia. Moneo apuesta por un sentido minimalista que se traduce en la claridad de los volúmenes y la serenidad de los espacios, sin renunciar a un profundo respeto por el contexto histórico y arquitectónico.
Ambos arquitectos, cada uno con su lenguaje propio, han situado a Navarra en el panorama internacional, siendo Moneo además reconocido con el premio Pritzker de arquitectura, máximo galardón en su disciplina.
Artistas Destacados
Francisco de Goya
Francisco de Goya vivió entre los siglos XVIII y XIX, un contexto marcado por la Ilustración, la Revolución Francesa, las revoluciones liberales y la crisis del Antiguo Régimen. En España fue testigo de las reformas ilustradas de Carlos III, de la desilusión con Carlos IV y Godoy, de la Guerra de Independencia y del retorno al absolutismo con Fernando VII.
En sus primeros años en Madrid, Goya trabajó como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices, con temas populares y costumbristas, de influencia rococó y con una visión alegre de la vida cotidiana, como en La pradera de San Isidro o La gallinita ciega.
Tras una enfermedad en 1792 que lo dejó sordo, Goya experimentó una profunda transformación. Se aisló y desarrolló una visión crítica y pesimista que plasmó en obras como Los Caprichos, reflejo de pesadillas e invenciones.
En su primera madurez, se convirtió en el retratista más exitoso de la corte y de la alta sociedad. Sus retratos, como los de la Duquesa de Alba o La familia de Carlos IV, destacan por la fidelidad psicológica y física de los personajes, utilizando una pincelada suelta y gran riqueza cromática, influido por Velázquez.
En la etapa de Goya ilustrado, abrazó los ideales liberales, pero la invasión napoleónica y sus consecuencias acentuaron el dolor y la crítica en su arte. Obras como La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo muestran esta evolución con técnicas dinámicas y efectos dramáticos de luz.
En su segunda madurez y últimos años, su obra se tornó sombría con las pinturas negras, como Saturno devorando a su hijo. En el exilio en Burdeos, pintó su última obra, La lechera de Burdeos, de técnica suelta y casi impresionista, cerrando así una trayectoria de profunda transformación artística y temática.
Comentarios de Obras Destacadas
Comentario de Obra: Los fusilamientos del 3 de mayo
Identificación
- Autor: Francisco de Goya.
- Fecha: Terminado en 1814.
- Estilo: Romántico.
- Ubicación: Museo del Prado (Madrid).
- Contexto de creación: Ofrecida por Goya a la Regencia antes de la llegada de Fernando VII para conmemorar la victoria de la resistencia española ante la conquista francesa.
Contexto Histórico
El Romanticismo se originó en Alemania y Reino Unido. Es un movimiento irracional, lleno de sentimientos, que nació en base a factores políticos, culturales y sociales. Vio el ascenso industrial y el de la burguesía. En España, la Guerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz y la vuelta de Fernando VII marcaron el Romanticismo.
Tema
Tema histórico: el fusilamiento de un grupo de patriotas, sublevados el 2 de mayo, por soldados franceses en la madrugada del 3 de mayo de 1808.
- Centro: Hombre con camisa blanca, brazos en alto.
- Izquierda: Grupo de prisioneros, esperando su ejecución (miedo).
- Derecha: Soldados franceses.
Soporte y Técnica
Óleo sobre lienzo. Uso del claroscuro que resalta la figura central y dramatiza, recordando al tenebrismo del Barroco. Un farol ilumina la escena.
Dibujo y Color
Predominio del color, de carácter expresivo (no busca detallismo preciso), buscando el impacto emocional (trazo energético, luces y sombras).
- Colores predominantes: Gama de oscuros (fondo, vestimenta soldados…).
- Cálidos: Farol y protagonista (atraen la atención).
- Rojo: Sangre en el suelo (simboliza sacrificio y violencia).
Luz
Iluminación artificial que procede del suelo (farol), proyectando luz amarilla sobre los prisioneros (genera contraste con la oscuridad). Funciona como elemento narrativo, acentuando la teatralidad de la escena (figura central).
Composición y Espacio
Composición triangular que guía la mirada. Los fusilados en el suelo crean una línea diagonal que refuerza la profundidad (diagonales, luz, penumbra). La disposición de los cuerpos genera tridimensionalidad (no hay horizonte claro).
Expresión Psicológica
Las figuras humanas están representadas con gran expresionismo. La figura central (brazos en alto) evoca una crucifixión. Los rostros reflejan miedo, dolor y resignación.
Función
- Conmemorativa: Narra un hecho histórico reciente desde una perspectiva crítica y dramática.
- Denuncia social: No glorifica la guerra, enfatiza el sufrimiento humano y la injusticia.
- Propagandística: Resalta el heroísmo español.
Significado y Simbolismo
- Protagonista: Evoca a Cristo crucificado, recordando el sacrificio y martirio.
- Víctimas: Simbolizan la resistencia e inocencia.
- Linterna en el suelo: Representa la tragedia.
- Sangre: Metáfora del sacrificio y la lucha española.
Valoración Personal
Obra importante, reflexiva e impresionante. Transmite los sentimientos de quienes la vivieron. Rica en técnica artística.
Comentario de Obra: Las Meninas
Identificación
- Autor: Diego Velázquez.
- Fecha: Terminada en 1656.
- Estilo: Barroco.
- Contexto de creación: Se cree que fue iniciativa del propio Velázquez.
Contexto Histórico
Estilo que nace del Manierismo (finales del siglo XVI) y se extiende a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Es un arte complejo y propagandístico, asociado al triunfo de la Contrarreforma y las monarquías absolutas. España en el siglo XVII (Siglo de Oro) vive una crisis política que lleva a la decadencia del imperio.
Tema
La familia de Felipe IV (Infanta Margarita, doncellas…). Es una escena cotidiana, una escena de género (acción cotidiana).
Soporte y Técnica
Lienzo. Pincelada suelta y rápida (se fusionan figuras definidas), sin dibujo previo, poco óleo.
Dibujo y Color
- Dibujo: No rígido ni delimitado.
- Color: Gama de marrones (grupo), blancos (Infanta y Meninas), azul y gris (Velázquez y Mari Bárbola), verde (falda), rojo (pequeños toques como la cruz de Velázquez, paleta) que aporta vivacidad.
Luz
Entra desde la derecha (ventana), poniendo énfasis en la Infanta Margarita. La alternancia de penumbra e iluminación crea un efecto tridimensional. Atmósfera realista, gran naturalidad. También hay luz en la puerta del fondo.
Composición y Espacio
Representado de manera compleja (superposición de personas).
- Espejo del fondo: Refleja a los reyes.
- Puerta: José Nieto (aporta profundidad).
Posturas relajadas y pliegues de las telas aportan verosimilitud, espontaneidad y naturalismo.
Expresión Psicológica
Cada personaje tiene una expresión psicológica personalizada.
Composición
Equilibrada, no simétrica. La Infanta es el eje de la obra.
Función
- Retrato de la corte y de la Infanta.
- Obra de reflexión sobre el arte y el autor: Velázquez se incluye en la obra.
Influencias y Trascendencia
- Influencia de Caravaggio (uso dramático de sombra y luz).
- Influencia de Tiziano (uso del color, aplicación libre de la pintura).
- Influencia de Rubens (dinamismo de las composiciones).
- Influencia de Jan van Eyck (reflejo del espejo).
Impacto
Gran impacto en la historia del arte, influyendo en artistas posteriores como Goya, Manet y Picasso.
Valoración Personal
Obra interesante por las perspectivas. La combinación de escena de género y escena cotidiana le da un valor adicional. Los focos de luz son muy naturales.