El Romanticismo en el Arte: Un Recorrido por Obras Emblemáticas
El Romanticismo, movimiento artístico y cultural que floreció a finales del siglo XVIII y principios del XIX, se caracterizó por la exaltación de la emoción, la individualidad, la naturaleza y lo sublime. A continuación, exploraremos dos de sus obras más representativas, que encapsulan la esencia de esta corriente en Francia e Inglaterra.
Le Radeau de la Méduse (La balsa de la Medusa) de Théodore Géricault
Ficha Técnica
- Autor: Théodore Géricault
- Movimiento: Romanticismo francés
- Año: 1818-1819
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Dimensiones: Gran formato
- Ubicación: Museo del Louvre, París
Iconografía y Narrativa
La historia del barco francés Medusa fue uno de los sucesos más espeluznantes de la Francia de la época. El navío naufragó frente a las costas africanas, y un pequeño grupo de pasajeros sobrevivió gracias a una balsa improvisada. En medio del mar, un barco de la marina francesa avistó a los náufragos, pero, incomprensiblemente, no los recogió. Los supervivientes fueron presas del hambre, la sed, la insolación y las enfermedades. De los 149 tripulantes iniciales de la balsa, murieron 134, y los 15 restantes lograron sobrevivir, en un acto de desesperación extrema, recurriendo incluso al canibalismo. Finalmente, un carguero los encontró y los devolvió a Francia.
La historia fue censurada por el gobierno, que impidió su difusión en la prensa. Géricault, conmovido por la tragedia y la injusticia, realizó este cuadro para dar a conocer el hecho. Tras dos años en los que se prohibió su exposición pública, la obra fue finalmente presentada en el Salón Oficial de 1819, donde causó un tremendo escándalo social y político, convirtiéndose en un símbolo de la crítica a la monarquía borbónica.
Composición y Estilo Artístico
La composición del cuadro apuesta decididamente por una diagonal que se puede descomponer en dos estructuras piramidales, correspondientes a dos estados de ánimo que genera la tragedia del naufragio:
- Pirámide de la esperanza: Regresiva, con la diagonal hacia atrás, tiene como vértice al muchacho negro que agita una tela roja para avisar al barco que se divisa al fondo del cuadro, representado como un punto diminuto. Abundan los brazos en escorzo que marcan esa dirección, simbolizando el último aliento de esperanza.
- Pirámide de la desesperanza: Formada por las velas, ya que el viento sopla en dirección contraria al barco, y por la inmensa ola que se aproxima, cuya forma asemeja a la de la vela. Esta estructura subraya la inminente fatalidad.
El volumen y la corporeidad de las figuras son notables, con un modelado que denota una clara influencia clásica, como se aprecia en el padre del primer plano con manto rojo (un retrato de su amigo Delacroix) y su hijo muerto, cuya anatomía y rizos recuerdan la obra de Miguel Ángel. Se trata de una pintura de gran formato, para la que el autor realizó numerosos bocetos y estudios previos sobre cadáveres y restos humanos, obtenidos de cementerios y ejecuciones públicas. De esta forma, el pintor contrapone la muerte y la esperanza en medio del naufragio.
El color predomina sobre el dibujo, con tonos cálidos como dominantes, más apropiados para dotar de dramatismo a la escena: los ocres de las indumentarias y de la vela, los marrones de la balsa, los encarnados y rosados de la carne, y los rojos y anaranjados de la capa del padre, algunos pantalones y la sangre. La luz es crepuscular, una luz de atardecer que se resuelve con un claroscuro influenciado por Caravaggio, pintada con una coloración turbia y una pincelada muy extensa y suelta para incrementar el dramatismo, al presentar un cielo tormentoso y amenazador.
Todos estos elementos se encuentran al servicio de una galería de expresiones posibles que componen los protagonistas: desde la desesperación del anciano que da la espalda al barco hasta el intento de los hombres que agitan sus camisas hacia el horizonte, pasando por los primeros atisbos de esperanza de las figuras centrales que emulan al muchacho negro. La composición, la estructura diagonal y piramidal, el color y la luz están al servicio del ritmo y el movimiento de una pintura que eleva la representación de una balsa a la deriva en medio del océano a una cualidad pictórica sublime.
Contexto Histórico y Recepción
No solo el tema del cuadro molestó a la sociedad de la época; fue la composición misma (recuperando esquemas dinámicos del Barroco), la presentación del hombre común, del pueblo, como protagonista ante una Naturaleza desbordada y grandiosa, frente a la cual el ser humano tiene poco que hacer. La expresión del dolor, el sufrimiento, el miedo, la muerte y el protagonismo del color frente al dibujo, destronaban el ideal de belleza neoclásico, en el que no había cabida para lo excepcional y lo horrendo.
Simbólicamente, esta obra ha sido interpretada como una metáfora de la decadencia de Francia; una fuerte crítica a la monarquía y una clara denuncia a su modo de proceder: de la misma forma que los mandos del barco abandonaron a su suerte a los viajeros, la monarquía lo hacía con el pueblo francés. Cuando Géricault presentó la pintura en el Salón de 1819, la polémica estaba servida; efectivamente, la obra no fue bien recibida por todos, y periódicos como La Gaceta de Francia la calificaron de “monstruosa”.
Lluvia, Vapor y Velocidad de J.M.W. Turner
Ficha Técnica
- Autor: J.M.W. Turner
- Movimiento: Romanticismo inglés
- Año: 1844
- Género: Paisaje
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Dimensiones: 0,9 x 1,2 m
- Ubicación: National Gallery de Londres
Iconografía y Simbolismo
En esta obra, el tren se convierte en el elemento central que simboliza la modernidad y el progreso tecnológico de la Revolución Industrial. Sin embargo, la auténtica protagonista es la atmósfera que crean la lluvia y el vapor, contribuyendo a desmaterializar las formas apenas visibles del puente, la barca sobre el río o el propio ferrocarril. Al movimiento del tren se suma el de las nubes, la lluvia y el fluir del agua del río, creando una sensación de dinamismo y fluidez constante.
Composición y Técnica Pictórica
Se trata de una composición abierta, ya que las vías del ferrocarril parecen querer prolongarse fuera del cuadro y los arcos del puente están incompletos, invitando al espectador a imaginar la continuidad de la escena. El cuadro se puede dividir en dos mitades por una línea horizontal:
- Parte superior: Ocupada por un cielo neblinoso y nubes donde parece querer asomarse el sol. Se percibe una textura esponjosa, lograda con tonos amarillos, clareada por secciones en blanco y sombreada por gris azulado.
- Parte inferior: Las formas aparecen difusas, tanto que apenas podrían descifrarse si el autor no hubiera dejado a la izquierda los signos del puente y la pequeña barca, que nos permiten reconstruir el conjunto como un paisaje.
En la obra, el color predomina sobre el dibujo para representar a la verdadera protagonista: la atmósfera creada por la lluvia y el vapor, que actúa como filtro para una luz que se torna débil y desdibuja los contornos. Los colores predominantes son terrosos, como los ocres, marrones y amarillos del paisaje, con algunos violetas y azules en el cielo y el río. Las pinceladas son muy diluidas o, por el contrario, con mucha materia y empaste, como las que forman la locomotora.
Existe un claro efecto de movimiento, marcado por el tren que avanza hacia nosotros y da la sensación de que va a desaparecer de un momento a otro. Ante la locomotora, una liebre, difícilmente perceptible, simboliza la velocidad. La velocidad del tren y la liebre contrasta con la lentitud de una barca, también casi imperceptible, que representa la tradición frente a la modernidad.
Contexto y Legado de Turner
Turner, junto con Constable, es considerado el gran renovador de la pintura del paisaje inglés. Turner tomaba bocetos al natural, algo totalmente novedoso en la recreación de la naturaleza hasta entonces, y luego los reproducía y elaboraba en su estudio. Es un artista completamente romántico al expresar la grandiosidad de la naturaleza, que empequeñece tanto al hombre como a sus creaciones.
Su búsqueda de la representación de los efectos atmosféricos lo llevó a evolucionar hacia posiciones cada vez menos figurativas, más abstractas, queriendo lograr dichos efectos a base de manchas de color, toques puntillistas o incluso aplicando la pintura con los dedos para conseguir los efectos lumínicos deseados. Su obra es un puente hacia las vanguardias del siglo XX, especialmente el Impresionismo.