Reflexiones sobre la obra de Andrés Hurtado y el contexto literario español del siglo XIX y XX

“Andrés Hurtado los primeros podía ser más desdichada…”. En consecuencia, las críticas a la situación de la España de la época las encontramos desde el principio.

Andrés Hurtado reflexiona acerca de su primer contacto con la carrera, ejemplificado con las clases que imparte un profesor de Química histriónico y ridículo a alumnos indisciplinados. La primera impresión es, por tanto, muy negativa, y se verá confirmada por experiencias posteriores. El adjetivo “absurdo” denota tal negatividad y es que, no en vano, es utilizado por el autor en numerosas ocasiones a propósito de la cuestión española. El empleo de tal adjetivo, así como de otros como “grotesca” o “desdichada”, responde al estilo de Baroja, en el que prima la naturalidad expresiva y la concisión sobre la ornamentación y el retoricismo.

Se trata de un fragmento relacionado con los dos temas más importantes de la obra: la desorientación existencial de Andrés Hurtado y la crítica de la sociedad española de la época.

Desorientación Existencial

En cuanto al primero de estos dos temas, la decepción que recoge el fragmento es sólo la primera de una serie de desilusiones que experimenta el protagonista en su intento de encontrar una orientación para su vida. En este sentido, le decepcionan la Universidad, su familia, la práctica profesional tanto en el campo como en la ciudad, la situación social y el sistema político que la rige… Solo el matrimonio con Lulú parece aportarle estabilidad emocional y serenidad, aunque, tras la muerte de esta, carente ya de ningún asidero vital, acaba suicidándose.

Cabe recordar que la novela en su conjunto supone la explicación al pensamiento del protagonista, cuya vida está tejida de ilusiones y desengaños. A través de sus lecturas filosóficas y sus conversaciones con su tío Iturrioz, Andrés busca precisamente no solo una explicación del mundo -que también intenta encontrar en la ciencia-, sino también un plan vital, objetivo en el que, finalmente, fracasa.

Crítica de la Sociedad Española

Respecto al segundo tema que recorre la novela, la decepción de Andrés sirve al autor para emitir juicios sobre el ambiente cultural de España hacia 1880, insistiendo en la situación lamentable de la universidad (“clase grotesca”) y en la desidia de los estudiantes (“se burlaban del profesor”). Se pueden apreciar en el fragmento varios de los aspectos de la realidad española que se critican en la obra: el sistema educativo, la Universidad, la ineptitud de los profesores y el atraso de la ciencia en la España de la época.

En definitiva, la vida universitaria deja una doble impronta en la sensibilidad y la personalidad del protagonista: por un lado, un creciente pesimismo nacional y, por otro lado, un marcado escepticismo en el ser humano y en la vida, por el que cobra conciencia de lo absurdo de vivir.

Contexto Cultural y Literario

En la segunda mitad del siglo XIX, Europa vive un período de gran expansión económica y de afianzamiento del capitalismo, debido a la segunda Revolución Industrial y al colonialismo, que permite el acceso fácil y barato a las materias primas y a la ampliación de mercados. Sin embargo, este sistema creó una sociedad enormemente desigual, de manera que nacen posturas ideológicas que defienden los derechos del proletariado (socialismo, anarquismo, sindicalismo).

2. CONTEXTO CULTURAL Y LITERARIO

A pesar de las graves dificultades políticas y sociales, el periodo de entreguerras fue el marco de grandes progresos en el campo de la cultura y la educación. Así, el alto nivel de analfabetismo existente en 1910 (el 60% de la población no sabía ni leer ni escribir) se vio reducido progresivamente gracias a las campañas educativas de la República (en 1940 solo ⅓ de la población era analfabeta), que promovió la creación de escuelas en medio de una fuerte recesión económica.

Durante la época republicana, además, se abrieron las primeras librerías modernas, se inauguró la primera Feria del Libro y aumentó la importancia de las universidades. Es también significativo el ingente esfuerzo llevado a cabo por la República para acercar la cultura a los núcleos rurales, para lo cual se crearon las llamadas “misiones pedagógicas”, formadas por estudiantes y profesores universitarios que acudían a las zonas rurales para difundir la cultura por medio de conferencias, organización de bibliotecas, representaciones teatrales, etc. Una de esas compañías teatrales universitarias fue La Barraca, impulsada por Lorca, que realizó giras por todo el territorio español representando adaptaciones de obras de teatro clásico. En ella vivieron y trabajaron artistas y escritores de la talla de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Luis Buñuel o Salvador Dalí, entre otros. Sin embargo, la dictadura del general Franco acabó con toda la labor de difusión de la cultura llevada a cabo por la Institución Libre de Enseñanza.

2.2. Contexto literario

2.2.1. Generación del 27

El convulso periodo histórico y social que va de 1914 al estallido de la Guerra Civil Española fue una etapa de intensa actividad literaria en la que se sucedieron tres corrientes artísticas: el novecentismo, el vanguardismo y la Generación del 27. Son tres manifestaciones literarias con algunos puntos en común que traen consigo una renovación estética sin precedentes en las letras españolas.

  1. El Novecentismo agrupa a una serie de autores cuya obra alcanza su máximo esplendor a partir de 1914 (de ahí que también se les haya denominado Generación del 14). Estos autores se caracterizan, entre otras cosas, por su sólida formación intelectual, por el ideal de un “arte puro” y por el extremo cuidado del lenguaje. Entre los novecentistas destacan los novelistas Gabriel Miró o Ramón Pérez de Ayala, mientras que la poesía de la generación de 1914 está dominada por la ingente figura de Juan Ramón Jiménez. Por otro lado, sobresale la figura de José Ortega y Gasset, cuya obra es fundamentalmente ensayística. Este último, nacido en 1916 de la mano de André Breton, fue el que más relevancia tuvo tanto en Europa como en España. Además, las letras españolas contarán con dos movimientos de vanguardia propios: el ultraísmo y el creacionismo. En cualquier caso, se trata de tendencias que se sucedieron a un ritmo muy rápido y que tuvieron una influencia desigual en la literatura española. El gran difusor de estas corrientes en España fue Ramón Gómez de la Serna.
  2. La Generación del 27. Las innovaciones aportadas por Juan Ramón Jiménez en el campo de la poesía, unidas al afán de experimentación de las sucesivas vanguardias poéticas, configuraron un ambiente literario en el que florecen una serie de poetas que se agrupan con la denominación Generación del 27. Tal nomenclatura responde a un acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Góngora que tuvo lugar en 1927 en el Ateneo de Sevilla al que acudieron, entre otros: Jorge Guillén, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Dámaso Alonso y Federico García Lorca.
3.1. Autores Destacados

Entre los autores más destacados del grupo del 27 se encuentran los siguientes: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Luis Cernuda. También suelen añadirse a esta lista Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Y, aunque todos los autores citados se dedicaron a la poesía, no solo fueron poetas, ya que algunos de ellos cultivaron también otros géneros literarios, como fue el caso de Lorca, excelente poeta y uno de los dramaturgos más destacados de la primera mitad del siglo XX.

3.2. Evolución Literaria

En cuanto a la evolución literaria de los integrantes del 27, se suelen distinguir tres etapas, si bien no todos los poetas las cumplen en la misma medida ni al mismo tiempo:

  • Primera etapa: hasta 1927, aproximadamente. En esta etapa se mostraron partidarios de la poesía pura y experimentaron con las primeras vanguardias. Paralelamente, se aprecia el influjo de la lírica popular y de los clásicos de la literatura española, especialmente de Góngora.
  • Segunda etapa: de 1927 a la Guerra Civil. Se produce una rehumanización de su poesía, que coincide con la irrupción del Surrealismo.
  • Tercera etapa: después de la guerra. Lorca murió en 1936 y todos los demás, salvo Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, partieron hacia un largo y doloroso exilio, con lo que se produjo la dispersión del grupo poético del 27. Cada uno de ellos seguirá su propio rumbo literario, aunque ninguno de ellos abandonará el camino emprendido hacia una poesía cada vez más humana, cargada de pesimismo, angustia y desarraigo.