La Lírica Española de Posguerra: Movimientos y Autores Clave (1940-1959)

La Lírica Española desde la Posguerra hasta Finales de los Años 50

Miguel Hernández (1910-1942)

En la lírica de posguerra encontramos al poeta Miguel Hernández, un escritor difícil de situar en la literatura. Mientras que algunos críticos lo agrupan junto a la Generación del 27 (epígono de esa generación, como dice Dámaso Alonso), otros lo enmarcan en la Generación del 36. Participó como soldado junto al ejército republicano durante la Guerra Civil. Al acabar la contienda, fue encarcelado en diversas ciudades españolas y condenado a muerte. Aunque la sentencia fue conmutada por treinta años de reclusión, su vida se truncó definitivamente en 1942, en la cárcel de Alicante, a consecuencia de la tuberculosis. En su producción poética se establecen cuatro etapas:

  1. Etapa Barroca: «Perito en lunas»

    Etapa caracterizada por una poesía de tono barroco, que se refleja en Perito en lunas. Se compone de cuarenta octavas reales de influencia gongorina y vanguardista. Sobresalen las metáforas y los símbolos como medios poéticos para transmutar y enriquecer la realidad.

  2. Pasión Amorosa: «El rayo que no cesa»

    Publica El rayo que no cesa. El centro vital de la obra es la pasión amorosa hacia la que sería su mujer, Josefina Manresa, una pasión impedida por los convencionalismos de una moral provinciana: su amor es un «rayo» que se clava en el corazón con trágicos presagios de muerte. Hernández ha abandonado el barroquismo de su obra anterior y presenta una poesía más desarraigada, instalada en la corriente abierta por su amigo Pablo Neruda de la «Poesía impura» y en la concepción del amor como fuerza telúrica, propia de Aleixandre. La obra se compone de sonetos, aunque incluye tercetos encadenados, como su célebre Elegía a Ramón Sijé, un canto sincero y emocionado al amigo.

  3. Poesía de Guerra y Resistencia: «Viento del pueblo» y «El hombre acecha»

    Durante la guerra, M. Hernández emplea su poesía para luchar por la causa republicana y escribe Viento del pueblo. La voz del poeta alienta a los soldados en las trincheras y mantiene viva la esperanza. Son poemas que lloran la muerte de Lorca y de los hombres en el frente de batalla, que cantan al niño yuntero y al sudor de los campesinos. En esta tercera etapa también escribe El hombre acecha, donde la palabra es símbolo de resistencia, aunque la muerte del primer hijo y la derrota en la guerra suman esa desolación.

  4. Poesía Desnuda y Profunda: «Cancionero y Romancero de ausencias»

    Poesía desnuda y profunda, donde las metáforas se han reducido en busca de una expresión directa y esencial. La mayoría de los poemas son escritos en la cárcel y se recogen en Cancionero y Romancero de ausencias. El poeta se duele de la ausencia de los suyos, escribe intensos poemas de amor a su mujer y recuerda que la guerra solo ha provocado odio y destrucción, pero aun así no renuncia a la esperanza. Poema destacado: Nanas de la cebolla, dedicado a su segundo hijo.

La Poesía en los Años 40: Arraigo y Desarraigo

La poesía se desarrolló en torno a tres revistas fundamentales: Escorial, Garcilaso y Espadaña.

Poesía Arraigada

Escorial reunió a los poetas de la Generación del 36: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco, que se decantaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra y el paisaje.

Garcilaso se fundó con apoyo del régimen franquista para consolidar una poesía que sirviera a los fines de la dictadura. Su director fue José García Nieto y sus autores son los mismos poetas de Escorial. Los temas son Dios y la patria, el paisaje castellano y el amor. Tienen un admirable dominio de la técnica. Dámaso Alonso denominó a esta corriente «poesía arraigada», caracterizada por ser esteticista y de evasión, ofreciendo una visión positiva del mundo y obviando la dura realidad española del momento.

Poesía Desarraigada

Contra esta visión esteticista y de evasión, reaccionaron una serie de escritores que reclamaban una poesía con mayor contenido humano y existencial, que reflejara la desgarradora realidad española de la época. Renace la idea de la poesía como comunicación, buscando compartir con el lector problemas comunes. Los temas centrales son la angustia histórica por la guerra y la angustia existencial.

El año 1944 es una fecha clave, donde se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, además de la labor de la revista Espadaña. Destacan: Eugenio de Nora, Victoriano Crémer, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Carlos Bousoño y José Hierro.

Otras Corrientes: El Vanguardismo y el Postismo

Además de la poesía arraigada y desarraigada, hay escritores que intentan enlazar con la Generación del 27 y con el surrealismo, como la revista Postismo (postsurrealismo), de Carlos Edmundo de Ory. En la poesía surrealista el deseo se constituye en el motor del mundo. Los principales recursos estilísticos son las metáforas encadenadas que tienen su base en el sueño, la alucinación y el subconsciente.

Los Años 50: Consolidación de la Poesía Social

Hacia 1955 se consolida el llamado realismo social, con dos libros de poemas destacados que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. Ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial para situar los problemas humanos en un marco social. Su estela será seguida por muchos de los que antes se inscribían en la poesía desarraigada.

En la temática hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los noventayochistas y con un enfoque distinto. Dentro de esta tendencia se sitúan temas concretos que resultan paralelos a los de la novela y el teatro de la misma época: la injusticia social, el anhelo de libertad y la búsqueda de un mundo mejor. Estilísticamente, se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro y de tono coloquial.

Autores destacados: José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero.