La Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández: Dolor, Amistad y Poesía

Introducción

Miguel Hernández fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. La elegía a Ramón Sijé pertenece al primer gran libro del autor, “El rayo que no cesa” (1936). Este poema fue uno de los últimos que incluyó en su libro para rendir homenaje a su amigo. El libro comienza con una dedicatoria a su amor, Josefina, y termina con una triste elegía a su amigo.

En relación con el autor y su época literaria, este poema presenta huellas indiscutibles de los poetas del 27, entre los que se encuentran: Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas y Jorge Guillén; de quienes heredó el entusiasmo por Góngora, el gusto por la métrica tradicional y los ritmos populares. Más tarde, Miguel Hernández desarrolla una poesía más humana, personal y social, enmarcada en la Generación del 36, junto a Luis Rosales y Gabriel Celaya; centrada en la humanización y en los problemas del hombre. Es por ello que el poeta se convierte en el punto de anclaje entre la Generación del 27 y los grupos que le siguen.

Llama la atención el hecho de que no se mencionan recuerdos biográficos del difunto, ni experiencias compartidas; el uso de los símbolos serán los que transmitan el dolor que siente el poeta y el modo de superarlo.

Tanto la estrofa elegida, el terceto, como el marco realista en el que se insertan los símbolos, subrayan esa claridad lógica con la que escriben los poetas españoles de la posguerra. Dámaso Alonso hace referencia a Miguel Hernández como “Genial epígono de la generación del 27”.

Resumen

Su contenido es fácil de resumir: El poeta, ante la muerte de su amigo, siente un profundo dolor y culpabilidad por no haber podido despedirse de él. Finalmente, el ánimo del poeta descubre que su amigo estará siempre nutriendo esa tierra, haciendo referencia a las imágenes de la naturaleza donde continuarán conversando.

Tema

El tema central del poema es el dolor por la muerte de un grandísimo amigo, con el que compartió una gran amistad.

Estructura

En cuanto a la estructura, el autor recorre las tres etapas de la muerte:

Primera Etapa: Angustia y Desesperación (Estrofas 1-7)

En esta primera parte, el poeta nos muestra sus sentimientos de angustia y desesperación. En las tres primeras estrofas expresa el dolor insoportable por la tragedia: «que por el dolor me duele hasta el aliento». En las siguientes estrofas describe la crueldad de la muerte en sí misma y termina esta etapa con la repentina y temprana muerte que se ha llevado a su amigo: «temprano levantó la muerte el vuelo».

Segunda Etapa: Rabia e Impotencia

La segunda etapa muestra su rabia e impotencia; ese dolor que siente el poeta lo lleva a rebelarse contra todos los elementos de este mundo: «no perdono…», «Quiero excavar la tierra con los dientes», que han permitido esta tragedia.

Tercera Etapa: Esperanza y Reencuentro

En la tercera etapa, en la que, al encontrarse con el ser querido, el poeta vuelve a mirar a la muerte con un tono más optimista y con una actitud esperanzada. Termina con una estrofa en la que el dolor se ha transformado en esperanza sobre una futura conversación con su amigo.

Rasgos Lingüísticos

A continuación, se comentan los rasgos lingüísticos, comenzando por el aspecto comunicativo o textual. Destaca la ausencia de conectores entre las distintas estrofas; cada terceto empieza de un modo inesperado y novedoso. Sin embargo, la recurrencia léxica y semántica asegura la cohesión interna del texto: predominan los campos semánticos de la naturaleza vegetal (tierra, huerto, almendro, higuera…), que remiten a la procedencia del escritor, y de la muerte (dolor, manotazo, hachazo, tormenta…). Esto se ve reforzado por los paralelismos (temprano… temprano, no perdono… no perdono, quiero excavar… quiero minar, volverá… volverás) y por el diálogo que mantiene el poeta con el difunto. Las funciones del lenguaje que predominan son la expresiva y la poética.

Nivel Morfosintáctico

En el nivel morfosintáctico, destacan la modalidad desiderativa, mediante la cual el poeta expresa su dolor y deseos, y la enunciativa, orientada hacia la realidad de la muerte.

Se observa una tendencia intimista, reflejada en la profundidad de los temas, intensos y personales. Hace uso de un léxico sencillo y claro, propio del poeta. Las oraciones son simples o coordinadas copulativas, dominadas por la emoción trágica. En cuanto a los sustantivos concretos, encontramos (tierra, huerto, amapola…), que expresan la inmediatez de la muerte; también los hay abstractos como (alma, dolor, aliento, muerte), haciendo referencia a los sentimientos del autor. Entre los adjetivos podemos encontrar explicativos que intensifican la emoción de violencia o esperanza, y otros especificativos que sorprenden por calificar al nombre de una forma extraña (muerte enamorada, vida desatenta…).

Se nutre de verbos que modifican su tiempo en relación con el tono con el que expresa sus sentimientos: la rabia y el dolor se apoyan en tiempos presentes (me duele, perdono, quiero), manteniéndose a lo largo de todo el poema. Sin embargo, emplea el futuro (volverás, alegrarás, irá, daré) para mostrar su esperanza por el reencuentro.

Nivel Léxico-Semántico

Del nivel léxico-semántico ya se ha hecho alusión a los campos semánticos de la naturaleza y la muerte, que son recurrentes y fundamentales en la obra.

Recursos Expresivos

Dentro de los recursos expresivos del lenguaje literario, resulta muy significativo que el poema se haya articulado en la estrofa del terceto y que finalice con un serventesio en el que el “yo” poético intenta poner fin al desahogo. Las figuras de repetición juegan un papel importante, como los paralelismos y enumeraciones (alimentando lluvias, caracolas y órganos… piedras, rayos y hachas estridentes), que ponen de manifiesto el carácter acumulativo. El poema muestra sus sentimientos, regidos por la angustia, la rabia y la desesperación, y se nutre de hipérboles que dramatizan su amargura («me duele hasta el aliento»). Además, se emplean metáforas como «yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas», donde nos muestra su deseo de cuidar a su amigo y estar junto a él a pesar de las circunstancias, o con un tono más optimista, donde expresa su esperanza de encontrarse con su amigo: «volverás a mi huerto y a mi higuera».

Las antítesis producen un gran impacto (muerte/vida, vuelo/suelo), intensificando el carácter contradictorio e incomprensible de la muerte. Otro elemento es el uso de imágenes y símbolos surrealistas, que dan nitidez al poema. Las amapolas, el campo, los almendros espumosos, recuerdan los momentos de su infancia compartidos con su amigo; símbolos que dejan patente el dolor («piedras, rayos y hachas»), así como imágenes que dan forma visual a la muerte: «un manotazo duro, un golpe helado».

Como hemos podido comprobar, Miguel Hernández se sirve de recursos poéticos que justifican el carácter literario del texto. Pertenece al género lírico, donde encontramos cuarenta y nueve versos endecasílabos de rima consonante organizados en tercetos, excepto la última estrofa, que forma un serventesio.

Conclusión

En conclusión, este poema no solo ensalza el valor y el sentimiento de la amistad, sino que nos lo hace vivir a través de la experiencia de la muerte temprana de un amigo muy querido.