Poesía Épica o Epopeya
La poesía épica o epopeya es una narración en verso que relata las hazañas de héroes o personajes míticos. En sus inicios fue oral y colectiva, cantada por rapsodas, pero con el tiempo pasó a la escritura y se convirtió en obra de autores individuales, lo que dio origen a la épica culta. La épica griega, especialmente las obras de Homero (La Ilíada y La Odisea), influyó profundamente en la latina. La primera obra en latín fue una traducción de La Odisea hecha por Livio Andrónico. Más adelante, autores como Nevio y Ennio marcaron el inicio de una épica original en Roma. Nevio escribió sobre hechos históricos como la Primera Guerra Púnica en su Bellum Poenicum, y Ennio introdujo el uso del verso hexámetro en su obra Annales.
Virgilio
Virgilio es el autor más importante de la épica latina. Su obra cumbre es La Eneida, que narra en doce libros la huida del héroe troyano Eneas tras la destrucción de Troya y su viaje hasta el Lacio. La obra se divide en dos partes: los seis primeros libros narran sus aventuras al estilo de La Odisea. Los seis libros restantes relatan las guerras en Italia para fundar una nueva patria, evocando el estilo de La Ilíada. Eneas no es un héroe impulsivo como Aquiles, sino un personaje guiado por el deber y el destino, más humano y contenido. Además de La Eneida, Virgilio escribió las Bucólicas y las Geórgicas, un poema didáctico sobre el trabajo agrícola, con intención moral y política tras la guerra civil.
Lucano
Lucano destacó por su poema épico Farsalia, que relata la guerra civil entre César y Pompeyo. Este eliminó la intervención de los dioses, presentando una epopeya racionalista, centrada en hechos históricos reales y personajes con defectos humanos. Su obra no tiene un héroe idealizado; César, Pompeyo y Catón son figuras históricas, no mitológicas, y el poema elimina los elementos mágicos y sobrenaturales típicos de la épica tradicional.
Poesía Lírica
La poesía lírica es aquella en la que predomina la expresión subjetiva de sentimientos. Su origen está en Grecia, donde se recitaba con acompañamiento de lira. En Roma, este género aparece más tarde, cuando ya se había desarrollado ampliamente el teatro y la épica. Los primeros líricos romanos, como Lutacio Cátulo, surgen en el siglo II a.C. En el siglo I a.C. aparece el grupo de los poetae noui, quienes intentaron renovar la poesía latina imitando a los griegos, con una temática centrada en el amor, el odio, la vida y la muerte. El más destacado de ellos fue Catulo, cuya obra se agrupa en tres bloques: poemas breves de amor, sátira o crítica política; poemas largos de carácter narrativo y mitológico como Las bodas de Tetis y Peleo; y un tercer grupo de temas variados.
Horacio
Horacio, otro gran poeta lírico, dividió su obra entre poesía lírica y sátira. En los Epodos emplea un tono sarcástico para tratar temas como la rivalidad literaria, la política o la vida cotidiana. En el Epodo II, el más conocido, introdujo el tópico del beatus ille. Sus Odas abordan temas como la amistad, el amor, la gloria de Roma o la naturaleza, y destacan por su perfección formal y tono filosófico. En ellas aparecen ideas como el carpe diem y la aurea mediocritas, que defiende la moderación. Compuso también el Canto Secular por encargo de Augusto para exaltar la grandeza de Roma. Sus Sátiras critican vicios humanos como la avaricia o la ambición, contraponiéndoles la vida sencilla y sin excesos, mientras que en sus Epístolas dio al verso un tono más didáctico y reflexivo.
Elegía
La elegía es una forma de poesía lírica caracterizada por su tono melancólico y por el uso de una combinación de hexámetro y pentámetro. A diferencia de la elegía griega, en Roma adquirió un carácter más personal, especialmente en época de Augusto, cuando se convirtió en un vehículo para expresar sentimientos amorosos reales y, posteriormente, dolorosos. Esta transformación ya se insinuaba en los poemas de Catulo, considerado el primer gran poeta elegíaco romano. Sin embargo, el género alcanzó su madurez con los siguientes autores:
Ovidio
Ovidio, uno de los escritores más conocidos de la literatura latina, que se destacó tanto por sus poemas eróticos como por su producción mitológica. Fue exiliado por el emperador Augusto. Su obra elegíaca abarca dos etapas: en su juventud compuso elegías amorosas como las del libro Amores y las Heroidas. En su madurez, durante el destierro, escribió elegías de tono más doloroso, como las Tristia y las Epistulae ex Ponto, con contenido similar. Además de estas, escribió obras como Fasti, una serie de elegías sobre las fiestas del calendario romano, en la que combina erudición griega con leyenda romana, y Metamorfosis, su obra más ambiciosa: quince libros en verso épico que narran transformaciones míticas desde la creación del mundo hasta la apoteosis de Julio César.
Propercio
Propercio escribió cuatro libros de Elegías, muchas dedicadas a su amada Cintia. En su último libro, por encargo de Mecenas, introdujo temas patrióticos. Su estilo muestra influencia de los poetas griegos alejandrinos, en especial Calímaco, lo que se traduce en un gusto por la mitología y la erudición.
Tibulo
La obra de Tibulo, Corpus Tibullianum, consta de tres libros de elegías, aunque solo los dos primeros son suyos con seguridad. Las elegías del primer libro están dirigidas a Delia y las del segundo a Némesis. Aparte de su contenido amoroso, destacan por su elogio de la vida rural, la sencillez y la paz del campo, así como por su rechazo a la guerra y al poder. Con estos autores, la poesía elegíaca romana alcanza su máxima expresión, combinando el sentimiento personal con una cuidada elaboración literaria.
Historiografía
La historiografía es el principal género narrativo de la literatura romana y representa el nacimiento de la prosa en esta lengua. Para los romanos, como para los griegos, la historia era también una forma literaria, aunque menos rigurosa y más moralizante. Los historiadores romanos no buscaban objetividad, sino que ofrecían una visión personal de los hechos, con el propósito de enaltecer el patriotismo. Los primeros historiadores, llamados analistas, escribieron en griego hasta que Catón el Censor comenzó a redactar en latín, lo que marcó el inicio de la historiografía propiamente romana. La historia escrita en Roma tenía como única protagonista a Roma misma, no era universal.
Julio César
Julio César, ejemplo perfecto del ideal romano como intelectual, político y militar, escribió dos obras fundamentales: Comentarios a la Guerra de las Galias, donde narra en siete libros su campaña en la Galia entre los años 58 y 52 a.C., incluyendo enfrentamientos con belgas y germanos; y Comentarios a la Guerra Civil, en tres libros, donde relata el conflicto con Pompeyo, la batalla de Farsalia y la muerte de Pompeyo en Egipto. Su intención no fue solo histórica sino política: buscaba justificar sus acciones y limpiar su imagen. Utilizó una narración aparentemente objetiva en tercera persona, explicaciones previas al relato desde su perspectiva y evitó mencionar detalles que le pudieran perjudicar.
Cayo Salustio
Cayo Salustio, protegido de César y su contemporáneo, abandonó la política tras la muerte de este y se dedicó a escribir historia. Es autor de dos monografías: La conjuración de Catilina, donde defiende a César y ataca a Cicerón, y La guerra de Yugurta, que narra la victoria de Mario en Numidia, y denuncia la corrupción de la aristocracia romana. Salustio no se limitó a narrar hechos, sino que analizó sus causas y consecuencias, utilizando discursos ficticios y retratos psicológicos inspirados en Tucídides. Su estilo se caracteriza por la brevedad, el uso del infinitivo histórico, construcciones como el quiasmo y la variatio, y arcaísmos gramaticales. Fue el primer historiador romano en ser considerado un clásico.
Tito Livio
Tito Livio, que escribió en tiempos de Augusto, es autor de Ab urbe condita, una extensa obra de 142 libros (de los que se conservan 35), en la que narra la historia de Roma desde su fundación hasta el año 9 a.C. Su método no fue riguroso, ya que se basaba en historiadores anteriores sin consultar fuentes directas, pero su objetivo era claro: revivir las virtudes republicanas como la austeridad y la moderación, y censurar la decadencia moral. Su obra tenía una clara finalidad política e ideológica, colaborando con el proyecto de regeneración moral y política impulsado por el emperador Augusto. También hubo otros historiadores, que fueron P. Cornelio Tácito y Suetonio.
Oratoria
La oratoria, o arte de hablar con elocuencia, tuvo un papel fundamental en el mundo grecolatino, ya que era esencial tanto en la vida política como en los tribunales. Por ello, los jóvenes romanos y griegos debían aprender retórica, que es el arte teórico del discurso, mientras que la oratoria es su aplicación práctica. En Roma, las escuelas de retórica se consolidaron en el siglo I a.C., y los jóvenes, tras finalizar su educación básica, se formaban con un rhetor que les enseñaba las técnicas del discurso. Un discurso debía estructurarse en cuatro partes: el exordium, que captaba la atención del público mediante una introducción ingeniosa; la narratio, que explicaba el tema; la argumentatio, que desarrollaba y refutaba los argumentos; y la peroratio, que ofrecía una conclusión breve y contundente. Para ello, el orador debía dominar cinco elementos: la inventio (búsqueda de argumentos), la dispositio (organización), la elocutio (elegancia del estilo), la actio (expresión oral y gestual) y la memoria (retención del contenido).
Marco Tulio Cicerón
Marco Tulio Cicerón fue el mayor representante de la oratoria romana, tanto en la práctica como en la teoría. Vivió el final de la República y fue contemporáneo de César. Fue cónsul en el año 63 a.C., enfrentándose a la conjuración de Catilina, y sufrió un exilio por haber ejecutado a sus partidarios sin juicio previo. Murió ejecutado por orden de Marco Antonio. Entre sus tratados teóricos destacan De oratore, sobre la formación del orador; Orator, en el que perfila al orador ideal; y Brutus, una historia de la elocuencia romana con elementos de crítica literaria. Sus discursos se dividen en políticos y judiciales. Entre los políticos sobresalen Las Catilinarias, contra Catilina, y Las Filípicas, contra Marco Antonio. Entre los judiciales destacan Las Verrinas, contra el gobernador Verres, y Pro Milone, en defensa de Milón, acusado de matar a Clodio.
Quintiliano
Quintiliano, nacido en Calahorra (actual La Rioja) en el siglo I d.C., fue un prestigioso abogado y profesor de retórica. Tuvo entre sus discípulos a importantes escritores. Su obra principal fue De institutione oratoria, en la que expone la teoría retórica y cómo debe formarse un orador, con un enfoque didáctico muy marcado. Defendió los valores clásicos y tomó como modelo a Cicerón.