La Elegía y la Historiografía Romana

LA ELEGÍA

Orígenes y desarrollo del concepto de elegía

En Grecia se llamaba elegía a toda composición poética escrita en el metro elegiaco, es decir, en dísticos formados por un hexámetro + un pentámetro (dístico elegiaco).

Los poetas alejandrinos del siglo III a.C, comienzan ya a componer elegías de tema amoroso, pero no personal. Este tipo de elegías pasa a Roma con los poetas neotéricos; la Cabellera de Berenice de Catulo, es una adaptación de un poema de Calímaco, escrita en dísticos elegiacos, constituye el modelo exacto de lo que era la elegía alejandrina.

En la época de Augusto surgirá la gran elegía romana, con el metro elegiaco tradicional, pero con una característica diferenciadora: es una elegía de tema amoroso personal. Con Ovidio, surgirá la elegía dolorosa.

Pero tanto la elegía amorosa personal, como la de tipo doloroso, están ya prefiguradas en Catulo.

Sin embargo, la gran poesía elegiaca florecerá y cristalizará en la época de Augusto con cuatro grandes figuras: Cornelio Galo, Tibulo, Propercio y Ovidio.

Cornelio Galo fue amigo de Augusto, escribió cuatro libros de elegías, pero se han perdido.

Tibulo

Se designa con el nombre de Corpus Tibullianum un grupo de tres libros de elegías que la tradición atribuye a Tibulo, pero que no todas son suyas, sino de otros poetas del círculo de Mesala. Se está de acuerdo en que los libros I y II son indudablemente de Tibulo.

El libro I tiene como musa inspiradora a Delia, en realidad llamada Plania.

El libro II contiene seis elegías, tres de las cuales están dedicadas a una nueva amante del poeta, Némesis, mujer ambiciosa, que lo hizo sufrir y componer versos doloridos y desgarradores.

Los dos temas preferidos de Tibulo en su elegía son el amor y la naturaleza.

Tibulo es el más delicado y el más humano de los elegiacos latinos.

Propercio

Escribió cuatro libros de elegías. Como Catulo tiene a su Lesbia y Tibulo a Delia, también Propercio tiene una musa inspiradora, Cintia.

El libro I contiene 22 elegías en las que se mezclan las de exaltación amorosa con otras de amargos celos, de desvíos y de infidelidades. El libro II, escrito cuando el poeta ha entrado ya en el círculo de Mecenas. El libro III, donde se jacta de seguir los pasos de Calímaco con su lira elegiaca.

A pesar de ello, en el libro IV, muerta ya Cintia, Propercio vierte su inspiración en la poesía civil o patriótica. Son las llamadas Elegías romanas.

Propercio tiene un estilo muy personal, mezcla la pasión y erudición. Hay una renovación de la lengua poética, donde conviven términos arcaicos y solemnes con vocablos del lenguaje coloquial. Su estilo resulta a veces obscuro por las hipérboles y paráfrasis.

Ovidio

La producción de Ovidio es difícil de clasificar en géneros literarios determinados, ya que la mayoría de sus obras participan de más de un género. En este tema nos interesan sus obras elegiacas. Las elegías de Ovidio son de dos tipos y pertenecen a dos periodos distintos de su vida: en su juventud escribió elegías amorosas, como Tibulo y Propercio; en su madurez, desde el destierro, escribió elegías dolorosas, inaugurando en la literatura latina este contenido, que va a imponerse luego como brevemente la producción de los dos periodos.

De la elegía amorosa destaco Amores. Y de la elegía dolorosa destaco Tristia.

Características del estilo ovidiano: facilidad para componer, brillantez de expresión, ingenio y elegancia; pero falta de sentimientos hondos, excepto en sus elegías desde el destierro.

LA HISTORIA

Introducción

Es un género literario por tanto está sometido a una convención pactada por el gusto literario del momento.

Los romanos daban memoria histórica y acreditan el Tabulario (el signo que guardaban los romanos sobre los documentos / hechos de su historia).

Los primeros documentos

Los primeros documentos están escritos en prosa, son muy antiguos y están divididos en dos apartados: documentos públicos y documentos privados.

En los documentos públicos se encuentran los Fodera regum o tratados con los reyes de los pueblos vecinos y las Actas de los magistrados, que solían registrar los acontecimientos más importantes relacionados con el desempeño de las funciones de los magistrados. Los más importantes de estos documentos eran los elaborados por los pontífices, los Annales Maximi. En ellos se incluían los sucesos más dignos de recordarse, señalaba las fechas de comienzo y final del año, los días laborables y no laborables, fiestas, aniversarios y los días fastos y nefastos.

Y en los documentos privados, las familias importantes guardaban en sus archivos familiares documentos escritos en honor de sus antepasados ilustres, que eran una especie de familia. Eran de dos tipos: laudationes fúnebres o discursos en alabanza del difunto, que solían ser pronunciados en los funerales, y los tituli imaginum o inscripciones grabadas debajo de los retratos o mascarillas del difunto, y que contenían su nombre, sus hazañas, sus magistraturas, etc.

El nacimiento de la historiografía romana: los analistas

Las primeras noticias sobre Roma y sus guerras expansivas se propagan a través de historiadores griegos no afectos a la causa romana. Esto fue tal vez lo que decidió a los romanos a escribir su propia historia, llevados de una reacción nacionalista y con una finalidad de “propaganda política y afirmación patriótica”.

Siguiendo la tradición de los pontífices y otros magistrados, que llamaban Annales a las actas y documentos redactados.

El primer analista romano es Fabio Píctor. Tanto él como sus inmediatos sucesores escribieron sus historias de Roma en griego. Los analistas posteriores a Fabio Píctor escribieron también en griego y son: Cincio Alimento, Cornelio Escipión, Gayo Acilio y Postumio Albino.

Catón recibirá la primera historia de Roma con categoría de tal, no unos Anales puramente cronológicos, y lo hará en latín, marcando así el camino de todos sus sucesores, que no volverán a escribir en griego.

Catón y sus sucesores hasta la época de Sila

Catón (234-149 a.C) era el defensor en la política interior de Mores Maiorum. Su obra principal es Origines, en siete libros, trataban los orígenes de las poblaciones y ciudades de Italia. Después de Catón, destacó Sempronio Aselión, que fue el primero en expresar que contar cuentos a los niños, no es escribir historia.

César (100-44 a.C)

Gayo Julio César nacido en Roma de la ilustre familia de los Julios, hizo su carrera al lado de Sila, pero pronto se enemistó con el dictador y se pasó al partido popular, del que fue campeón indiscutible hasta su muerte. Su carrera política y militar fue deslumbrante, recorrió todas las magistraturas y otros cargos públicos, como el de Pontífice Máximo, formó con Pompeyo y Craso el primer triunvirato. Fue el más grande de los generales de Roma y tal vez el mejor en la historia militar de todos los tiempos.

También destacó como orador y escribió obras de diversos temas: La guerra de las Galias y La Guerra Civil. Estas obras de César han gozado de máxima objetividad, se interpretaba la narración de los hechos en tercera persona.

Nepote (95-25?)

Nepote es un autor de biografías. Su obra es De uiris ilustribus, que inaugura en la literatura latina el género histórico de la biografía.

Salustio (87-35 a.C)

Salustio marchó muy joven a Roma y se zambulló en la vida política, fue nombrado gobernador de la provincia romana de África. Después de la muerte del dictador, se retiró de la vida pública y se dedicó a escribir sus obras históricas, entre las que destacan: Historiae, Conjuración de Catilina y Guerra de Jugurta.

Salustio es el primer gran historiador latino, es moralista, tiene sentido dramático en la historia. Y la caracterización de los personajes se logra mediante los retratos que el autor dibuja y los discursos que pone en boca de dichos personajes. Con Salustio se cierra la historiografía de la época republicana.

Tito Livio (59 a.C – 17 d.C)

Nació y murió en la ciudad de Padua. Marchó a Roma en el año 30 a.C para dedicarse a escribir la inmensa historia de Roma que había concebido. Rehuyó los cargos públicos en aras de su irrefrenable y única vocación de historiador.

Su historia de Roma constaba de 142 libros y abarca desde los orígenes de Roma hasta la muerte de Druso. Lo que se ha conservado es una fuente para la monarquía, las guerras púnicas y la conquista de Grecia. Esta obra es Ab Urbe condita libri.

Tito Livio tiene una característica propia: la exaltación de Roma. Utiliza como fuente a los analistas. El estilo de ellos es el reverso del de Salustio: frente a la concisión salustiana, la alactea ubertas o abundancia transparente.

La historia en el siglo I

En la historia de Roma el más destacado es Quinto Curcio que es el autor del que sale el texto de la historia de Alejandro Magno.

También destaco a Tácito. Su primera obra está relacionada con su carrera de oratoria, fue el Dialogo de los oradores. Su producción histórica consiste en dos obras menores y dos mayores incompletas: Agricola, Germania, Historias y Anales.

En la interpretación de los hechos revela un afán de sinceridad y objetividad. Es destacable igualmente su pesimismo.

Como Salustio y Tito Livio, tiene una concepción moralista de la historia, cuya función es preservar del olvido a la virtud y refrenar los vicios; esto le hace también falsear a veces los hechos involuntariamente, lo mismo que su retoricismo, que le hace recargar las tintas en uno u otro sentido.

La historia en el siglo II

Después de Tácito surgieron los siguientes historiadores:

Suetonio, tiene que ver con el resurgir de las biografías en el Renacimiento. La única obra suya que se nos ha conservado es La vida de los doce Césares, que consiste en doce biografías de los doce primeros Césares.

Los demás historiadores son: Floro y Justino.

LA POESÍA LÍRICA

Introducción

En cualquier historia de la literatura, la lírica es un género maduro y requiere tres requisitos:

  1. Sociedad urbana, en la que el ocio sea posible.
  2. Una lengua preparada para funcionar como lengua literaria, es decir, que tenga mucho vocabulario.
  3. Un grupo de escritores que dominen la métrica porque es un arte sofisticado.

La lírica es una poesía de subjetividad del escritor. Es una poesía en la que aparece la primera persona del singular, por tanto no es una poesía narrativa.

Precedentes

La poesía lírica nace en Roma. Un precedente de la poesía lírica son las “plegarias a los dioses” (Carmina sacra). Estas plegarias se formulaban con una intención eminentemente utilitaria, para que los dioses protegieran las cosechas, la familia, etc., no por el deseo de honrar a las divinidades. No son un precedente tan claro como lo eran los Carmina conuiualia respecto a la poesía épica.

El llamado Carmen Aruale es el más antiguo y de muy difícil interpretación. Lo recitaban los Fratres Aruales.

El nacimiento de la lírica. El círculo de Lutacio Catulo

En la segunda mitad del siglo II a.C, surgieron los primeros poetas líricos, los del llamado Círculo de Lutacio Catulo.

El género lírico que cultivan estos poetas es el epigrama erótico, imitado de ciertos poetas alejandrinos.

Las figuras principales de este círculo literario son: Lutacio Catulo, Porcio Licino y Valerio Edituo. Todos escriben sus epigramas amorosos en “dísticos elegiacos” (hexámetro + pentámetro).

De Lutacio Catulo conservamos dos epigramas frívolos. De Porcio Licino es el epigrama del enamorado “Ardiente”. Y de Valerio Edituo tenemos dos epigramas, uno de ellos imitado de una oda de Safo.

Los “manieristas” y los “neotéricos”

En el paso del siglo II al I se sitúan algunos poetas, como Levio, a los que suele calificarse de “manieristas”; cultivan los erotopaegnia y son innovadores de vocabulario, sobre todo en diminutivos y en palabras compuestas.

Pero ya entrado en el siglo I a.C, aparece un grupo de poetas que desarrollaron la lírica romana. Son los denominados noui poetae o “neotéricos”.

Querían “innovar”, abrir nuevos caminos a la poesía latina, estancada en una tradición sin horizontes, y emprendieron una revolución literaria. Virgilio y Horacio, son los dos grandes poetas que aúnan lo mejor de la tradición con las mejores innovaciones de los neotéricos.

Como los grupos precedentes, se inspiran en los poetas alejandrinos, sobre todo en Calímaco. Según esta doctrina, es preciso renunciar a las obras largas y farragosas y concentrar los temas en poemas cortos, pero de la máxima perfección formal.

Entre los poetas de este grupo, destacan: Licinio Calvo, Helvio Cinna y Furio Bibáculo.

Catulo

Su obra lírica consta de 116 poemas, ordenados en tres secciones, no cronológicamente, sino desde el punto de vista métrico y de contenido general:

  • 1-60 son los que el propio poeta llama nugae.
  • 61-69 son los poemas doctos.
  • 69-116 los últimos 48 poemas son epigramas en dísticos elegiacos.

Aparte de esta división destaca el numeroso grupo de los poemas amorosos. Catulo vivió unos amores tempestuosos con una mujer llamada Lesbia.

Dos de sus poemas han despertado especialmente la atención: “la primera elegía” y la “religiosidad”.

Catulo insufló en la poesía latina unos aires de renovación y de frescura. Superó la distinción establecida por estos poetas entre nugae y poemas doctos.

La lengua de Catulo es una mezcla de elementos cultos y populares, con abundancia de diminutivos y una constante búsqueda de la perfección.

Virgilio lírico: las “Bucólicas”

Las Bucólicas de Virgilio, compuestas entre los años 42 al 39 a.C, son el primer brote de la poesía augustea. El poeta recoge la herencia de los neotéricos en cuanto a erudición, técnica y búsqueda de la perfección formal.

Son diez composiciones de tema pastoril, género que Virgilio imitó del poeta alejandrino Teócrito.

De Teócrito toma Virgilio motivos poéticos, escenas y hasta nombres de pastores.

Virgilio se distingue de Teócrito por sus “alusiones a la actualidad. A sucesos y personajes reales”, aunque lo haga de forma alegórica.

Las Bucólicas III, VII y VIII tratan de “concursos poéticos” entre pastores.

Otro grupo de Bucólicas alude a las confiscaciones de tierras hechas por Augusto en favor de los veteranos. En la V se exalta a Julio César. En la VIII se hace un elogio de Ainio Polión.

La IV, donde se predice la vuelta de la edad de oro con el nacimiento de un niño divino que desterrará del mundo la injusticia, ha sido objeto de numerosas interpretaciones, incluida la cristiana, que ve en ese niño prefigurado a Jesucristo.

En las Bucólicas está ya lo esencial de la inspiración virgiliana: su sentido de la armonía y el equilibrio, la sobriedad y el sentido de la medida, el pathos que trasparece en la expresión de los sentimientos, su “simpatía” con la naturaleza entera.

Horacio lírico: “Epodos” y “Odas”

Horacio desempeña un cargo administrativo en la oficina de los cuestores. Sus obras son Epodos y las Odas. En la obra Epodos se encuentra el Beatus ille. Y las Odas, constan de cuatro libros con un total de 104 odas.

Los temas y los motivos de las Odas son muy variados, desde la efusión del sentimiento personal hasta escenas de la vida diaria y manifestaciones de patriotismo.

En el libro I, aparte de la oda dedicada a Mecenas, aparecen las discordias civiles y desventuras que siguen al asesinato de César.

En el libro II hay una serie de odas en las que expone el poeta su filosofía de la vida.

En el libro III destacan las “odas romanas”, en las que se pone de manifiesto el patriotismo del autor, con elogios al imperio romano.

En el libro IV, publicado diez años después de los anteriores, se encuentran los mismos temas, como invocaciones a divinidades.

Las mejores odas de Horacio son, sin duda, las de tipo filosófico, en las que, desarrollando las ideas estoicas y epicúreas.

En cuanto a sus odas de amor, Horacio muestra la misma templanza que en las otras facetas de su vida.

Dentro de la producción lírica de Horacio se encuadra también el Carmen Saeculare, compuesto por encargo de Augusto para los “Juegos Seculares” del 17 a.C. es un himno a los dioses, especialmente a Apolo y a Diana, pidiendo su protección sobre Roma en el presente y en el futuro.

Horacio comparte con Virgilio la condición de “clásico”. Su característica es el equilibrio, la contención y la perfecta concordancia entre el pensamiento y la expresión. Su preocupación es la labor limae, el pulir una y otra vez el verso.

Horacio fue autor de una doctrina literaria (manual de poetas para que aprendan a escribir) llamada “Ars poética”.

La lírica latina después de Horacio

En el siglo II, en época de Adriano, surge el movimiento de los llamados poetae nouelli, que tratan de renovar el género lírico, rechazando el clasicismo augusteo y volviendo a la experiencia de los neotéricos. El poeta más importante fue Anniano Falisco, que compuso unos Fescennini y unos Falisca.

La lírica clásica del imperio sirvió de modelo a la lírica cristiana, tenía como contenido las figuras cristianas. Este género llegó hasta la Edad Media.