1. Sociedad Urbana e Industrial
En los países industrializados, se produjo una concentración progresiva de la población en las ciudades y un predominio creciente de la actividad industrial.
1.1 La Ciudad como Centro de la Nueva Sociedad Industrial
El mundo industrializado fue un mundo de ciudades que crecieron a un ritmo vertiginoso. En el siglo XIX:
- El 7% de la población mundial vivía en núcleos de más de 5000 habitantes.
- En 1900, esta cifra ascendió al 25%.
El primer país en experimentar este cambio fue el Reino Unido:
- 1760: Menos del 15% vivía en ciudades.
- 1841: El 35% vivía en ciudades.
- 1860: La mayoría de las fábricas se ubicaban en ciudades.
Londres es un ejemplo paradigmático de esta transformación:
- 1750: Casi 700.000 habitantes.
- 1800: Alcanzó 1 millón de habitantes, convirtiéndose en la ciudad más poblada del mundo.
- 1850: Como resultado del éxodo rural y una elevada natalidad, alcanzó los 2.685.000 habitantes.
Otras ciudades europeas importantes incluyeron Viena, Bruselas, París, Milán, Madrid, Barcelona, Glasgow y Birmingham. El número de ciudades con más de 100.000 habitantes pasó de 23 en 1800 a 40 en 1850 y 180 en 1900.
El proceso urbanizador se intensificó en la segunda mitad del siglo XIX. Las ciudades derribaron sus murallas, dando lugar al ensanche, con nuevos barrios burgueses caracterizados por planos regulares y amplias avenidas, en contraste con los barrios obreros.
1.2 Estructura de la Sociedad Industrial
La nueva sociedad industrial europea se caracterizó por la modernización ligada a la industrialización. A mediados del siglo XIX, Europa se dividía en tres tipos de sociedades:
Sociedades Rurales Tradicionales
- La mayoría de la población se dedicaba a la agricultura.
- Grupos importantes: comerciantes, artesanos y profesionales liberales.
- Un pequeño grupo poseía las tierras y el poder social, económico y político (ej. Portugal, España, Italia, Balcanes, Europa del Este).
Sociedades Rurales Evolucionadas
- La agricultura se orientaba al mercado, favoreciendo el crecimiento demográfico y urbano al estimular la demanda de alimentos.
- Los miembros de estas sociedades estaban interesados en la tecnificación de las labores agrícolas para aumentar la productividad.
- Las tierras eran propiedad de nobles, la gran burguesía y campesinos ricos (en algunas regiones del Reino Unido).
Sociedades Urbanas
- Ya se había producido la industrialización y un intenso éxodo rural.
- Áreas económicamente más activas: Países Bajos, Reino Unido, Francia, Alemania y el Norte de Italia.
- Se componían de tres grupos principales: la burguesía industrial, las clases medias y la mayoría, el proletariado.
2. Predominio Burgués
La burguesía se consolidó como la clase más poderosa, aunque no era una clase social homogénea, presentando notables diferencias en mentalidad, formas de vida y niveles de riqueza. Una parte se dedicaba a actividades industriales, mientras que otra obtenía sus rentas de la agricultura.
2.1 Forma de Vida de la Nueva Élite Social
A principios del siglo XIX, la cúspide social estaba formada por una parte de la aristocracia y algunos sectores de la alta burguesía. A lo largo del siglo, la aristocracia perdió influencia frente a la alta burguesía.
La nueva élite basaba su primacía en la riqueza y la propiedad, conformando una plutocracia a la que solo accedían los más ricos, excluyendo a quienes no poseían suficiente patrimonio.
A medida que aumentaba su riqueza, la élite ganaba influencia social y política. Adoptaban un estilo de vida opulento y ostentoso, imitando las pautas y conductas de la antigua nobleza.
Diferencias entre la Antigua Nobleza y la Alta Burguesía
La alta burguesía jugó un papel decisivo, caracterizándose por:
- Una apuesta por el progreso económico.
- Dirigían sus negocios, dedicando menos tiempo al ocio.
- Alardeaban de su patrimonio como resultado del esfuerzo individual, no solo de la herencia.
- Su ética se basaba en las virtudes del ahorro, la importancia de la vida familiar, la dignidad del trabajo y el esfuerzo, y el respeto por la práctica religiosa.
- Invirtieron capitales en nuevas industrias, mostrando una mentalidad emprendedora.
Este modelo social fue común en el Reino Unido a finales del siglo XIX, algo menos en Alemania, y menos frecuente en Francia, Rusia, Italia y España.
2.2 Formas de Vida de las Clases Medias
El término clases medias se utilizaba para designar a la burguesía media y baja. En el Reino Unido, designaba a profesionales y hombres de negocios que se distinguían tanto de la nobleza y la gran burguesía como de los trabajadores agrícolas e industriales.
Las clases medias encarnaron el típico estilo de vida burgués.
Burguesía Media
- Eran dueños de pequeños negocios o realizaban actividades que les permitían una vida desahogada.
- Eran defensores del orden y poseían un acusado sentido de la propiedad.
- El decoro, la dignidad, la discreción y la honradez formaban parte de su bagaje ético e ideológico, valorando más las apariencias que la realidad (lo que a menudo implicaba una doble moral).
Clase Media Baja o Pequeña Burguesía
- Vivían de su trabajo; eran asalariados o funcionarios públicos con escaso poder económico.
- Los hombres dedicaban todo su tiempo a trabajar, sin tiempo para el descanso u ocio, dependiendo de su profesión.
- Las mujeres recibían una educación elemental enfocada en las tareas domésticas, aunque muchas trabajaban en casa como costureras, sombrereras o modistas.
- Participaron activamente en las luchas políticas y sociales del siglo XIX.
3. Clase Obrera y Problemas Sociales
La industrialización provocó cambios sociales profundos y la aparición del proletariado (obreros de las industrias), un nuevo grupo social que enfrentó penosas condiciones de trabajo y vida.
3.1 Formación de la Clase Obrera
Los orígenes del proletariado fueron diversos:
- Campesinos: Incapaces de asegurarse el sustento tras la pérdida de tierras comunales o por quedar obsoletos debido al uso de maquinaria.
- Empleados del sistema de trabajo a domicilio: No pudieron competir frente a las modernas fábricas.
- Artesanos: Sus gremios y talleres urbanos cerraron.
La introducción de máquinas en los procesos productivos fue el origen de la clase obrera, ya que permitían prescindir de la pericia y contratar mano de obra barata sin formación.
3.2 Condiciones de Trabajo
Las condiciones laborales eran muy duras, ya que el objetivo principal de las empresas era obtener el mayor beneficio por encima de cualquier otra consideración.
Durante el siglo XIX, las condiciones se caracterizaron por:
- Disciplina estricta, con castigos corporales y sanciones económicas.
- Jornadas laborales de 14 a 16 horas.
- Supresión del descanso (dominical y festivos).
- Despido libre e inexistencia de retribución por enfermedad, accidente laboral o desempleo.
- Ausencia de derechos laborales y sindicales. La primera regulación del derecho de asociación en el Reino Unido (1824/25) tuvo escasa eficacia.
En las fábricas textiles, la temperatura era muy elevada, la humedad grande, la luz escasa y se respiraba polvo de algodón, lo que provocaba enfermedades como el raquitismo y la tuberculosis.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX no se generalizó el trabajo en grandes fábricas, donde los obreros debían someterse a la autoridad del jefe. El trabajo era mecánico y rutinario, marcado por el ritmo de las máquinas. Mientras que los artesanos trabajaban por calidad y podían ser promocionados, los obreros carecían de derechos y perspectivas de mejora social o profesional.
3.3 Trabajo Infantil y Femenino
Antes de la Revolución Industrial, niños y mujeres trabajaban en el campo o en el taller familiar. La escolarización era poco común, lo que facilitaba el recurso a la mano de obra infantil. Bajo el mismo techo familiar, varios miembros trabajaban en pequeños talleres domésticos u otras ocupaciones.
A las mujeres se les asignaban tareas como sombrerera, corsetera, modista, hiladora, lechera o criada, con sueldos muy bajos.
Con la industrialización, las mujeres tuvieron mayor presencia en algunos trabajos (servicio doméstico, industria textil, minas). Las mujeres eran preferidas en las minas por tener cuerpos de menor envergadura. Pocas mujeres trabajaban en siderurgia, metalurgia, puertos o construcción. Realizaban las mismas jornadas y tareas que los varones, pero con salarios inferiores.
La idea de que el trabajo era bueno para los niños implicaba jornadas de 12 a 16 horas, salarios más bajos y poca asistencia a la escuela. La legislación protectora de la infancia era escasa; la prohibición de trabajar a menores de 9 años en el Reino Unido (ley industrial de 1833) apenas se cumplió. A pesar de las mejoras iniciadas en 1844, a lo largo del siglo XIX, el trabajo de menores de 15 años representó más de un tercio de la población activa.