El Fin del Franquismo y los Primeros Pasos hacia la Democracia
Desde 1973, el franquismo vivía su agonía y tenía que enfrentarse a serias dificultades: la incapacidad de adaptación a los cambios de la sociedad, el incremento de protestas, los atentados de ETA, la crisis del petróleo y la grave enfermedad de Franco. El 20 de noviembre de 1975, muere el dictador y dos días después, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España.
El nuevo monarca mantuvo como presidente de Gobierno a Carlos Arias Navarro, un político inmovilista que no permitía la existencia de partidos políticos. Esto movilizó a la oposición, uniéndose en la Coordinación Democrática (conocida como la Platajunta de 1976). Participaban comunistas, socialistas y democristianos, reclamando amnistía, libertad política, el reconocimiento de las nacionalidades históricas y la convocatoria de Cortes Constituyentes para establecer un sistema democrático. También se organizaban huelgas y manifestaciones que iban cobrando intensidad.
Durante este primer gobierno, se polarizaron las posturas dentro de los políticos franquistas: los inmovilistas, deseosos de continuidad y represión, y los aperturistas, buscando reformas progresistas. El Rey se inclinó por el aperturismo, tomando decisiones clave:
- Propuso a Torcuato Fernández Miranda como presidente de las Cortes franquistas. Era partidario de reformar las Leyes Fundamentales para transitar hacia una democracia.
- Usó por primera vez la palabra “democracia” en su viaje a EE. UU. en 1976.
- Coaccionó a Arias Navarro para que presentase su dimisión y designó como nuevo presidente a Adolfo Suárez, un político franquista del sector reformista.
El nombramiento de Suárez fue visto con temor por las fuerzas antifranquistas, lo que llevó a Suárez a demostrar intenciones de cambio, prometiendo elecciones generales y una amnistía para los presos políticos. Fernández Miranda elaboró un proyecto de ley: la Ley para la Reforma Política, con el objetivo de desmantelar las instituciones franquistas. El objetivo principal era que las Cortes franquistas aprobaran esta ley, lo que implicaba su sustitución por una asamblea bicameral escogida por sufragio universal. El Gobierno de Suárez contactó con los miembros de las Cortes, asegurándoles mantener su estatus y que no se legalizaría el Partido Comunista. Así, las Cortes dieron su visto bueno y se celebró un referéndum para su aprobación, que fue apoyada con más de un 90% de votos afirmativos, marcando el fin del franquismo.
Suárez procedió a legalizar todas las fuerzas políticas, excepto el PCE. Ante esto, las fuerzas de ultraderecha y ultraizquierda respondieron violentamente, tanto por parte de grupos terroristas como de fascistas (como la matanza de Atocha). Nada impidió que se siguiera avanzando hacia la democracia. Un gran paso fue la legalización del PCE, que tras negociaciones secretas con Santiago Carrillo, reconoció que el partido apostaba por el proceso democrático y aceptaba la monarquía.
La Constitución de 1978: Pilar de la Democracia Española
El Gobierno convocó elecciones generales el 15 de junio de 1977, donde el triunfo fue para la UCD de Suárez, en segundo lugar el PSOE, tercero el PCE y cuarto AP de Fraga. Las nuevas Cortes asumieron la tarea de elaborar una Constitución, eligiendo una comisión formada por siete diputados procedentes de distintos grupos de la Cámara, conocidos como los “Padres de la Constitución Española”, quienes bajo un espíritu de consenso redactaron el texto constitucional, aprobado primero en Cortes y después en referéndum por el pueblo, y finalmente promulgada el 6 de diciembre de 1978.
Entre los principios fundamentales de la Constitución de 1978 destacan:
- Carácter progresista y democrático.
- Monarquía parlamentaria: el Rey es el Jefe de Estado con un papel moderado y representativo.
- Soberanía nacional que emana de la voluntad popular.
- Separación de poderes: legislativo en las Cortes bicamerales, ejecutivo en el Gobierno liderado por el Presidente del Gobierno, judicial en los jueces y tribunales.
- Amplia declaración de derechos y libertades: derechos civiles (integridad física, igualdad ante la ley, propiedad privada…), derechos políticos (asociación, manifestación, huelga, sufragio universal…), y derechos sociales (relacionados con salud, educación, pensiones…).
- Estado aconfesional.
- Reconocimiento de las Comunidades Autónomas con su propio estatuto.
Paralelamente a la Constitución, se firmaron los Pactos de la Moncloa, con el objetivo fundamental de lograr la estabilidad del país y solucionar los problemas derivados de la crisis de 1973. La primera etapa de la Transición se pudo realizar en paz y orden, pero la segunda etapa se prolongó hasta la consolidación de la alternancia política democrática, con el acceso al Gobierno del PSOE en 1982.
Desafíos y Consolidación de la Democracia
El Gobierno de UCD y sus Dificultades
Una vez aprobada la Constitución, se disolvieron las Cortes y se convocaron elecciones para marzo de 1979. Las elecciones las ganó la UCD, seguidos por el PSOE de Felipe González, que se convirtió en el principal partido de la oposición. En las elecciones municipales de abril de 1979, la izquierda pasó a controlar muchas de las grandes ciudades. Este descenso se explica por la crisis económica, reavivada con la segunda crisis del petróleo, que trajo: descenso de la demanda, subida de precios, inflación y paro. La participación de los obreros en las huelgas se multiplicó debido al conflicto laboral.
Otro gran problema fue el terrorismo, que intentaba obstaculizar la construcción de la democracia. Por un lado, estaba la extrema derecha, formada por franquistas con simbología nazi, y por otro, la extrema izquierda, como ETA, con atentados dirigidos, sobre todo, a militares. Esto llevó al aumento de la hostilidad de varios sectores del ejército contra el Gobierno, promoviendo el golpismo militar (Operación Galaxia).
A todas estas dificultades de la UCD, se sumó la moción de censura a Suárez en 1980, presentada por un PSOE liderado por Felipe González. La moción no prosperó, pero sí dejó una imagen erosionada de Suárez. También dentro del propio partido había divisiones internas, cuestionando a Suárez y acusándolo de personalismo y de impedir el avance de mejoras. Con el Gobierno casi paralizado y la pérdida de apoyo de Juan Carlos I, en enero de 1981, Suárez presentó su dimisión.
El Intento de Golpe de Estado del 23-F
Tras la dimisión, el Rey designó a Leopoldo Calvo Sotelo candidato a la presidencia. Cuando se estaba procediendo a su investidura, tuvo lugar el intento de golpe de Estado del 23-F de 1981, perpetrado por mandos militares de sectores antidemocráticos, como el general Alfonso Armada. Este golpe se desencadenó en dos puntos: el Congreso de los Diputados, asaltado por miembros de la Guardia Civil bajo el teniente coronel Antonio Tejero, y en Valencia, donde el general Jaime Milans del Bosch invadió la ciudad con sus tanques blindados. La rápida intervención del Rey, exigiendo a todos los jefes del ejército lealtad a la Constitución, consiguió frustrar el golpe. Los días siguientes, España se llenó de manifestaciones populares en defensa de la democracia.
El Gobierno de Calvo Sotelo y la Integración Internacional
Después del fracasado pronunciamiento, Calvo Sotelo fue investido y se inició su Gobierno. En este período destaca la integración de España en la OTAN, buscando un ejército con un marco más moderno. Esta decisión contó con duras críticas del PSOE. Calvo Sotelo no fue capaz de solucionar el fraccionamiento de su partido ni de resolver los problemas económicos.
La Era Socialista y la Consolidación Definitiva
Ante una creciente oposición, se convocaron en 1982 nuevas elecciones, dándole la victoria al PSOE, lo que señalaba el final del proceso de la Transición. Asimismo, el triunfo en cuatro elecciones generales consecutivas de los socialistas marcó una etapa que sirvió para consolidar definitivamente el régimen democrático. En estos años también se trabajó por el establecimiento del Estado del Bienestar, además de afianzar los valores democráticos. Se mejoraron las prestaciones sociales: asistencia sanitaria para todo ciudadano, pensiones no contributivas… Además, se democratizó la educación, tanto la universitaria (otorgándoles mayor autonomía) como la no universitaria, con la obligatoriedad de la escolarización hasta los 16 años. Todo esto acompañado de reformas jurídicas que fortalecieron los derechos y libertades individuales, como por ejemplo la despenalización del aborto en tres supuestos (peligro para la madre, violación, malformación fetal).
Durante la permanencia de los socialistas en el poder, se aceleró la integración de España en las instituciones internacionales. Las primeras negociaciones para ingresar en la CEE se desarrollaron durante el franquismo, pero no permitían la entrada de España debido al régimen dictatorial. El proceso se reactivó con la recuperación de la democracia. Francia fue el país que puso más dificultades para su entrada, pues podía afectar a sus propios intereses. Las negociaciones fueron lentas hasta concluir en la firma del Tratado de Adhesión y la incorporación a partir del 1 de enero de 1986. Entre las mejoras por la entrada destacan las importantes ayudas económicas.
A nivel internacional, también se ratificó el proceso de integración en la OTAN que había iniciado Calvo Sotelo. El PSOE, en la oposición, se mostró contrario a la adhesión, prometiendo un referéndum para la salida. Una vez en el poder, cambiaron de opinión, pensando que favorecería la modernización del ejército. El PSOE se lanzó a una campaña en favor del “Sí”, que acabó triunfando en los resultados del referéndum. Los socialistas llevaron a cabo importantes transformaciones, permitiendo a los españoles alcanzar niveles de desarrollo próximos a los de otros países de Europa occidental. Pero en la última etapa se produjo un desgaste debido a escándalos políticos y corrupción, lo que provocó la victoria del Partido Popular en 1996, liderado por José María Aznar.