El Bienio Radical-Cedista (1933-1936): Crisis, Revolución y Polarización Política en la Segunda República Española
El Triunfo Radical-Cedista: Las Elecciones de 1933
El desgaste del gobierno de Azaña por la presión de la derecha y la izquierda era imparable a mediados del año 1933. La coalición republicano-socialista entró en crisis. Alcalá-Zamora sustituyó a Azaña por el radical Lerroux como Jefe de Gobierno, pero ante la incapacidad de este de conseguir una mayoría parlamentaria suficiente, Alcalá-Zamora convocó nuevas elecciones.
En este contexto, las elecciones de noviembre de 1933 dieron un amplio triunfo al centro-derecha unida en torno a dos grandes partidos: la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), grupo derechista de José María Gil Robles, y el Partido Radical de Lerroux (republicanos de centro).
Alcalá-Zamora mandó formar gobierno al centrista Partido Radical de Lerroux porque la CEDA, que había sido el partido más votado, no había jurado expresamente su acatamiento a la República. Lerroux consiguió gobernar con el apoyo parlamentario de la CEDA. Las medidas del gobierno mostraban claramente su carácter conservador: se paralizó la reforma agraria, el proceso de secularización de la enseñanza y la discusión sobre nuevos estatutos de autonomía, se volvió a incluir la asignación del clero en el presupuesto y se amnistió a los militares golpistas de 1932. Sin embargo, esto no era suficiente para la CEDA. A principios de 1934, Gil Robles amenazó con retirar su apoyo al Partido Radical, lo que determinó a Lerroux a dar entrada en el gobierno a tres ministros de la CEDA.
La ideología ultraconservadora del nuevo gabinete hizo temer a los nacionalistas y grupos de izquierda el desmantelamiento del régimen republicano desde las propias instituciones: situación que acababa de producirse en Austria, donde el canciller Dollfuss, desde la legalidad democrática, había convertido Austria en una república autoritaria.
La Revolución de Octubre de 1934
Por todo ello, la entrada de la CEDA en el gobierno fue entendida por los grupos de izquierdas y nacionalistas como una declaración de guerra, respondiendo con la organización de un movimiento insurreccional en octubre de 1934. La insurrección solo consiguió imponerse transitoriamente en Cataluña y Asturias:
- En Barcelona, la sublevación tuvo un carácter nacionalista e institucional. El presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamaba el 6 de octubre el Estado Catalán de la República Federal Española. Este movimiento fracasó por la rápida intervención del ejército. El gobierno de la Generalitat fue encarcelado acusado de rebeldía.
- Simultáneamente, en Asturias se produjo una revolución proletaria. Miles de mineros y obreros (alianza UGT-CNT) armados consiguieron ocupar el Principado durante casi una semana. La revuelta, sofocada por el Ejército de África (la Legión y los Regulares) al mando del general Franco, terminó con más de 1000 muertos.
La insurrección fracasó en casi toda España por la rápida reacción del gobierno (detención de dirigentes y movilización del ejército y la Guardia Civil), el rechazo de la burguesía y la desunión obrera (la CNT se mantuvo al margen, excepto en Asturias). Pero los movimientos insurreccionales dejaron unos 1500 muertos, 30.000 detenidos y una España todavía más dividida.
La Radicalización Política (1935-1936)
Terminada la revuelta, el gobierno endureció su política: se suspendió la autonomía de Cataluña, se proclamó la Ley de Arrendamientos Rústicos que anulaba la Reforma Agraria y los puestos clave en el ejército se dieron a los militares más reaccionarios (Fanjul, Mola y Franco).
Sin embargo, esta contrarreforma era insuficiente para la emergente extrema derecha que abiertamente proponía la liquidación del sistema democrático y la instauración de un régimen autoritario. Estaba representada por:
- La Falange, pequeño pero activo grupo fascista fundado por José Antonio Primo de Rivera a finales de 1933 y reforzado en 1934 con la unión de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), dirigidas por Ramiro Ledesma Ramos. La ideología de estos grupos era el nacionalsindicalismo: un fascismo a la italiana con componentes tomados del catolicismo.
- La Comunión Tradicionalista. Monárquicos carlistas dirigidos por Fal Conde. Tenían una importante presencia en Navarra y País Vasco. Fundaron un grupo paramilitar (los requetés).
- Renovación Española. Monárquicos alfonsinos dirigidos por José Calvo Sotelo. Proponían una monarquía católica, autoritaria, nacionalista y corporativista.
Por otro lado, la oposición de izquierdas estaba representada por:
- Los Republicanos de izquierda (Acción Republicana, ORGA, etc.) se unieron en un nuevo partido presidido por Azaña, Izquierda Republicana.
- Los Socialistas, que tras el fracaso de Octubre de 1934, profundizaron su división entre el grupo reformista (Indalecio Prieto y Julián Besteiro) y el revolucionario (dirigido por el líder de la UGT, Largo Caballero).
- Los Comunistas. Siguiendo las instrucciones de la URSS[1], renunciaron a la vía revolucionaria y propusieron alianzas electorales con los partidos reformistas para frenar al fascismo (Frentes Populares).
- Los Nacionalistas de izquierda en Cataluña (Esquerra Republicana de Cataluña) y de centro en el País Vasco (PNV), que temían la vuelta a un sistema centralista.
Mientras tanto, Lerroux y el Partido Radical estaban cada vez más acorralados: atacados por la izquierda y nacionalistas periféricos; presionados por la extrema derecha que les reclamaba la instauración de un sistema autoritario; y faltos de apoyo de su socio de gobierno, la CEDA, que aspiraba a hacerse con el control total del gobierno. En este contexto, a finales de 1935, varios asuntos de corrupción (casos Estraperlo y Nombela, este último por el funcionario que lo denunció) en los que se vieron implicados miembros del Partido Radical, incluido Lerroux, provocaron la caída del gobierno. El presidente Alcalá-Zamora rechazó entregar la jefatura del gobierno a Gil Robles y convocó nuevas elecciones.
Las Elecciones de Febrero de 1936 y el Gobierno del Frente Popular
Las elecciones de febrero de 1936 resultaron muy competidas:
- La izquierda (republicanos de izquierda, socialistas, comunistas y nacionalistas) presentaron candidaturas conjuntas, el llamado Frente Popular, que contó incluso con el apoyo de anarquistas. Su programa era de tipo reformista: recuperar los grandes cambios del bienio reformista y conceder la amnistía para los represaliados por los sucesos de 1934.
- La derecha proponía una reforma conservadora de la Constitución, pero se presentaba muy dividida, con la CEDA como principal partido.
Las candidaturas del Frente Popular obtuvieron la victoria por un estrecho margen de votos, aunque consiguieron una mayoría absoluta de diputados gracias al sistema electoral. Azaña fue nombrado primero presidente del Consejo y en mayo presidente de la República cuando las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá-Zamora por considerarse improcedente su segunda disolución del parlamento. Azaña nombró a Casares Quiroga (Izquierda Republicana) como jefe del gobierno; previamente se lo había ofrecido al socialista moderado Indalecio Prieto, pero el sector revolucionario del PSOE, liderado por Largo Caballero, vetó la entrada del PSOE en el gobierno.
Las primeras medidas de Casares Quiroga fueron la reposición en sus derechos de los represaliados por la Revolución de 1934 (liberación de presos y readmisión de despedidos), la reanudación de la política reformista del primer bienio y la tramitación de los Estatutos de Autonomía del País Vasco y Galicia.
Sin embargo, en un momento de fuerte conflictividad social, la base social del nuevo gobierno republicano de izquierdas era menor que la que se formó en el año 1931, debido a la negativa de los socialistas a participar en el gobierno.
En estas circunstancias, la tensión fue creciendo durante la primavera de 1936 debido a:
- La polarización de las opciones políticas. Fueron ganando terreno las posiciones más extremistas tanto de derecha como de izquierda:
- Los sindicatos UGT y CNT exigieron mayores reformas sociales por la vía de la presión (huelgas, manifestaciones) y de los hechos consumados (ocupaciones masivas de tierras).
- La extrema derecha impuso la estrategia de la tensión: Renovación Española (desde el parlamento) y Falange y requetés (desde la calle), proponían abiertamente la liquidación por la fuerza del régimen liberal. Estos grupos se convirtieron en un instrumento de los militares golpistas promoviendo un ambiente de inestabilidad que justificara el golpe (enfrentamientos armados con los grupos izquierdistas).
- La división interna del ejército. Una parte de los militares se sirvieron de la coartada del caos al que se precipitaba el país para organizar un golpe de Estado (coordinado por el general Mola), financiado por representantes de la oligarquía (Juan March) y apoyado en la calle por la extrema derecha (Falange, requetés y sectores de la CEDA).
- La debilidad del gobierno de Casares Quiroga, incapaz de cortar de raíz las intentonas golpistas (alejamiento de militares golpistas en vez de suspenderles de funciones) y controlar el orden público (los enfrentamientos entre grupos políticos extremistas y con las fuerzas del orden público y ejército produjeron más de 200 muertos durante la primavera de 1936).
El asesinato el 13 de julio de 1936 de José Calvo Sotelo, en represalia por el asesinato un día antes del teniente Castillo, un oficial izquierdista de la Guardia de Asalto, precipitó la sublevación militar del 17 de julio. El fracaso del golpe, y la negativa de los insurrectos a entregar las armas, desencadenaron la Guerra Civil Española.
[1] Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas