La Guerra contra Inglaterra (1585-1604)
Al ascender al trono Isabel I, la amistad pasó a la rivalidad. Inglaterra apoyaba a los sublevados holandeses para debilitar a España y hostigaba mediante la piratería el comercio español en el Atlántico. Felipe II planeó invadir en 1588 las islas británicas con la Gran Armada, pero la campaña acabó en un rotundo fracaso.
La Unidad Ibérica
Uno de los grandes éxitos de la política exterior de Felipe II fue la unión con Portugal. Muerto el rey Sebastián, heredó la corona su tío, el cardenal Don Enrique, pero poco después murió sin descendencia y se extinguió la dinastía de Avís. Felipe II alegó sus derechos dinásticos por su madre. Además, su ejército, dirigido por el Duque de Alba, cruzó la frontera. Finalmente, en 1581, en las Cortes de Tomar, se selló jurídicamente la Unión Ibérica al proclamar a Felipe II rey de Portugal, tras haber sobornado la voluntad de los representantes en las Cortes con el oro castellano y haber paseado por el país a los Tercios. El rey se comprometió a respetar sus fueros, y pasó a ser la tercera corona de la Monarquía Hispánica. Felipe II durante dos años residió en Lisboa, otorgando estabilidad al nuevo reino, y después lo abandonó dejando a su sobrino como regente.
3.5. Exploración y Colonización de América y el Pacífico en el Siglo XVI
- Hasta 1515: Supuso la ocupación de las islas del Caribe y otras expediciones como la de Ponce de León, que ocupó Florida en 1513.
- Entre 1519-1550: Se establecieron las grandes conquistas. Se organizaron expediciones que llevaron a cabo pequeños grupos de intrépidos descubridores que conquistaron para la Corona inmensos territorios.
La culminación de todo este proceso de conquista fue la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano.
La colonización castellana supuso la destrucción de las formas tradicionales de vida indígena y la imposición de la lengua y cultura castellana.
3.6. Los Austrias del Siglo XVII: El Gobierno de Validos y la Crisis de 1640
La España del siglo XVII estuvo gobernada por Felipe III, Felipe IV y Carlos II. La monarquía, que abarcaba distintos reinos, necesitaba unas instituciones de gobierno centralizadas.
La figura del válido es novedosa, aparece al igual que en Francia e Inglaterra. También llamado privado o primer ministro. Fue una figura que iba evolucionando a lo largo de la época, puesto que no hubo uniformidad en sus funciones de gobierno. Las dos características del valimiento son: amigo del rey y ejercer el poder. El válido ayuda a llevar el peso del gobierno, pero no se aceptaba que fuera un segundo rey; eran miembros de la aristocracia. Felipe III, de escaso talento, se encontró con una profunda crisis económica y depositó su confianza en el Duque de Lerma, cuyo gobierno fue negativo. Tomó dos medidas conflictivas:
- El traslado de la corte a Valladolid para enriquecerse él y su familia. Fue un derroche impresionante.
- La expulsión de los moriscos. Con esta decisión se intentó solucionar un problema antiguo, ya que los intentos de asimilación habían dado nulos resultados. En 1609 se les expulsó, primero del reino de Valencia y después del resto de las regiones. Fue una medida muy negativa para la economía, ya que perjudicó a la agricultura (los moriscos eran la principal mano de obra), pero a pesar de todo fue una medida popular: el pueblo odiaba a la minoría infiel. Finalmente, Lerma fue destituido.
Felipe IV contó con el apoyo del Conde-Duque de Olivares, que presentó un programa de gobierno guiado por la austeridad, la disciplina y la restauración de los viejos modelos morales. Hizo reformas fiscales y trató de acabar con la decadencia de las manufacturas y del comercio castellano. Su objetivo principal fue acrecentar la autoridad del rey dentro y fuera del país, pero el estallido de la crisis de 1640 supuso el fracaso de su política unificadora y centralizada y tuvo que dimitir. Además de los fallos políticos y las derrotas militares, la construcción del Palacio del Buen Retiro se interpretó como una gran irresponsabilidad en un momento de gran crisis económica.
La Rebelión de Cataluña (1640-1652)
La causa de este conflicto fueron los desmanes cometidos sobre la población por parte de los soldados castellanos destinados en el frente catalán con motivo de la guerra contra Francia. Hubo enfrentamientos entre campesinos y soldados y la rebelión se extendió a la ciudad de Barcelona, donde el día del Corpus Christi estalló un violento motín en el que fue asesinado el virrey. Por la participación en el mismo de los segadores que habían acudido a la ciudad para ser contratados en el trabajo de los campos cercanos, se la conoce como Guerra dels Segadors. En realidad, fue una revuelta anticentralista, que empujó a los catalanes a entregarse en manos de Luis XIII, al que nombraron conde de Barcelona. La crisis económica, unida a un brote de peste y a la opresión francesa, provocó el agotamiento de los catalanes, que se rindieron a la Corona española, con la condición de que se respetaran sus fueros antiguos.
La Rebelión de Portugal (1649-1668)
La rebelión portuguesa tuvo un carácter nobiliario, anticastellano e independentista, que condujo a la proclamación del Duque de Braganza como rey. La monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Inglaterra y España tuvo que reconocer su independencia. La impopularidad del válido (Olivares) fue aumentando y en 1643, Felipe IV le apartó de la política.